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ÍlMXII^
f^arbarb CoUefle l^ibrars
FROM THE
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received in 1880 under the will of
JONATHAN BROWN BRIGHT
of Waltham, Massachusetts, is to be expended for
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income i% devoted to scholaírships in Harvard Uni-
vemity for the henefit of descendants of
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who died at Watertown, Massachuictts, in 1686 In
the absence of such descendants, other persona are
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COLECCIÓN DE LIBROS
Y DOCUMENTOS REPeRCKTBS
k LA HISTORIA DE AMÉ-
RICA.—T«mo IV jaiíjssjKe
HISTORIA
DB LAS
GUERRAS CIVILES DEL PERÚ
, (1544-1548)
OTROS SUCESOS DE LAS INDIAS
PEDRO GUTIÉRREZ DE SANTA CLARA
TOMO TERCEEO
MADRID
BKKh!* GENER*!, Dlí VICTORIANO SUÁRK
C^ * Pnciado^ vám. 48-
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COLECCIÓN
LIBROS Y DOCUMENTOS
RSrBRBNTBá 1 LA
HISTORIA DE AMÉRICA
TOMO IV
COLECCIÓN
LIBROS Y DOCUMENTOS
HISTORIA DE AMÉRICA
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lOV 29 1913
MAS QLE aiiLES QLE L-\0
E?í LOS REYNOS V PFOIINCLAS
DEL PERC, EN DONDE SE C^.E^TA^
V RELATA>" LAS GRANDES CPLELDAD2
Y ATROCES DEI.ICTOS QLE HIZO
FRANCISCO DE CARAL A.-AL,
MAESTRO DE CAMPO QLE FLE
DE GONCALO PICARRO
r
CAPITULO PRIMERO
DE COMO EL MAESTRO DE CAMPO FRANCISCO DE CARA-*
UAJAL SE PARTIÓ DE LA CIBDAD DE QUITO Y POR SUS
JORNADAS CONTADAS LLEGÓ A LA VILLA DE SANT MI-
GUEL, Y DE LAS COSAS QUE EX ELLA HIZO EN SERUI-
CIO DE GONZALO PIQARRO, Y DE OTRAS COSAS QUE
PASSARON
Auiendo Francisco de Carauajal, Maestro de
campo de Gonzalo Pi^arro^ tomado todo quanto
auia de llenar para proseguir sajornada, se partió
de la cibdad de Quito muy arrogante y soberuio,
como atrás queda dicho, con solos diez arcabuze-
ros bien armados y en buenos cauallos y muías que
les dieron, porque estos eran hombres hechos muy
a su proposito por ser muy buenos ministros y re-
boluedores. Pues yendo este hombre por sus jor-
nadas contadas y de pueblo en pueblo llego a la
villa de Sant Miguel, en donde le salieron a resce-
bir los vezinos que auia en ella, los vnos por con-
graciarsse con el y por ganalle la voluntad y por
tener su amistad, aunque el no la tenia con ningún
bueno. Y los otros de miedo que le tenían, porque
le conoscian que era hombre cruel y furioso; y
assi fue llenado a que se apossentasse en las casas
í Rubio, que estauan ya aderesía-
illi se apeo con los soldados que
e entrasse por la casa, estando er>
:alle mando con apariencia de bue-
jue falsa, a seis vezinos y regido-
illa, que se quedassen allí vn rato
les quería dezir ciertas cosas que
> su señor le auia mandado les di-
rá parte despidió con buena crian-
°sde la puerta, a todos los que le
■scebir, diziendoles, con el sombre-
señores, vuestras mercedes se va-
■ y a comer a sus casas, que ya es ,
fueron, despediéndose del, y con
possada con los suyos. Y como era
:nto a comer con los doze soldados
lito, a vna mesa, y después de auer
;stra de gran plazer, mando secre-
las puertas de la calle y se metió
)s en vnapossento lleuando tras si ai
ís, y estando ya dentro les hablo y
z ronca y braua lo siguiente:
dor mi señor tiene grandissima
os los regidores, y esto es con mu-
[ue aueíF sido siempre sus contra-
aquello que se le ha offrescido no
) acudir, ni a le dar fabor y ayuda,
nostrado por sus enemigos morta-
ando os Uvo menester no le soco-
a justo. La principal quexa que de
!S por auer acogido en esta villa a
/ela, faboresciendole y proueyen-
r
dolé en todo aquello que uvo menester para engro-
5saf su exercito y para yr contra las cosas del Go-
uernador mi señor que ha def fendido y deffiende
vuestras vidas, honrras y haziendas y los reparti-
mientos que tenéis. No contentos con esto, agora
de nueuo y de poco tiempo a esta parte aueis es-
•cripto muchas cartas a Blasco Nuflez Vela, que se
yntitula falsamente de Visorrey, no lo siendo, dán-
dole muchos auisos de lo que passa en la tierra,
especialmente de lo que se haze en el exercito del
Gouernador mi señor. En todo lo qual lo aueis
hecho muy mal, y esto no se esperaua de vosotros
•que tal cosa no hizierades, sino que se tuuo enten-
dido que pussierades las vidas y las haziendas por
quien ponia por vosotros la persona, vida y la ha-
cienda por redemir la vexacion en que os ponían y
dexaros quietos y paciíñcos en vuestras casas.
Considerando yo estas cosas, de como lo auia-
des hecho tan mal, tenia determinado mandar se
diesse saco mano a esta villa y destruylla a fuego
y a sangre y no dexar a vida al chico y al grande,
sino hazellos matar a todos por vuestra causa, y
por ciertos respectos que no quiero dezir lo he de-
xado de hazer, en especial porque no me tengáis
por cruet y mal xpiano. Y también lo quería man-
dar hazer porque tengo creydo que la gente co-
mún y popular y los soldados que siguieron al Vi-
sorrey, no (1) lo hizieron por lo que ellos preten-
dían en auer algún ynteres, sino porque vieron que
vosotros los regidores lo haziades en seguir su
(i) Us,jftM*
}, los quales soldados hizicron mucbos daAos
« en los que seguían la buena opinión del
nador mi sefior. Por esto y por otras causas
nes he determinado de perdonar a lo» que
ueden, y hazer abajar la contumacia y co-
: los soberuios, que soys vosotros los regtdo-
tambien porque soys vosotros las caberas
rincipales, meresceis por ello mucho mal y
astigo que sea eiemplar, por vuestras tray-
y maldades, el qual entiendo de os dar bre-
te para que sea en vosotros el castigo, y a
;xemplo para que de aquí adelante biuan
ien siruiendo a Gonzalo P¡9arro mi señor.
has estas palabras mando n todos los seys
resqueseconffessassen, porque luego auian
rir, y ellos comentaron muy humillmeote.
! en vano, a desculparsse, poniéndole por
; los muchos y grandes seruicios que auiao
a Gongalo Pitarro antes que entrasse en la
' como todos ellos tenían su buena opinión
an muy arñcíonados. Y también le truxeron
;moria de quando resclbicron las prouissio-
Gon^alo Pii;arro y no quissieron ver las
iorrey, y en lo que tocaua a las cartas que
[ae ellos auian escripto a Blasco Nuñez Ve-
estañan ynocentes de aquel peccado, por
ellos ni otros por ellos las auian escripto.
;ora auian seruido algunos pocos de dias a
Nuflez Vela, que no lo auian hecho de su
y espontanea voluntad, sino que fueron
lio constreñidos y forjados, porque cada
; amenazaua con la muerte, y que no se
r
auian huydo por no desamparar a sus mugeres,
casas y haziendas en poder de los soldados. Y
también porque tenían entendido, como era assi,
qae en cosa alguna no auian herrado, porque ser-
uian a Su Magestad, como todos hazian; mas empe-
ro que por la passion de Jesu Xpo los perdonasse
con clemencia, que mejor le siruirian estando bi-
uos, con sus haziendas y personas, que no en otra
manera. Y porque vssasse con ellos de misericor-
dia le darían gran summa de dineros, para que los
soltasse sanos y libres y sin lision alguna, y assi le
dixeron otras muchas cosas de gran humillación y
puestas las rodillas en tierra, y Francisco de Ca-
rauajal como lobo rauioso y cruel no los quiso
oyr, y por esto se conffessaron con vn clérigo que
el mismo traya en su compañía. Dende a vn rato
mando sacar a vno de los regidores y le hizo
dar garrote dentro de otra cámara donde le auian
metido, porque lo auia mandado conffesar prime-
ro, y este mismo fue el que auia dado la yndustria
y manera de como se abriesse vn sello Real con
que después el Visorrey y el Oydor Juan Aluarez
solían por Audiencia despachar las prouíssiones.
Luego se divulgo por toda la villa de como el
Maestro de campo tenia encerrados seys regido-
res para les cortar las caberas porque auian se-
guido la parte de Blasco Nuñez Vela, por lo qual
muchos hombres que auian militado debaxo de su
vandera se salieron secretamente della y se fue-
ron a esconder por las huertas y heredades de los
vezinos, y otros se escondieron por otras diuersas
partes. Las mugeres destos seys regidores, quan-
ipieron que sus maridos estauan en tan gran
TO, fue muy grande la pena y dolor que sin-
D, y luego como desatinadas se fueron con
;eza al monasterio del Señor Sancto Domingo
marón a dos frayles de buena vida que alli re-
□, para que rogassen por sus maridos. Y ellas,
;rtas de luto, se fueron con los frayles a casa
rancisco de Carauajal y entraron por vna
ta falsa que hallaron abierta, porque los de la
dia no auian mirado en tanto que por ella sa-
triste nueua de lo que el carnicero queria
r. Subiendo las mugeres llorosas al aposseoto
rancisco de Carauajal, se pussieron de rodi-
leíante del, suplicándole con grandes lloros y
idos que por amor de Dios y de Nuestra Se-
se apiadase dellas y de sus hijos y concedie-
is vidas a sus maridos, y los frayles te habla-
Tiuy humillmente suplicándole lo mismo que
ediesse las vidas de aquellos miserables bom-
Dando y tomando y replicando en ello, en fin
, apiadandosse de las mugeres, especialmente
ndo respecto a los frayles, otorgo las vidas a
inco regidores, que se tuuo en mucho porque
n creydo que no les concedería cosa alguna.
:uerpo del difunto entrego a su muger para
o enterrasse, y ella y los cinco regidores le
eron muchas gracias [de] lo que por ellos auia
o, y los frayles se lo agradescieron mucho y
sron a su monesterio. Con tal aditamento fue
rdon hecho, que los cinco regidores saliessen
villa y de toda [su] ¡urisdicion en perpetuo
erro, y les quito los repartimientos que tenian
y condeno a cada yno dellos en quinientos duca-
dos de buen oro para la espedicion y ayuda de la
guerra que yua hazer a Diego Centeno. Estos di-
neros se cobraron luego de los cinco regidores y
de la viuda, aunque les peso dello grandemente, y
también la viuda dio los dineros porque le querian
quitar el pueblo que su marido tenia, y estos dine-
ros prestaron los mercaderes por les hazer buena
obra; de manera que fueron tres mil ducados los
que tomo y robo este salteador de campos y po-
blados. Esta era la pretenssion que Francisco de
Carauajal lleuaua para hurtar y robar por fuerza
a diestro y siniestro todo quanto dinero pudiesse
hallar; y los cinco regidores fueron a cumplir sus
destierros, porque el cruel tirano auia mandado y
auissado a las justicias que estañan puestas de su
mano, que si lo quebrantassen los ahorcassen lue-
go. Mas después boluieron a la villa quando el
presidente Pedro de la Gasea vino a recuperar es-
tos estados, y les torno los cargos del regimiento
y los repartimientos de yndios que tenian en enco-
mienda por Su Magestad, y les consolo de la gran
tiranía que auia vssado con ellos el cruel carnice-
ro. Y por no estar occioso ni quieto en sus malda-
des y carnicerías este gran Nerón, a otro día hizo
vna donosa y diabólica crueldad; digo donosa por
lo que aqui se dirá. Estaua en esta sazón preso en
la cárcel publica desta villa vn Francisco Hurta-
do, vezino del pueblo del Guayaquil, el qual era
muy rico y valeroso en la tierra, el qual auia sido
vn poco de tiempo capitán del Visorrey Blasco
Nañez Vela y era gran amigo deste Francisco de
10
Cara^uajal. Hase de saber que al tiempo que Juan
de Acosta dio el alcance por la cuesta de Caxas y
por el camino de Quito al Visorrey, se quedo atrás
este Francisco Hurtado, que no le pudo seguir por
falta del cauallo, y los alcaldes desta villa que es-
tañan puestos por el tirano lo prendieron porque
estaua en la comarca, auiendo proueydo alguazi-
les para que buscassen a todos los soldados de
Blasco Nuftez Vela. Y como era bien quisto y te-
nia alli muchos amigos no lo auian castigado las
justicias de la villa, como lo auian hecho de otros,
ni menos le auian soltado ni dado por libre, de
miedo de Gonzalo Pi<;arro que ya sabia que estaua
preso. Mas con todo esto se andana passeando por
la cárcel sin prisiones, porque auia dado buenas
ñangas, y algunas vezes se yua a missa, y como
supo de la venida del Maestro de campo se holgó
por ello y tuuo creydo que lo mandarla soltar sa-
biendo de su prisión, y le daria por libre, pues era
su grande amigo. Sabiendo Francisco deCarauajal
como Francisco Hurtado estaua preso, le mando
soltar luego libremente, reprehendiendo mucho a
los alcaldes hordinarios porque lo auian detenido
tanto tiempo en la cárcel, y ellos le soltaron luego
y el fue a dar las gracias a Francisco de Caraua-
jal por tan señalada merced come le auia hecho.
Quando el Maestro de campo le vido venir se fue
a el con los bragos abiertos y lo rescibio amorosa-
mente, mostrándole gran pesar de su tan larga
prisión, haziendole quedar aquel dia consigo, com-
bidandole a comer con gran regalo, haziendole
muchas offertas y caricias. Francisco Hurtado se
11
hinco de rodillas delante del para le besar las ma-
nos y no lo consintió, antes lo abraco aleándolo de
la mano, y el Hurtado offresciole su persona y bie-
nes y le dixo que se queria yr con él á las Charcas
por le yr siruiendo por el camino, y Carauajal le
dixo que después de auer comido se trataría de
aquel negocio. Pues auiendo ya comido y el Hur-
tado con el, a vna mesa, como amigos, Carauajal
embio a llamar al cura del pueblo, y siendo llega-
do sin saber para que lo queria, se puso ante el y
haziendo entrambos le deuida reuerencia se bol-
uio a su amigo y le dixo con mucha cortesía y bue-
na crianza, con el sombrero en la mano, lo siguien-
te: Señor Francisco Hurtado, yo he sido siempre
gran amigo y seruidor de v. m., como lo sabe muy
bien, y como a tal le saqué de la cárcel y prisión
en la qual auia estado tanto tiempo, haziendole
aquel tratamiento tan bueno que v. m. ha visto.
Hasta aqui he cumplido con la obligación que en
amistad deue Francisco de Carauajal a Francisco
Hurtado, y agora es menester que yo cumpla con
lo que deuo al seruicio del Gouernador mi señor,
y assi no puedo dexar de le hazer cortar la cabe-
9a (1) y por tanto me puede perdonar porque soy
mandado. Aqui esta, señor, el padre cura; v. m. se
conffíesse con el, porque yo no puedo hazer otra
cosa sino lo que me mandan; y el Hurtado, oyen-
do esto, se pasmo y se turbo mucho porque le co-
noscia ser hombre muy cruel, y engañóse por la
amistad que con el tenia, creyendo hallar la vida.
(1) Tachado: a v, w.
12
y hallo la muerte, y al fin dando y tomando el vno
y el otro y después de auerse conf fesado le corta-
ron la cabera. Hecha esta crueldad salióse luego
a passear por la villa con los suyos, con vn conti-
nente soberuio, y otro día se fue con gran hincha-
zón a oyr misa a la yglessia mayor y en saliendo
della y estando a la puerta mando apregonar di-
ziendo que el perdonaua en nombre de Gonzalo
Pi^arro su señor a todos aquellos que auian anda-
do en seruicio de Blasco Nuflez Vela. Y también
hizo apregonar que todos los vezinos, moradores,
estantes y habitantes en la villa, se viniessen a re-
gistrar ante el, so pena de muerte y perdimiento
de bienes, y que cada uno truxesse las armas y ca-
uallos que tenia para que hiziessen demostración
dellas, porque quería ver y saber que gente y ar-
mas y cauallos auia. Los vezinos y moradores que
auia parescieron mas de miedo que de voluntad,
porque dellos vinieron á pie, y poquitos a cauallo,
y mal armados, y todos se pusieron en medio de la
pla^a como gentiles hombres. Y como era después
de comer los estuuo mirando vn rato y luego en-
tresacó de todos ellos hasta veinte soldados que le
parescio que eran buenos y abtos para la guerra,
y tomo todas las armas y cauallos que parescie-
ron, para sus soldados y para los que auia de ajun-
tar después en otras partes. Hechas estas cosas se
salió otro dia de la villa para la cibdad de Truxi-
lio con cinquenta soldados, y la vezindad con los
demás quedaron bien espantados y amedrantados,
que tuuieron creydo todos que la cosa passara
adelante y que mandara destruyr toda la villa, co-
13
mo ya se publicaua por toda ella. De manera que
todos ellos quedaron bien escarmentados, y assi
quando le noihbrauan se santíguauan del como del
demonio; no me espanto de esto, porque como se
vera en estaobra el fue el mas cruel y endiablado
hombre que uvo en esta tierra, que cierto se pue-
de contar en el numero de los tiranos que 'uvo en
el mundo. Partido que uvo desta villa se fue por
su camino adelante a la cibdad de Truxillo, y en-
trando por ella fue rescebido del cabildo y vezin-
dad con demostración de gran plazer y alegría,
aunque con rezelo que les baria algún mal como
lo auia hecho en Sant Miguel, que luego corrió la
nueua de lo que hizo. Lo primero que mando des-
pués de estar bien apossentado fue embiar a lia-»
mar al capitán Melchior Verdugo, y entre otras
cosas que passaron entre ellos el Carauajal le tra-
to muy mal de palabra y lo quissiera hazer de
obra, porque se auia mostrado mucha parte con
Blasco Nuñez Vela. Y sin duda le ahorcara o le
mandara cortar la cabera, y assi estuuo muy a
canto de se la cortar, sino le diera, a según las gen-
tes díxeron, de cohecho, dos mili ducados de buen
oro, y con esto le despidió buenamente amones-
tándole fuesse buen amigo y seruidor de Gonzalo
Pi^arro su señor. En saliendo Melchior Verdugo
de casa del Maestro de campo se fue a la suya y
luego a boca de noche caualgo en vn cauallo, y su
persona bien armada, se fue con vn buen criado
ue tenia a su pueblo de Caxamalca a esconderse,
• como supo después que era ya passado adelan-
e, se tomo a la cibdad y se algo con ella y se fue
14
icaragua, como ya tenemos dicho atrás. En
clbdad tomo Francisco de Carauajal todo el
y plata que hallo en la caxa de Su Magestad y
03 thenedores de difuntos, y tomo prestados, o
mejor decir, robados, de los vezinos y merca-
ís, cerca de dos mili ducados de buen oro ber-
0, a nunca pagar, porque no los lleuasse consí-
, la Sfuerra, ca hizo vna demonstracion para los
ar. As5imÍsmo tomo los cauallos y las muías
hallo entre los vezinos, y saco desta cibdad
renta hombres, a los quales dio lo que uvieron
lester para el camino, y repartió entre ellos
armas y cauallos que tomo de los cibdadanos.
manera que Francisco de Carauajal yua ha-
do por este camino todo quanto mal podia y
e anEojaua, como tirano cruel y soberuio, y to-
la quanto quena sin que nadie le fuesse a la
10 que era cosa temeraria lo que hazia, y con
> se fue 9 la cibdad de Lima. Quando entró en
ibdad le salieron a rescebir los regidores y
:hos vezinos con demonstracion que les plazia
u llegada, y se fue apossentar derechamente a
mismas casas, que las tenia muy buenas, en
de fue muy [bien] rescebido de su muger Doña
halina de Leyton. Después de apossentado, a
I dia le fue a visíur el theniente Loren?o de Al-
a con algunos cibdadanos principales y estuuo
un rato con el y con su muger, hablando en
na conuersacion de diuersas cosas, y de alU se
A su possada con los que auian ydo con el.
ncisco de Carauajal determino de dar descan-
, su cuerpo, que venia cansado del largo cami-
CAPITULO II
DE VNA BRAUOSA CARTA QUE FRANCISCO DE CARAUA-
JAL ESCRIUIO A GONZALO PIQARRO, Y DE LAS COSAS
QUE EN LA CIBDAD HIZO, Y PARTIÉNDOSE DE AQUÍ SE
QUISO ALCAR CON ELLA EL CAPITÁN DE LA GUARDIA
DE BLASCO NUÑEZ VELA, Y DE OTRAS COSAS QUE
PASSARON
Después que Francisco de Carauajal uvo lle-
gado a la cibdad de Los Reyes y después que uvo
descansado del largo camino que auia traydo, lo
primero que hizo fue pedir a los officiales del rey
quatro mili ducados de buen oro para gastar alli
en cosas que auia menester para la guerra, los
quales se dieron luego, que no ossaron hazer otra
cosa porque el tirano lo auia escripto a ellos para
que se los diessen y que después los cobrarían de
sus rentas y tributos. Luego otro día pidió a Lo-
renzo de Aldana que le diesse diez arcabuzeros de
los que tenia en su guardia, y el se los dio luego,
y también hizo algunos soldados que auia en la
cibdad, a los quales dio algunas armas y cauallos
proueyendoles de otras cosas que uvieron menes-
ter para llenar por el camino. Compro assimismo
mucho damasco carmesi y blanco, mucho tafetán
17
blanco, negro, azul, pardo, colorado y amarillo, y
del damasco colorado y blanco mando hazer dos
estandartes, el vno mayor que el otro, con muchos
fluecos y borlas de oro y áeda, que eran entram-
bos quadrados y de buen tamaño. Assimismo de
los tafatanes se hizieron tres vanderas quadradas,
que hasta allí no la auia aleado ni. la traya por no
la Ileuar enhiesta hasta llegar a la cibdad del Cuz-
co, en donde auia de reforjar su exercito de la
gente que le auia de dar el theniente Alonso de
Toro. Estauan en esta sa^on en la cibdad de (1)
Lima los capitanes Alonso de Monrroy y Antonio
de Ulloa que auian venido por la mar, de la pro-
uincia del Chile, por socorro, y sabiendo Francis-
co deCarauajal a lo que venian los embio a llamar,
los quales venidos les hablo muy largo preguntán-
doles muchas cosas, y al cabo se les ofrescio mu-
cho en todo lo que uviessen menester, y ellos se lo
agradescieron mucho. Y con esto les tomo lo§ re-
caudos que auian traydo para llenar ante Su Ma-
gestad, y se concertó con ellos de escreuir a Gon-
zalo Pigarro, su señor, que estaua en la cibdad de
Quito, para que el le[s] diesse fabor y ayuda de
gente y armas para que lleuassen al Chile, y la
carta braua que le escribió fue de la forma si-
guiente:
Muy yllustre Señor: Yo me partiré de aqui a
mañana, mediante Dios, y lleuo conmigo cerca de
doscientos hombres con todos, y entre ellos los
'ez que v. s. me dio en Quito, con los demás que
1} Tachado: Cu%c«,
G. DE Santa Clara.— IV.— 3.*
18
he allegado por el camino y los que desta cibdad
salen, que cierto por serair a v. s. van de muy
buena voluntad; yo les he proueydo de algunas
cosas que han auido menester. Alonso de Mon-
iToy, capitán del capitán Pedro de Valdíuia, vino
aquí de la prouincia del Chile en la nao de Juan
Baptista, criado que fue del comendador Hernan-
do Pi^arro, en que fue Alonso Calderón de la Bar-
ca, y vienen por socorro de gente y armas y con
buenas nueuas, y traen algunos dineros, aunque
bien pocos. Y auiendole yo encaminado al dicho
Alonso de Monrroy para v. s. y estando ya de par-
tida para essa cibdad, le dio vna enfermedad que
en tres dias murió; dizen los médicos que fue ramo
de pestilencia; yo digo que ellos le mataron no sa-
biéndolo curar, ni entendieron su enfermedad. Ago-
ra queda aquí el capitán Juan Baptista, que es el
que digo, señor de la nao en que vinieron, y vn hijo-
dalgo llamado Antonio de Ulloa, natural de Cace-
res, que vino con ellos del Chile con grandes pode-
res de Pedro de Valdíuia para negociar en Castilla
sus cosas ante Su Magestad. Y porque me ha pa-
rescido que el no vaya a Castilla ni a Borgofia sin
dar razón a v. s, de a lo que viene, se lo embio
alia para que se ynforme del y se vea lo que trae,
y después de bien ynformado no le dexe yr a parte
alguna, sino que lo detenga consigo, porque no es
menester que de parte de Pedro de Valdiuia se ne-
gocie con el rey, si no con v. s-, y no aya otro que
le pueda ayudar ni valer, solo porque siempre
Valdíuia tenga fin y proposito de seruir a v. s. por
los benefficios y socorros que de las gouernacio-
19
ncs de V. Sí de cada dia le pueden yr y el recebir.
Esto qae he dicho lo digo para grandes effectos y
fines que no son para escreuir en carta, y bien se
lo que digo; pero si t. s. fuere seruido de otra cosa
y mandare qué se socorra, me embie a mandar lo
que fuere seruido, que yo le daré gente quanta
Y. s. me embiare a mandar. Y esto v. s. lo podra
solo entender mejor que otro alguno, porque sabe
la confianza que tiene de Pedro de Valdiuia y la
que se puede tener; pero a mi me paresce que
auiendo de yr socorro vaya vn capitán de v. s. para
que aquella gouernacion se comunique y se ate
con esta, que sera gran bien y prouechoso. Y si
acaso mañana se muriesse Pedro de Valdiuia,
puede quedar todo por de v. s., como lo estara en
poder del capitán con quien v. s. le embiare el so-
corro, y assi tememos reparado lo del estrecho de
Magallanes y serán todos estos mundos vnos y
términos de v. s. El capitán que alia va es mi
glande amigo y conoscido y es hombre de bien y
humillde, y mas lo es Pedro de Valdiuia, pero crea
V. s. que con todas estas sus buenas costumbres
quando ya está en ayre de ser Gouernador siem-
pre lo querrá ser antes que dexar que lo sea Sant
Pedro ei/Roma. Y assi por esto como por lo que
pCKlria venir por el estrecho de Magallanes, es
bien que v. s. mire bien lo que sobre esto del Chile
se uviere de hazer y proueer en el casso, porque
cierto es vn negocio^muy hondo, ymportante y
bien califficado y que nadie 16 entiende tan bien
como yo lo entiendo, que andando el tiempo lo
diré y me aclararé con v. s.
20
Entre tanto que este hidalgo va a besar las ma-^
nos a V. s. y buelue, queda aquí el capitán Juan
Baptista, señor de la nao, y procura aderes9allá
áe algunas cosas que aura menester para su naue^
gacion; v. s. le escriua y faborezca diziendole
que V. s. le entiende honrrar y aprouechar mucho>
assi en cargos honrrosos de capitanías de la mar
y de la tierra, como en otras cosas que se offres-
can, porque es honrrada persona y tiene platica
de la tierra y de los aguajes, ensenadas y puertos
de toda la costa del Chile. La nao de Pedro Díaz
en que van estos despachos lleua también mucha
poluora de la que se haze en esta cibdad, para la
armada, y doscientos y veinte quintales de bisco:
cho; V. s. mire mucho por ella, en especial su sa-
lud, que estas dos cosas nos ternan en pie de aquí
a mili años a pesar de reyes y aun de Papas. Núes-»
tro Señor la muy yllustre persona de v. s. conser:
ue con aquel contentamiento, prosperidad y salud
que V. s. meresce y dessea. Desta cibdad de Lo^
Reyes a veinte y cinco de otubre de 1546 años. Be-
sa las manos de v. s. su criado Francisco de Cara-
uaj'al.
Muy bien le quadran a este hombre brauonel y
tan soberuio los refranes verdaderos que suelen
dezir a tales ynsensatos como el: Vno piensa el
vayo,y otro el que lo eptsilla; quien todo lo quiere ^
todo lo pierde; como le acontescio a este desati*
nado, que hazia la cuenta sin la huéspeda y le
salto el agraz en el ojo por su mal, y tiro coses
contra el aguijón y le salto en la cara, como ade-
lante diremos, mediante Dios. Despachada, pues.
22
m
lia que era alcalde hordinario en aquel afio¿
Dieronse tan buena mafia estos caualleros, aun-
que fortuna les fue muy contraria, que en bre~
ues días hallaron más de cinquenta hombres, que
todos erarf por la mayor parte jugadores y de
la vida ayrada, que no tenían que perder, y quan-
do este yndomito hombre passo se escondieron
todos del porque no los lleuasse consigo á la gue-
rra. La yntencion que tuuieron estos hombres fue^
a Jo que dizen, matar a los dos sobredichos y to-
mar el dinero de Su Majestad y de mercaderes, y
ajuntar mucha gente, y de aquí yr en busca de
Diego Centeno por el camino que llaman de los
Llanos, porque Carauajal yua con los suyos cami-
no de la sierra. Y que en llegando ellos a la pro-
uincia de las Charcas, ajuntarse con Diego Cente-
no y dar batalla a Carauajal, en donde tenia espe-
ranza en Dios que lo vencerían y matarían y que
después yrian desde allí a dar fabor y ayuda al
Vísorrey, que andana corrido de Pi<;arro y de sus
sequaces, yendo por la mar en nauios. No falto-
quien de todas estas cosas auisasse a Lorenzo de
Aldana y a Pedro Martin de Cecilia, y como a los
dos les yua las vidas y saludes, luego el theniente
fue con sus árcabuzeros y alabarderos que eran de
su guardia a casa de Vela Nuñez el Júnior^ al
qual prendió y lo lleuo a su casa. Pedro Martin
de Cecilia hizo lo mismo por otra parte, que pren-
dió como alcalde hordinario a ciertos conjurados^
y por mejor dezir de los leales, y los hizo lleuar a
la cárcel publica y los hecho en fuertes prisiones
juntamente con Vela Nuñez el Júnior que fue pa-
"^
24
ta otra Dofla Francisca Pi<;arro y Dofla
ger de Don Aotonio de Ribera, roja-
mente por el al thenieate Lorenzo de
a que le perdonasse la vida, y el lo hizo
mente y sin pesadumbre, que ya yua
¡cota que esta en medio de la plaga. Y
esecutasse en algo ta sentencia y por
atemorizar a los demás, hizo Pedro
^cilia que le cortassen no mas de la
:ha, lo qual se executo. que no bastaron
uplicaciones de los hombres buenos de
Por lo qual el dicho Pedro Martin de
a bozes y dezía con rauia que le dexa-
justicia de aquel delinquente; ííÍ no, que
a a Gonzalo Pi^arro su señor; y por
iron passar adelante con su maluada y
itencion. Después de cortada la mano
; curado el cirurgiano, lo Ileuo al mo-
Sancto Domingo, en donde le hizo to-
rrea los hábitos, amenazándole que le
vida si de allí saliesse, y ei se lo prome-
o assi guardar y cumplir dio fiadores
después se salió del monesterio quan-
Jente Gasea vino a la tierra-
26
concertado de le quitar la vida, como lo vería mas
largamente en las conffessiones de los tres que es-
tauan acá presos, y que mírasse mucho por su sa-
lud y vida. Lorenzo de Aldana le escriuio por su
parte sobre este negocio, y de como auia sabido
por nueua cierta y por via de fray Pedro Mafloz,
el mercenario, y de los amigos que tenia en la cib-
dad de Truxillo, como Melchior Verdugo se auia
aleado con la cibdad y que luego se auia salido
della llenando mucha moneda que auia tomado de
la caxa de Su Magestad y de diffuntos y vezinos.
Y demás desto que auia tomado por fuerza vn na-
uio que estaua en el puerto, y que se auia embar-
cado en el con algunos que le auian dado fabor y
ayuda, y que no sabia el viaje que lleuaua y que le
páresela muy mal estos leuantamientos, que se
adeuinauan por ellos grandes males. Y que por
tanto, vistas sus letras, tuuiesse por bien de venir-
se a la cibdad para que con su presencia mitigasse
estos males y espantasse a los perturbadores de la
paz y animasse a los seruidores de Gonzalo Piga-
rro para que no decayessen de su buena ynten-
cion. Al tiempo que Francisco de Carauajal llego
cerca de la cibdad de Sant .Juan de la Frontera,
que es en Guamanga, rescibio esta niensajeria, y
luego mando secretamente a Pedro de Castañeda,
su sargento, prendiesse a los tres nombrados, y
para ello le dio veinte arcabuzeros y el fue a las
tiendas y prendió a Martin Zambrano y Alonso de
Pineda. Al tiempo que quissieron prender a Peru-
cho de Aguirre no se dexaua prender, antes hecho
mano de su espada y se deffendio con ella valien-
"^
> de los tormentos tan rezios que les dauan, y
le Pedro Martin de Cecilia les mando que di-
n que los tres que yuan con Carauajal erail
uel negocio, porque los quería mal, y que lo
)R assi porque los dexassen ya de atormen-
ue estauan hechos pedamos. Quando el escri-
miro en este hierro que auia hecho de auer
el testimonio antes de la retifñcacion de los
i, saco luego otro traslado signado, de las
issiones y ratifñcaciones contrarías, [con] el
mbio por la posta a vn espadol y a su costa,
auajal, y quando llego no fue de ningún
o. que ya los tres estauan muertos. Assi
el escriuano supo destas muertes que por su
lertencia se auian causado, le peso dello
emente y arrepentido de su gran hierro se
frayle en el monesterio de Sancto Domingo;
entro del afto dexo los hábitos y se fue con
sidente Gasea a la batalla contra Gonzalo
"O- También el dicho Pedro Martin de Ceci-
;o entrar por fuerza al dicho Juan de Guz-
ín el monesterio de nuestra Señora de la
;d, en donde tomo los hábitos, mas después
xo quando vino el licenciado Gasea y se fue
1 a seruir a Su Mageslad. De manera que
uan de Guzman escapo dos vezes de la muer-
a vez y otra quando Loren90 de Aldana lo
\ó en esta misma cibdad y por no hazer jus-
el lo embio a la cibdad de Quito para que
la siruiesse a Gonzalo Pii;arro, como atrás
dicho, y después se boluió desde el camino
lallarsse en este negocio. Después que Fran-
29
cisco de Carauajal uvo ahorcado a estos tres hom-
bres, y auiendo entrado enGuamanga, en donde fue
muy bien rescebido, y auiendo rescebido los despa-
chos, sin hazer cosa alguna dio luego la buelta a Li-
ma con los suyos, yendo por la posta, y sin parar en
ninguna parte anduuo en seys días las sesenta leguas
que ay de vna parte a la otra. Llegado a la cibdad
fue muy bien rescebido de Loren9o de Aldana y de
los cibdadanos, porque vn día antes lo auian sabido-
por Francisco de Cantillaha) su apossentador, que
auia \ enido adelante por la posta en vna muía muy
andadora, con su mandado. Queriendo Carauajal
passar adelante hazia la- cibdad de Truxillo para
castigar a los que hallasse culpados, rescibio car-
tas de fray Pedro Muñoz y de los alcaldes y vezin*
dad de aquella cibdad haziendole saber todo quan-
to el capitán Melchior Verdugo auia hecho en ella.
Assimismo de como el y los que le segiiian se
auian ydo fuera de la tierra, por la mar, y que no-
sabían adonde yuan encaminados, y como todo el
pueblo estaua en seruicío de Su Magestad y a de-
uocion de Gonzalo Pi^arro, y que todos los vezinos,
estañan quietos y paciffícos, de lo qual se holgó en
gran manera este tirano. Lorenzo de Aldana le
dixo que de su voto y parescer no fuesse a Truxi-
llo, por lo que de aquel pueblo le auian escripto,.
porque no hallaría a ninguno de los culpados, pues.
se auian embarcado con Melchior Verdugo en el
nauio, y que su yda seria de ningún effecto sina
era cansarse. Y que mejor seria seguir su buen ca-
mino con la empresa que lleuaua, que era mas ym-
portante y necesaria que la de Melchior Verdugo».
30
porque si se tardaua podria ser que Diego Cente-
no reffor^asse mas su pequeño exercito con U
gente que de diuersas partes le podían acudir» y
auria después gran dífíicultad en vencelle. Fran-
cisco de Carauajal, que entendía todo esto muy
bien, tomo el parescer y consejo de Lorenzo de
Aldana y de otros cibdadanos que también se
lo aconsejaron que assi lo hiziesse porque con-
uenia mucho su presteza para dar buen fin a lo
que yua. Otro dia, domingo, en la maftana hor-
deno que se bendiciessen en la yglessia mayor los
estandartes y vanderas que elauia mandado hazer,
por el Reuerendissímo obispo Don fray Gerónimo
de Loaysa, y sobre si se auian de bendeztr o no,
passaron entre Lorenzo de Aldana y Francisco de
Carauajal malas palabras y peores razones. Y con
todo esto estuuieron a canto de venir a las .manos
para matarsse, dentro de la yglessia mayor, por*
que auia de vna parte a otra muchos arcabuzeros
que procurauan de deffender a su capitán y offen-
der al contrario, como eran obligados a lo hazer
como agradescidos y buenos soldados. Loren90 de
Aldana dezia que las vanderas no se auian de ben-
dezir pues no yuan contra moros ni contra otros
ynfíeles, que también eran xpianos los de Centeno,
como ellos, y y^randes seruidores de Su Magestad,
pues assi lo publicauan, y que el estandarte que
Diego Centeno (1) tenia se auia aleado en nombre
de Su Magestad, a quien todos pretendían seruir.
Francisco de Carauajal dezia que las vanderas se
(l) Tachado: auia alfada.
_í
r
31
auiande bendezir a pesar de quien le pesasse» y el
que no las consintiesse bendezir, que no era amigo
de Gonzalo Pi^arro, y que con justa causa y razón
podían castigar a los traydores que se auian al9a-
do contra el Rey y contra Gon9alo Pi^arro su se-
ñor, matando las justicias que tenia puestas en
nombre del Rey. Y como estas cosas yuan de mal
en peor, luego el Obispo y el regente y cibdada-
nos se piissieron de por medio, que los apacigua-
ron por aquel dia, aunque no quissieron ser ami-
gos; mas en fin, al fin se bendicieron las vanderas
por el cura de la yglessia por agradar en algo a
este fierabrás y endemoniado hombre, de lo qual
se holgó mucho, aunque Lorenzo de Aldana no se
hallo presente. Después que todos se salieron de
missa y después que todos uvieron comido se pu-
blico aquella tarde como Lorenzo de Aldanapan-
daua hordenando de matar a Francisco de Cara-
najal aquella noche, y viniendo a noticia del car-
nicero determino de adelantarsse y matar al the-
niente, diziendo: antes que este me quiera cenar,
entiendo yo de me lo merendar. Con esto aperce-
bio a toda su gente, que eran mas de doscientos
hombres de a cauallo y arcabuzeros, para yrse a
casa de Lorenzo de Aldana, y estando ya aperce-
bidos para yr llegaron los buenos de la cibdad,
que fueron auissados, [y] no los dexaron salir el
vno ni al otro de sus casas, y assi se velaron en-
trambos toda la noche rezelandose el vno del otro;
mas en fin, ellos no se acometieron. En amanes-
ctendo torno el Obispo \' muchos caualleros, y
Doña Francisca Pigarro por su parte, a quien res-
32
iuan mucho todos quantos auia en la tierra, y
» Ygnes, muger de Don Antonio de Ribera, [y]
>ni;aron todos de- los poner en paz y en buena
ordia tiaziendolos amigos. Loren<;o de Alda-
xo que no se moueria de su possada contra el
itro de campo, mas que se fuesse de la cibdad
i que se perturbasse la gente o antes que su>
-sse en ella otra cosa de mal, y assi dio su fee
abra de no hazer cosa alguna si no le yncita-
^ara ello. Francisco de Carauajal, como esta-
luy furioso y con gran coraje contra Loren9o
Idana, salió a vna esquina de la pla<;a para yr
tar a su contrario, y Lorent^o de Aldana salió
>ien a la puerta de palacio con sus arcabuze-
' muchos cibdad anos y otras gentes que le
n fabor y ayuda. Como estaua de por medio
íuerendissimo Obispo y todos los buenos de la
id, como hemos dicho, tomaron de nueuo a los
:ar; que si por ventura o desdicha se tirara vn
^uza^o de alguna de las dos partes, se tiene
:ierto que se reboluiera la cibdad y se viera
ran aprieto. Viendo Francisco de Carauajal
)ispo y a los buenos del pueblo que estañan
3r medio, mando luego a todos sus soldados
;e fuessen a sus casas y que con presteza en-
sen sus cauallos y cargasscn el fardaje que
n, porque a la hora se queria partir, y assi se
que todos se salieron de la cibdad. El Maes-
i campo yua con rauia y jurando por el cami-
le Lorenzo de Aldana se lo auia de pagar en
1 tiempo, y Lorenzo de Aldana dezia otro
; mas nunca se vieron, qu?Francisco de Ca-
J
-^'^
CAPITULO IV
no FRANCISCO DE CARAUAJAL SE FUE POR SUS
7AS CONTADAS A LA CIBDAD DEL CUZCO, Y DEL
IHIBNTO QUE SE LE HIZO, Y DE COMO AHORCO
:0 VEZ1N05 PRINCIPALES DELLA, Y DB OTRAS
QUE FASSARON EN EL VNTER QUE ALLÍ ESTUVO
spues que el Maestro de campo Francisco
rauajal mando apercebir a sus soldados para
ar, y estando ya todos a cauallo con las van-
tendidas, a su puerta, se salió de la cibdad
ran enojo y furia y no quiso yr por la cibdad
it Juan de la Frontera, que es en Guárnan-
lo por el camino Real que llaman de los Lla-
ue es por la costa de la mar. Caminando este
0 hombre por sus jornadas contadas llego al
3 de la Nasca, en donde hallo muchos ba.sti-
>s que los yndios le tenían ajuntados, mas de
1 que de voluntad, porque no los quemasse,
i descanso algunos días por llenar las gentes
ansadas y las caualgaduras muy fatigadas.
; algunos días se puso en camino; dexando
los Llanos tomo el de la sierra y fue a dar al
o Real de la sierra, mas arriba de la cibdad
amanga veinte leguas, atrauesando las sie-
.1
J
rras de los Locumaes y de Condesuyo, que en esta
sazón estauan muy neuadas y en donde haze gran-
dissimo írio, y con mucha borden se fue por su ca-
mino adelante hasta que fue a parar a quatro le-
guas de la cibdad del Cuzco, en vn pueblo llama-
do Jaxaguana, para entrar en ella otro día tempra-
no, a comer con todos los suyos. Estando en este
pueblo mando apercebir a sus soldados para que
fuessen armados, y repartió entre los arcabuzeros
mucha mecha y poluora fina que lleuaua en boti-
jas cargadas en yndios y muías, y les dio plomo
para que hiziessen balas, y esto hizo porque se re-
zelaua del theniente Alonso de Toro por las ene-
mistades passadas y particulares que entre los dos
auia porque le auian quitado por su causa el cargo
de Maestro de campo y por otros pundonores que
«ntre los dos auia. Otro dia madrugaron bien de
mañana y se fueron todos a la cibdad con las van-
deras tendidas y caminando al son de los atam-
bores; ya que estauan en el llano que llaman de
Carmenga le salieron a rescebir mas de ochenta
muchachos de diez a doze años, todos muy gala-
namente vestidos a la soldadesca y con sus arca-
buzes en las manos, que a la vista de todos pares-
cian muy bien. Y al tiempo que emparejaron con
el dispararon muy gentilmente sus arcabuzes ha-
ziendole vna braua salua, y el caudillo destos mu-
chachos fue vno llamado Hernando Bachicao el
mogo, hijo del gran cosario Hernando Bachicao,
lue era ahijado deste Francisco de Carauajal, y
auego le tomaron todos en medio. Assi como los
nuchachos dispararon sus arcabuzes, luego de re-
36
pente salieron de traues mas de cient arcabnzeró^
que salieron de vna emboscada y comentaron a
tirar por lo alto con balas y perdigones que Ueua-
uan, que assi les fue mandado que lleuassen los.
arcabuzes cargados. Francisco de Carauajal sin-
tió bien sentido esta salua que los arcabuzeros le
hizieron, mas el lo supo dissimular lo mejor qu6
pudo haziendo demostración que no lo entendía, y
assi se pararon todos hasta que Alonso de Toro
llego a el con toda la vezindad y se hablaron el
vno al otro, mas no se abracaron como lo suelea
házer los buenos amigos quando se rescíben en
vno. Assi como los dos capitanes se hablaron, lue-
go hizieron lo mismo los demás vezínos, que los
vnos y los otros se saludaron cortesmente, y con
esto comentaron de abaxar por la pequeña cuesta
de Carmenga y delante del yuan los muchachos
todos a cauallo, y a su ahijado lleuaua a sü lado
yzquierdo, y assi entraron todos en la cibdad con
demonstracion de mucha alegría, aunque algunos
dellos tenian otro en los ánimos. Lleuaron a Fran-
cisco de Carauajal a las casas de Hernando Ba-
chicao, su compadre dos vezes, para que se apo-
ssentasse en ella, porque eran hermanos en ar--
mas, y con todo esto Ueuo siempre a los mucha-
chos por delante puestos en buena hordenan^a en
buenos cauallos. Después de apossentado se des-
pidieron del con mucha crianza todos los hombres
y los muchachos y se fueron a sus possadas, ecep-
to Hernando Bachicao, su ahijado, que no lo quiso
despedir y se lo tuuo consigo todos los dias que
alli estuuo y comia con el a vna mesa. Aloiiso de
\
37
Toro no llego a casa del Maestro de campo por-
que se fue por otra calle a su possada con todos
los vezinos que le quisieron seguir de buena crian-
za, y estos dos hombres si se auian de hablar des-
pués auia de ser con mal semblante y por via de
terceros. Los soldados que Francisco de Caraua-
jal metió en la cibdad los hizo apossentar a mu-
chos dellos que eran de los mas principales, en la
misma casa, que era muy grande, y a los demás
hizo apossentar en las casas de los vezinos que es-
tauan mas cerca de la suya, y como era muy tarde
se assento a comer. Otro día por la mañana co-
mento de vssar sus acostumbradas crueldades y
para esto mando hechar en la cárcel publica a
Gregorio Sptiel, Pedro de Pineda, Hernando de
Aldana, Diego Naruaez y Miguel de Estete, hom-
bre viejo que auia sido Veedor de Su Magostad
€n la conquista desta tierra y de los primeros
hombres que entraron en el Cuzco a considerar
los secretos del, como adelante diremos. Estos
cinco vezinos eran de los principales hombres
desta cibdad y estañan muy ricos y hazendados, y
después de presos les embio vn clérigo para que
con el se confíessassen porque auian de morir lue-
go; sabido esto por la cibdad prestamente uvo
muchos rogadores que yntercedieron por ellos, y
no aprouecho nada, porque fue dar bozes en el de-
sierto, do no auia virtud ni bondad. Mas en fin, al
fin ellos fueron sacados de la cárcel a pie y sin
pregonero que maniffestasse sus delictos, y los lle-
naron a la picota con mucha guarda de gente de
a cauallo y arcabuzeros, y alli fueron todos cinco
38
miserablemente ahorcados sin saber nadie el por
que. Quando llenaron a Hernando de Aldana a
la picota estuuo en llegar alia mas de vna hora^
no auiendo mas de un tiro de arcabuz, porque
fue haziendo tantos estremos y cuytas, tantas
paradas, y fue tanto su llorar y gemir, que fue
cosa estraña de lo ver y considerar, porque no-
auia hombre que no tuuiesse mucha compassion y
lastima del. Y assi los vezinos que yuan con el
comen(;aron de llorar en velle a el llorar, que no
auia hombre que no se condoliesse del y le desea-
sse dar la vida, [y] juntamente [a] los demás conde-
nados; mas en fin, por no le ver morir, de pura las-
tima se fueron algunos dellos a sus casas maldizien-
do las crueldades de Francisco de Carauajal. Un
compadre suyo que yua con el, por le consolar le
dixo que no se acuytasse tanto, que pues era viejo
de sesenta y cinco años, que no rezelasse de to-
mar con mucha paciencia la muerte, pues era cosa
natural a todos. Y que al cabo y a la postre auia
de morir, y que se esfforgasse en Dios y se enco-
mendasse de todo coraron a Nuestra Señora para
que le ayudasse a passar este trago tan amargoso^
poniendo el anima con el que la crio y la hizo de
no nada. Hernando de Aldana respondió con gran-
des sollozos y gemidos diziendo: ¡Ha compadrel
no os marauilleis de mis cuytas, ni de mis lagri-
mas, porque soy muy gran pecador y maldito hom-
bre, que temo de passar por este transito porque
me toma muy desapercebido y en rezio tiempo*
Pues el dador de la vida la temió como hombre y
en quanto hombre, siendo sin peccado, ¿por que
por [su] sancta passion. Estas palabras y otras di-
xo sin mudar tan solo vn passo, llamando a Dios
y a Nuestra Señora de todo coraron y a boca llena
basta que llego a la picota, y rezando el Credo fue
ahorcado a la postra, que los otros estauan ya
ahorcados quando el llego. Quando aboicauan a
estos cinco hombres se los estaua mirando el cruel
carnicero, y boluiendose hazia donde estaua Alon-
so Aluarez de Hinojosa, que estaua allí a cauallo,
que era vno de los principales hombres de la ctb-
dad y le tenia por sospechoso, le dixo por via de
amenaza: Señor Alonso Aluarez de Hinojosa, yo-
guemos a Dios de buen corafon para que nos de
buenos temporales y qne se contente con aquella
tnigajita que le hemos dado y offrescido; apiin-
uuidole con el dedo a los ahorcados, de lo qual, los
vezinos, atemorizados y rezelosos se fueron de allí
a sus casas con gran pesar , con intento de no pares-
cer ante Francisco de Carauajal. La causa y razón
destas tan desastradas muertes destos cibdadanos,
vnos dizen [fue porjque se carteauan con el Viso-
rrey, y otros dix^ron que con (1) Diego Centeno, y
que le vendían la cibdad, y que aula dias que an-
dauan por alearse con ella dende que Alonso de
Toro fue a las Charcas contra Centeno, y que tam-
I
40
ian dicho mucho mal de Pi^arro y de Ca-
, llamándolos de cismáticos, tiranos y tray-
)tros diieron que no fueron ahorcados por
isas, sino por roballes los dineros que te-
ir quanto eran muy ricos y hazendados, y
irtimientos de yndios se pussieron en ca-
Goni;aIo P¡i;arro su señor, para que los
I que los yndios dauan fuessen para la subs-
•n y espedicion de la guerra. Y assi pares-
1g:una manera ser verdad, que mando lue-
jcudicioso Ileuar destas cinco casas a la
Jo el oro y plata que tenian y todas las ca-
: auia, que no dexaron cauallos, armas,
es, yndios, negros, negras, y todo lo perte-
:e A las cozinas. Y de todo este hecho no se
e dello al thenlente Alonso de Toro, al
leso grandemente y embiole a preguntar
que razón auia hecho ahorcar aquellos
s; respondió que Gonzalo Pigarro lo man-
que el era no mas de executor de hazer
justicia, y Alonso de Toro oyendo esto lo
> por la necesidad del tiempo. Hechas es-
s en seruicio de Pii;arro y auiendo estado
s en la cibdad, tomo la gente que Alonso
le dio, que fueron mas de doscientos hom-
si entresaco los mejores que le parescio
estauan armados, y algunos vezinos de la
|ue eran aptos y buenos para la guerra, y
;unos cauallos que los vezinos te dieron.
'ezinos y soldados que alii rescibio y de los
;nia hizo trescientos y veinte hombres, di-
|ue estos pocos de caualleros que Iteuaua
41
bastauan para hazer lo que conuenia obrar, por-
que el buen capitán que era afortunado y que Ue-
naua la justicia y razón por delante, como el la lle-
uaua, yendo en seruicío de Su Magestad y de Gon-
zalo PiQarro, que no eran menester millaradas de
hombres, porque eran mas estoruo que prouecho
alguno. Pues rescebida esta gente y dada la bor-
den qual conuenia de se hazer, comento a hechar
fuera de la cibdad a los soldados, embiandolos po-
co a poco al pueblo de Urcos, siete leguas de la
cibdad del Cuzco, para que todos le esperassen
alli hasta que el llegasse, para desde alli conti-
nuar su jornada con la borden y concierto que
se auia de Ueuar. Con esto comentaron los sol-
dados a salir de veynte en veynte y de treynta
en treynta, y se yuan derechos al dicho pueblo de
Urcos licuando por delante todo quanto fardaje te-
nían, que ciertamente auia soldado que lleuaua
diez o doze yndios, y otros, carneros, cargados de
ropa y comida, por hazer mucho del fausto, princi-
palmente los vezino§, que lleuauan mas. Ya (1) no
f altanan sino pocos para salir de la cibdad, quando
cerca de medio día, antes de comer, se salió
della Francisco de Carauajal con la mayor pres-
teza que pudo ser, cauallero en su muía bermeja,
que era muy andadora, y Ueuo consigo hasta vein-
tecinco arcabuzeros y fue a parar aquella noche
al dicho pueblo. Dexó mandado que los pocos que
quedauan saliessen luego tras el, porque los
aguardaría en el pueblo, y dexó a Dionisio de Bo-
(I) Ms. y'a que.
42
lia y a Pedro de Castafleda, su sargento, para
ellos lo5 hechassen fuera, portjue no se le que-
e alguno escondido. Quieren muchos sentir
Alonso de Toro le quiso matar aquella tarde
[ue el mismo Carauajal le aula amenazado -
imente, ca le auian dicho malos terceros que
a mucho mal del, y por esto se fue tan azele-
imente al tiempo que se assentaua á comer,
no comió bocado alguno. Dixo al tiempo que
na, que si alli tuuiera consigo toda la gente,
el matara a los toros y torillos, y que de los
os dellos auta de hazer suelas y correas de
;apatos; mas que el lo dexaua de matar por no
pesar y enojo a Picarro, que lo quería mucho,
r no reboluer la cibdad, que estaua quieta y
fica, porque pudiera ser que de vn mal proce-
sen otros peores. En este pueblo de Vrcos mu-
n hombre que se dezia Pedro Ortiz, que hazia
de hermitaño en vna sepultura de yndios, y
acabuche y ministril del Gouernador Vaca de
ro, el qual, estando tocando su sacabuche se
■rebato vna bala de vn tiro gruesso, de entre
nanos y la boca, sin le hazer daño ninguno.
ipandose de la cruel batalla de Chupas en
ie fue vencido Don Diego de Almagro el mo<;o
;1 dicho Gouernador Xpoual Vaca de Castro,
letio que dentro de vna sepultura de yndios
iria (1) a Dios, y assi lo cumplió. Dizen que
ues de muerto, dende a tres días le hallaron
ido de rodillas, sin tener mal olor, como si
CAPITULO V
DE COMO FRANCISCO DB CARAUAJAL HIZO Y NOMBRO
CAPITANES Y ALFEREZES PARA SU EXERCITO EN El.
PUEBLO DE CHOCUYTO, Y SALIENDO DE ALLÍ SE FUE AL
PUEBLO DE AVOHAYO, EN DONDE EN LLEGANDO SE LE
HUYERON VEYNTE SOLDADOS BUENOS
Auiendo Francisco de Carauajal ajuntado ya en
el pueblo de Vrcos sus soldados que auian quedado
en la cibdad del Cuzco, comento luego sin mas tar-
dar de ponerse en camino con toda su gente, el
qual yendo por sus jornadas contadas llego a vn
pueblo llamado Puflo, con muy buena hordenanga,
como lo hazia siempre que entraua en qualquier
parte. En este pueblo hallo al capitán Alonso de
Mendoza con doze arcabuzeros que auía días que
lo estañan aguardando, el qual estaua allí como en
frontera contra Diego Centeno, que Alonso de
Toro le auia dicho estuuiesse aquí, los quales le
rescibieron muy bien, y aqui descansaron dos dias.
Estando en este dicho pueblo le dieron vnas cartas
que Gonzalo Pi^arro le escriuia, por las quales le
hazia saber de como el auia desbaratado al Viso-
rrey, y de como el licenciado Benito Juárez de Ca-
rauajal le auia cortado la cabe9a en la batalla cam-
45
pal que se dio en los llanos de Quito, y assi le es-
criuio todo lo que aula passado en ella.' Francisco
dé Carauajal se holgó grandemente con esta nue-
üa y todos sus soldados tuuieron gran plazer y ale-
gría, y toda aquella noche y el día no hizieron otra
cosa sino disparar los arcabuzes por el ayre y co-
rrer sus canallos» y dezian de quando en qaando a
grandes bozes: ¡biua el Rey y el Gouernador Gon-
zalo Pigarrot También hizo aqui ahorcar a vna
yndia, de los pies, y la cabera abaxo, y la causa
fue porque se acuchillaron por ella dos hombres,
que era el vno Hernán Pérez, su herrador, y el
otro Francisco Miguel, su furriel. Al herrador hizo
enclauar la mano, y al furriel le quito el cargo que
tenia, desonrrando a entrambos mucho y braua-
mente por lo que auian hecho, y los amenazo que
si reyterauan en el cásso los auia de ahorcar; mas
después fueron los dos grandes amigos. Fue Dio-
nisio de Bouadilla y Balthasar de Cepeda, herma-
no de Diego Vaisquez de Cepeda, quondan Oydor^
a rogar por la yndia, que se estaua ahogando con
la sangre que le colgaua a la garganta, y que te-
nia las vergüenzas de fuera, y que por ser muger
la mandasse quitar de alli antes que muriesse ra-
uiando y sin conffession. Carauajal respondió con
vn remanso que la dexassen morir assi, pues ella
con sus amores mataua a dos gentiles hombres, y
que pues ella no auia tenido vergüenza en tener
dos enamorados, que no era mucho las mostrasse
agora a todos; mas dende a vn rato la quitaron sin
que el lo supiesse. Otro dia por la mañana se pu-
ssíeron todos en camino para Chocuyto, pueblo de
46
Magestad, que en quatro jornadas llego a el,
donde paro algunos dias aguardando a vnas es-
is que auia embiado al ejercito del capitán Die-
Centeno. Y también se quedo por dar horden y
ncierto en toda ía gente que tenia, y nombrar ca-
anes, alferezes, sargentos y otros officiales para
Jenar (1) su exercito y al9ar vandera, que hasta
i no la auia al9ado. Primeramente nombro al
;ho Alonso de Mendoza por capitán de cierta
Tanteria y arcabuzeria, y diole por alférez a vn
onso de Herrera, natural de Carrion, y la van-
ra que le dio fue toda negra con vn cruzero de
ttan colorado que atrauesaua por las quatro
juinas. De la otra tercia parte de la piquería y
zabuzeria nombro a Pedro de Castañeda por ca-
an, que auia sido su sarg;ento, y le dio por alfe-
E a Francisco de Tapia, y la vandera fue azul
1 muchas ondas de tafetán azul y blanco y el
izero fue de tafetán colorado. Luego nombro
r capitán a Juan de Morales y diole por alfe-
: a Juan Velez de Gueuara, y la vandera fue
arteada de tafetán blanco y pardo, con vnacruz
[orada que tomaua las quatro esquinas de la
ndera, y le dio el resto de la otra tercia parte de
piqueros y arcabuzeros; de manera que cada
pitan destos fue de piqueros y arcabuzeros.
s capitanes de la cauallerJa fue el mismo Fran-
co de Carauajal, y el otro, Martin de Almen-
as, sobrino de Francisco de Almendras, al que
rto la cabeca el capitán Diego Centeno en las
47
Charcas; su alférez fue Francisco Carrillo, vezíno
delacibdadde Guamanga. El alférez mnyor de
Francisco de Carauajal fue Juan Jullio de Hojeda,
vezino del Cuzco, y el estandarte era quadrado y
de damasco carmesí, con franxas de oro a la re-
donda; en la vna parte tenia las armas ymperia-
les, y en la otra las armas que los Pi^arros tenían.
Lleuaua este estandarte vn letrero bien grande, y
si la memoria no me engaña dezia en esta manera:
Por armas, aranas gané en virtud de aquel que
me las pudo dar. Y el estandarte que tenia Fran-
cisco Carrillo era de damasco blanco, con vnas
franxas de oro y seda, que también era quadrado;
en la vna parte tenia la ñgura de Nuestra Señora,
y en la otra la del Señor Sanctíago, cauallero en vn
cauallo blanco y con vna espada en la mano. Nom-
bro por su Maestro de campo a Dionisio de Boba-
dilla, y sargento mayor a Balthasar de Cepeda, y
torno el cargo de furíel a Francisco Miguel, y nom-
bro por apossentador a Francisco de Cantillana,
y al cabo nombro sargentos menores y cabos de
esquadras a los soldados que le parescio que eran
diligentes para ello. Ordenadas estas cosas con
otras muchas que eran conuenientes y necesarias
a la guerra, a cabo de diez dias se puso en cami-
no, el qual yendo por sus jornadas contadas llego
al assíento de Ayohayo, pueblo de Antoño Alta-
mírano, en donde descanso dos dias porque su
gente yua cansada y por estar no mas de veinte
leguas de los leales. Dezia muchas vezes a los su-
yos que si auian de pelear contra el enemigo, que
bien era yr descansados como los contrarios lo es-
I
)orque pudiessen vencellos, y a esta causa
ío en este paraje dos días porque se herra-
:n los cauallos. Estando en el pueblo se le
1 veynte soldados; los cinco eran arcabuze-
inco piqueros y diez de a cauallo, por lo
o gran confussion y aun turbación en el
>, que se tuuo creydo que se yrian muchos
los ydos. Y por esto el Maestro de campo
■> de Bobadilla prendió a ciertos soldados
nes se tuuo sospecha, a los quales ameoa-
jalles tormentos y después la muerte, para
lixessen lo que en el real pasaua, y no se
líos cosa alguna, porque no supieron de la
le los otros, o porque no lo quissieron de-
ssi los soltaron libremente. Francisco de
jal, como hombre astato, lo remedio sola-
on hablar amorosamente á todos los suyos,
>les que los soldados que se auian buydo
i hecho por no hallarse en la batalla, de
^ de puro couardes. Y que los buenos y es-
s caualleros como ellos, se auian quedado
:ales para destruyr y malar a los enemigos
;alo Pifarro, y que no se le daua cosa al-
ie se fuessen, que algún dia los hallaría si
daua vida y que ellos se lo pagarían muy
as con todo esto embio luego tras ellos a
lartin, portugués, vezino del Cuzco, con
rcabuzeros y otros tantos de a cauallo, los
Fueron por el camino Real, que se tuuo
Jo que yuan por alli al exercito de Diego
J.Lope Martin y los suyos llegaron seys
leí pueblo do Centeno estaua, y no hallan-
49
dolos» ni rastro dellos, se boluieron luego y quan-
do tornaron hallaron a Francisco de Carauajal
otra jornada mas adelante, en vn pueblo llamado
Xiquixica, en donde hizieron todos noche. Desde
este pueblo se partió y llego temprano a una cié-
nega grande que los antigos conquistadores lla-
maron de los Xagueys, y antes que hiziesse otra
cosa mando a los capitanes y soldados que pares-
ciessen ante el con todas sus armas y cauallos, los
quales venidos hizo dos esquadrones dellos: el vno
de a cauallo, y el otro de la ynfanteria. A los de a
cauallo, que eran ochenta hombres, puso en esqua-
dron^quadrado, y toda la arcabuzeria puso a la re-
donda de los piqueros, de quatro en quatro en hi-
lera, y como estañan puestos en esquadron qua-
drado los pusso a todos bien en borden con sus so-
breseñales y vanderillas de raso carmesi y de ta-
fetán blanco, pardo, amarillo, azul y negro, que
parescian muy bien y mas de los que eran. Estan-
do en esta borden el estaua assentado en vna silla
grande, de frente de los dos esquadrones, desde
donde se los estaua mirando, y como hombre ex-
perto en el arte militar, de quando en quando, ya
a los vnos, ya a los otros, les enseñaua todo aque-
llo que auian de hazer al tiempo de Ja pelea. Man-
daua vna vez a los de a cauallo tener las puntas de
las langas leuantadas, y otra vez mandaua abaxa-
llas prestamente, y después que tendiessen las
puntas como que estuuiessen peleando con sus
contrarios, y otra vez les mandaua boluellas sobre
la manoyzquierda, y otra a la mano derecha, como
f uesse menester en su tiempo y lugar. A los arca-
G. D« Samta Claha.— IV.— 3.* 4
50
buzeros mando salir de quatro en quatro fuera de
las picas, que estauan caladas, y que tirassen pres-
tamente y que ligeramente se boluiessen a meter
debaxo dellas, y que luego saliessen otros y tira-
ssen como los primeros. Deziales que desta mane-
ra Y con esta borden no se matarían los vnos ni los
otros, mirando siempre a los compañeros que es-
tauan delante, y que en todo esto no uviesse des-
cuydo, sino mucha diligencia y presteza en tirar y
con animo sossegado. A los piqueros mando calar
las picas a todas partes, en donde se hizo dentro
una buena fortaleza, y otras vezes les mandaua
que tomando las picas por los recatones y puestas
sobre los bracos yzquierdos, jugassen con ellas li-
geramente dando botes de lanzadas a los enemi-
gos como si ya estuuiessen peleando con ellos.
Desta manera estuuieron mas de quatro oras los
soldados exercitandose en las armas y tomando
lición de su capitán, amaestrándoles de la forma
y manera de como auian de pelear contra sus con-
trarios. Acabadas estas cosas se deshizieron los
esquadrones y cada vno se fue a comer a su tien-
da, que era ya mas de visperas, y allí después de
auer comido qomengaron de aderes^ar muy bien
las armas y los arcabuzes y a reherrar (1) los ca-
uallos para la batalla venidera, que se tuuo enten-
dido que otro dia se diera muy braua.
(i) Ms. reherar.
CAPITULO VI
DE COMO EL CAPITÁN DIEGO CENTENO» SABIENDO QUE
FRANCISCO DE CARAÜAJAL VENIA MUY PUJANTE CON-
TRA EL, NO LE QUISSO AGUARDAR, EL QUAL SE SALIÓ
CON TODA SU GENTE DEL PUEBLO DE PARIA, Y POR
QUE CAUSA LO HIZO
Sabiendo el capitán Diego Centeno que el Maes
tro de campo Carauajal le venia a buscar con gran
numero de gente, como sus espias se lo auian cer-
tificado, tuuo gran rezelo, especialmente quando
llegaron a su exercito Juan de Ribas y Pedro
Montañés, de los veinte que se auian huydo del
-campo de Francisco de Carauajal en el pueblo de
Ayohayo, como atrás queda dicho. Estos dos sol-
dados dieron noticia a Diego Centeno de la mala
yniencion y proposito que su contrario traya con
tra el, y que toda la tierra les era faborable y que
los soldados venian rauiando por pelear y dar saco
mano en todo lo que sus soldados tenian, y que
todos venian armados y trayan muchos arcabu-
ces y buenos cauallos. Yten, que venian con Fran-
cisco de Carauajal muchos vezinos de la cibdad
«del Cuzco, y que todos los que con el venian eran
52
grandes seruidores de Gootalo Pi?arro, y que se
auian huydo de su campo veynte compañeros que
le venían a seruir como a verdadero capitán y
leal seruidor de Su Mageslad. Y que los diez y
ocho companeros llegarían presto porque venían
por caminos no sabidos, mas que con todo no per-
diesse punto de animo y esperan»;a de vencer a
Francisco de Carauajal, porque en fin se hazia en
seruicio de Dios y del Rey, mayormente que ve-
nían con Carauajal algunos leales que estando
cerca del se le passarian luego- De manera que I»
que dixi;ron estos dos soldados a Diego Centeno y
a Lope de Mendoza y a sus capitanes, de lo vno
les peso, y de !a venida de los diez y ocho solda-
dos les plugo dello, mas no llegaron a tiempo por-
que ya Diego Centeno se auia ydo del pueblo. En
fin, al fin, considerando Diego Centeno estas co-
sas le parescio no ser conuenible aguardar a los
contrarios, por los respectos que atrás auemos di-
cho, y porque también tuuo rezelo de algunos de
los suyos que le andauan maleando, que el bien
quissíera dar la batalla y cierto el lo desseaua. Y"
para determinarsse en esto lo puso en platica con
los capitanes, los quales respondieron dizienda
que mejor era para ellos aguardar allí al enemi-
go, para ver si por ventura auria algunos solda-
dos que se quísiessen passar a su exercito a 1:»
voz del Rey, y que no auiendo ninguno se podría
yr a la parte que mandase, que todos le siguirian
de muy buena voluntad. Mirando bien Diego Cen ■
teño estas cosas, por vna parte, y tanteándolo por
otra en saber de la venida de Francisco de Cara-
53
uajal y de la mala 3*ntencion que traya, le pussie-
ron en cuydádo y perplexidad, y mas quando supo
que Lope Martin auia llegado seis leguas de alli.
Y demás desro, [viendo] que ninguno de los solda-
dos que hasta alli auia traydo Lope Martin, ningu-
no dellos se le auia passado a la voz del Rey, tuuo
creydo que era todo cosa de burlería lo que los dos
huydos le auian dicho y platicado, solo porque
aguardasse alli al contrario; por tanto procuro de
no parar mas en el pueblo. También le certiffica-
ron de como Francisco de Zuftiga y Juan Sánchez
de Alanis y otros hombres de su exercito yntenta-
uan pasarsse al vando contrario, matando prime-
ro a el y a Lope de Mendoza, y por estas cosas y
por otras muchas determino de no aguardar al
enemigo, porque tuuo entendido que ganaria poco
con su estada. Y con este acuerdo y determinación
lo torno a platicar con el Maestro de campo Lope
de Mendoza y con los demás capitanes, diziendo
clara y abiertamente las causas y razones que le
mouian para no aguardar al enemigo, ni era cor-
dura estar mas en aquel pueblo. Y que era mejor
yrse todos al pueblo de Chayanta, donde al pre-
sente auia muchos bastimentos, los quales no ter-
nia Francisco de Carauajal si viniesse en segui-
miento dellos, y que alli se podria buscar conue-
niente lugar y buen sitio para dar la batalla al
enemigo. Ellos respondieron que todauia era bien
estarse en el pueblo y no salir del hasta en tanto
que viessen al enemigo, porque si se yuan de alli
les notarian de couardes y pusilánimos; sino que
se diesse la batalla al tirano y que Dios les dada
54
victoria contra los enemigos, pues seguían cosa
ynjusta. Y que si no la quería dar por los respec-
tos que dicho tenia, que hiziesse todo aquello que
mejor le paresciesse porque sus honrras no que-
dassen amanzilladas y anduuiessen después en
boc.'i de las gentes maldizientes. Tuuo creydo Die-
go Centeno y otros que seguían su voluntad y opi-
mon, que llegado Francisco de Carauajal al pueblo-
de Paria y no los hallando allí, que luego [se] des-
haría su exercito porque sus soldados se yrian y se
ausentarían de su campo por no le seguir en taa
largo y fastidioso camino, y por la falta de la comi-
da, que no la hallarían. Y que deshecho el campo-
contrario luego ellos darían sobre los pocos que
quedassen y que fácilmente los podrían vencer;
todo lo qual les salió al reues de sus pensamientos,
porque no uvo lugar a estas cosas, antes aquella
noche se resumió de no le aguardar, como dicho
tenemos. Otro día por la mañana embio Diego
Centeno a Lope de Mendoza con la mitad de la
gente al pueblo de Chayanta, como ya lo auian
consultado en su acuerdo que a.ssi se hiziesse por
los respectos ya dichos. Y con la otra parte de los
soldados se estuuo quedo en el pueblo de Paria >
aunque a la verdad estauan ya todos puestos a la
ligera, porque auian embiado adelante todo el far-
daje, y también embiaron los yndios y las yndias
de seruicio que todos tenían y todo lo que les pu-
diera embarazar en el camino. Desta manera se
diuidio el campo de Diego Centeno hasta ver lo
que haría Francisco de Carauajal no hallándolos
en el pueblo, porque a la hora que paraua y assen-
55
taua su real luego lo sabia por las espías de yndios
que tenia en el campo de Francisco db Carauajal.
Pues continuando el tirano por su camino llego a
tres leguas de los leales, a horas de missas mayo-
res, y se pusso junto a vn arroyato de agua, y
como ya estuuiesse alojado con todo su exereito le
fueron a dezir ciertos yndios espías suyas de como
Lope de Mendo(?a se auia salido del pueblo de Pa-
ria con mucha gente, y que Se yua camino de Cha-
yanta. Y que el capitán Diego Centeno y el Padre
vizcayno Pedro Ruyz le estauan aguardando en el
pueblo con muchos arcabuzeres, y que todo el far-
daje, yndios, yndias y los cauallos demassiados
que tenían los auian embiado adelante; mas que
ellos no sabían a que proposito lo aui^ hecho.
Destas nueuas le peso grandemente y mucho qui-
siera que no se huyeran (1), sino que los aguarda-
ran en el pueblo para que se diera la batalla o que
se pussleran en la su merced para que el los per-
donara, porque dezia que si viniessen que el les
haría grandes mercedes en nombre de Gonzalo
Pi^arro su seflor, porque se concluyeran ya estas
renzillas y contiendas; mas viendo que no podía
ser, lo disimulo con vn sospiro que dio muy gran-
de mirando hazia el cielo. Pues sabiendo Caraua-
jal esto mandó luego a los capitanes y soldados que
todos caualgassen prestamente en sus cauallos y
mulasy siguíessen tras sus vanderas y estandartes,
y assi lo hizieron todos, ca vierades alli en aquella
(i) Tachado: >M«i>riiM
56
el rumor y la priesa que tuuieron en el ensi-
enfrenar, que fue cosa estrafla de ver la vo-
d con que lo hazian. Hedió (lia era y viernes
o de la semana sancta quando los piíjarristas
nparon de marchar contra los del capitán
iCenteno.yendo todos juntos y puestos en es-
•on en sus cauallos y muías, assi piqueros
arcabuzeros. Y cassi a vna legua del pueblo
ítraron con el padre Vizcayno, en vn (¡rran
, con ochenta arcabuzeros que yuan por co-
ires y descubridores del campo para ver
venian sus enemigos y que borden Ileuauan
ran muchos. El padre Vizcayno [v sus arca-
■os], como vieron al enemigo tan cerca que
marchando con los suyos, les parescieron
os mas de los que la fama publicaua, y esto
iso por amor de tas veletas de diuersas colO'
ie los pi^arristas trayan puestas en las me-
;eladas y en los sombreros. El padre Vizcay-
3 perdiendo punto de animo, ni menos los su
:omen9aron con s^ande furia a tirar sus ar
■es contra los pifjarristas, y las balas no alle^
n a ellos, por estar, como estauan, muy apar-
los vnos de los otros. Los arcabuzeros de
Liajal, queriendo tirar a los leales con la mis-
iria, les mando que no lo hiziessen porque se-
istar la poluora y las balas en vano, y que no
jassen en los pocos, sino en los muchos, que
mayor honrra para ellos, y a esta causa no
an, antes marchauan con gran silencio su
a poco contra los corredores que a mas an-
e yuan retirando. Llegados, pues, los corre-
57
dores al capitán Diego Centeno, le dixeron lo que
auian visto y lo que les parescido auia de la gente
que venia, y el no queriendo aguardar se salió del
pueblo, en donde se aula quedado con doze arca-
buzeros, y se fueron todos a poner aquella noche
dos leguas de alli, en vn arroyo grande, camino
de Chayanta. Ante todas cosas Diego Centeno
dexo vnos yndios encubiertos por sus espias se-
cretas, que eran muy leales, para que viessen lo
que Francisco de Carauajal hazia, y que luego a
la hora y por la posta le f uessen a dar auisso del
mouimiento que su enemigo hazia, ó por que ca-
mino hechaua, porque conforme a ello haria lo que
mas le conuiniesse. Francisco de Carauajal, no
parando en el camino, sino con la furia que lleua-
ua, entro por el pueblo de Paria cassi a las Aue
Marías con el esquadron apiñado, y a la entrada
del hallaron vna gran botija colgada en vna hor-
ca, con vna cuerda, }'' en ella estañan muchas le-
tras grandes que desta manera dezian: Assi como
esta colgada esta botija, assi auemos de ahorcar
al botijón; y en otra cédula dezia: bien veis la bo-
tija colgada; assi hemos de ahorcar al borracho
de Francisco de Carauajal, porque es vn cruel
tirano y traydor y de los hombres matador y
peruerso mas que Ñero el emperador; y en otras
coplas dezian assi:
La botija y el botijón
dos borrachos son;
Francisco es el cuero,
Carauajal el recuero.
53
Ha^a ya lamentación
el triste [del] merendante,
que de oy en adelante
no aura ningún botijón.
I estos motetes y. villancicos y con otros mas
estauan puestos en la botija fue rescebído el
el tirano, porque quien tal haze tal meresce, y
nismo leyó algunas dcllas, de que le dieron
n pesar, aunque lo disimulo con vna risa y dixo
el refrán amigo: antes que digas, digas;
•s ellos saben hablar como donsellas, yo como
ibre sabré tlespues obrar; y con esto se passo
lante, Assi como entro en el pueblo lo hallo
) despoblado de gente y de bastimentos, que
tallaron que comer, y antes que anocheciesse
a luego en borden sus dos esquadrones en vn
0 apartado vn poco del pueblo junto a vn arro-
} de agua. Y mando que todos se quedassen
sios en csquadron como se estauan y nadie sa-
se fuera del, y miindo que no se pusiessen
das algunas porque ninguno se acogiesse a
s, y venida la noche mando poner en muchas
tes que le parescio sus cintinelas, guardas y
ichas, assi de a píe como de los de a cauallo.
1 el trio muy grande que hizo aquella noche
.sieron los soldados poner algunas tieadas en
de acogersse, mas como estauan en aquel tan
groso trance no se atreuieron a desmandarse,
or esto se hizo vn poco de luego solamente
1 callentarsse las manos, mas luego se mando
gar. Estando todos en vela y assossegados,
59
cerca de la media noche llego el padre Vizcayno
conquarenta arcabuzeros y se pussieron quanto.
tres tiros de arcabuz del esquadron del tirano, en
vna loma de un cerro baxo, junto a unas sepultu-
ras altas de yndios. Y desde alli comentaron todos
a disparar sus arcabuzes y a dezir a grandes bo-
zes: ¡biua el rey, hiua el rey, y mueran Iraydo-
res!; venios^ leales caualleros, al seruicio de Su
Magestad, Otros dixeron: caualleros, pues os pre-
ciays ser hijosdalgo, dexad de seruir a los tira-
nos, que son matadores de los hombres; venios
al rey, que acá se os harán grandes mercedes;
y todo esto se dixo muchas vezes, con otras cosas ^
para ver si aula alguno dellos que acudiesse a la
boz de Su Magestad. Mas como entonces tenían
vn Gonzalo Pi(;arro sellado en las entrañas y den-
tro en los corazones y le guardauan toda fidelidad,
nouvo ninguno de los capitanes, ni de los solda-
dos, que se quissiesse passar, sino fue tan solo vno
que se llamaua Alonso d^Escobar. Este soldado se
fue al Padre Vizcayno y le dixo que era en vano
dar tantas bozes a los sordos y tray dores, pues no
querían reduzirse al seruicio del rey, porque esta-
uan muy constantes y firmes en seguir la falsa opi-
nión de Pigarro, y que nadie se huyria, porque el
mismo no auia tenido tal sentimiento. El Padre .
Vizcayno tuuo creydo esto ser assi, y auiendo vis-
to que ninguno acudía al nombre del rey y que
auia mas de dos horas o tres que andauan por alli
remolinando, se fueron adonde Diego Centeno los
estaua aguardando, y de alli se fueron adonde
Lope de Mendo<;a se auia ydo y supieron por en-
^
60
tero de Escobar todo lo que passaua en el campo
del contrario. Por estas causas y razones no qui-
sieron dar la batalla, y assi comentaron todos a
caminar a la ligera teniendo que los pi^arristas no
los alcanzarían por el gran bagaje que trayan,
que por no lo dexar ni perder, que no caminarían
tanto quanto ellos quisiessen, sino su poco a poco,
o que se quedarian en el pueblo descansando algu-
nos días.
i
CAPITULO VU
DE COMO FRANCISCO DE CARAUAJAL DIO ÜN
MO ALCANCE A LOS DOS CAPITANES DIEGO
y (1) LOPE DE MENDO(;a por el CAMINO DE
DE CHAYANTA, EN DONDE HALLARON A DOS
DESCABEZADOS, Y DE LO DEMÁS QUE F
Venida que fue la maílana del Sabadi
de mili y quinientos y quarenta y seys añ(
cisco de Carauajal llamo a todos sus ca{
soldados a su tienda, en donde se auia i
por amor del grandissimo frió .que hizo aq
che, que destemplo los cuerpos a mucho
pi9arristas, los quales venidos ante el les
mo era muy conueniente y necesario qi
ellos dexassen la ropa y fardaje que traya
der de veinte arcabuzeros para que la gua
porque el tenia determinado de yr tras Dit
teño y Lope de Mendoza, y no parar en mi
hasta auellos a las manos. Y pues el encnr
comeni;ado a huyr, tenia creydo que no p:
le aguardaría en parte ninguna, como '.
hecho, que se auian salido de todas las pr
62
del Perú quando Alonso de Toro auia ydo en se-
guimiento dellos, y que se yrian a la entrada de
Rojas, y que los auia de seguir hasta alia, o a don-
de quiera que fuessen, aunque pasassen de la otra
vanda del mundo. Sus capitanes y soldados dixeron
que lo que el tenia acordado estaría muy bien he-
cho y que assi se hiziesse y por tanto les man-
dasse hazer todo aquello que conuiniesse al serui-
cio de Gonzalo Pi^arro, que ellos le seguirían muy
de buena voluntad yendo con el hasta el cabo del
mundo. Visto por el Maestro de campo la buena
voluntad que todos le iñostrauan tener, les torno
a dezir que dexadas las cosas que les pudiessen
eníibaragar siguiessen y persiguiessen á sus con-
trarios que en tanto afán y trabaxo les ponian, y
que fuessen todos a la ligera, pues tenían buenos
cauallos y muías para lo hazer. Y que en las alfor-
jas licuasen alguna cosa para comer por el cami-
no que auian de llenar, porque tenia entendido y
aun creydo que Diego Centeno y Lope de Mendo-
za aurian hecho a los yndios algar los bastimentos
que tenían por donde ellos auian de passar, porque
no se aprouechassen dellos, y los soldados, obe-
desciendo el mando, lo hizieron assi y se aperce-
bíeron prestamente. Sintiendo Francisco de Cara-
.uajal que todos estañan a punto, estando el ya
cauallero en su muía bermeja los llamo a todos,
los quales venidos se pussieron ante el muy bien
aderesQados y armados , y el , desque los vido
assi (1), se holgó mucho. Y con esto comentaron
(I) Tachado: mucho.
t:
63
de caminar por la vía que Diego Centeno camina-
«a,lleuando sus estandartes y vanderas tendidas
al viento, y el yua delante de todos y delante de si
Ueuaua dos negros muy altos de cuerpo, con dos
cauallos de diestro, que el vno se dezia el Boscan
y el otro el Vayoelo. Yten, lleuaua veynte arcabu-
zeros V otros tantos (1) de a caual lo por corredores,
los quales vuan delante buen rato descubriendo el
campo a vn lado y a otro porque por ventura no
les tuuiesscn puestas algunas celadas en algunos
barrancos y quebradiUas que por alli auia. Desta
manera fueron caminando a toda furia tras ellos
y aun no auian andado quatro leguas quando en
vn recuesto en el mismo camino hallaron muertos
y descabegados a Francisco de Zuñiga. natural de
Seuilla V a Juan Rodríguez, granadino, los quales
estauan desnudos en cueros y las caberas arroja-
das por ay. Segunflue después dixeron, que estos
dos hombres por hazer amistad y seruicio a Gon-
9alo PiQarro v a su Maestro de campo hordenaron
de matar a Diego Centeno y á Lope de Mendoza
V al padre Vizcayno, y como fueron sentidos no
úvo effecto a lo que pretendían [y] los despacharon
desta presente vida, dissimulando con otros que
eran en el mismo negocio. Quando Francisco de
Carauajal los vido uvo lastima dellos y mando a
quatro soldados que alli se quedassen para que los
enterrassen, y juro de vengar sus muertes en Die-
go Centeno y en los suyos, y assi passo adelante
y caminaron todo el dia; y los soldados que queda-
(l) Tachado: arcahtzeros.
64
ron hizieron vna sepultura con las dagas y alli en-
terraron a los dos diffuntos. Como los pi^arristas
caminauan á toda furia, vuan va sin borden ni
concierto; mas como los leales yuan de priesa no
aguardaron de les hazer ningún ardid, ni de poner-
les algunas encamisadas para los poder prender o
matar, que si por alli salieran algunos, fácilmente
los pudieran desbaratar, porque el camino, como
hemos dicho, era todo de quebradillas y barran-
cos [y] se pudieran esconder en ellas para hazer
effecto. Ya que era casi noche prendieron los
corredores de Francisco de Carauajal a vn buen
soldado llamado Pedro Vidal, el qual fue traydo
ante el, y como era nothe lo mando atar fuerte-
mente de pies y manos como a carnero, porque
no se huyesse mientras el y los suyos descan-
sauan, que se auían apeado en vn arroyo se-
co debaxo de unas enzinas. Como hizo grandi-
ssimo frió se le hincharon a Pedro Vidal las
manos y braceos y los pies, por lo qual daua
y dio las mayores bozes del mundo llamando a
Dios y a Sancta Maria su madre, y que Francisco
de Carauajal le perdonasse, que bastaua el tor-
mento que estaua padcsciendo, que era mas cruel
que la muerte. Y que si auia de morir, que por
amor de Dios lo despenassen ya, y le dexassen
conffessar primero, y no le tuuicssen puesto en
aquel tan terrible tormento; que cierto, quien lo
viera tuuiera del gran compassion y lastima en
velle todo hinchado, causándolo el frió, y en las
lamentaciones que hazia. Aun no era bien ama-
nescido, que fue domingo y dia de pasqua de la
J
65
Sanctissima Resurrección, quando hizo poner ante
si a Pedro Vidal y le pregunto muchas y diuersas
cosas, el qual respondió que como era soldado po-
breton no le dauan parte de lo que se auia de ha-
zer, y assi no sabia nada, por lo qual le mando dar
garrote y sin conffession, y alli le dexaron muerto
a benefficio de los cueruos. Hecha esta gran cruel-
dad mando a todos los suyos que caualgassen
prestamente, y de puro friolentos no podían subir
sobre sus cauallos que estuuieron toda la noche
ensillados y enfrenados. Mas, en fin, prosiguiendo
su camino adelante llegaron a vn cerro que tenia
vn mal passo y angosto, en donde se auian puesto
Diego Centeno y el Padre Vizcayno con muchos
arcabuzeros aguardando a los pigarristas para les
estoruar el passaje con muerte de alguno dellos.
Sintiendo esto Francisco de Carauajal, que fue
auissado de sus corredores, hizo alto para que los
suyos Uegassen, porque muchos dellos se auian
"quedado muy trasseros por amor de los cauallos,
que se les auian cansado, que ya no podian andar.
Llegados que fueron, muchos luego se apearon de
sus muías y cauallos y se fueron hazia donde es-
taua el mal passo y angustura y alli se tiraron con
furia los vnos y los otros vn rato de arcabuzagos.
Y como estañan apartados tirauan a tira mas tira,
y como todos vieron que no hazian effecto los ar-
cabuzes soltaron las lenguas y comen(;aron de tra-
tarsse mal de palabra, Uamandosse los vnos y los
otros de hidesputas, vellacos, traydores y enemi-
gos de Dios y de sus Sanctos, y de Su Magestad;
de manera que los pi^arristas dezian estas pala-
G. DR Samta Clara.~IV.--3-0 5
"^
12
66
bras a los leales, y en retorno, ellos les dezian lo
mismo. Pues como Diego Centeno y el Padre Pe-
dro Ruyz se vieron apretados y que sus contrarios
les yuan ganando a mas andar el passo, lo desam-
pararon luego sin daño alguno de entrambas par-
tes y se fueron con la mayor presteza que pudie-
ron al pueblo de Chayanta, en donde los aguarda-
ua el capitán Lope de Mendoza. Francisco de Ca-
rauajal, quando sintió que el mal passo y angustu-
ra estaua desembarasgado, atraueso por el sin nin-
gún rezelo, aunque primero y ante todas cosas
echo por delante mas de treynta arcabuzeros para
ver lo que auia en el. En fin, Diego Centeno y el
Padre Vizcayno con los demás, quando llegaron al
pueblo de Chayanta no quissieron aguardar alli al
enemigo, por muchas causas y razones que para
ello les mouio a todos. Por tanto Lope de Mendoza
mando luego a los yndios que se algassen y se fue-
ssen a los montes a esconder y que primero es-
condiessen todos los bastimentos que tenían, ate-
morizándolos con las crueldades del Maestro de
campo, que los auia de quemar viuos, y assi se
fueron todos huyendo a los montes. Assimismo el
dicho Lope de Mendo<;a mando quemar vna gran
casa en donde estañan encerradas (1) mas de diez
mili hanegas de mahíz tremes, porque Francisco
de Carauajal ni sus soldados no gozassen del, por-
que en llegando luego lo auian de tomar todo para
ellos y para sus cauallos, y esto se hizo a fin de
que Carauajal, no hallando que comer, se boluie-
camino diuerso del que auian de lleuar y se torna-
ron otra vez al pueblo de Paria, de donde auian
salido el Viernes Saucto, que contornearon y ro-
dearon vnos cerros muy grandes y ásperos de an-
dar. Llegaron con Diego Centeno y Lope de Men-
•do9a a este dicho pueblo hasta doscientos solda-
dos, que los demás se quedaron atrás y se aparta
ron del camino porque Francisco de Carauajal no
•encontrasse con ellos, porque no los mandasse dar
garrote como auia hecho de otros.
CAPITULO vm
DE COMO PROSIGUIENDO FRANCISCO DE CARAUAJAL SU
CAMINO ALCANZO A LOS CAPITANES DIEGO CENTENO Y
A LOPE DE MENDO<pA, EN EL PUEBLO DE PARIA, EK
DONDE SE TUUO CREYDO QUE SE DIERA BATALLA, Y
DE LO DEMÁS QUE PASSO
Auiendo Francisco de Carauajal entendido y
sabido que los dos capitanes Diego Centeno y Lo-
pe de Mendoza y el Padre Vizcayno con todos los
demás soldados eran ydos, y que se auian quitado
del mal passo en donde se auian puesto, fué tras
ellos con aquella furia que siempre tenia en su ani-
mo yndomito, hasta que allego ya muy tarde al
pueblo de Chayanta. Assi como llego con todos
ios que le pudieron seguir, al dicho lugar, lo ha-
llaron todo despoblado de los yndios naturales, [y\
que aquella madrugada se auian ydo de alli sus
contrarios, de lo qual le peso grandemente porque
quisiera de los hallar para hazer carnicería en
ellos. Luego los soldados del tirano se esparcieron
y derramaron por el pueblo a buscar de comer y
no hallaron que sino vn poco de mahiz que estaua.
escondido en vnos hoyos debaxo de la tierra, que
los naturales lo auian puesto alli por mas secreto^
69
y lo que puaieron hallar derramado en el suelo en
donde los leales auian dado de comer a sus caua-
líos, que [de] esto auia poco, y lo demás que reco-
gieron no fue nada en comparación de lo mucho
que auian menester [para] la ynsaciable hambre
que tenían. Dende a vna hora que Francisco de
Carauajal llego al dicho pueblo se presento ante
el vn soldado llamado Juan de Arjona, que se auia
huydo del campo de Diego Centeno, el qual dio
auiso de lo que su contrario dezia que auia de ha-
2er, y del camino que auia tomado y a donde yua.
Y mas le apercibió diziendole que aguijasse mu-
cho, porque alcanzarla a sus contrarios aquella
noche quatro o cinco leguas de alli, porque no po-
dían andar mucho por ser muy áspero y mal ca-
mino el que lleuauan. No quisso Francisco de Ca-
rauajal aguardar mas, ni parar en el pueblo, an-
tes se pusso luego en camino y como era angosto
y áspero y de mal pays no anduuo sino tres leguas
y no alcauQO a Diego Centeno ni a ninguno de los
suyos, y quando amáneselo llego a vn arroyo muy
grande que lleuaua mucha agua. Lleuo Diego
Centeno este camino solamente por desatinar al
enemigo; mas si el fuera por lo alto de la sierra
hallara buen camino y llano, y como no lo sabia
fuesse tras su contrario, y como el arroyo era tor-
tuoso y de muchas bueltas lo passaron mas de
treynta vezes dándoles el agua por encima de los
estribos, que lo tuuieron por gran trabajo. Al fin,
passado este rio y larga quebrada llegaron los sol-
dados y cauallos muy canssados a vn pueblo que
estaua despoblado de yndios y de comida, dexando
n
70
3 a mano derecha, y en este dia fue Fran-
Carauajal en vn cauallo bien alto y muy
, por amor del agua, porque no se le mo-
s pies. Estando en este pueblo comiendo,
i a medio día, llego a el vn yndio que des-
upo que era hechadizo y espía, el qual
arauajat entre otras cosas que le fueron
das, de como el exercito de su contrario
iutdido y apartado, y que Centeno se yua
■ de Paría, y que Lope de Mendoza se yua
de la Plata. El tirano, como experto en
de la guerra, no le dio crédito, antes dixo
lechadizo y espia y que en las palabras
Hendido, y mas por las preguntas que le
10, porque variaua y se contradezta en
[ual mando prender y (1) licuarlo a buen
jorque no se huyesse, y buelto a sus ca-
;s dixo: Estos necios piensan que assi li-
ite tengo de diuidir mis caualleros y bue-
dos, para que después nos aguarden en
1 passo para podernos desbaratar si pu-
erto ellos lo tienen mal pensado y se en-
todo y por todo y muy mucho. Mas por
ngaño y ardid que nos quieren ellos ha<
:l mismo engaño entiendo de los coger
axo de vna trampa, o sí no yo los haré
o liebres; vamos y caminemos para ven-
soldados sin capitán, y después boluere*
t Lope de Mendo9a, que esta sín gente,
ad que se an dluidido, lo qual yo no creo.
71
No uvieron acabado de comer lo poco que tenían
quando de ymprouiso comentaron de marchar
aquella tarde y toda la noche, y como hazia gran-
de escuridad Ueuauan vna guia que era estrange-
ro y llegaron a vna ciénega grande muy mala de
passar. Y queriendo la guia passar con su muía,
cayo con ella en la ciénega y le tomo vna pierna
debaxo, que se la quebró, y comento a dar muy
grandes bozes y a dezir que la gamba tenia que-
brada, que fue gran lastima de le oyr dar tan dolo-
rosas bozes llamando a Dios y a Sancta Maria su
madre. Aun no era bien caydo este hombre quan-
do el capitán Juan de Morales, queriendo passar,
que yua tras de la guia, cayo también en la ciéne-
ga junto al leuantisco, y se enlodo y encharco to-
do, y como hazia grandissimo frió la guia murió
alli luego. El capitán estuuo a canto de morirse,
que assi como le sacaron, mientras le trayan ropa
limpia para vestille y en el entretanto que le da-
uan vino para que se callentasse, se le hinchió todo
el cuerpo, causado del frió, que parescio odre hin-
chado, y assi con los remedios que le hizieron es-
capo de la muerte. Con todo esto no pararon los
pi^arristas, sino que tomaron el camino mas arri-
ba de la ciénega y passaron a pie enjuto y assi ca-
minaron con mucha priesa llenando consigo al ca-
pitán Juan de Morales bien arropado, y dexo dos
soldados para que enterrassen a la guia. Y con
esto passaron muchas ciénegas y malos passos,
que como la noche hazia muy escura parescieron
mas malos de lo que eran, como muchas vezes
acontesce, y Diego Centeno y los suyos como lo
72
ron de dia no se les hizo tan dífñcultosso por-
ierotí por donde passauan. Quando amanes-
hallaron media legua del pueblo de Paria y
allí vieron a Diego Centeno y a Lope de
aga como tenian puesta la gente en esqua-
ínvnalto, por lo qual mando el tirano a los
que se aparejassen a la batalla porque sus
gos los estauan aguardando para dalla. Los
'istas, como estauan muertos de frío l,leua-
>s arcabuzes, lani;asy picas atrauesadasen
las, que no las podían tener en las manos,
<s no las podían abrir; mas no por esso per-
1 punto de animo, antes a mas andar se
allegando a donde estauan los leales. Vien*
ego Centeno y Lope de Mendoi;a que Fran-
de Carauajal auia andado mucho y que ve-
uy cerca, les peso mucho, y assi no le qui-
(1) aguardar, antes dexundo el lugar que te-
e fueron todos por el camino Real del Cuzco,
so ante passo, porque algunos de los solda-
> se fuessen. Porque en esta ora se le auian
as de ciento y cínquenta hombres de a cana-
ircabuzeros a diuersas partes, por no venir
nanos del tirano cruel que desseaua cogellos
irtar su hambre canina de la sangre de los
, Dexo por corredores al Padre Vizcayno con
hombres de a cauallo y arcabuzeros de
;s se tenía gran conñan^a, que ciertamente
)s dellos se apartauan del camino Rea) y se
1 esconder, solamente por no encontrar con
J
73
este hombre, al qual auian cobrado gran temor
por los grandes alcances que les daua. Verdade-
ramente tengo créydo que si Diego Centeno y
Lope de Mendoza y los demás le aguardaran en
este paraje y dieran batalla a los enemigos, sin
duda que él los venciera a causa que todos sus sol-
dados estañan descansados y calientes, que auian
tenido aquella noche mucho fuego, [y] estando, co-
mo estañan, en fuerte lugar. Los de Francisco de
Carauajal venian muy cansados y desudados y es-
tañan ademas friolentos, que no podian mandar las
armas que tenian en las manos, porque todos los
hombres de a cauallo, piqueros y arcabuzeros no
se podian apear de sus cauallos porque tenian los
pies apegados a los estribos, de puro carámbano y
frió. Y quando se apearon no pudieron andar de
tullidos y encogidas las piernas, que no las podian
enderes^ar, y los bracos y las manos no las podian
menear, y assi temblauan de puro frió como azo-
gados y muy temerosos; mas Diego Centeno, no
conosciendo esta buena ventura o coyuntura que
a las manos le venia, la dexo perder, lo que no
deuiera. Pues viendo Francisco de Carauajal que
Diego Centeno se auia ydo, le peso en gran mane-
ra, que quisiera concluyr alli el negocio, y que-
riendo passar adelante tras ellos le dixeron sus
capitanes que no lo hiziesse a caussa que los sol-
dados estañan muy cansados y muertos de frió y
de hambre y que auia dos días que no comían bo-
cado, ni tenian de presente que cumer. y Q^^ ^^^
mejor dexallos tomar algún aliento y ^-esuello y
los dexasse descansar vn poco, y no m^t^^^^^^ ^^^^
74
tanto caminar con el apresuramiento que lleuaua
tras los contrarios, que huyan mucho; principal-
mente lo auia de dexar por amor del capitán Juan
de Morales, que se yua muriendo de la cayda que
auia dado. Oyendo Francisco de Carauajal estos
ruegos, determino de complazer en todo y por
todo a sus capitanes y soldados, que ya.desseauan
parar vn poco por descansar, y assi mando hincar
las vanderas y los estandartes en el suelo para
que todos se apeassen y descansassen por aquel
dia y la noche. Entonces los soldados comentaron
los vnos a tendersse por los campos a dormir don-
de auia algunos reparos que el sol daua en ellos,
porque corria un viento frigidissimo y muy del-
gado que traspassaua y destemplaua reziamente
los cuerpos humanos, y al capitán Juan de Mora-
les le dieron remedios para que conualeciesse.
Otros fueron a buscar leña para callentarsse;
otros no hazian sino andar y correr de vna parte
¿I otra por sudar y venzer al frió, y dellos se fue-
ron al pueblo despoblado y comentaron a buscar
de comer; vnos lo hallaron, aunque poco, y otros
no lo hallaron. Y otros toparon con mucha plata y
oro que estaua encaxado sotilmente entre los ado-
bes y escondido dentro de las paredes, que lo
auian puesto alli secretamente los soldados, y
ciertos yndios de los de Diego Centeno lo descu-
brieron a los pi<;arristas. Venida que fue la maña-
na del otro día, que aun no era bien amanescido,
quando ya Francisco de Carauajal andana a caua-
Uo en su muía bermeja llamando a sus capitanes
y soldados para caminar sin tener miedo al frío
75
muy grande que hazia, que cierto corria vn vi
muy grande y terrible, que no auia hombre qi
pudiesse sufrir. Con esto, adercscados todos,
raen9aron de marchar con grande furia y ai
dia llegaron al pueblo de Ayohayo, que aycatf
leguas tiradas, en donde alcanzaron doze sóida
que de cansados se auían quedado atrás, a los (
les hizo luego ahorcar sin conffession, y aqui i
causo por esta noche. Antes que amanesciesse
inenzo de marchar y de otro apretón anduuo a(
dia doze leguas y llego ya que era noche al puf
de Viacha, en donde fueron presos por los coi
dores dos mancebos, que el vno se dezia Pe
Robledo de Oñate, vizcayno, hijo de vn vezinc
la cibdad de México, y el otro se dezia Franci
Sánchez, natural de Seuilla, a los qualcs ma
luego ahorcar. Estando ya para los ahorcar ei
ma de vnos paredones altos, llego a tiempo el
dre Vrtum Sánchez, vizcayno, mayordomo ma
del comendador Hernando Piíjarro, que era g
amigo de Francisco de Carauajal, el qual le su
co con gran vehemencia y ahinco los perdona,'
y el lo hizo por le complazer, que cierto se tuu
mucho. Passando mas adelante llego a otro pue
diez leguas de donde salió, llamado Tíagunaco
donde sus corredores alcanzaron y prendie
diez soldados; a los cinco dellos mando lu<
ahorcar de vnas ventanas de vna casa bien alt
grande. Al vno dellos, que se dezia Alonso
Sancta Cruz, mando ahorcar de vna ventana r
alta que auia en la casa, diztendo que lo hazia
honrrallo mas que a los otros, porque auia sidc
76
ido;, y á los demás soldados
ilicacion de sus capitanes.
cruel carnicero executando
eruidoresde Su Magestad,
los conffessar, y si los su-
liziesse primero conffessar,
pondia el que ¿por que no
pues sabían que auian de
lanos?; de manera que fue
■; y esta noche descanso en
a los suyos lo desseauan
CAPITULO IX
DE COMO EL CAPITÁN DIEGO CENTENO Y LOPE DE
MENDOZA LLEGARON A CHOCÜYTO, PUEBLO DEL REY^
Y DE LO QUE HIZIERON EN EL, Y DESDE ALLÍ SE
FUERON AL PUERTO DE QUILCA PARA TOMAR VN NA-
UlO, Y NO LO PüDIENDO AUER SE ESCONDIERON DE
REZELO DEL GRAN TIRANO
El Capitán general Diego Centeno y el Maes-
tro de campo Lope de Mendoza y el Padre Vizcay-
no, con los demás soldados que yuan con ellos^
por escapar con las personas y vidas y por no ve-
nir a manos del cruel tirano caminaron dias y no-
ches sin parar y con grande priesa hasta que alle-
garon a Chocuyto, pueblo de Su Magestad, por
descansar algún dia, que yuan muy fatigados. En
este pueblo hallaron a vn cauallero llamado Don
Martin de Guzman> natural de Utrera, que era allí
corregidor por Gonzalo Pi<;arro, que estaua" re-
cogiendo los tributos del rey, al qual prendieron y
la noche que alli descansaron le hizieron escreuir
por fuer<;a vna carta para Alonso de Toro, y otras
para los regidores y alcaldes hordinarios de la
cibdad del Cuzco- Lo que en ellas se contenia era
dezir de como Diego Centeno y Lope de Mendoza
78
IV pujantes de gente; que el capitán Cas-
Maestro de campo Dionisio de Boba-
dado de puñaladas a Francisco de Ca-
quales todos estañan determinados de
lar la cibdad y de los prender y matar.
Diego Centeno venia tan pujante, que
en con el en buena paz y concordia.
a creydo que no le[s] perjudicaría en co-
que serian grandes amigos y que yrian
íalo Pi^arro, y que si esto no quena[n]
)us5iessen sus personas en cobro. Eá-
is cartas, con otras muchas cosas, le
creuir otras para los vezinos mas prin-
auia en ella, del thenorde las prime-
adas las cartas por Diego Centeno y
endona las despacharon por la posta
lios que están puestos a trechos a quar-
i por los caminos Reales. Después des-
ssi passadas, cerca del alúa se huyo el
Martin de Guzman de la prisión en que
■ mas guardas que le pussieron, porque
itanes auian determinado que en ama-
e cortassen la cabei;a porque seguía la
m de PÍ9arro y porque era mortal enc-
ape de Mendoza. Después que se vido
a otro pueblo apartado del camino Real
, desde donde escriuio otras cartas al
Vlonso de Toro y a los demás princípa-
ho tenemos. En las quales daua por aui-
la verdíid y de lo que auia passado y de
de Diego Centeno y de Lope de Men-
uales embío por la posta con yndios, y
79
lo que acontescio por estas cartas primeras y pos-
treras, en el Cuzco, adelante lo diremos largamen-
te. En fin, al fin los dos capitanes no quisieron pa-
rar muchas horas en el pueblo, por amor de el
coco que atrás venia, que otro dia por la mañana
se salieron todos del y caminaron noches y dias y
atrauesaron por vn gran despoblado (1) de grandi-
ssimo frió, y passando junto a la cibdad de Are-
quipa se fueron a vn pueblo de yndios que esta jun-
to a ella. Los vezinos de la cibdad, como estauan
afficionados a Diego Centeno, que seguía el parti-
do de Su Magestad,y aborrescian y querían mal a
Gonzalo Pigarro por la tiranía en que estaua pues-
to, y abomínauan las crueldades de Francisco de
Carauajal, le salieron todos a ver y a seruir. Y
alli le dieron todos el pessame de sus trabaxos y
fatigas y le consolaron lo mejor que pudieron y le
aconsejaron se apartasse de la furia y braueza de
Francisco de Carauajal, su mortal enemigo, por
quanto venia muy cerca tras el, y le proueyeron
de algunas cosas que el y los suyos uvieron me-
nester. Estos dos capitanes Diego Centeno y Lope
de Mendoga les agradescieron la muy buena vo-
luntad y amor que todos les mostrauan tener, y
alli hablaron con ellos largamente de muchas y
diuersas cosas de todo lo que auian menester de
se hazer para lo adelante. Y con esto los vezinos
se boluieron a sus casas, que estauan cerca, por-
que el Maestro de campo no sospechasse dellos al-
guna cosa quando viniesse a saber esta visita que
(I) yU, despuhUuío,
80
ho, y aun con todo esto se rezelauan
I, porque era vn demonio que por vías
venia a saber de muchas cosas secretas,
lo el capitán Diego Centeno tuuiesse
Hendido y aun crt ydo que Francisco de
caminaria tanto como el , tanpoco le
irdar en este pueblo, antes se salió del
:sto que pudo con algunos pocos de sol-
le auian quedado, y se fueron todos al
^uilca, que ay diez y ocho leguas desde
hasta aquí. Después que el y los que
;1 se vieron en este pueblo, se holgaron
añera de auerse librado de l;is cruelen-
del aiiariento y cruel tirano de Fran-
larauajal, alabando a Dios y a Sancta
nadre por tanto bien como les auiafn]
brallos deste cruel carnicero. Y consíde-
irgo camino que todos auían traydotu-
endido y aun muy creydo que llegando
deCarauajal a la cibdad y no los hallan-
que pararla allí y que no passaria mas
;¡no que se bolueria a l;is Charcas a la
Plata. Estas cosas le auian prometido
ezinos que le salieron a visitar, que ha-
I manera con Francisco de Carauajal
dasse en la cibdad a descansar, y que
e todos muy regalado, y dexasse ya de
i Centeno, que tanto huya; y demás des-
e descubrirían en donde quiera que es-
-ucgo otro dia Diego Centeno embio
Ribadeneyra que fuesse al puerto del
ra que si uviesse alli al;íun nauio lo to-
81
masse y se lo truxesse, porque determinaua em-
barcarse en el para yrse a la prouincia de Nicara-
gua, y de alli a España ante Su Magestad para que
lediesse la conduta contra Gongalo Pí^arro. El
Maestro de campo Lope de Mendoza y el alférez
mayor Alonso Camargo y el capitán Luys Perdo-
mo,el canario, con otros diez, no quissieron aguar-
dar a cosa alguna, por el rezelo que t unieron de
Francisco de Carauajal que llegaria hasta alli y
los mataria a todos sin redenipcion alguna si los
alcangaua. Y por esto se tornaron a la prouincia
de las Charcas por otro camino, subiéndose por la
costa de lámar arriba, atrauessando por muchas
sierras y tierras despobladas y de grandes frios, en
donde hallaron algunos soldados de los suyos que
andauan huydos de Francisco de Carauajal, [y] yen-
do mas adelante y estando ya en la prouincia de las
Charcas, con muchos soldados que salian de la go-
uernacion del Gouernador Diego de Rojas, que es
en el rio que llaman de la Plata, como adelante
mas largamente diremos. Pues estando Diego Cen-
teno en este puerto de Quilca, fue auissado por la
posta, de los vezinos de la cibdad de Arequipa,
como Francisco de Carauajal era llegado y que
determinaua passar a Quilca para le yr a buscar,
sin querer entrar en la cibdad a descansar, ni res-
cebir dellos algún seruicio en sus casas. De lo qual
Diego Centeno tuuo gran rezelo y luego mando al
capitán Francisco Negral lleuasse la gente que
auia quedado, que serian hasta cinquenta hombres,
al valle de Yca, porque tenia nueua muy cierta de
la llegada del tirano junto a )a cibdad, y de como
o. DE Sahta Clara.— IV.— 3.* 6
I buscar. Francisco Negral y los demás
I assi, que todos se fueron, y llegados al
liuidieron, y vnosse fueron dissimulada-
cibdad de Lima, otros al Cuzco, otros
1 de Arequipa, y otros se tornaron a la
3e las Charcas y a otras diuersas partes,
fucssen presos de los tiranos. Auiendose
ancisco Negral con los soldados y vien-
3 Centeno soloy sin compañía sino con
suyo que se dezia Pedro Guaco, llamo
To del pueblo, llamado Diego Márquez,
lado de Miyucl Cornejo, cuyo era el pue-
ka. Venido el estanciero le rogo mucho
or allí cerca algún lugar secreto en don-
e estar de tal manera que Francisco de
ni los suyos supiessen del, y le prOTnetio
:icnt ducados de buen oro y que si con
:dasse le dada muchos mas. El estancie-
cudicia del oro que luego se le dio, y por
nía deste cauailero dessamparado y por-
:l Cornejo su amo se lo embio a mandar
csse, le prometió de lo embiar a una cue-
;creta que era muy fuerte, que con dos
|ue uvicsse en ella se podían deífender
dos mili hombres, teniendo que comer.
lleno le pregunto que adonde estaua la
e dixo que en el pueblo de Condesuyo,
su amo Miguel Cornejo; el qual, ponien-
Lmino, le dio ciertos yndios del pueblo
o lleuassen en vna hamaca, Y diole por
llegado al pie de la sierra se subiesse a
na senda muy estrecha }■ agria que los
83
yndios le enseñarían, y que llegado a la cueua ha-
llaría en ella vn grande amigo suyo y que el le
auisaria siempre de las cosas que pasassen en la
tierra v le embiaria a la contina de comer y de
beuer. Desta manera fue lleuado con su criado en
sendas hamacas, que jamas quiso dexar a su amo
por muchos y grandes peligros que tuuo, y assi
Diego Centeno se lo agradescio muy mucho por
su gran fidelidad que siempre le auia tenido, y des-
pués lo embio muy rico a España por los buenos
seruicios que le auia hecho. En ¿sta cueua hallaron
metido a vn cauallero llamado Luys de Riuera,
theniente de Gouernador que auia sido en la villa
de la Plata, que estaua escondido en ella días auia
por las cosas que hizo contra Gonzalo Pigarro
quando alQo vandera en las Charcas contra el en
nombre de Su Magestad, como en el primer libro
queda dicho. Quando los dos capitanes Diego Cen-
teno y Luys de Ribera se vieron fue muy grande
el plazer y alegría que rescibieron; por cierto ellos
tuuieron mucha razón de holgarsse el vno con el
otro, y se abracaron muy cordialmente porque
eran grandes amigos y compañeros en los traba-
xos que auian passado por seruir a Su Magestad,
y alli se dieron cuenta de lo que les auia passado.
Los vezínos de Arequipa les proueyeron de todo lo
que u vieron menester de refresco y de otras cosas,
mientras estuuieron en esta cueua, y les auissauan
de lo que passaua en la tierra; mas andando des-
pués el tiempo salieron a seruir al rey quando el
de la Gasea vino a la tierra.
n
CAPITULO X
NDE SE CUBI4TAH LOS GRANDES ALBOROTOS QUE
TSARON EN LA CIBDAP DEL CUZCO POR LAS CAR-
TE DON MARTIN DE GUZMAN ESCRIUIO AL THH-
: ALONSO DE TORO Y A LOS REGIDORES Y A L0&
DEUAS VEZINOS DELLA
mo arriba queda dicho y apuntado que Don
1 de Guzman escriuio por fuerera las prime-
rtas, aueis de saber que los dos capitanes
Centeno y Lope de Mendoza las embiaroo
bdad del Cuzco, y como fueron licuadas por
ta por los yndios llegaron en breue tiempo,
e en dia y medio, que son cinquenta leguas
s; las quaics rescebidas por Alonso de Toro
miento supieron las nueuas tan tristes que
:rÍuÍeron. Por la parte del theniente, mouid»
1 compassion, embuelta con vn rauioso enojo
:or, de puro coraje comento a llorar la tan
:hada y cruel muerte de Francisco de Cara-
aunque le auia sido mortal enemigo le peso
}, no por lo que a el tocaua, sino que adeut-
:)ue auian de susceder mili males por su falta
;ncia. Con esta rauiosa passion se retruxo
co a su cámara a pensar lo que en el caso ha-
85
ria, y no estuuo mucho en ella, quando con gran
priesa salió a la sala, donde hallo a las justicias y
regimiento de la cibdad y a otros hombres princi-
pales della, que estos auian acudido a su casa.
Quando Alonso de Toro los vido se holgó mucho
con ellos, y como eran pocos luego embio a dos
criados suyos para que puestos a cauallo llama-
ssen a todos los vezinos y moradores de la cibdad,
los quales venidos y congregados en su casa den-
de a vna hora, les dixo y manifestó lo que en las
cartas se contenia (1), las quales se leyeron pu-
blicamente. De todo lo qual a vnos en lo ynterior
les plugo de tal muerte, y a otros, que eran afficio-
nados al gran tirano, les peso en gran manera .
porque tenian a este hombre ppr vn cimiento fixo,
aunque vano, para sustentar Gon9alo Pi^arro su
vana y falsa pretensión y opinión. Auiendo habla-
do a todos se salió de su casa a cauallo, muy acom-
pañado de su guarda y de la vezindad, y se fue a la
plaga, en donde publico otra vez las nueuas que
Don Martin dé Guzman su verdadero amigo le
auia escripto, las quales no podian ser sino muy
verdaderas, pues dezia que auia hablado con los
mismos capitanes que le auian muerto. Por otra
parte comento a dezir en alta boz a la gente cib-
dadana y popular que auia concurrido a oyr las
nueuas: ea, caualleros y seftores mios, ¿ay alguno
de vuestras mercedes que sea verdadero amigo
del Gouernador mi señor, que quiera luego salir
conmigo para yr a la cibdad de Quito, adonde el
(I) Ms. cfimifHtam,
86
dezille lo que passa? Luego enconlinen-
raron muchos hombres que eran aíficio-
oin;a!o PÍ9arro y todos se le offrescieror)
■rsonas, armas y bienes para yrse con el ,
nte a la cibdad de Quito, mas aun hasta
! mundo, y boluerse después con el, lo
íniente Alonso de Toro les agradescio
r la buena voluntad que mostrauan tener
> de Gonijato Pivarro, y por esto les man-
ístamente fuessen a sus casas y se aper-
porque se quería partir aquel dia antes
Centeno llegasse. Como sintieron los
le Alonso de Toro se quería partir y des-
a cibdad, le hablaron todos diziendole
sa no hiziesse, ni se fuisse de la cibdad,
al presente mucha gente en ella que la
an varonilmente. Y demás desto que es-
DiefíO Centeno sin tener ningún rezelo
>s vezinos y moradores della en todo ca-
altarian, y que s¡ de otra manera lo ha-
ría mucho de su reputación y honor.
5 que vernian algunos hombres con Cen-
uessen afficionados a Píi,'arro que luego
irían en estando cerca, y assi le dixeron
15. Alonso de Toro respondió que en
nento que allego a la plai,'a. y por lo que
luiissado, auta sentido en muchos de los
in prometido de yrse con el A Quito, que
n ya de aquel propo^iito y que se auían
£ la muerte de Francisco de Carauajal,
ido vno de los buenos -ieriiidores de P¡-
[ue por estas cosas se qiieria yr, por no
: yna
uego
que mas quería desar libre y sana la cibiiad en po-
der del enemigo, que no desiruyda y asolada con
muerte de muchos cibdadanos y moradores en ella
que culpa no tenían en cosa alg;una, yqueeste'pro-
uecho y vtilidad no la entendía nadie como el. Mas
en fin, el deierminaua de yrsc a Quito por muchas
causas y razones que a ello !e mouian, para des-
pués venir con gran numero de Líente a cobrar por
fucrt;a de armas lo que assi dexaua perdido; de
manera que el dixo estas cosas con grandissimo
rancor y braueza. Pues viendo Alonso de Toro
que no tenia lanta possibilidad qiianta aula menes-
ter de buenos soldados para esperar y aj;uardar a
mas de seyscientos buenos soldados con seys capi-
tanes muy ferozes y brauosos, como dezian en la
cibdad que venían contra el muy ízanosos de le dar
batalla, no los quiso aguardar, ver, ni oyr, por el
gran peligro que aula. Y con esto mando con pu-
blico pregón que todos los vezinos y moradores,
estantes y habitantes en la cibdad, se apcrcebie-
ssen todos luego para yrse con el a la ligera den-
de a dos horas a la cibdad de Quito, so pena de
muerte y de traydores y perdimiento de bienes. Y
por otra parte díxo a su cuñado Thomas Vasquez,
que entrambos estañan casados con dos hermanas,
que su pretcnsión era no esperar a Diego Centeno,
ni a Lope de Mendoza, ni poncrst en sus manos.
(
88
porque no sabia como lo auian de tratar, ca siem-
pre les auia mostrado mortal enemiga y por esso
los auia perseguido mucho. Passadas las dos ho-
ras y viendo que no le acudían todos aquellos que
primero se le auian offrescido, se enojo braua-
mente contra ellos y luego conoscio clara y abier-
tamente lo que auia ya concebido en el animo,
que al tiempo de dar la batalla no auian de pelear
todos, sino que lo auian de desamparar al mejor
tiempo. Y assi con ma3'or furia y braueza los tor-
no a llamar con pregones y embio a sus alguazi-
les y a sus criados a casa dellos para que salie-
ssen de sus casas, y ellos se escondieron mucho
mas por no yr con el y por no dexar a sus muge-
res, hijos y familias desamparadas, crej'endo que
los soldados de Centeno darían saco mano [en] sus
casas, y por esto se quedauan por deffendellas. De
manera que eran muchos los que se escondían y
muy pocos y poquitos los que dezian vamos, y es-
tos estauan todos desarmados y a pie, que no te-
nían cauallos en que yr para lo acompañar. Alon-
so de Toro sintió esto mucho y en gran manera, y
como vido que no salían tantos quantos el quería
se estuuo quedo en la cibdad hasta otro día, aguar-
dando si auia mas gente que se quisiesse yr con el,
y de doscientos hombres que auia de pelea no ha-
llo sino obra de cínquenta hombres de a cauallo y
arcabuzeros, que los diez hombres destos eran ve-
zinos de la cibdad que tenían repartimientos de yn-
dios y eran y n timos amigos suyos y gr lindes ser-
uidores de Gon(;alo Pi^arro, que determinaron de
le seguir en esta presente y trabajosa jornada.
90
nando a su cuñado Thomas Vasquez y a Vi-
tin, que eran alcaldes hordinaríos en aquel
ue con vcynie arcabuzeros lleuassen a las
es a la puente de Aporima y que le aguar-
1 de la otra vanda del rio, y assi se hizo. Por
arte dixo a los sujos como se quería boluer
bdad del Cuzco a hazer ciertas cosas que
ian mucho al seruicio de Su Mugestad y al
ni;alo Pii;arro y proueclio dellos, y para ver
¡a llegado Diego Centeno y.Lppe de Mendo-
s corredores; que luego daria la buelta. Con
í apartaron los vnos de los otros, con muy
>esar y tristeza de las mugcres en ver tornar
naridos a la cibdad, y no quedaron sin lagri-
}gando a Dios nuestro Señor los guardasse
ifíro y de la cruel muerte que les podrían
is enemigos si a sus manos venían- Pues
otra vez Alonso de Toro y llegando a la
1 muy temprano con treyma arcabuzeros,
> aprej^onar que todos los que tuuiessen ca-
, muías, arcabuzes, cotas, hierro y otras ar-
ffenssiuas y deffenssiuas, luego las viniessen
ifíestar, so pena de muerte y perdimiento de
i. Luego vinieron algunos y truxeron vnos
de cauallos, arcabuzes y otras pocas de ar-
lorque Alonso de Toro sabia que las tenían,
) pudieron hazer otra cosa sino darlas; y to-
s demás armas offenssiuas y deffenssiuas y
os los escondieron, adeuinando lo que podía
1 que causa lo mandauan. Mando a quatro
los que luego las lleuassen en azemilas que
mo, a ia puente de Aporima, porque sus con-
(
92
que los auia de matar, y a otros destruyr,
"an yngratos y desconocidos a tanto bien
auia hecho en dalles de comer en la tie-
mismo dezia que estos tales hombres eran
;os del ynteres que de guardar toda fide-
ongalo Pigarro, y que por esto, como di-
, le yua a pedir gente y armas para venir
contra Diego Centeno y contra todos
que seguían su vellaco partido. Desta
e satjo Alonso de Toro de la cibdad, sin
certinidad de lo que en el casso passaua,
cna carta que le dio vn yndio; mas, en
ardides ije guerra, y como yuan todos a
huyendo llegaron de vn apretón a la me-
! a la puente de Aporima, queaydoze le-
1 tiradas. Aqui hallaron a ios amigos y a
res y a sus hijas, las quales esiauan con
a de las vidas de sus maridos y padres,
o auiau tardado vn poco mas, tuuieron
ue les auria susccdído algún mal, o que
n los dos capitanes, presos, que serian ya
a la cibdad. Mas, en fin, al fin ellos fueron
i rescebidos con grande amor y voluntad,
mente de sus mugeres y de sus hijas, y
e Toro les dio cuenta de todo lo que auia
la cibdad y de la nueua que auia de los
tañes , que los cibdadanos los estañan
ido por oras y momentos para los resce-
regalles la cibdad. Passados ya de la otra
la puente, luego la mandaron cortar, y
demás puentes que estauan mas arriba
: Aporima hazia los pueblos de Don Pedro
1
CAPITULO X!
LOS VEZIN05 DE LA CIBDAD DEL CUZCO AL-
AHDERA POR RL CAPITÁN DIEGO CENTENO EN
DE St* MAGESTAD COXTRA GONZALO PI<;ARItO,
DESPUÉS SE HALLARON BURLADOS Y ALOÍÍSO
DE TORO SE BOLUIO A ELLA
ido visto los vezinos y moradores que
ledado en la cibdad que Alonso de Toro
rdo a la cibdad de Quito, y creyendo to-
j que no bolueria mas, a causa de la veni-
ieiío Centeno, luego los mas principales
i de ella alearon vandera en nombre de Su
id y eligieron en ausencia a Diego Cente-
I^apitan general contra lodos aquellos que
el vando de los tiranos. Como no auia al-
ordinarios, ni regidores, que eran ydos en
¡a de Alonso de Toro, para que hiziessen
tibramicnto, para que fuesse valido lo que
rnasse nombraron entre si y & boz del pue-
I reiíidores. Estos rejíidores eligieron por
hordinarios a Martin de Salas y a Fran-
Melo, que era thesorcro de Su Magestad,
guazil mayor a Juan Baptista, el galán,
js tres eran vczinos valerosos en la cibdad
%
ibre muy magniífico y liberal, virtuoso y
toda bondad y fidelidad, que siempre an-
seriiicio de Su Magcstad y acompañado
os y leales caualleros. AI contrario desto
le Gonzalo Piíarro que era muy soberuio,
ite y traydor, pues andaua fuera del serui-
:ey, y que andaua acompañado de ladro-
ueles homicidas; y con esto se dexaron de-
i cosas con palabras ynitiriosas y muy feas.
los postizos alcaldes hordinavios y el regi-
f hombres principales que Diego Centeno
ua mucho en llegar, embiaron al pueblo
aicanche a diez cibdadanos para que en
de todo el cabildo y vezindad le diessen la
ida. Los vezinos futron al dicho pueblo y
ron a Diego Centeno ni a ninguno de los
tornoseles la suerte en blanco, o el sueílo
o, porque supieron de los yndios la verdad
e passaua en el casso, y de como Diego
y Lope de Mendoga se yuan retrayendo
lad de Aiequipa con poca gente. Con estas
ie boluieron a la cibdad muy tristes y pen-
/ dixeron todo lo que por alia auian sabi-
¡ue ama passado entre Diego Centeno y
:o de Carauajal. Entendido esto por todos
IOS, de como auian sido m.-ilamente burla-
ganados con las cartas de Don Martin de
, y como por otra parte auian negado el
lyuda que el theniente Alonso de Toro les
landado, comentaron todos, chlcosy gran-
mer y a rezelarse de algiin mal, arrepen-
e de lo que auian hecho, V por tanto no
97
&abjaa lo que se harían, o que consejo tomarían
quando alg^uno les viníesse-a tomar cuenta y ra-
zón de lo que auian hecho o dicho contra Pi<^rro
y contra Alonso de Toro, y con esto estuuíeron
dudosos y perplexos; mas al cabo determinaron de
escreuir a Gonzalo Pigarro como ellos y la cíbdad
estauan a su deuocíon, y embíaron a llamar al tlie-
niente para que se viniesse a ella. Pues como que-
da dicho arriba, Alonso de Toro estaua en la puen-
te de Aporíma muy triste y con pena muy cresei*
da en auer dexado la cíbdad desamparada, que no
sabia lo que Diego Centeno haria en ella, creyen-
do que por este desmán resultaría y vernia mucho
mal y daño en toda la tierra, assí en sus personas
y vidas como en sus haziendas, por lo qual se le
redoblaua mas el pesar. Estando en esto llego vn
yndio al rio, y no pudiendo passar dio bozes como
traya una carta, y Alonso de Toro le dio bozes
que pasasse a nado, y el lo hizo assí con gran pe-
ligro de la vida y le dio la carta de Don Martín de
Guzman, en la qual le contaua la verdad de todo
lo que passaua, pidiéndole perdón por lo que en la
primera carta le auia escrito, que no auia sido mas
en su mano, por quanto Diego Centeno y Lope de
Mendo<;a se la auian hecho escreuir por fuerza
quando le prendieron, los quales todos se yuan hu-
yendo a la cíbdad de Arequipa, y que Francisco
de Carauajal yua en su seguimiento a toda furia,
que camioauan noches y dias. Y que ciertamente
tenia creydo que los pocos que seguían a Diego
Centeno y a Lope de Mendo<;a yuan todos a bus-
car algún nauio al puerto de Quilca, o a otro puer-
G. DE Sahta Clara.— IV.— 3.® 7
96
■a embarcarse en el y de alli yrse a la Nueua
a,oaotraparte,porquee5to1oauiaoydoco-
ar entre ellos. Rescebida esta carta se holgó
emente con ella, mas no se atreuio a boluer a
ad.conrezeloquetuuoqueaquellacartafue-
:ripta por Don Martinde Guzman con amena-
e le uviessen hecholos doscapitanes Centeno
idoi;a, porque no saliesse de la cibdad, para
ílle y hazer justicia del- Aunque el yndio le
ico por su parte lo que sabia y auia visto
ndido, no quiso mudarse de alli hasta oyr
ueua, o segunda carta de algún amigo o de
pias; mas con todo esto mando a los yndios
pueblos comarcanos que hiziessen la puen
; en el j'nter segundaria la nueua de bien o
1, y assi se hizo. Estando haziendo la puente
; mensajero cierto, que era vn Agustin de
lanos, criado muy conoscido de Francisco
rauajal, el qual truxo cartas para el y para
caldes y regidores. Y llegando a la cibdad
odo lo que auian hecho los cibdadanos, y
los nueuos y postizos alcaldes y regidores le
1 y entendieron del todo lo que auia pnssado,
aron yr adelante y el se fue y passo la puen-
Aporima. Alonso de Toro lo rescibio muy
■ con gran plazcr y alegría, y vistas las car
ñrmas de Francisco de Carauajal, y assi-
) todos los demás, uvieron gran regocijo y
a quanta el lector podra considerar, porque
ron como hombres desterrados de sus casas
)osseydos de sus haziendas. Estando en esto
;aron otras cartas de sus espias y del Reue-
99
rendissimo obispo del Cuzco y de los cibdadanos,
en las quales le pedían por merced se boluiesse a
la cibdad, pues toda ella estaua a deuocion de Gon-
zalo Pi^arro, y que Diego Centeno se yua huyen-
do a la cibdad de Arequipa, y con estas nueuas se
boluieron todos placenteros y alegres a sus casas.
Ya que Alonso de Toro yua para la cibdad le sa-
lieron a rescebir muchos de los cibdadanos, mora-
dores y soldados, mas de dos leguas, haziendole
muchas caricias y cortesías, y. le comentaron de
hablar con mucha y buena crianza mostrándole
grandissimo amor y buena voluntad. Otros le fue-
ron a rescebir mas adelante, ocho leguas de la
cibdad, y esto hizieron por desculparsse por allá y
por dalle algún plazer y alegría del enojo muy
grande que le auian dado a la salida della, y le lle-
naron muchos regalos, assi para los maridos,
como para sus mugeres. Mas con el gran enojo
que tenia en su duro pecho no le pudieron aplacar,
porque estaua muy corrido de la mala burla que
le auian hecho, y con esto entro en la cibdad y
• luego assi como se apossento en sus casas mando
prender a muchos vezinos y los mando hechar en
la cárcel publica en fuertes prisiones. Y otro dia
por la mañana mando ahorcar a los que hallo mas
culpados, que auian dicho mucho mal de Gonzalo
Pi^arro, y porque auian aleado vandera en fabor
de Diego Centeno, porque las espías que secretos
auia.dexado en la cibdad le dixeron todo lo que
auia passado. Los que ahorcaron y cortaron las
cabe9as fueron Martin de Salas, Juan Baptistá el
galán, Francisco Manzano, Juan Romo el viejo,
!00
Hernando Díaz, Martin Hernandes y Alonso Paez
de Sotomayor, que todos estos se mostraron muy
contrarios y mortales enemigos de Gonzalo Pi^a-
rro, nombrándose por regidores, y el vno por al'
calde mayor. A Francisco de Meló, que aula sido
el otro alcalde ordinario, por ser thesorero de Su
Magestad, fue perdonado, y por ruego del obispo
y de hombres buenos, que cierto estuuo muy a
canto de le cortar la cabe9a; mas en fin tenia en §u
poder la caxa del rey, que auia de dar cuenta del
thesoro que escaua en su fiel guarda. Queriendo
Alonso de Toro proseguir adelante con su dañada
y mala 3nitencion fue (1) rogado muy ahincada-
mente de el obispo Don fray Juan Solano que
vssasse de piedad y clemencia con aquellos mise»
rabies hombres que estauan presos en la cárcel
publica, que no tenian culpa, sino que el tan sola-
mente la tenia porque los auia ynducido para que
hiziessen lo que auian hecho. Y pues era assi bol*
uiesse su cuchillo contra el y lo matasse, y no a
los vezinos que culpa no tenian, y que si algo
auian hecho auia sido por verse desamparados
del, porque los auia dexado puestos en gran peli-
gro de sus personas y vidas y a la dudosa fortuna.
Allende desto tuuieron temor de Diego Centeno y
de Lope de Mendoza, y que todo esto se auia
hecho a fin de que no les quitassen las haziendas y
las vidas por auer seguido y seruido a Gonzalo
Pi^arro, quanti mas que si hizieron este deuaneo
(i) Tachado: *Mt*y.
101
auia sido por la nueua que se dixo de la muerte
de Carauajal y porque Centeno traya mas de seys-
cientos hombres. Y le pidió por merced que por ^
reuerencia de Dios y de Nuestra Señora templasse
su furia y enojo, que bastauaa ya los que auia
mandado cortar las caberas y ahorcar; y assi le
dLxo otras muchas y diuersas cosas de gran co-
misseracion y piedad. Alonso de Toro respondió
y replico muchas y diuersas cosas con el-obispo,
no los queriendo perdonar; mas al cabo y a la
postre se amanso y aplaco en alguna manera,
mas dende a ciertos dias los mando libremente
soltar de la prisión en que estauan y se hizo ami-
go con ellos. Estas son las cosas que suscedieron
en la cibdad del Cuzco por la carta que hizieron
escreuir por fuerza a Don Martin de Guzman para
Alonso de Toro, de la qual resulto que toda la
cibdad estuuiesse en seruicio de Su Magestad por
algunos dias y a la opinión de Diego Centeno y de
Lope de Mendoza. Mas si como Diego Centeno
endere90 a la cibdad dé Arequipa se fuera dere-
cho al Cuzco, donde estauan y auia muchos gran-
des seruidores de Su Magestad, y el tenia muchos
afficionados que estauan ocultos que lo querían
muy bien, aunque entrara con poca gente hiziera
effecto. Para mi tengo creydo que el fuera señor
de la cibdad y la posseyera en nombre de Su Ma-
gestad y alli se reforjara de gente y armas, pues
las auia muchas, y diera batalla a Francisco de
Carauajal con muchas ventajas que los leales y
cíbdadanos hízieran para lo venzer y matar. Por-
que assi como Alonso de Toro se salió de la cib-
aldados y muchos ca-
lías y cotas, con otra
is, y sobre todo muy
al seruicio de Su Ma-
is quedaron todos bur-
que dicho tenemos.
104
ssen si lo sabiaii o auian entendido en alguna ma-
nera a donde auian ydo a parar, y que yntencion
era la que lleuauan; que se lo dixessen luego, pues
auia passado por aquel mismo pueblo y muchos
dellos le auian visto y hablado largamente con
ellos. Los que querián mal a Diego Centeno por
amor de Lope de Mendoga, por los males y daños
que les auia hecho los dias atrás, le dixeron de
como se auian ydo al pueblo de Yca con obra de
cinquenta soldados, y que de lo demás no sabían
el proposito y voluntad que lleuauan. Francisco
de Carauajal se holgó mucho con esta nueua y
tuuo entendido que los podria coger alli descuy-
dados y que entonces se acabarian y fenescerian
sus traba xos y cuydados que tanto le fatigauan
con tanto caminar de dia y de noche, porque su
desseo era ya de parar, por descansar. Luejgo
mando sin dilación alguna, después de auer cena-
do lo poco que le cupo, assentado en vna silla, que
no quiso que se le pusiesse mesa, estando rodea-
do de sus capitanes y de algunos vezínos, que se
ajuntassen todos los soldados, porque andauan por
las casas de los yndios y por las sementeras bus-
cando que cenar y no hallaron otra cosa sino mu-
chas majorcas de mahiz verde que estañan aun en
leche, que comieron dellas aquella noche hasta
hartar. Pues ajuntados los soldados y llegados
ante el, les mando que todos fuessen por la via
que vn adalid español los licuaría, que los vezi-
nos de alli se lo auian dado para que los guiasse
hasta el puerto de Quilca. Porque otros vezínos
que estañan afñcionados con las cosas de Diego
las compaflias de Pedroiie Castañeda y de Martin
de Almendras, y luejfo yua la compaflia de Alon-
so de Mendoza, y por retaguardia yua la compa-
flia de Francisco de Carauajal, que acompañauan
et estandarte mayor que lleuaua Juan JulHo de
Hojeda. El Maestro de campo Dionisio de Bobadi-
lla, yel sargento mayor Balthasarde Cepeda, ylos
otros sargentos menores yuan corriendo de vna
parte a otra mirando como caminauan los solda-
dos, y también porque algunos dellos no se les
C|iiedasse[nJ atrás. Como la noche hizo muy escura
y el cielo de grandes nublados, no fueron por el ca-
mino derecho que va al puerto, antes se subieron
vo poco arriba hazia las Charcas porque lo mando
assi Francisco de Carauajal al adalid que licúa-
nan, porque tuuo entendido de prender a Die¡>o
Centeno porque podría yrse por alli a las Char-
cas, y desu manera comentaron de marchar con
grande priessa. Yendo, pues, todos caminando
juntos y apiñados, quando amanescio no aui.in an-
dado tres leguas, a causa que hizo aquella noche
grandissimo frió, por lo qual comenijaron cassi
todos los soldados a caer de sus cauallos y de sus
muías abaxo en el suelo, dando grandes bozes y ge-
midos, diziendo que se morian. Causóles este mal
I
IOS
er comido aquella noche muchas majorcas
liz verde y crudo, que como auia diasque
lian sino vn poco de mahiz tostado, tenían
omagos vazios, que fue este mal a manera
)Con que da a los cauallos quando han co-
nucho mahiz, y assi se tendieron muchos
en el suelo, que no pudieron passar mas
te. Después que entro el dia y la calor, co-
ron de aliuíarse corriendo de vna parte a
pie, y como sudaran se les quito va poco el
assi continuaron su camino en seguimiento
:apitan que a la media noche se auia ade-
) con veinte y cinco de a cauallo y arcabu-
Francisco de Carauajal auia hecho alto tres
de alli por aguardar a sus soldados, que fue
do de lo que les auia acontescido y del mal
i auia dado, por lo qual tuuo rezelo que sal-
lor allí algunos hombres de Diego Centeno,
bian, por hazelles todo el mal y daño que
sen. Que cierto si por alli salieran Diego
lO o Lope de Mendo9a con veinte arcabuze-
rdaderamente digo que no quedara hombr?
fuera preso, o muerto a puñaladas, que
0 dellos se deffendiera, por el mal que te-
aquel dia se perdiera el nombre de Fran-
e Carauajal y aun no estuuiera bien sanéa-
le Gonzalo Pii;arro. Este trance y el del
y el del pueblo de Paria se perdieron los
ido de Diego Centeno; mas en fin, al fin
1 vn cxercito no sabe muchas vezes lo que
rario haze, por falta de auisos y buenas es-
: pierden muchas vezes buenas coyunturas,
1
107
como se perdió aqui tan buena por no querer pa-
rar vn poco, sino yr de corrida. Después que todos
los soldados llegaron adonde Francisco de Cara-
uajal estaua, descansaron por aquella noche, aun-
que no tuuieron que cenar; antes se morían de
hambre y de frió, porque no hizieron fuego para
callentarse, ni tuuieron fregadas con que cubijar-
sse, sino eran las cotas que trayan acuestas, que
los enfriauan mucho mas. No era bien amanescido
quando todos estauan ya a cauallo y assi tomaron
a marchar en seguimiento de Diego Centeno, lie-
uando por delante la guia español que los lleuaua
por senderos no sabidos ni trillados por los espa-
ñoles, y caminaron de vn apretón aquel dia y la
noche siguiente hasta otro dia. Ya que serian las
nueue de la mañana llegaron a la costa de la mar
del Sur, desde donde vieron vn nauio que andaua
en calma sobre aguas de la mar, porque el capitán
Ribadeneyra lo auia tomado en el puerto del rio
Nilo vna noche con doze arcabuzeros que auia lle-
uado, con vnas balsas de caña que hizieron para
el effecto. Y tomado el nauio se yua con el al
puerto de Quilca, como estaua concertado con
Diego Centeno, y auianle tomado las calmas en
aquel paraje y a esta causa se estaua alli hecho
boya, sin poder llegar al puerto de Quilca como el
lo desseaua. Francisco de Carauajal se holgó mu-
cho de lo ver, no porque supiesse a donde yua en-
caminado, ni que derrota lleuaua; y assi llegaron
a vn pueblo de jmdios pescadores que estaua junto
a vn arroyo de agua y junto a la playa de la mar.
Aqui hallaron mucho mahiz, gallinas y puercos
1€S
itílla que tenia la carne sabor de pescado,
> comían otra cosa porque se metían nadan-
uro en la mar a cogello, y aquí sacaron to-
víentre de mal año y se refrescaron y des-
'on hasta quanto tres horas, que mas tiempo
ir no les dieron. Entre tanto que descaosa-
mchos de los soldados comentaron de rehe-
iis cauallos, que venian desherrados y des-
i, porque adeuinauan que auian de yr tras
Centeno hasta la cibdad de Lima según que
an la priesa en caminar. Otros se hecharon -
nir encima del arena al sol, que venían muy
itos y bien fatigados del largo camino que
Ueuado y del poco dormir (1) con las cotidia-
nas que auian hecho caminando desde el día
imen^aron desde el pueblo de Paría a dar
Icance a Diego Centeno y a Lope de Mendo-
mo atrás queda dicho.
CAPITULO xin
DE COMO FRANCISCO DE CARAUAJAL CONTINUANDO SV
CAMINO LLEGO AL PUERTO DE QUILCA, Y DE LAS PA-
LABRAS QUE DIXO AL PASSAR DEL RIO Y DE LAS COSAS
QUE LE DESCUBRIÓ VN ESTANQERO ACERCA DE CENTE-
NO, Y DE OTRAS COSAS QUE PASSARON EN EL YNTER
Ya que auian descansado y refrescado todos
los soldados en aquel pueblo, como queda dicho,
luego Francisco de Carauajal, sin aguardar tan
solo vn punto ni a cosa alguna, passadas ya las
tres horas caualgo en su muía bermeja y mando a
los suyos hazer otro tanto, lo qual se cumplió
prestamente y se vinieron luego a ponerse delante
del todos puestos a cauallo. Y con esto les hablo
amorosamente apercebíendoles caminassen con
gran priesa sin quebrar el hilo de la borden en la
qual los auia puesto, por quanto el quería yr ama-
nescer sobre Diego Centeno y Lope de Mendoza,
que tenia entendido estarían en el pueblo de Quil-
ca bien descuy dados de su repentina (1) llegada.
Yendo, pues, caminando todos en vna hilera, vno
en post del otro, por ser el camino angosto y es-
(ij TaclMdo: c^ydm.
H
lio
trecho en partes, anduuteron todo aquel dia sin
descansar ni cortarse el hilo que Ueuauan, porque
se >'uan aguardando los vnos a los otros. Ya que
serian dos horas de la noche comento de hazer
grandissimo frió, por lo qual comenijaron poco a
poco muchos de los soldados a quedarsse en cada
barranco que hallauan; los vnos por licuar los ca-
uallos muy cansados, y los otros por yr ademas so-
ñolientos. Y otros, por el gran frió que hazia, no
pudiendo passar mas adelante, se hecharon a dor-
mir detras de vnas peflas muy grandes, tomando-
las por reparo del viento muy frió y delgado que
corria que les traspassaua el cuerpo, que ya no lo
podian sufrir. Francisco Carrillo, alférez del capi-
tán Martin de Almendras, como yua mal dispuesto
y porque el sueño y el frío le fatig:auan mucho se
apeode su cauallo, y otros que le acompaña uan,
los quales se metieron con el estandarte de damas-
co blanco en vn corral de ouejas mansas de las
desta tierra que alli cerca del camino estañan-
Verdaderamente digo que no lo sabré dezir, que
no se que cuerpos tenian estos hombres, assi los
de Diego Centeno como los de Francisco de Cara-
uajal, ni que sufrimiento les bastaua, ni con que
paciencia podian tolerar tanto frió, trabaxo y ham-
bre como passaron en este tan fastidioso camino,
sin descansar, que cierto no uviera otro cuerpo
humano que lo pudiera comportar. Francisco de
Carauajal, como soldado viejo, y antigo que sa-
bia suffrir y passar por estos trabaxos y otros ma-
yores, no paro en ninguna parte, antes anduuo to-
da la noche sin parar con setenta hombres de a ca-
I
i
112
■s: Señor, lo que yo sabré dezir en este ca-
[ue Francisco Negral es ydo hazia la cibdad
i por el camino de los Llanos con mas de
ta hombres de a cauallo y arcabuzeros; y
>nteno no se del, ni adonde es ydo, mas
krna noche desa páreselo deste pueblo con 6U
Suazo; y Lope de Mendoza, seflor, me pa-
je es ydo por la costa arriba con vnos pocos
buzeros, y a lo que después oy dezir a cier-
lados, que se yua a meter en la prouincía de
reas, o a la villa de la Plata, para tomarse
ra vez con ella. Y el capitán Diego de Ri-
»Ta es ydo por el nauio que paresce en la
ara ciertos respectos que entre ellos se
omunicado; y entonces dixo otra vez Fran-
e Carauajal: córtenme la cabera sino esta
i cerca Diego Centeno, pues el verganlio
1. Embio a. llamar otra vez al estanciero,
se auía ydo de alli, que lo auía embiado a
iu amo, y le pregunto con furia y gran eno-
)iego Centeno y por los demás, y que en
30 le dixesse la verdad; si no, que botaua a
' a quantos que lo mandaría lu^o ahorcar;
inciero respondió, con temor que tuno del,
i: Sefior, yo no se mas qut; dezir mas de
que tengo dicho de los capitanes; que Fran-
?gral se yua a Lima, y Lope de Mendos
hazia las Charcas, y que Diego Centeno
desaparescido vna noche d'entre sus solda-
ue no sabia del mas cosa alguna. Como su-
Lope de Mendoza era ydo a las Charcas
)s, embio luego tras ellos a Diego de Al-
113
mendras, hermano del capitán Martin de Almen-
dras, con veinte y cinco arcabuzeros en buenos
cauallos y muías andadoras. Y por otra parte, te-
niendo creydo que Francisco Negral se yua á Li-
ma, tuno gran rezeloque podía causar en la cibdad
alguna controuersia de algún mal ynfortunio, de
lo qual le peso en el alma y luego determino de yr
alia antes que Francisco Negral Uegasse a la cib-
dad. Y assi como yuan llegando los soldados poco
a poco, mando a sus capitanes que se apercebiessen
para yr a la cibdad de Lima en seguimiento de
Francisco Negral, pues Diego Centeno quedaua en
el ynter alli escondido, y que luego darían labuel-
la en busca del, y esto tuuo siempre encasquetado
en la cabera. El capitán Juan de Morales, viendo
que los soldados estañan cansados y bien fatigados
del largo camino que auian traydo, le dixo que mi-
rasse atentamente lo que mandaua hazer, porque
ya no auia soldado de quantos le auian seguido
que estuuiesse para caminar tan solo un passo, que
muchos dellos estaban (1) enfermos y a esta causa
no auia quien le pudiesse seguir tanto, y que mira-
sse muy bien que todas las muías y cauallos que
trayan estañan muy cansados, matados y desherra-
dos, y que no podrían caminar quatro leguas,
quanti mas llegar a la cibdad de Lima, que auia
ciento y quarenta leguas de camino arenoso y pe-
dregoso y mucha calor, que desmayarían en el
camino las bestias y se quedarían los soldados en
el camino, como lo auian hecho los demás que se
(O Ms. esiam.
G. DB Santa Clama.— IV.— 3.* 8
n
114
auian quedado atrás. Y que mejor fuera y mas
acertado y aun fácil de hazer (1) embiar vn men-
sajero por la posta para que diesse auiso a Loren-
zo de Aldana, que estaua en Lima (2) de lo que pa-
ssaua, y que de alli passasse mas adelante a las
otras partes para que hiziesse lo mismo para que
todos estuuiessen aduertídos. Y que de presente
no desamparase aquella tierra hasta prender a
Diego Centeno, pues estaua por alli libre y escon-
dido, y no sin causa, y que con su libertad podría
causar muchos males y daños peores que los pa-
ssados, si se tornaua a las Charcas, pues Lope de
Mendoza yua por alia; y assi le dixo otras muchas
cosas. A Francisco de Carauajal le parescio bien
lo qjie Juan de Morales le aula dicho y viendo la
mucha razón que tenia propuso de lo hazer assi, y
porque también vido que auian caminado sin parar
cassi al pie de ciento y cinquenta leguas en doze
dias. Yten, conoscío que muchos soldados estauan
enfermos de cámaras y calenturas, por la mucha
agua frigidissima que auian beuido muchas vezes,
que los auia corrompido, sin comer cosa alguna
sino vn poco de mahiz crudo, como cauallos, que
no auian tenido lugar de lo tostar, por solo cami-
nar. Por estas cosas y por otros respectos deter-
mino embiar mensajero y escriuir a Gonzalo Pi9a-
rro haziendole saber todo lo que passaua, y para
que de camino fuesse anisando a todos los thenien-
tes que residian en todas las cibdades, villas y lu-
co Ms. hazer que era,
(i) Tachado: j^ara que le dieeu auiso.
HV
AJAL SUPO LAS SERAS
ESO Y RI8ADENEYRA
L TIERRA, Y PROPUSO
O BFFECTO. Y DANDO-
: DE allí a la Mus-
lo quaado Francisco
tado, y viendo el na-
le las corrientes lo
', se holgó delto en
andana en calma, y
;go de Ribadeneyra
iego Centeno y sin
is que con el auian
on gran presteza y
) que hiziesse venir
¡os, para que hizie-
a Huiana y de cañas
r alli en aquel rio, y
:has canoas, que las
laguna de la Nueua
ndo seruir^n algo a
; andana amenazan-
117
do con la muerte, y porque el y los demás de sus
capitanes no sospechassen del alguna cosa, por
que a crudos tormentos le harían dezir por fuerza
lo que sabia de Diego Centeno, y assi se fue a el y
le dixo con palabras muy humilldes: Señor, pa-
resceme que sin balsas, ni canoas, y sin meter-
se V. m. en la mar, se podra tomar fácilmente el
nauio, y esto se puede hazer a poca costa y sin
riesgo alguno; y luego le dixo las señas y contra-
señas que auia entre Diego Centeno y Diego de
Ribadeneyra, diziendole que el las auia oydo pla-
ticar y concertar entre ellos dos solos en secreto
vna noche, estando el detras de vn seto de cañas,
porque hablauan vn poco alto, sin que dellos f ue-
sse visto ni sentido; de lo qual Francisco de Cara-
uajal se holgó mucho y le prometió de se lo gra-
tiffícar muy bien por el auiso que le auia dado.
Pues sabidas ya las señas y contraseñas que se
auían de hazer de entrambas partes, tomo consigo
a Juan Jullio de Hojeda, su alférez mayor, y los
capitanes y cinquenta soldados y se subieron en-
cima de vn otero o cerro pequeño que estaua ape-
gado al puerto, los quales todos se pussieron enci-
ma del para que fuessen vistos de los que estañan
en el nauio. Desde alli el alférez Juan Jullio de
Hojeda, que estaua vestido de grana como lo anda-
na siempre Alonso Camargo, alférez mayor de
Diego Centeno, comengo de campear el estandar-
te, que era de damasco carmesí, que desde lexos
se páresela mucho al estandarte de Diego Cente-
no, como atrás queda dicho. El capitán Diego de
Ribadeneyra, viendo esta seña que era la primera»
118
tuuo creydo que era el alférez Alonso Camargo y
que Diego Centeno y sus amigos estarían allí
aguardándole; respondieron luego con otra seña,
que fue tirar un arcabuzago, y los de tierra tira-
ron assimismo otro arcabuzago. En fin, los del na-
uio hizieron vna seña con vn líenlo blanco dando
a entender de como el barco venia a tierrf , y los
de Francisco de Carauajal hizieron otra seña con
otro liento blanco para que se viniessen. Y con es-
to Diego de Ribadeneyra embio él barco con cier-
tos arcabuzeros los quales venian auissados de su
capitán que mirassen bien que no fuessen engaña-
dos si eran de los enemigos, y para que viessen
si estaua en tierra Diego Centeno y lo que man-
daua que se hiziesse, que alli le estauan aguardan-
do. Quando Francisco de Carauajal vido venir el
barco se holgó en gran manera, creyendo de auer-
lo en su poder, por lo qual mando a veinte arca-
buzeros que luego se abaxassen y que ninguno de-
llos les hablasse, sino que todos se escondiessen
detras de vnas peñas grandes que a la redonda
del puerto estauan. Este puerto esta hecho a ma-
nera de vna herradura, que por de dentro esta bien
ancho y [en] la boca esta vn poco angosto, y en
las puntas del vn cabo y del otro mandó Francisco
de Carauajal que se pusiessen los arcabuzeros.
Yten, les mando que entrando el barco se mostra*
ssen luego, porque de miedo dellos no se boluie-
ssen ni se saliessen a la mar haziendose a lo largo»
deffendiendoles la salida a puros arcabuza90s y
que assi serian presos, porque tuuo creydo que
Diego de Ribadeneyra venia alli y que entraría
„ de
los soldados que estauan en el otero alto ni los que
estañan en lo baxo no les dauan el parabién de sus
venidas, sospecharon mal. Y con esto tuuieron co-
noscimiento luego que no eran de los amigos, sino
que eran de los traydores piíparristas sus mortales
enemigos, y disparando sus arcabuzes a lo alto del
otero contra los que estauan en el y contra los que
estauan en lo baxo, comen9aron a dezir a grandes
bozes: ¡A traydores, cismáticos, enemigo&de Dios
y de sus sanctos y de Su Magcstadl no penséis que
con asechanzas y traydoramente nos aueís de
prender; a Tuta, a Tuta, que es tierra de vellacos
como vosotros; y assi les dixeron otras cosas feas
y de gran baldón y con esto dieron la buelta mas
de priesa que despacio y se fueron al nauio. Los
pi^arrístas quedaron afrentosamente burlados y
aun bien corridos de las palabras ynjuriosas que
los leales les autan dicho, principalmente el gran
tirano, que bramaua como vn toro acosado viendo
que no auian hecho ningún effecto en tomar el
nanio y a los que venían en el. Pues viendo Fran-
cisco de Carauajal que los del nauio se yuan con
el barco, mando que los arcabuzeassen los del
otero y los de abaxo, y como ya yuan lexos de
alli no les hízieron ningún mal ni daño como el
carnicero lo desseaua. En fin, como vido que no
I
la)
lido prendellos se tomo con gran enojo a
sentos y con gran furia mando al estancie-
js canoas y las balsas fuessen luego tray-
que el quería yr alia en persona a dar
; al nauio y prender al capitán Diego de
leyra ya los soldados que venían con el.
s se trayan las balsas y las canoas escri-
carta a Diego de RibaJeneyra con dos yn-
pueblo, ios quales fueron en vna balsilla,
en ella breuemente se contenía era: Que
con gran vehemencia a todos los caualle-
estauan en el nauio se diessen al seruicio
ngestad y al de Gonzalo Piíparro su sefior,
)ian que era Gouernador jurídicamente de
5 reynos y prouincias del Perú en nombre
que el como buen señor les gratífñcaria
licio que le harían, con hazimiento de mu-
ieñaladas mercedes. Y de sí les embio a
e si ellos se dauan y se ponían en sus ma-
prometía y daua su fee y palabra, como
o hijodalgo, que no les baria el, ni otro
ningún mal ni daño, sino que ¿ntes les
uy gran amigo y buen tercero para con
imo por la obra lo vería. Y que el haría de
;ra con su señor Gonzalo Pícarro para que
onasse en todo lo cíuíl y criminal, y les ha-
de comer en la tierra el que no lo tuuíesse,
lo Luuiesse seria amercendeado y gratiffi-
otra manera, de que les diesse gusto y
ntento. Quando vido Diego de Ribadeney-
[Tarta no hizo casso deila y a los yndios dio
tormentos preguntándoles quantos hom-
dixeion que eran muchos, mas que no sabían quan-
tos eran, que no los auian contado. Y con esto des-
pacho a los yndios atormentados, sin responder a
la carta cosa alguna, antes embiaron con ellos vna
gran multitud de bulas de la Cruzada que Ueuauan
a la prouincia del Chile, gouemacion que fue des-
pués de Pedro de Valdiuia, con vn escripto sin ti-
tulo ni firma que desta manera dezia: Estas bulas
de la Cruzada hallamos en este nauío, que las Ue-
uauan á la prouincia del Chile; a v. m. suplicamos
las- mande entregar al Comisario 6 Vicario que
estuuiere en la cibdad de Arequipa, porque no se
pierdan, sino que tan sanctas cosas como en ellas
se contienen se distribuyan entre los xpianos, o se
pongan en la caxa de la yglessia o en la de Su Ma-
gestad. Venidos que fueron los yndios a tierra con
aqueste recaudo, sintiólo mucho Francisco de Ca-
rauajal y tomólo por afrenta viendo que no le
auian respondido a su voluntad, ni lo que el qui-
ssiera que se hiziera: que luego se dieran con las
manos atadas al seruicio de Goncalo Pigarro; y de
no lo auer hecho grunia y rauiaua como vn des-
esperado. También se enojo brauamente porque
auian (I) dado trato de cuerda y azotado á los tris-
tes de los yndios que el auia embiado, sin tener
para ello ninguna razón ni occassion, siendo men-
sajeros y vnos yndios bocales que no sabrían res-
ponder a lo que tes preguntauan; por lo qual nian-
(1) Ui.«u«>^.
i
122
gandes bozes y con gran furia que las balsas
}as se truzessen antes que et nauio se f uesse.
le se comeii?aua a traer todo recaudo, y es-
ya todos los soldados puestos a la lengua del
para embarcarse en las balsas y canoas, abi-
iiamente el viento y el nauio se fue de allí con
1 ligereza lleuando viento en popa, que en
[horasj le perdieron de vista. Y con esto fue-
parar todosa la NueuaEspafla,comodespues
ido el tiempo se supo, que no se atreuieron
"ierra Firme a causa que estaua por alia Pe-
lonso de Hinojosa con toda la flota, y porque
quella tierra estaua a deuocion de Gonzalo
•o, como atrás queda dicho. En este viaje que
on Diego de Ribadeneyra y los suyos descu-
in las siete yslas Perdidas, que ellos Uama-
; los Patagones, que según fama son muy ri-
as de oro que de plata, y están enfrente del
■y de Yca, que es en las tierras del Perú,
a la linea equinocial, hacia el norte. Y están
yslas pobladas de hombres medio gigantes y
indes y disformes pies, y Diego de Ribade-
por esta razón los llamo patagones, según
isyndios de Yca lo dizen, porque tuuleron
los grandes contrataciones antes que los es-
;s viniessen a conquistar estas tierras, como
ite diremos.
CAPITULO XV
DE COMO FRANCISCO DE CARAUAJAL, DESPUÉS QUE SE
FUE EL CAPITÁN DIEGO DE RIBADENEVRA DEL PUERTO
CON SU NAÜIO Y NO AUIENDO HECHO NINGÚN EFFECTO»
SE BOLUIO CON SUS CAPITANES A LA CIBDAD (1), Y DE
LAS COSAS QUE HIZO EN ELLA
Como el Maestro de campo Francisco de Cara-
najal vido que el capitán Diego de Ríbadeneyra
era ydo con el nauio, le peso en gran manera; mas
Tiendo que no auia podido ni auia sido mas en su
mano, que harta diligencia auia puesto en todo, se
dio mucha priesa en despachar al capitán Juan de
Morales con las cartas que escriuia, las quales es-
criptas las despacho y embio con breuedad. El
mensajero que las lleuaua, como hombre cuyda-
doso y diligente, caminando dias y noches llego a
la gran cibdad de Los Reyes, que es en la prouin-
cia de Lima, que ay ciento y treynta leguas tira-
das, en nueue dias, que fue por el camino Real
que llaman de los Llanos o de la Costa. Caminaua
vnas veces en vna hamaca, que los yndios a re-
muda lo lleuauan en hombros, corriendo, y otras
(I) Tachado: tU Quilca,
124
a en su muía, que era muy andadora, que
as gentes dixeron que andaua quinze le-
dia y que le auia costado ochocientos pe-
len oro por ser tan buena. Pues llegado a
1 de Los Reyes sin que en el camino le aui-
guna controuersia, dio las cartas al the-
iren^o de Aldana dándole cuenta y razón
0 que se auia hecho, de lo qual el y todos
onados a Gonzalo Pi^arro se holgaron
:ho por tan buen suceso y aniso. Passan-
delante, yendo por todas las cibdades, vi-
¡ares fue dando el mismo auisso a todos
;nies de los dichos pueblos, de todo lo que
:edido, hasta que allcg:o a la cibdad de
1 donde hallo a Goncalo PJcarro que esta-
mando de partirse para Lima. Llegado
ante el le dio las cartas, y después de
tiandado leer se holgó mucho con el buen
; Francisco de Carauajal, y mas con el
e de Diego Centeno, aunque mas quissie-
preiidiera, y también a Lope deMendo^,
indo hospedar muy bien a Juan de Mora-
idole dar todo el recaudo que uvo raenes-
r otra parte mando á sus capitanes y sol-
incipales que se regozijassen e hiziessen
fiestas por estas nueuas que tan buenas
a ellos, y assi se hizo, que aquella noche
unas y hachas encendidas y grandes lumi-
ir toda la cibdad, y el domingo siguiente
i y juego de cañas. Después que Francis-
nmaj.il uvo embiado al mensajero y vien-
lli de presente no auia mas que hazer, de-
125
termino yrse a la cibdad de Arequipa por derecho
camino, por descansar en ella de tantos trabaxos
y fatigas y de tan largos caminos como auian to-
dos passado, assi de hambre como de fríos muy
yntollerables. Assimismo, viendo las grandes y
diuersas enfermedades que los suyos tenian, que
del camino se les auia[n] recrescido del caminar de
dia y de noche y de beuer agua muy fria en ayu-
nas, llenando las armas acuestas yendo muchas
vezes a pie, y llenando la comida encima de si, si
la hallauan, quando estañan los cauallos cansados
y fatigados. Entrando, pues, estos perseguidores
de los leales por la cibdad, lleuauan todas las van-
deras tendidas con los estandartes que yuan tre-
molcando por el ayre, y al son de los atambores y
pifaros yuan marchando con buena hordenan^a,
de tres en tres, puestos en hilera, como hombres
triumphantes por la vitoria que auian alcanzado,
y los arcabuzeros lleuauan sus arcabuzes cargados
con dos balas porque assi les fue mandado. Todos
quantos vezinos auia en la cibdad le salieron a
rescebir y a dalle la buena pro de su llegada y el
pésame de sus trabajos, y assi le metieron en ella
con demonstracion de mucho plazer y alegría y lo
apossentaron en las casas del marques Don Fran-
cisco Pi<;arro, que caen en la pla^a. Los capitanes
y soldados fueron apossentados por el Maestro de
campo Dionisio de Bobadilla y por el apossenta-
dor mayor Francisco Miguel, por sus quarteles,
en casa de los cibdadanos, repartiéndolos a como
cada uno dellos tenia de renta de los repartimien-
tos de los yndios que tenian en encomienda, y se-
126
possibílidad. Aunque otros fueron aposea-
:n algunas casas que estauan vazias y des-
as, que los vezinos se auian huydo y se
^do a diuersas partes, de miedo de Francis-
^arauajal, y estos soldados que se apossea-
in estas casas vazias comieron a costa de los
lantes y de los tratantes. Después que uvo
3 a la cibdad, dende a dos dias comen<;o
muchas cosas, las quales todas fueron en
o de Gonzalo Pi^arro, dizlendo y coloran-
las hazia en seruicio de Su Magestad. Y por
irte pidió a todos los vezinos que aula le die-
Igunos dineros de los que tenían de sobra,
acorrer a sus soldados, que venían muy oc-
ios, los quales se le dieron, aunque pocos,
a caxa de Su Magestad saco mucho dine-
inca pagar, que los ofñclales no le ossa-
ntradezir de miedo. Todos los pueblos de
que estauan vacuos y los que tenían los ve-
|ue se auian ydo con Diego Centeno los pu-
cabera de Su Magestad, para que con este
Y nombre siruiessen a Gongalo Picarro, co-
ipues le siruieron. Otro si, mando a los ma-
nos de Goni;alo Pi<;arro que tenia en diuer^
rtes, que recogiessen y tomassen todos los
}s que los yndios dauan, assi en oro y plata
en las demás cosas, y se los embiassen con
recaudo adonde quiera que el estuuiesse,
e auian de ser para los gastos y espedicion
^erra. A Xpoual Beltran nombro por algua-
j'or de la cibdad en nombre de Gonzalo Pi-
y lo hizo rescebir en el cabildo por tal, pa-
127
ra que siempre se hallasse en los cabildos que los
Regidores hiziessen, y tuuiesse voto en el; lo qual
todo se assento en el libro de cabildo con la mer-
ced que se le hizo. Hecho esto le caso con vna
viuda hermosa y honrrada que tenia repartimien-
tos de yndios, y esto lo hizo sin consentimiento de
sus parientes, que no quedan casalla con el; mas
en fin, el matrimonio passo aunque les peso, de
manera que el le puso en buen estado, que lo que-
ría mucho. Assimismo caso en csta^cibdad a cinco
soldados de los principales de su exercito con
otras cinco viudas muy honrradas, y les dio los
repartimientos de yndios que autan tenido sus ma-
ridos en encomienda por los gouernadorés passa-
dos en nombre de Su Magestad. Supo dende a
ciertos dias, de sus espias que en muchas partes
tenia, como ciertamente Diego Orgoñez y Miguel
Cornejo, vezinos de la cibdad, tenian escondido a
Diego Centeno, de lo qual se enojo brauamente
contra ellos, porque se dezia que lo tenian en las
sierras de los Andes o de Condesuyo, mas no sa-
bian en que parte o lugar estaua. Y por no matar
a estos hombres, que bien pudiera, y por no poner
en conSussion ni escándalo al pueblo, que estaua
quieto y paciffico, y por ser estos cibdadanos de
los mas principales que en ella auía, disimulo con
ellos y los dexo estar por entonces. Mas después
de todo esto los embio con gran disimulación con
cartas a la cibdad de Los Reyes para que las die-
ssen a Gon(;alo Pigarro y al licenciado Diego Vas-
quez de Cepeda, quondan Oydor, que era theniente
sobre todos los thenientes y justicia mayor de toda
12B
la tierra. Y les embio por auiso con Agustín de
Castellanos, que ya era buelto de la cibdad del
Cuzco, diziendoles de como les embiaua aquellos
vezinos para que alia los detuuiessen en el entre-
tanto que el andana apaciguando por acá la pro-
uincia de las Charcas, o si no, que híziessen de tal
manera que en toda la vida no boluiessen mas a
sus casas, porque cumplía muy mucho hazer esto.
Por quanto estos hombres tenían escondido mali-
ciosamente a Diego Centeno y a Luys de Ribera,
y que no los escondían sin proposito ni causa al-
guna, que algún misterio auria en el casso, y que
fuessen para ello atormentados para que dixessen
la verdad en donde los tenían escondidos, y que si
no la dixessen les diessen garrote vna noche. Y que
sí todo esto (1) se hazia, fuesse hecho muy secreta-
mente sin que persona alguna lo entendiesse que
el daua este auiso, para lo que adelante se auia de
hazer, porque ymportaua muy mucho a sus vidas,
personas y saludes. Gonzalo PÍ9arro rescibio estas
cartas y por mostrarse humano y gran amigo de-
llos, y por consejo que para ello le dio el licencia-
do Benito Juárez de Carauajal, fueron perdona-
dos, aunque fueron mansamente preguntados que
adonde estañan Diego Centeno y Luys de Ribera,
que se lo dixessen; ellos negaron reziamente y con
juramento que no sabían dellos. Y por estas cosas
y por ciertas causas y respectos no les quiso hazer
mal, ni matar, antes los embio dende a cierto tiem-
po a sus casas, haziendoles muchas promessas y
(i) Tachado: no.
130
porque terablaua mucho, y por escapar de la
muerte vinieron a dar en ella, porque dende a dos
días vinieron a morir conffessados y comul^dos
«orno buenos xpianos. Y lo que se cayo de la casa
de Carauajal, que fue un gran pedazo de vna cá-
mara, mato miserablemente a qaatro pobres yn-
dios y vn negro del dicho Francisco de Carauajal
que se auían arrimado por aquella parte, y en toda
la cibdad no se cayo ninguna casa.
CAPITULO XVI
DE COMO FRANCISCO DE CARAUAJAL SALIÓ DE LA
CIBDAD DE AREQUIPA Y SE FUE A CHOCUYTO, PUE-
BLO DE SU HAGESTAD, Y DE LO QUE ALLÍ DIXO A
SUS CAPITANES Y SOLDADOS PORQUE SE QUERÍAN YR,
DIZIENDOLE TODOS QUE LA GUERRA ERA YA ACA-
BADA
Después que Francisco de Carauajal uvo des-
cansado en la cibdad de Arequipa y auiendo hecho
lo que tenemos dicho y viendo que de presente no
auia mas que hazer en ella, determino de yrse a
la prouincia de las Charcas, por dos causas y ra-
zones que le mouieron a yrse con mas breuedad
de lo que el tenía pensado. La vna fue, y lo mas
principal^ por no dar lugar a que Lope de Mendo-
za se al<;asse otra vez con la villa de la Plata; y la
otra fue por repartir toda aquella prouincia entre
sus soldados y capitanes, como ya lo auia dicho y
prometido muchas vezes que les daría los yndios
que estañan vacuos, para hazer nueuos vezinos en
ella. Con aqueste acuerdo embio adelante cassi la
mayor parte de los soldados al pueblo de Chocuy-
to, que es de Su Magestad, en donde tenían todos
la ropa y fardaje que auian dexado atrás, y les
132
\ae le aguardassen allí hasta en tanto que
ise con la demás gente, lo qual se hizo assi.
pueblo estañan muchos soldados que se
ledado atrás, los vnos de cansados y en-
y los otros por no tener cauallos ni muías
ier seguir a su capitán, que en el camino
lian muerto, o cansado, con tantocaminar
de noche. También se quedaron otros por
■ el oro y la plata y gran cantidad de ropa
iderias que Francisco de Carauajal tenia,
: SUS soldados auian dezado, que todo auia
í parar a este pueblo, que los yndios que
luan no pudieron andar tanto como sus
ue caminaron por la posta. Estos soldados
>s tuuieron creydo que Diego Centeno y
; Mendoza auian de boluer por otro cami-
e dicho pueblo para yrse a las Charcas, y
1 y por otros respectos elegieron entre si a
ado llamado Diego de Guzman de Lara
dillo en nombre del cruel tirano, porque
lañes que eran se auian ydo con el a la cib-
Arequipa, que ninguno auia quedado atrás,
íSto luego embiaron a llamar a todos los
z y principales yndios de aquella gran pro-
lara que truxessen muchos bastimentos pa-
stentacion de los soldados, y assi truxeron
carneros, mahiz y papas, con otras mu-
sas de comer. Pues venidos ya los yndios
daron hazer una casa fuerte con quatro
sus troneras, en donde se metieron todos,
auan de dia y de noche como si estuuieran
na frontera de enemigos, hasta que en fin
133
supieron ciertamente el desbarate total de Diego
Centeno y de Lope de Mendoza. Los soldados que
se adelantaron desde la cibdad de Arequipa, lle-
gados a este pueblo, muchos dellos no hallaron los
yndios de carga ni de seruicio que atrás auian de-
xado, porque se les huyeron llenándoles la ropa y
las yndias que tenían y se fueron a sus tierras y a
otras partes con ellas a esconderse. Por lo qual
comentaron todos estos soldados a brauear y aun
derrenegar, quexandose brauamente de Francis-
co de Carauajal, diziendo a grandes bozes que por
seruir a Gonzalo Pi^arro auian perdido lo que te-
pian, y que si en viniendo el no los remediaua y
les socorría con dalles algún dinero o ropa, que se
auian de yr y dexalle porque se anduuiesse solo.
Dexado esto aparte, Francisco de Carauajal se
partió de Arequipa con los demás soldados que
con el auian quedado, y viniéndose por sus jorna-
das contadas llego al pueblo de Chocuyto y le sa-
lieron a rescebir todos los soldados con dos vande-
ras y dos atambores que auian llegado antes. Y al
tiempo que emparejo con ellos, los alférez abaja-
ron las vanderas ante el, y Francisco de Caraua-
jal les quito el sombrero, y assi se ajuntaron todos
y se tornaron al pueblo con las vanderas tendidas
como triumphadores, y el se apossento en la ygle-
ssia. Los soldados qne llegaron de nueuo con Fran-
cisco de Carauajal comentaron también de bramar
y aun de rauiar porque assimismo les f altana a ellos
la ropa y el seruicio, como a los otros, porque se
la auian llenado furtiblemente sus mismos vndios
a diuersas partes. Los otros soldados que hallaron
I3í
la, por ser sus yndios fieles se holgaron mu-
luego se apossentaron por las casas de los
lies, que auia muchas vazias; de manera que
lesesperauan rauiando y otros se holgauan
an plazer y alegría en auer hallado lo qne
que no les faltaua. Los desnudos, que_ eran
is, comentaron todos juntos y cada vno de
en secreto y en publico, de gruñir y bramar
laldezir a Francisco de Carauajal, derrefle'
de la aduersa fortuna por tanto.trabaxo y
:omoauían passado y aun passauan, y que
an que vestirse, porque andauau todos des-
y descal<;os. Yque Francisco de Carauajal,
iU noticia auia venido todo esto, que se lo
ra dicho, no hazía mincton ni casso de les
iun socorro para vestirse; y assi comen^a-
lezir que se querían yr a do bien les pares-
pues tan mal se hazia con ellos, porque no
lan lo que auian menester. Algunos, por te-
fun buen comedimiento pidieron licencia a
eral para yrse a sus casas, o a otras partes,
guerra ya era acabada y que no auia con
ompetir, ni menos con quien batallar, por-
los los enemigos estañan huydos y escondí-
temor, y que la tierra estaua paciñca y a
3n de Gonzalo Pitarro. Francisco de Cara-
esque vido que tantos le pedían licencia pa-
, no la quiso conceder a ninguno; antes les
nseniblante muy ayrado que agora mas que
;staua muy encendida la guerra yque ningu-
reuicsse de yrse sin su licencia, so pena que
laria castigar; y porque ninguno pretendie-
136
mo lo suelen hazer en yéndose alguno,
poco yrian agora- tras ellos si se fuessen;
t lo hizo por no embiar la soga tras el cal-
General le peso mucho de la yda destos
, por lo qual mando al Maestro de campo
de Bobadilla mandasse hechar vando cün
ibor por todo el exercito para que todos
1 ante el, el qual estaua apossentado en la
de aquel pueblo, porque les queria ha-
ongregados todos les hizo esta platica con
te y aparencia muy graue:
> puedo pensar que sea la causa que assi
mouido y acouardado a quereros apartar
mpañia y dexarme a tal tiempo, estando
a mas encendida y traaada que nunca
estuuo, y en esto veo la gran ceguera y
que tenéis, sin mirar lo adelante, sabíen-
;-ope de Mendoza es ydo a las Charcas
áemas que aueis oydo. Paresceme, según
iicho, que algunos de vosotros os queréis
o andar vn poco de camino que nos falta
i la villa de La Plata, y del rezelo del pro-
o del tiempo que se nos haze tan áspero
zado; y pues Dios lo embia y a el le plaze,
lemonos con su diuina voluntad. Y para
esto os embie a llamar, no tanto para re-
eros quanto para amonestaros por el affi-
me aueis mostrado y por el amor entra-
e en general a todos tengo en aprouecha-
querais dar lugar a que por falta de vn
zufrimiento perdáis loque aueis ganado
os trabaxos y fatigas, assi en el alcance
137
que alguno[s] de vosotros distes al Visorrey, como
agora contra Diego Centeno y Lope de Mendoza.
Y por (1) este trabaxo tan pequeño que al pre-
sente nos queda, no permitáis que con poco animo
se amanzillen y abatan vuestras personas y hon-
rras, sino que como hombres esforzados y animo-
sos passeis adelante con vuestro honor, haziendo
el deuer que mas os conuiene. Pero, mirad, caua-
lleros, que todo esto que tengo dicho no ha sido
por estar del todo seguro de aquellos que por las
causas susodichas se querían yr, porque a la ver-,
dad mucho mas se deue presumir dellos que por
no passar un poco de trabaxo y fatiga caminando
desde aquí a la villa de La Plata, se quieren que-
dar sin ver el premio y galardón que alia les espe-
ra e yo entiendo de les dar. Mas porque entiendan
que no siento lo que deuo sentir, digo que se va-
yan los que se quissieren yr en cuyos ánimos esta
apossentado el temor y la couardia, y no el (2) es-
fuerzo y zufrimientü para toUerar y comportar
los trabaxos sencillos que nos quedan, ni aun atre-
uerse a poner en ellos. Estas cosas no las digo á
los que son de grande animo y valor, ni a los vir-
tuosos y esforzados hombres, sino á los que se
muestran de poco animo y son temerosos y couar-
des, porque estos tales no podran ya zufrir vn
poco de tiempo el affan, ni menos sabrán conoscer
los premios y galardones que suele traer consigo
la virtud del trabaxo, porque con la solicitud y
(I) Ms. Y porque.
(3) M«. qut ti.
\
138
le se pone, se alcanza. Y co
sierdes prefferír de aquí adel
;poso, hazed lo que os parescit
tuuierdes, que no por esso dei
, y ayi^daros en todo aquello
ues aueis militado debaxo de i
nlo querría mucho saber por
i que se quieren yr, y quales S'
y voluntades, pues la mia ya la
' porque no querría viuir sosp
con vosotros, ni vosotros lo e
igo, porquesi algún mal os vin
Ipa a mi, sino a vosotros mism
cassion para lo mandar hazei
da para os castigar muy bier
icabo su platica y arenga, com
ua medio ayrado, y como cal
: vn ratillo el Maestro de cami
adilla, en nombre de todos ai
querían hazer ausencia, porqi:
i que respondiesse por ellos a
auajal, que lo sabría hazer mej
desculpando los de la culpa (
iendole lo que se sigue.
'RTIO DEL
V EN EL
-VDOS DE
i: la PLA-
' BRIÓ AL
,1 que sus
I para ca-
iJo elfar-
¡ 11 edad o a
ichos yn-
■m con el
i; de tres-
> a sus ca-
■ luedaron
0 Rea! y
on el scr-
1 y de vo-
!0 digo, a
ilIo, pues,
u Kente a
uiuo seys
140
del mundo si fuere menester. Esto me atreuo a
dezir porque tengo bien entendido que lo harán
assi como yo lo digo, aunque sepan passar por los
mayores y mas graues peligros que en el mundo
se puedan ymaginar, pues ya conoscen y lo tienen
bien entendido que todo quanto hazen es en serui-
cio del Gouernador mi señor. Y aun mas digo,
afirmándome en ello y sin poner duda, que todos
los soldados que aqui están presentes que dezian
se querían yr por no seguir a v. m. en esta breue
jornada, estén agora arrepisos dello y de otro yn-
tento, proposito y voluntad. Por tanto ¿quien sera
aquel que tenga temor a vn poco de trabaxo?
¿quien es aquel que esté tan oluidado de su honrra?
¿quien sera el que esté tan desacordado de su es-
ffuer^o y valentía y de lo que deue al officio mili-
tar? ¿Pues quienes serán aquellos tan couardes y
de tan poco animo que teman y se rezelen desta
lluuiosa tempestad de agua, y del frío, no auiendo
tenido temor de los arcabuzes ni de los fuertes
enemigos que siempre han tenido por delante? Es-
pecialmente agora, que estando como están en vis-
peras de conseguir el premio y el galardón de sus
trabajos, se quiera yr y ausentar sin recebillo, de-
xando en el campo a su capitán solo y desampara-
do. Por lo qual torno a dezir que teniendo como ten-
go esperimentadas y conoscidas (1) de largo tiem-
po las voluntades de todos ellos y de cada vno de-
llos, osso prometer y affirmar que ninguno dellos
(I) }&.%, es^rimentados y cóKotcid4f$.
142
con ella puedan de aquí adelante seruir mucho
mejor fyie de antes.
Después que el Maestro de campo Dionisio de
BobadiUa uvo acabado su platica, lueg^o enconti-
nente boluio los ojos en contorno hazla donde los
soldados estauan, de aquellos que se querían au-
sentar y amotinarse, que de los otros que se que-
dauan firmes no dijo (1) nada, y ellos, como vando-
leros lo entendieron luego. Y boluiendose todos a
Francisco de Carauajal aprouaron todo quanto el
Maestro de campo auia dicho en su deffenssion,
prometiéndole en fee de sus palabras que le segui-
rían en todo tiempo y no le faltarían en toda la
vida hasta la muerte. Oyendo Francisco de Cara-
uajal esta platica de Dionisio de Bobadilla dio
muestra y señal de auer rescebido plazer y mucho
contento, y tornando en mansedumbre la grane-
dad y mal semblante que poco antes auia mostrado
en su platica, comento de mirar á todos quantos
allí estauan con amor y buena gracia. De manera
que auiendo passado estas cosas los despidió a to-
dos con buen talante, para que se fuessen á sus
toldos y casas, con muchas caricias y prometimien-
tos, agradesciendoles la buena voluntad que mos-
trado auian, y assi se fueron todos haziendole pri-
mero la reuerencia y deuida cortesía que le áeuian.
Aun no era bien deshecho este ayuntamiento quan-
do mando proueér por todas las esquadras y com-
pañías mucha copia de bastimentos y de prouissio-
nes que Francisco de Cantillana su furriel tenia
(I) l&udi^o.
í
144
cinco vezinos; de manera que fueron por todos los
que embio a estas dos cibdades hast^ veinte y cin-
co vezinos que tenian en ellas repartimientos de
yndios, y a otros sin ellos. No solamente embio a
sus casas a estos hombres, mas embio de los sol-
dados mas viejos en hedad que de la cibdad de
Quito auia traydo y que Gongalo Pigarro auia lic-
uado alia desde la cibdad del Cuzco la primera vez
que fue contra el Visorrey, que como andauan fa-
tigados y enfermos los embio a diuersas partes,
que serian hasta ocho dellos, y les dio cartas para
que alia les diessen de comer, y les proueyo de di-
neros para el camino. Auiendo despachado a estos
hombres mando hechar vando en todo su exercito,
con todos los atambores, para que todos estuuie-
ssen prestos y aderes^ados para partirse dende a
tres dias a la prouincia de las Charcas, adonde era
su principal yntento llegar. Y los soldados lo hizie-
ron assi y pussieron por la obra lo mandado, con
mucho contento, haziendo muchas cosas }'' aderes-
gandose para el camino, y herraron sus cauallos y
muchas muías que tenian, con herraduras de cobre,
que son muy buenas, que turan muchos dias, con
clauo hechizo, que no se quiebran.
CAPITULO XVUI
DK COUO FRANCISCO DE CARAUAJAL SE PARTIÓ DEL
PUÍBLO DE CHOCUYTO PARA LAS CHARCAS Y EN EL
CAUINO SUPO DE LA SALIDA DE LOS SOLDADOS DE
LA ENTRADA DE DIEGO DE ROJAS, DEL RIO DE LA PLA-
TA, Y CUENTA QUIEN FUE EL QUE LO DESCUBRIÓ AL
PRINCIPIO
! Auiendo visto Francisco de Carauajal que sus
capitanes y soldados estañan ya a punto para ca-
minar, luego, vn lunes, de mañana, aleando el far-
daje y la ropa que tenían y que les auia quedado a
i los dichosos, salieron del pueblo con muchos y n-
' dios cargados, y los soldados que fueron con el
¡ eran doscientos y veynte y cinco, porque de tres-
! cientos y mas que eran, a los vnos embio a sus ca-
sas, como queda dicho. Y los otros se quedaron
atrás, los quales se apartaron del camino Real y
I se fueron a diuersos pueblos de yndios con el ser-
uicio y ropa que tenían, que como no pudieron se-
1 guír a su capitán por falta de sus cauallos y de vo-
luntad que ellos tuuieron, se fueron, como digo, a
diuersas partes a buscar de comer. Yendo, pues,
j por su camino adelante, llego con toda su gente a
I vn pueblo llamado Cepita, en donde se dctuuo seys
I C. ni HiHTA Claía.— IV.— 1.* 10
146
dias por falta de yndios» que no uvo tantos quan-
tos el auia menester para lleuar su ropa y merca-
durías y el fardaxe de los soldados, por lo qual
rescibio muj' grande yra y enojo contra los cazi-
quez y principales yndios de aquel pueblo, y arre-
batando furiosamente a dos dellos les mando dar
g^arrote. Estando aun medio biuos mando hechar
encima dellos mucha paja seca y fuego, y assi los
quemaron como quien chamusca puercos, y en
esta muerte acauaron los miserables y desuentu-
rados vndios de morir con esta crueldad tan mala
y endemoniada. Los (1) demás caziques y princi-
pales yndios que estauan presentes fueron amena-
(;ados terriblemente, diziéndoles que si no le dauan
luego muchos yndios, que los auia de quemar bi-
uos, como auia hecho de los otros; y si este hom-
bre endemoniado queria tantos yndios de carga
era para lleuar las mercadurías que tenia, para
vender en Potosí, como era ropa de Castilla, ma-
hiz, papas y chuño; de manera que era capitán y
mercader. Amedrentados, pues, loscaciquez, em-
biaron luego a sus tierras y pueblos de la comar-
ca para que les embiassen muchos yndios y las yn-
dias casadas 3^ solteras que auia y los carneros de
carga que tenían, hasta las muchachas donzellas,
hijas suyas, los quales venidos le dieron recaudo
y contento, assi para su comida como para las
cargas. Partido deste pueblo y passando por el
gran desaguadero de la gran laguna del Collao,
que llaman de Titicaca, llego al pueblo de Tiagua-
(l) Hs. Ahi»
147
naco, en donde le dieron vnas cartas que se las
auia escripto vn vezino de las Charcas, su amigo,
en las quales le hizo saber lo siguiente. Que cier-
tas gentes que el licenciado Xpoual Vaca de Cas-
tro auia embiado los años passados a la entrada
que llaman del Gouernador Diego de Rojas, que
es en el Rio de la Plata, se auian salido todos della
con el Gouernador y capitán Nicolás de Heredia.
Yendo mas adelante llego a vn pueblo que se dize
Viacha, en donde le dieron otra carta que se la es-
criuio Francisco de Altamirano, que estaua en
Ayohayo, pueblo de su tio Antoño Altamirano^
que esta junto a la gran prouincia de las Charcas.
En esta carta le embio a dezir de la salida de Ni-
colás de Heredia, de la entrada del Adelantado
Diego de Rojas, con ciento y cinquenta hombres,
aunque otros dixeron que no eran sino ochenta
soldados, y de como Lope de Mendoza se auia
conffederado con ellos y que se auia hecho capi-
tán dellos, y assi le escriuio otras particularida-
des. Francisco de Carauajal, como era en todo fu-
rioso, sintió gran pesar destas nueuas y luego
sospecho que en ninguna manera podia entrar en
las Charcas en paz, como el quería, creyendo que
auria otra alguna trabaxosa refriega como la pa-
ssada en que le diesse o le pusiessen en mayores
trabaxos y fatigas. También le peso en auer em-
biado y dado licencia a los vezinos y soldados
para que se fuessen a sus casas, que mucho qui-
ssiera tenellos consigo para la presente jornada;
mas con todas estas cosas lo disimulo con grande
animo, diziendo a los suyos con vn semblante do-
148
noso que en sabiendo el capitán Nicolás de Here-
dia todo lo que passaua en los reynos y prouin-
cias del Perú, y de qpmo Gonzalo Pi<?arro su se-
ñor era merita y jurídicamente Gouernador. se
vernia a su llamado, desengañado de lo que Lope
de Mendoza le auria dicho, y dexaria el partido y
la opinión que auria tomado. Antes que passe-
mos mas adelante sera bien que demos vna breue
relación de quien descubrió este Rio de la Plata
por la mar del norte, y después quien entro en
el (1) por las tierras del Peru^ que sera vna lectura
bien apacible. Y luego vernemos a contar destos
hombres que salieron de alia y se boluieron al
Perú con Nicolás de Heredia, de donde auian sa-
lido los años passados atrás, y después díremos»^
lo que passo con ellos Francisco de Carauajal y lo
que suscedio en el pueblo de Pocona y de la bata-
lla nocturna que uvo entre ellos. Auran de saber
que en el año de 1512, yendo Juan Dias de Solís,
natural de Lebrixa, piloto mayor del Rey, con mu-
cha gente armada y nauios a descubrir tierras
nueuas, o el estrecho que después se llamo de Ma-
gallanes, fue a dar sobre este rio, que los yndios
lo llaman en su lengua Paranagua^a, que quiere
dezir Río como mar. Este rio es muy grande y
esta en 25 grados hazia el norte y tiene de voca
diez leguas tiradas, según dixeron muchos de los
que alia estuuieron, y entra el agua deste rio por
la mar veynte leguas sin reboluerse con la salada,
y aqui se vieron grandes muestras de plata fina
(í) Ms. ella.
149
entre los yndios, y por esto el primer descubridor
le nombro el Rio de la Plata. Por muerte de Juan
Dias de Solis, que auia ydo alia con titulo de Go-
uernador y capitán general, embio Su Magestad al
mismo rio a Sebastian Gaboto, veneciano^ aunque
otros dizen que era yngles, que fue en el año
de 1526 por Adelantado, el qual descubrió, gran
parte deste rio arriba, muchas cosas, y pobló vna
ysla alta que hallo en el y la llamo Nuestra Seño-
ra de la Concepción. Después desto embio Su Ma-
gestad a Don Pedro 4e Mendoza, natural de Gua-
dix, que fue en el año de 1530 con doze nauios y
dos mili hombres, y nauegando por su mar ade-
lante murió en el camino, de su enfermedad (1) de
que dio a los suyos gran pesar y sentimiento, y la
gente se fue al rio con el theniente que nombro
hasta que Su Magestad mandasse otra cosa. Assi-
mísmo en el año de 1541 fue también alia por Ade-
lantado y capitán general Aluar Nuñez Cabera de
Vaca, natural de Xerez, el que anduuo perdido
diez años en tierras de la Florida, y lleuo consigo.
quatrocientos hombres en quatro nauios. En lle-
gando alia fue de todos muy bien rescebido y an-
dando el tiempo comentaron los vezinos mas prin-
cipales que en la tierra auia de estar mal con el,
porque los reprehendía terriblemente de muchas
cosas mal hechas que ellos cometían contra Dios
(i) D. Pedro de Mendoza no murió yendo al Rio de la Plata, sino cuando
volvía á Espafta.
En los sucesos de que no fué testigo Pedro Gutiérrez de Santa Clara,
como son el descubrimiento de América, la conquista de México y las expe-
diciones al Río de la Plata, comete bastantes errores.
i
150
y contra Su Magestad. Por lo qual le tomaron [tan]
gran odio y aborrescimiento, que con falsos testi-
gos, los officiales del Rey y vn capitán viscayno
llamado Domingo de Yrala le prendieron y lo he-
charon en la cárcel publica, en donde passo mu-
chos trabaxos y grandes peligros de sn persona y
vida, que 16 quissieron matar muchas vezes, mas
al cabo lo embiaron preso a Su Magestad. Al fin,
andando Aluar Nuñez Cabera de Vaca en sus ne-
gocios en la corte, que los lleuaua en buenos tér-
minos, murió de su enfermedad, aunque en traba-
xosa y pobre vida y gran vejez. Los dos officiales
del Rey que lo llenaron preso a España murieron
malas muertes y sin conffession, que el vno dellos
se torno ioco y mato a su muger a puñaladas, y el
otro, rauiando se comió las manos a vocados y al
cabo murió. Y el dicho Domingo de Yrala se pa-
sso al Perú con los prendedores y licuaron vn ca-
mino muy largo, en donde passaron grandes tra-
baxos y peligros de muerte por ser la tierra muy
áspera y fragosa y poblada de gente ferocissima,
y llegados alia murieron malas muertes, sin con-
ffession, ahorcados y hechos quartos en las renci-
llas que uvo en la tierra. Dexemos agora a los de
la mar y vengamos a los de la tierra; digo que des-
pués que el Gouernador Xpoiial Vaca de Castro
corto la cabera a Don Diego de Almagro el mo^o,
que fue a onze del mes de Setiembre de 1541 años,
embio a diuersas partes ciertos capitanes para que
fuessen a descubrir tierras nueuas. Porque estan-
do por acá occiosos no se caiisasse entre ellos al-
gunos bullicios y escándalos con algunos leuanta-
151
mientos como los passados, de donde auian resul-
tado muchas muertes, robos y daños con ynnume-
rables males y.extorssiones, haziendose en ello
gran deseruicio a Dios nuestro Señor y a Su Ma-
gestad. Por cuitar estas cosas y otros muchos
ynconuenientes que se podrían recrescer entre los
sediciosos y ambiciosos, embio, como se ha dicho,
a buscar tierras nueuas a ciertos capitanes, entre
los quales fue al Rio de la Plata, por tierra, el ca-
pitán Diego de Rojas, con titulo de Gouernador
de aquellas tierras en nombre de Su Magestad,
que fue en el año de 1542. Nombró por Capitán ge-
neral a Philippe Gutiérrez, y por Maestro de cam-
po a Nicolás de Heredia, que auia seguido siem-
pre la parcialidad de Don Diego de Almagro y
era mortal enemigo de los pigarristas. En la proui-
ssionque llenaron estos tres caualleros se conte-
nía en ella que si por ventura muriesse el vno de-
líos, quedasse el cargo ó cargos en los dos, y si
los dos muriessen quedasse solamente en el vno,
y que muriendo el tercero quedasse el cargo en la
persona que nombrasse el tercero para que todos
le obedesciessen. Eran estos hombres muy ricos y
muy principales en la tierra, los quales hizieron
cierta compañia de hermandad en que se gastaron
gran summa de dineros en comprar muchas y di-
uersas cosas que eran muy necesarias para la
presente jornada, dando grandes socorros a mu-
chos soldados para que de buena gana fuessen
con ellos. A la fama que estos tres capitanes ar-
mauan gente mouieronse muchos, especialmente
de los principales vezinos que tenían rcpartimien-
i
152
los de yndios en esta tierra, que hizieron dexacioii
dellos pensando medrar mas en el Rio de la Plata.
Los que entraron en esta demanda fueron hasta
doscientos y cinquenta hombres muy valientes y
animosos, los quales fueron bien aderes<;adas las
personas y apercebidos de muchas armas, caua-
llos y gran seruicio de negros, negras, yndios,
yndias y muchos yndios amigos. Salieron de la
cibdad del Cuzco, en donde se hizo la gente que
acudieron de muchas partes, y comen9aron de ca-
minar para la villa de la Plata, que es en las pro-
uincias de las Charcas, no todos juntos, sino diui-
didos cada capitán por si, vno en post del otro que
lo seguia, llenando cada capitán sus soldados y el
seruicio que tenían. Esto se hizo a fin de los basti-
mentos, que tuuieron creydo que les auia[n] de
faltar en el camino por donde auian de passar, que
los barbaros los auian de algar por los poner en
necesidad, aunque ellos lleuauan de acá mucha
cantidad de comida en yndios de carga y en mu-
chos cauallos y azemilas. El primero que salió
tiestas tierras fue el Gouernador Diego de Rojas,
y entrando por aquellas regiones hallo muchos-
pueblos que todos estañan puestos de guerra, los
quales conquisto y los atraxo al conocimiento de
Dios y al vasallaje de Su Magestad. Con esto lle-
garon a la gran prouincia de Tocuman, que era
poblada de gente feroz y de yndios altos de cuer-
po y bien dispuestos, que parecen medio gigantes
y traen los arcos mas altos que ellos vn palmo. En
toda esta prouincia ay la yerua pongoftosa, que
en hiriendo a vno con la flecha en donde viene
153
vntada, aunque sea la herida bien pequeña y sa-
que vna poca de sangre, mata luego, que los hom-
bres mueren rauiando dándose de calabazadas en
el suelo, y los nuestros no supieron al principio
desta maldita yerua hasta después que la esperi-
mentaron y la vieron' con la muerte de muchos
dellos. Como el Gouernador Diego de Rojas vido
y sintió que auia ynnumerable gente y que era fe-
rocissima, no se atreuio a passar mas adelante, y
con aqueste rezelo embio a llamar por la posta al
General Philippe Gutiérrez, que se auia quedado
atrás con su gente, como hemos dicho, para que
se diesse priesa a caminar, que lo estaiia aguar-
dando.
i
CAPITULO XIX
PHILIPPE GUTIÉRREZ LLEGO AL EXERCITO
■ DE ROJAS Y PELEARON CO.V LOS YNDIOS FE-
DE LA MUERTE DEL GOUERXADOR Y ALCA-
E FRANCISCO DK MEMDO^A, Y DE LAS COSAS
IIZO EN EL EXERCITO CON SUS SOLDADOS
ido Philippe Gutiérrez rescebido el man-
Gouernador Diego de Rojas, luego a la
pusso en camino con los suyos y por sus
contadas llegaron al campo, en donde
luy bien rescebidos de todos los que alti
y otro día se pussieron todos a punto de
ara pelear con los barbaros enemigos si
ssiessen dar de paz y al seruicio de Dios y
Magestad. Y para hazer esto embiaron a
iros a vn clérigo llamado Francisco Ga-
era de la borden de los comendadores de
n, a los requerir de paz, y el clérigo fue
cruz t alta en las manos, en donde vido
muchissimos yndios enemigos. Y llegado
hallo luego al cacique llamado Canamíco,
■nterprete que lleuaua, yndio natural del
qual lo rcscibio con mala voluntad y peor
.e, y los yndios principales hizieron mués-
155
tra de lo querer matar a flechazos y assi hazian
muestra para effetuallo. Viendo esto el clérigo
comendador se boluio a los xpianos con gran te-
mor, el qual yua diziendo a grandes bozes: ¡a ellos,
señores!, ¡a ellos! ¡Sahctiago, Sanctiago! que enca-
ran los arcos con las flechas para matarnos, y
mas quieren pelear que darse de paz, porque vie-
nen marchando. Como el Gouernador y los demás
03'eron esto, y como todos estauan a punto de
guerra, hecha (1) señal por el Maestro de campo
arremetieron a ellos con tanto animo y denuedo
que pelearon todos muy fuertemente, los xpianos
y los amigos yndios que Ueuauan consigo, que ti-
rauan lindamente sus flechas contra los barbaros.
Los enemigos, como deffendian sus libertades \'
sus tierras, comentaron también a pelear deses-
perada y animosamente, que se sustuuieron buen
rato con los nuestros, que al fin fueron vencidos y
rotos con ayuda de Dios y luego dieron a huyr
todos y mataron en la batalla y en el alcance mu-
chos dellos y fue preso el cacique Canamico. Vién-
dose el cacique preso hablo al Gouernador dizien-
dole que no le matassen, que el traeria de paz a
toda su gente y muchos bastimentos, y sobre todo
que el siruiria al Dios de los xpianos y daría tri-
buto al rey de Castilla, y por esto el Gouernador
le trato muy bien, porque dende a pocos dias cum-
plió todo lo que prometió y assosscgo a toda su
gente. Proseguiendo el Gouernador su camino
passo adelante con toda su caualleria y se fueron
(l) Ms. y hecha.
i
n
156
todos a vna prouincia llamada Salabina, en donde
fueron rescebidos de guerra aunque los barbaros
fueron primero requeridos con la paz^ Ja qual no
la quissieron rescebir, antes tuuieron ellos con los
nuestros muchas y grandes refriegas y batallas,
en donde mataron mucha cantidad de barbaros
sin peligrar ninguno de los xpianos. Andando en
estas peleas los xpianos contra los yndios hirie-
ron solamente al Gouernador de un flechazo que
vn yndio le dio en vn brago, y como la flecha es-
taña eneruolada y obrando la mala ponzoña/cau-
so darse de cabezadas en el suelo, rebolcandose
con la gran rauia y furor que tenia, y de morder-
se las manos furiosamente, que los que lo tenían
assido no se podían valer con el. Y como tengo
dicho aun no se sabia el secreto desta mala y
vcllaca yema que los yndios vntan las flechas
con ella al tiempo que pelean, y como viessen
al Gouernador con aquellas vasquas y con la
rauia que mucho le atormentaua, le consola-
uan y animauan los suyos grandemente, di-
ziendole que plaziendo a Dios no seria nada su
mal, que presto se le quitaría aquel graue do-
lor que sentía. Otros hombres mal yntenciona-
dos dixeron con ossadía que vna muger que lleua-
ua consigo el general Philíppe Gutiérrez, llamada
la Enciso, lé auia atossigado y dado ponzoña para
que luego muriesáe, porque esta muger le embia-
ua de quando en quando algunos guisadillos de su
mano, como por regalos, para que comiesse. Y que
la causa porque le auia emponzoñado auia sido
porque muriendosc el Gouernador quedassen el
157
dicho Philippe Gutiérrez y Nicolás de Heredia con
el mando y gouierno de la tierra, como lo manda-
ría el gobernador Xpoual Vaca de Castro en nom-
bre de Su Magestad en la prouission que aaia dado
a todos tres. El Gouernador Diego de Rojas tuuo
entendido y aun creydo ser assi, por lo qual co-
mento luego de quexarsse brauamente a gf andes
bozes, de Philippe Gutiérrez y de su amiga la En-
ciso, que no sabia por que le matauan tan traydo-
ramente con tanta crueldad en dalle pongofta.
Oyendo Philippe Gutiérrez este gran falso testimo-
nio que contra su honor y reputación se dezia,
luego se fue al Gouernador con gran enojo y ran-
cor, ante el qual dio su desculpa haziendo muchas
y grandes satisfaciones que en tal casso se reque-
rían, de la mala sospecha que del se publicaua. La
Euciso comento de llorar amargosamente por esta
gran maldad que se le leuantaua, y a grandes bo-
zes llamaua a Dios y a Sancta Maria su madre que
viniesse rayo del cielo sobre quien auia dado la
ponzoña al Gouernador y que descubriesse la ver-
dad, y con todo esto se fue a donde el enfermo es-
taña, mesándose los cabellos y dándose de bofeto-
nes, diziendo que tan gran maldad como aquella
no la auia hecho ella ni otra persona por ella. Y
por otra parte dezia Philippe Gutiérrez que se ma-
taría con el hombre o hombres que este falso tes-
timonio les auia leuantado, y les haría de bueno a
bueno desdezir en el campo tan gran mentira y
falsedad, porque el ni la Enciso no eran personas
que tan gran maldad auian ellos de cometer; y assi
dixo otras muchas cosas, de que el Gouernador
1
i
158
0 bien satisfecho del y della- Francisco de
lo^a, natural deMedellin, y Rodrigo Sánchez
inojosa, quedaron resabiados de lo que Phi-
Guiierrez auia dicho, porque paresce que
do hablaua miraua hazia ellos, y assi se tuuo
tdtdo que estos eran los que le malsígnauan
;i Gouernador, porque se le auian allegado
lo a el desde que salieron del Perú y se le
raron por sus grandes amigos. Estando el Go-
idor ya muy al cabo y sin esperanía de la
[le] aconsejaron sus amigos, que eran gran-
émulos de Philippe Gutiérrez, dexasse la
rnacion a su grande amigo Francisco de
loga, porque tenia grandes méritos para ello,
;ra gran seruldor de Su Magestad y era caua-
hijodalgo, y que este hombre vssaria fielmen-
1 cargo. E! Gouernador estuuo en duda de lo
r, porque auia cédula o prouissiod del Ücen-
> Vaca de Castro en que mandaua que sí el
ise quedasse la gouernacion y el mando en
ppe Gutiérrez y en Nicolás de Heredia, y por
no lo quería hazer ni oyr, mas fueron tantas
mportunaciones y los ruegos de los amigos de
loga que al cabo lo uvo de hazer, aunque con-
X voluntad. Y como el Gouernador vido que de
rte de Philippe Gutiérrez no le hablaua nin-
I, y el mismo que callaua-y no lo contradezia
:ndo lo que se platicaua, determino de lo de-
)or hijo adoptiuo para que le suscediesse en
rgo de la gouernacion yen todos susbienes,
;ndo sus ynstrumenios ante vn escriuano del
Todo esto lo trato primeio con el dicho Phi-
159
lippe Gutiérrez, el qual concedió en ello de buena
voluntad por la sospecha que contra el se tenia,
porque no tuuiessen creydo sus enemigos que el
lo auia hecho matar por yntroni9arse luego en la
gouernacion, como si no fuera suya, o era muy
ambicioso por el cargo. Y con esto mando a todos
los que estañan presentes que le obedesciessen
por tal Gouernador, y ellos lo hizieron assi 3^ el
primero que le obedescio fue el dicho Phílippe Gu-
tiérrez, y con esto murió con gran pesar de mu-
chos, auiendosse primero conffessado, y no comul-
gado, que el terrible dolor que tenia no le dexo.
Después que Diego de Rojas murió, luego fue al-
eado Francisco de Mendoga por Gouernador en
nombre de Su Magestad, y con gran sentimiento
mando enterrar muy honrradamente el cuerpo
difíunto en vna hermita que se hizo en aquel pro-
pio lugar, en donde se le dixeron algunas missas
mientras se detuvieron en este paraje. Hecho esto
nombro luego por su Maestro de campo a Rodrigo
Sánchez de Hinojosa, con consentimiento dePhi-
lippe Gutiérrez, y tomo todos los bienes hereda-
dos de su padre adoptiuo, los quales repartió mag-
nifficamente entre sus amigos, que eran de los
hombres mas principales que auia en el campo. Y
como vieron que se mostraua por muy liberal y
dadiuoso y que repartía de lo que tenia, cassí to-
dos se le allegaron por rescebir algo de su mano,
por donde se causo que Philippe Gutiérrez no
fuesse tanta parte en el exercito, porque no tenia
que dar, y Francisco de Mendo<;a si, de los dichos
bienes que auia heredado. Estando los españoles
i
160
pados en estas cosas los enemigos no dcxauan
dalles mucha guerra de dia y de noche, que
ntescio [una] vez en vna refriega que uvo muy
nde que hirieron malamente a Francisco de
rcado, maestresala que auia sido del Gouerna-
Diego de Rojas, Y obrando el mal de la ponió-
te layeruaque estauaen la flecha, en el herido,
ien»;o de bramar y a darse de calabazadas en
ueio con grandissima rauia y desesperación,
lolo auian hecho otros que se auian muerto
hados con esta yerua endiablada. Como a
ncisco de Mercado se le yua ya la vida aca-
do y la muerte se le venia mas acercando,
)io luego a llamar a Cathalina de la Enciso
;s que se le perdiesse la habla, porque le que-
dczir ciertas cosas que le conuenian mucho a
lonrra y fama. La qual venida, Francisco de
■cado le rogo muy ahincadamente que por re-
;ncia de Dios y de Nue.stra Señora le perdona-
el falso testimonio que le auia leuantado, por-
el fue el que primero lo auia publicado auer
dado poníoña a Diego de Rojas, de que se ^
i muerto. Cathalina de la Enciso oyendo esto
oigo en gran manera en saber de aquel hom-
la gran falsedad que contra ella se auia leuan-
I, y no lo quería perdonar a causa que auia
muy damnifficada en su honrra; mas en fin,
muchos ruegos y grandes ymportunaciones
vo de perdonar y perdonó. Todo esto lo tomo
porfee y testimonio ante vn escriuano de Su
¡estad y delante de muchos testigos de lo que
icho Francisco de Mercado auia leuantado, y
161
al cabo murió dende a vn rato y lo enterraron en
vna hermita que alli se hizo. Oyendo estas cosas
Francisco de Mendoza y Rodrigo Sánchez de Hi-
nojosa y todos los demás, perdieron la sospecha
que auian tenido contra Philippe Gutiérrez y
Cathalina de la Enciso, porque entendieron que la
muerte de Diego de Rojas auia sido de la ponzoña
del flechado que le dieron en la prouincia de Sala-
bina. Mas no por esso los dos mandones perdieron
el mal talante y rancor que contra Philippe Gutié-
rrez tenían, porque las consciencias les acusauan
que le tenían vssurpado y tomado contra todo de-
recho la gouerníicion y el mando de la tierra y no
pensauan de se lo dar ni restituyr. Esto mismo se
platico muchas vezes en el exercito por hombres
que estañan dessapassionados, diziendo que si
Diego de Rojas dexo por hijo adoptiuo a Francis-
co de Mend09a, no lo pudo hazer en lo de la go-
uemacion, porque no era suya, ni era herencia he-
reditaria como de los bienes suyos que le auia
dado. Ya que lo auia hecho y nombrado lo auia
hecho al tiempo y quando ya no sentía ni sabia lo
que mandaua, por la gran enfermedad que lo
aquexaua y por el gran dolor que lo atormentaua
terriblemente; y assi díxeron otras muchas cosas
sacadas en derecho, todas en fabor de Philippe
Gutiérrez; mas dexando esto aparte digamos lo
que acónteselo a los españoles. Pues continuando
todos en su conquista salieron deste mal lugar y
fueron a otros muchos pueblos y a diuersas pro-
uincias, conquistándolas con grandes trabaxos y
fatigas y con derramamiento de mucha sangre
G. DB Sakta Clara.— IV.— 3.' Ii
i
162
y de yndios, en donde los españoles tleua-
npre la vitoria, hasia que allegaron a vn
Je yndios llamado Soconcho. En este pue-
i también la yerua ponzoñosa y pelearon
enemigos, [quienes] hirieron algunos de los
sque murieron después rauiando, dándose
cadas y rebolcandose por el suelo, que fue
sima lastima de los ver assi malamente
i no sabian que remedio tomar para tanto
! les causaua esta yerua, ni sabian con que
. Para saber los nuestros si auia alguna
erua para'remediar este tan gran mal, hi-
i vn yndio natural de los qye estauan pre-
I una flecha que hallaron sana, con la qua]
iron entrambos muslos de píirie á parte. El
íiendose herido, se fue al campo donde vido
lua íresco, riberas de vn rio, y busco alli
>s maneras de yemas, las quales majó pres-
í entre dos piedras lisas que aUi en el campo
:i zumo de las vnas yeruas beuio, y el zumo
Jiras se pusso en las heridas, sacandosse
i el pedernal que tenia en el vn muslo
lo mas la herida co» un cuchillo que le die-
con la dieta que tuuo sano prestamente
i no fuera herido. Los conquistadores de
Martha y de Cartagena y otros muchos que
Jado por diuersas tierras en donde ay esta
i yerua dizen que sanan con poluos de soli-
udo, o con zumo de membrillo, echándolos
erida, sacando primero el pedernal, y esto
ydo dezir a muchos que han sido heridos
ta yerua. Desde este pueblo de Soconcho
163
determinaron de passar adelante lleuando mucha
de la contrayerua, que tuuieron creydo que ade-
lante auría mas ponzoña como atrás lo auia, y
Francisco de Mendoza hablo a los suyos diziendo-
les como el determinaua de yr por otro lado a des-
cubrir tierras que fuessen mejores que las que
auian dexado atrás. Y que para esto quería llenar
la mitad de la gente que auia, y que la otra mitad
se quedassen en aquel pueblo, y que en el entre-
tanto que yua y venia hiziessen muchas casas de
habitación, aunque fuesse de pali9ada; y assi hor-
deno una buena poblaron, la qual llamaron Mede-
llin, y se eligieron dos alcaldes hordinarios y qua-
tro regidores en nombre de Su Majestad, y nom-
bro vn escriuano mavor. Estando Francisco de
Mendoza hordenando estas cosas y estando ya de
partida para yr a descubrir los secretos de la
tierra, determino de prender a Philippe Gutiérrez
porque [en] su ausencia no causasse algunos mo-
uimientos y nouedades por donde perdiesse el
mando que tenia, porque derechamente le compe-
tia a el la gouernacion por la prouission que tenia
del licenciado Vaca de Castro. Y para auer de ha-
zer esto lo platico primero con su Maestro de
campo, el qual le páreselo que estaua bien acor-
dado para biuir de ay adelante quietos y pacificos
y sin rezelo ni sospecha de cosa alguna, y assi lo
hablaron a sus amigos y afficionados para que les
diessen fabor y ayuda y ellos les prometieron de
lo hazer con entera voluntad. Pues venida la media
noche, Francisco de Mendoza con muchos de sus
afficionados se ajuntaron en casa del Maestro de
150
Su Magestad. Por lo qual le tomaron Itan]
0 y aborrescimiento, que con falsos testi-
^rficiales del Rey y vn capitán viscayno
Domingo de Yrala le prendieron y lo he-
n la cárcel publica, en donde passo mu-
jaxos y grandes peligros de su persona y
: 16 quissieron matar muchas vezes, mas
3 embiaron preso a Su Magestad. Al fin,
Aluar Nuflcz Cabe? a de Vaca en sus ne-
1 la corte, que los lleuaua en buenos ter-
urio de su enfermedad, aunque en traba-
)bre vida y gran vejez. Los dos ofliciales
jue lo lleuaron preso a España murieron
jertes y sin conffession, que el vno dellos
loco y mato a su muger a puñaladas, y el
iando se comió las manos a vocados y al
■lo. Y el dicho Domingo de Yrala se pa-
ru con los prendedores y lleuaron vn ca-
y largo, en donde passaron grandes tra-
leligros de muerte por ser la tierra muy
fragosa y poblada de gente ferocissima,
s alia murieron malas muertes, sin con-
ahorcados y hechos quartos en las renci-
ivo en la tierra. Dexemos agora a los de
vengamos a los de la tierra; digo que des-
el Gouernador Xpoual Vaca de Castro
:abct;a a Don Diego de Almagro el mof o,
onze del mes de Setiembre de 1541 años,
liuersas partes ciertos capitanes para que
descubrir tierras nueuas. Porque estan-
a occiosos no se causasse entre ellos al-
Uicios y escándalos con algunos leuanta-
151
mientos como los passados, de donde auian resul-
tado muchas muertes, robos y daños con ynnume-
rables males y .extorssiones, haziendose en ello
gran deseruicio a Dios nuestro Señor y a Su Ma-
gestad. Por euitar estas cosas y otros muchos
ynconuenientes que se podrían recrescer entre los
sediciosos y ambiciosos, embio, como se ha dicho,
a buscar tierras nueuas a ciertos capitanes, entre
los quales fue al Rio de la Plata, por tierra, el ca-
pitán Diego de Rojas, con titulo de Gouernador
de aquellas tierras en nombre de Su Magestad,
que fue en el año de 1542. Nombró por Capitán ge-
neral a Philippe Gutiérrez, y por Maestro de cam-
po a Nicolás de Heredia, que auia seguido siem-
pre la parcialidad de Don Diego de Almagro y
era mortal enemigo de los pi^arristas. En la proui-
ssionque licuaron estos tres caualleros se conte-
nia en ella que si por ventura muriesse el vno de-
llos, quedasse el cargo ó cargos en los dos, y si
los dos muriessen quedasse solamente en el vno,
y que muriendo el tercero quedasse el cargo en la
persona que nombrasse el tercero para que todos
le obedesciessen. Eran estos hombres muy ricos y
muy principales en la tierra, los quales hizicron
cierta compañia de hermandad en que se gastaron
gran summa de dineros en comprar muchas y di-
uersas cosas que eran muy necesarias para la
presente jornada, dando grandes socorros a mu-
chos soldados para que de buena gana fuessen
con ellos. A la fama que estos tres capitanes ar-
mauan gente mouieronse muchos, especialmente
de los principales vezinos que tenían rcpartimicn-
150
Su Mngestad. Por lo qual le tomaron |tanj
o y aborrescimiento, que con falsos testi-
sfficiales del Rey y vn capitán viscayno
Domingo de Yrala le prendieron y lo he-
n la cárcel publica, en donde passo mu-
]axos y grandes peligros de su persona y
; ló quissieron matar muchas vezes, mas
0 embiaron preso a Su Magestad- Al ñn,
Aluar Nuftez Cabera de Vaca en sus ne-
1 la corte, que los lleuaua en buenos ter-
lurio de su enfermedad, aunque en traba-
jbre vida y gran vejez. Los dos officiales
jue lo licuaron preso a España murieron
jertes y sin conffeasion, que el vno dellos
loco y mato a su muger a puñaladas, y el
lando se comió las manos a vocados y al
rio. Y el dicho Domingo de Yrala se pa-
ru con los prendedores y licuaron vn ca-
y largo, en donde passaron grandes tra-
jeligros de muerte por ser la tierra muy
fragosa y poblada de gente ferocissima,
is alia murieron malas muertes, sin con-
ahorcados y hechos quartos en las renci-
jvo en la tierra. Dexemos agora a los de
vengamos a los de la tierra; digo que des-
el Gouernador Xpoiial Vaca de Castro
;abc9a a Don Diego de Almagro el mo90,
. onze del mes de Setiembre de 1541 años,
liuersas partes ciertos capitanes para que
. descubrir tierras nueuas. Porque están-
;a occLOsos no se causasse entre ellos al-
llicios y escándalos con algunos leuanta-
151
mientos como los passados, de donde auian resul-
tado muchas muertes, robos y daños con ynnume-
rables males y,extorssiones, haziendose en ello
gran deseruicio a Dios nuestro Señor y a Su Ma-
gestad. Por cuitar estas cosas y otros muchos
ynconuenientes que se podrían recrescer entre los
sediciosos y ambiciosos, embio, como se ha dicho,
a buscar tierras nueuas a ciertos capitanes, entre
los quales fue al Rio de la Plata, por tierra, el ca-
pitán Diego de Rojas, con titulo de Gouernador
de aquellas tierras en nombre de Su Magestad,
que fue en el año de 1542. Nombró por Capitán ge-
neral a Philippe Gutiérrez, y por Maestro de cam-
po a Nicolás de Heredia, que auia seguido siem-
pre la parcialidad de Don Diego de Almagro y
era mortal enemigo de los pi^arristas. En la proui-
ssion que llenaron estos tres caualleros se conte-
nia en ella que si por ventura murlesse el vno de-
líos, quedasse el cargo ó cargos en los dos, y si
los dos muriessen quedasse solamente en el vno,
y que muriendo el tercero quedasse el cargo en la
persona que nombrasse el tercero para que todos
le obedesciessen. Eran estos hombres muy ricos y
muy principales en la tierra, los quales hizieron
cierta compañia de hermandad en que se gastaron
gran summa de dineros en comprar muchas y di-
uersas cosas que eran muy necesarias para la
presente jornada, dando grandes socorros a mu-
chos soldados para que de buena gana fuessen
con ellos. A la fama que estos tres capitanes ar-
mauan gente mouieronse muchos, especialmente
de los principales vezinos que tenian rcpartimicn-
150
Su Mngestad. Por lo qual le lomaron ItanJ
o y aborrescimiento, que con falsos lesti-
afficiales del Rey y vn capitán viscayno
Domingo de Yrala le prendieron y lo he-
n la cárcel publica, en donde passo mu-
}a:cos y grandes peligros de su persona y
; 16 quissieron matar muchas vezes, mas
0 embiaron preso a Su Magestad. Al fin,
Aluar Nuftcz Cabei^a de Vaca en sus ne-
1 la corte, que los lleuaua en buenos ter-
lurio de su enfermedad, aunque en traba-
3bre vida y gran vejez. Los dos oTñciales
^ue lo licuaron preso a España murieron
nenes y sin conffession, que el vno dellos
loco y mato a su muger a puñaladas, y el
iando se comió las manos a vocados y al
rio. Y el dicho Domingo de Yrala se pa-
ra con los prendedores y licuaron vn ca-
y largo, en donde passaron grandes tra-
seligros de muerte por ser la tierra muy
fragosa y poblada de gente ferocissima,
■salla murieron malas muertes, sin con-
nhorcados y hechos quartos en las rencl-
uvo en la tierra. Dexemos agora a los de
vengamos a los de la tierra; digo que des-
el Gouernador Xpoual Vaca de Castro
rabera a Don Diego de Almagro el moi;o,
i onze del mes de Setiembre de IS4I años,
liuersas partes ciertos capitanes para que
. descubrir tierras nueuas. Porque están'
;a occiosos no se causasse entre ellos al
lucios y escándalos con algunos leuanta-
151
mientos como los passados, de donde auian resul-
tado muchas muertes, robos y daños con ynnume-
rables males y ,extorssiones, haziendose en ello
^•an deseruicio a Dios nuestro Señor y a Su Ma-
gestad. Por cuitar estas cosas y otros muchos
ynconuenientes que se podrían recrescer entre los
sediciosos y ambiciosos, embio, como se ha dicho,
a buscar tierras nueuas a ciertos capitanes, entre
los quales fue al Rio de la Plata, por tierra, el ca-
pitán Dieg^o de Rojas» con titulo de Gouernador
de aquellas tierras en nombre de Su Majestad,
que fue en el año de 1542. Nombró por Capitán ge-
neral a Philippe Gutiérrez, y por Maestro de cam-
po a Nicolás de Heredia, que auia seguido siem-
pre la parcialidad de Don Diego de Almagro y
era mortal enemigo de los pi^arristas. En la proui-
ssion que llenaron estos tres caualleros se conte-
nia en ella que si por ventura muriesse el vno de-
llos, quedasse el cargo ó cargos en los dos, y si
los dos muriessen quedasse solamente en el vno,
y que muriendo el tercero quedasse el cargo en la
persona que nombrasse el tercero para que todos
le obedesciessen. Eran estos hombres muy ricos }'
muy principales en la tierra, los quales hizieron
cierta compañia de hermandad en que se gastaron
gran summa de dineros en comprar muchas y di-
uersas cosas que eran muy necesarias para la
presente jornada, dando grandes socorros a mu-
chos soldados para que de buena gana fuessen
con ellos. A la fama que estos tres capitanes ar-
mauan gente mouieronse muchos, especialmente
de los principales vezinos que tenían repartimicn-
170
>s días de la pobla<;on que auia hecho, con la
I de la gente, porque la otra mitad se que-
en el pueblo con el Maestro de campo Ro-
Sánchez de Hinojosa para que alli fue-
usticia mayor y su lugarteniente. Prosi-
ido Francisco de Mendoza su camino passa-
1 y los suyos por muchas prouincias remotas
muchos pueblos de guerra, porque los yn-
es dauan grandes rebatos de dia y de noche
idiendo sus libertades y sus tierras, en que
muchos descalabrados de la vna parte y de
n, y por aqui no auia de la yerua pon9oflo-
trauesaron después vnas sierras aspcrissi-
r muchos rios grandes y malas ciénegas y
i de amplissimos salitrales, en donde en mu
partes no hallaron que comer sino rayces de
is y cauallos que se les murian y muchos
)s de aues no conoscidas, que les hazian mal
■nento, mas comíanlos por la hambre que te-
Caminaron, pues, los nuestros desta manera
05 días, de pueblo en pueblo y de prouincia
Duincia, con los mayores e ynauditos traba-
ue jamas hombres han passado, hasta que
n a parar con grandes trabaxos orillas del
rio de la Plata, cassi enfrente de vna fortale-
e hizo seys años atrás el capitán Sebastian
to, yngles o veneciano, en vna ysla grande
5lii en medio del rio. Llegados los xpianos a
taraje vieron muchos yndíos que andauan en
;is canoas y en balsas pescando riberas de
poderoso rio, y algunos dellos se allegaron
a tierra y saludaron a los nuestros en lengua
171
castellana, y los españoles respondieron muy bien,
diziendoles ¿que era lo que querían? Vno destos
yndios se allego mucho a la lengua del agua y di-
xo en alta boz, en lengua castellana, que era ladi-
no: ¡a compañero! ; respondió vn soldado: ¿que
queréis hermano?; y el yndio le echo vna pulla
diziendole: stahondote las migas por tu agüe jera;
de que dio gran risa a los españoles. El cacique
destos yndios, que también era medio ladino, pre-
gunto en lengua castellana, mal aljamiada, por el
capitán de los xpianos, y Francisco de Mendoza
se le puso delante y le dixo: ¿que quieres, herma-
no, que yo soy?; y el yndio le dixo: muy nio^o
eres para ser capitán; mucho mejor lo fuera esse
viejo que esta a par de vos; que era Juan García
de Almadén, el que prendió a Nicolás de Heredia;
y dicho esto luego boluío los ojos a los demás
xpianos y les dixo en alta boz. ¿Adonde vays, la-
drones^ desuella las caras, cimarrones todos y
xpianos malos, que andar por aqui robando toda
esta tierra? ¿no tenéis miedo de (1) Dios? los otros
xpianos por acá sentar, son buenos y mas mejo-
res, vosotros no, porque estar mucho vellacos
matadores. Los otros dezir a nosotros: daca pes-
cado, hermano, toma tixeras, agujas, hilo y se-
da-^ daca mahis, hijos, toma bonete, paño y cha-
quira; y vosotros como vellacos, desir: daca, da-
ca comida; daca yndios, yndias, ínahis; daca to-
do, toma lanciada, cuchillada, y totna pelota cotí
arcabuz. Anda, anda, vellacos, todos ladrones;
(I) lA%.eld£,
-^
172
10 sentar titas aquí, y si sentar luego mo-
■os; yo /láser matar con flecha con yndios
y dichas estas cosas les dieron todos mucha
1 y srita haziendo burla y escarnio de los
s. De manera que el cacique los enjabono a
de lo qual vnos se rieron y otros brauatos
iaron mucho, y queriendo saber de los xpia-
aquel rio que adonde estauan, les daua
esadumbie porque no podían tomar lengua
lellos barbaros, hasta que tomaron vno de-
n maña y ardid que hizo vn fulano Soleta,
a buen soldado y de grandes fuerzas. Los
os, queriendo íaborescer al compajkro pre-
ndieron y prometieron a los nuestros de
vna carta que era de otros .xpianos que has-
si paraje auian llegado, si soltauan al yndio;
anos con desseode saber nueuas de los es-
s les dixeron la truxessen y que les prome-
m fee de le soltar, y con esto se fueron de
yndios. Y otro dia por la mañana boluieron
s mas yndios y truxeron la carta con deier-
ion que sino soltauan al yndio de saltar en
y matar a todos los xpianos, y con esto die-
carta a Francisco de Mendoza, con la qual
¡arpn t;randemente, y lue^o soltaron al yn-
ita carta era de Domingo de Vrala, vizcay-
i^iaauia dexado los dias atrás junto a la
va, metida en vna calabai^a hueca, y en ella
uisso a todos los españoles que por allí Ue-
1 en los puertos que auia en aquel gran rio,
yndios traydores se auian de guardar, y
les se podían fiar, y de que calidad y tem-
tauan los x
por atti ce
españoles, comento de vaguear por aquella tie
de vna parte a otra, con grandes trabaxos y I
gas de guerras y peleas que los barbaros les
zian, sin hallar ninguna de la riqueza que bu;
uan, ni tierras buenas adonde hazer asiento,
lo qual determinaron de desliazer la rueda y
boluersse a la poblaron que atrás auian dei
hecba, para determinar allí lo que mas les cot
oiesse, o loque auiande hazer para lo adela:
pues no hallauan tierras ricas, ni buenas; y
estose boluieron. Viniendo Francisco de Mer
ta por su camino acónteselo que riñeron dos
dados y se desaffiaron para matarsse en el can
que el vno se dezia Pedro Moreno y el otro Fi
cisco de la Cueua, y estando riñiendo los dos
bueno a bueno, el Francisco García de la Cu
dio a Pedro Moreno vna cuchillada en el laga
que murió della dende a tres dias. Francisco
Mendoza sintió mucho este desaffio, y mas dt
muerte de Pedro Moreno, porque auia sido b
soldado, y lo mando enterrar honrradamente; i
el dissimalo esta muerte lo mejor que pudo
algunos días y no dixo nada a Francisco Gai
de la Cueua porque era su amigo y se auia ha
do con él en la prisión de Philippe Gutiérrez
fin, el se mostró en todo y por todo de su pai
Antes de allegar a dos jomadas del pueblo
sus compañeros tenían hecho, lo hizo prendt
traer ante si y le hablo sobre la muerte de Pe
Moreno y después lo mando conffesar con el ■
^n
174
)mendaiJor que allí estaua, porque estaua
a la sentencia que auia luego de morir; el
'. conFTeso y tardo mas de dos horas en la
íion. Hecha la conffession, Francisco García
:ueua se desculpo lo mejor que pudo, dízíen-
Pedro Moreno le auia affrentado y después
desaffiado con mucha presumpcion y so-
que auia tenido, y que lo auia tenido en
lenosprecio y escárnesela del, y porque no
íssen por couarde auia aceptado el desaffio.
como su espada auia llegado primero al
o, pudiera el muerto matalle a el, y que era
y costumbre entre los soldados de pundo-
rfender su reputación y honor porque otro
guno lo menospreciasse y le tuuíesse en po-
)ues que su señoría mandaua quitalle la vi-
e mirasse primero los muchos y grandes
os que le auia hecho en la tierra y la gran
d que entrambos auian tenido; que mejor le
i estando viuo, que muerto; y assi le díxo
nuchas lastimas para que uvíesse compa-
:I. Francisco de Mendoza no le quiso oyr
la desculpa, ni menos quiso condescender a
portunaciones y ruegos de sus amigos, y
as mas le roiíauan mucho mas se encen-
y se endúresela, de tal manera que no oya
ndia cosa alguna. Conosciendo Francisco
. de la Cueua la determinación y voluntad
ancisco de Mendo»;a tenia de le quitar la vi-
o la boz y le dixo con grande amargura y
J
175
tristeza, aleando los ojos al cielo como que a Dios
pedia justicia: aora bien, señor Francisco de Men-
doza, pues me mandáis quitar la vida, yo creo que
no os lleuare mucha ventaja en esta partida, por-
que en comparación sera tan poca que aun no se-
ra vna carrera de cauallo, y alia nos veremos an-
te Dios, donde daréis cuenta desta ynjusticia que
me hazeis, agrauiandome en todo y por todo como
lo aueis hecho a otros. Dicho esto callo y luego
comento de encomendarse a Dios y a Nuestra Se-
ñora muy deuotamente como buen xpiano, re(;:an-
do el credo 5^ conffessando nuestra sancta fee ca-
tholica; le dieron garrote en vn palo rollizo, y los
que se hallaron presentes notaron bien estas pala-
bras, adeuinando que Francisco de Mendo9a auia
de acabar la vida con muerte supitanea, como
passó después.
CAPITULO XXI
i PELEAS QUE LOS ESPASOLES TU-
CON LOS YNOIOS, V DE COHO DIEGO ALUARBZ
.UENDRAL y OTROS MATARON A FRANCISCO DE
;A y dieron LA GOUERNACION A NICOLÁS DE
HBREDIA, <1UE DE DERECHO ERA SUVA
pues que Francisco de Mendo9a hizo esta
i arriba refferída se pussoen camino con
os y se fue al real y poblaron que auia de-
echo, en donde fue de todos bien rescebido,
i afíicionados lo desseauan ya ver porque
rea de ocho meses que auia partido de alli,
elación (1) a su Maestro de campo y a los
le] todo lo que le auia suscedido en las tie-
le auia descubierto hasta el Rio de la Plata,
ístro de campo dio cuenta a Francisco de
i;a, dándole relación de todo lo que auia
D en el real; de los muchos y grandes reba-
isaltos que los yndios les auian dado de dia
che, y como con el ayuda de Dios y de
1 Señora auian siempre alcanzado Vitoria
Ciertamente passaron los nuestros tantos
177
trabaxos y peligros los hombres que quedaron en
el real después que se fue Francisco de Mendoza,
que no ay lengua tan dozil que los pueda contar
ni explicar tan por entero como ello passo, porque
velando y peleando con los barbaros de dia y de
noche se vieron muchas vezes totalmente perdidos
y sin remedio alguno si no fueran socorridos y
amparados con el diuino fabor. Para matar á to-
dos los españoles se ajuntauan muchos enemigos,
que para cada xpíano auia doscientos ó trescien-
tos yndios, y muchas vezes eran acometidos con
gran denuedo y con mucha braueza, que herían a
muchos xpianos a puros flechazos y sin ninguna
piedad. A tanto vino la ossadia destos barbaros
que llegauan a las casas, sin temor y con grande
furiosidad, a se las quemar apegando fuego en
muchas partes con gran denuedo y braueza; mas
en fin, los nuestros como españoles animosos de-
ffendian valerosamente sus casas y offendian a los
enemigos con muerte de muchos dellos. De aqui
salió Francisco de Mendoza con todos los suyos,
dessamparando lo que auian poblado, y fueron a
buscar tierras que fueran buenas, fértiles, y sobre
todo ricas como las del Perú, en donde pudiessen
hazer su assiento y viuienda de proposito. Auien-
do salido del real y caminando y vagueando por
sus jornadas contadas no les faltaron muchos re-
cuentros y peleas que con los barbaros tuuieron
por las prouincias y pueblos por do passaron,
hasta que allegaron a vna prouincia grande lla-
mada de los Chinchagones, que era una gente
guerrera y ferozissima. En esta prouincia assen-
G. D« Samta Clara.— IV.— 3.* «
178
taron su campo porque yuan ya muy cansados y
fatigados y muchos dellos enfermos y heridos y
aun cassi todos desnudos, y luego comentaron de
cercar su real con mucha tierra plenada, rama,
madera y de grandes espinos. Dentro deste cer-
cado hizieron sus casas, todas de madera de pino
y de sauzes, y las azoteas fueron de paja seca, a
dos aguas corrientes, en donde se metieron, y des-
de este pueblo yuan los vnos a buscar de comer
por la comarca, de donde venian algunas vezes
descalabrados malamente, y los otros quedauan
en guarda de lo que quedaua. En esta prouincía
de los Chinchagones los yndios de todas aquellas
comarcas les dieron muchos asaltos y grandes re-
friegas, assi de noche como de dia, y los nuestros
pelearon con ellos valerosamente, en que mata-
ron ynfinitos dellos y preudieron a otros muchos.
Estos prissioneros dieron noticia a los españoles
de los xpíanos que estauan en la prouincía del
Chile y de Vngulo y de Arauco, y de las grandes
poblaíones que se contenían en las cordilleras de
aquellas sierras que era de la otra vanda. Estauan
ya en este tiempo los nuestros muy fatigados y
bien trabajados de velar y trasnochar, con las
continuas lluuias y grandissimos fríos que hazia y
con las cotidianas peleas y recuentros que los bar-
baros les dauan, que andauan muchos dellos muy
enfermos j' debilitados, flacos y descoloridos, que
aun sus amigos no los conoscian según estauan
desemejados. Por lo qual y por otras causas y ra-
zones que para ello auta, algunos hombres de los
principales del exercito aconsejaron a Francisco
179
de Mendoza que seria bien yr en demanda de la
prouincia del Chile y del gran valle de Arauco, en
donde auia fama de grandissimas riquezas de oro
bermejo y de rebaños de carneros y ouejas de los
que se crian en la misma tierra. Porque en todo
io que auian andado en tres años, poco más ó me-
nos, no auian visto oro ni plata, ni señal dello ni
de otro (1) metal alguno, y preguntando á los yn-
dios que adonde estaua el oro y la riqueza que de-
zian, respondian ellos que estaua en las sierras,
señalando con la mano hazia ellas, de lo qual se
faolgauan mucho porque les páreselo que estañan
en el paraje del Chile o muy cerca de alli. Estando
los nuestros assossegados vna noche, aunque sin
guarda ni velas, arremetieron los barbaros bra-
uamente al cercado por dos partes, que eran las
puertas por do salían y entrauan: los vnos pelea-
ron por la vna puerta, y los otros por la otra, que
los yndios entraron dentro del cercado a pesar de
los xpianos, licuando la victoria en la mano. Acu-
dieron luego á la vna puerta Francisco de Men-
doga, Diego Aluarez del Almendral, Pedro Con-
dales, Francisco d'Espino, Juan Vasquez, Ber-
naldino de Balboa, con otros muchos xpianos, en
donde pelearon valientemente con los yndios; en
fin, como finos españoles. Por la otra puerta acu-
dieron el Maestro de campo Rodrigo Sánchez de
Hinojosa, Nicolás de Heredia, Pedro López de
Ayala, Pedro Barba, con otros muchos españoles,
los quales pelearon animosamente contra los ene-
(1) UM.iffyra,
180
migos. De manera que a pura fuer^ y animo los
hecfaaron fuera dentre las casas y los hizieron
huyr con muerte de muchos dellos, aui«ndo pri-
mero los barbaros muerto algunos caualtos que
estauan atados en vnas estacas, y dos españoles, y
quedaron muchos españoles bien heridos, aunque
no peligró ninguno dellos. Muchos de la entrada
dixeron que Francisco de Mendoza no se hallo en
esta batalla noturna, que aun no auia llegado del
Rio de la Plata, como atrás queda dicho; otros di-
xeron que el se hallo en ella, y esto lo porfiaron
mucho dando razones para ello. De manera que
entre ellos uvo grandes porffías y debates sobre
aueriguar esta contienda, aunque los mas dellos
dixeron que aun no era llegado sino después desta
batalla, al qual voto y opinión me allego por lo que
muchas \ ezes me contaua Bernaldíno de Balboa,
uno de los principales hombres que uvo en el exer-
cito, que se halló en todas estas cosas. Digamos,
pues, que Francisco de Mendoza llego después des-
ta batalla, y con su llegada se comento entre cier-
tos hombres principales de auer muchas murmura-
ciones y grandes quexas del, y entre las otras cosas
que dezian era que Francisco de Mendoga andana
huyendo dellos y que no los queria ver, ni oyr, ni
queria que el campo estuuiesse ¡unto, sino siempre
apartado y diuidido. Otros dixeron que era bien
yrse a la próuincia del Chile, donde los yndios de-
lian que la tierra era muy rica de oro y abundan-
te de bastimentos y carneros, y que era mejor yrse
todos adonde estaña Domingo de Yrala, pues que
estaua cerca. Otros dixeron desembueltamente:
181
^piensa este diablo matarnos aquí de hambre, o
darnos garrote sin porque, como lo hizo a Fran-
cisco García de la (1) Cueua,* que lo mató sin justi-
cia?; mejor será que lo dexemos con el demonio y
nosotros nos vamos al Chile á descansar; assi que
en este tiempo auuia entre ellos estas murmura-
ciones. Estando las cosas en estos términos, Fran-
cisco de Mendoza y Nicolás de Heredia trataron
entre si de lo que harían, o adonde yrian desde
alli, porque en todo quanto auian andado no auian
visto cosa buena en donde poblar de veras. Nico-
lás de Heredia respondió diziendo que le parescia
que era bien salir de la tierra, o sino que fuesse
alguno á dar noticia del descubrimiento que auia
del Rio de la Plata y de las demás tierras que auia
visto y andado y dar relación dello al Gouernador
Vaca de Castro. Y que si el [lo] mandaua se pornia
en trabaxo [y] el yría en persona y que de alia
trayria mucha gente de socorro, armas, arcabu-
zes, poluora, cauallos y herraje, que eran muy ne-
cesarios, y assi de otras cosas que eran menester
entre los soldados, pues yuan necesitados y faltos
de todas ellas. Y que sí esto no quería hazer, que
se fuessen al río de Vngulo y que de alli yrian a
dar sobre el Chile á vnas tierras muy grandes y
buenas que las auian descubierto los españoles
que escaparon en el nauio de Magallanes quando
atrauessaron el Estrecho, pues estauan allí Pedro
de Guzman y Francisco Manuel que sabían la tie-
rra. Sobre estas platicas se enojo mucho Francis-
(I) Tachado: FtunU, digo.
182
lendoca y dixo a Nicolás de Heredia: no
le en eso, señor capitán, sobre vuestra yda
, que cierto no me contentan vuestras pa-
que me dais sospecha de no se que; porque
3ios que si otra vez me lo dize lo ahorque
irboi. Nicolás de Heredia sintió esto mu-
nque lo disimulo, y hablando moderamente
que lo que el auia propuesto no aula sido
ilez de animo, ni por dalle enojo, sino so-
; por le seruir en ello, y que templasse vn
. enojo y no le afrentasse de aquella suer*
ue demás desto se hiziesse todo aquello
mandasse, estar o quedar, o yrse a otra
do mejor le paresciesse, que el le siguiria
I) adelante en el entretanto que le turasse
i y con esto se le quito á Mendoza el eao-
contra el auia concebido, mas no la sos-
Tambien a esta sazón hablaron ciertos
s á Francisco de Mendo9a y le suplicaron
3le que pues Diego Aiuarez del Almen-
aua a píe, que los yndios le auían muerto
illos que auia tenido, y era persona de ca-
buen soldado, quelediesse vncauallode
auían sido de Francisco Garcia de laCue-
a en que le pudiesse seruir, pues era mal
andaua enfermo. Y allende desto que no
; a que auia sido amigo de Philippe Gutie-
lo a lo mucho que auia trabaxado en latie-
seruicio de Su Magestad, y que le auian
quatro cauallos que auia traydo y que des-
183
pues se auia mostrado mucho de su parcialidad
con mucha fidelidad como buen amigo suj^o. A
esto respondió Francisco de Mendoza a manera
de escarnio y desden, y dixo: Diego Aluarez buen
soldado es, mas duerme mucho y por esto no le
quiero dar elcauallo que me piden; y con esto se
fueron desabridos los demandantes. Mas después
no falto quien lo dixesse a Diego Aluarez del Al-
mendral, el qual lo sintió mucho y lo tomo por yn-
juria y affrenta, con protestación que se auia de
vengar aunque supiesse que en la demanda auia de
perder no vna vida, sino dos mili que tuuiesse. Con
esto comento luego de tratar con los verdaderos
amigos que tenia, diziendoles secretamente de co-
mo quería vengar la ynjuria que se le auia hecho,
y de matar a Francisco de Mendoza porque tenia
malamente tiranizada la gouernacion de la tierra.
Y porque también auia desterrado a Phelippe Gu-
tiérrez y quitado el cargo a Nicolás de Heredia, y
que no era bien ser mandados de vn rapaz como
aquel endemoniado que los tenia muy sobjetos y
amilanados, y assi se dexo dezir otras cosas. Dende
a quatro o cinco dias que passo todo esto, estando
ya todo el exercito en el pueblo de los Comechin-
gones, donde se auian passado Diego Aluarez del
Almendral (1), lo torno a tratar muy de veras con
sus amigos verdaderos. Y para lo effectuar habló
a Pedro Barba y a Bernaldino de Balboa y a otros
hombres de los mas principales que auia en el
campo, con mas otros soldados de gran animo que
(i) Ms. Almendrar*
184
tenían el mismo desseo de matar a Francisco de
Mendoi^a y a Hinojosa, porque estañan estomaga-
dos contra ellos; y todo esto se concluyo como ellos
lo querían. Media noche era passada, día de Nues-
tra Señora de Setiembre, estando juntos estos con-
jurados en casa de Diego Aluarez del Almendral
salieron della en dos quadrillas y Diego Aluarez
fue a la posada de Francisco de Mendo9a con su
quadrílla, y como el sintió entrar gente en su cá-
mara dixo en alta boz: ¿quien esta ay? ¿quien anda
ay? Respondió Diego Aluarez dizíendo: ¿quien a de
ser sino Diego Aluarez que no duerme quando es
menester?; y dizíendo esto arremetió denodada-
mente a la cama en donde estaua acostado y lo
mato a puñaladas sin que nadie le pudiesse valer,
ni aun socorrer, por mas bozes que daua. Otro
tanto hizieron los de la otra quadrílla, que mata-
ron a Rodrigo Sánchez de Hinojosa por mas bozes
que dio a Francisco de MendoQa, en vano, que
passaua junto a su casa, para que le viníesse a dar
fabor y ayuda porque lo matauan traydores; mas
fue por demás su bozear. Pues muerto ya Francis-
co de Mendo9a, como Diego Aluarez del Almen-
dral tenia grandes fuerzas lo tomo por el pescue-
zo y lo lleuo arrastrando a casa del capitán Nico-
lás de Heredia y le dixo con alegría: Señor capí-
tan, aqui traygo el rapaz de Francisco de Mendo-
(;íí que os tenia muy auasallado sin razón alguna y
a todos los caualleros del campo de Su Magestad,
y no hemos tenido poca pena que este rapaz nos
aya subjetado y mandado tanto tiempo. Y lo mis-
mo auiendo preso a nuestro buen general Philíppe
185
Gutiérrez, hechandole de toda la tierra sin justa
causa ni razón, sino por lo querer hazer; y estan-
do diziendo esto, he aqui como truxeron allí tam-
bién a Rodrigo Sánchez de Hinojosa, ya muerto,
arrastrándole de vna pierna. Visto esto por Nicolás
de Heredia hizo vna muestra de buen semblante y
hablo con vna buena gracia y amor a todos aque-
llos hombres y luego dixo: ¡bendito sea Dios nues-
tro Señor! que nos ha quitado de encima a este
hombre, que cierto era trabaxo zufrir sus neceda-
des y soberuia, pues nos tenia tan amilanados. Y
dicho esto salió fuera de su casa, aunque era de no-
che, [e] hizo dar vn pregón que dezia en esta ma-
nera: Manda el yllustre señor Nicolás de Heredia,
Gouernador y capitán generall por Su Magestad,
que ninguna persona de qualquier calidad, estado
y condiscion que sea, no salga de su casa, so pena
de muerte y de traydor y perdimiento de bienes;
y assi ninguno salió hasta saber lo que podia ser,
aunque muchos adeuinauan muchas cosas. Hecho
esto embio luego a llamar a los hombres mas prin-
cipales del exercito y a los soldados, y mientras
se ajuntauan era ya de dia claro, y luego les hablo
breuemente, y delante de todos mando apregonar
en alta boz la comission del Gouernador Xpoual
Vaca de Castro. Entendidas estas cosas y sabido
lo demás, los afficionados de Mendoza y los que no
lo eran, viendo que no podian hazer otra cosa,
luego vnanimes fue de todos obedescido por Go-
uernador y capitán general en nombre de Su Ma-
gestad, proclamándole a grandes bozes. Enconti-
nente y luego nombro a Diego Aluarez del Al-
186
1 por su Maestro de campo en nombre de
estad, aunque uvo algunos que les peso
jmbramiento, en especial a Pedro López
la, que pretendía ser Maestro de campo
ran amistad que tenia con Nicolás de He-
Itro día siguiente se hizo cabe<;ade pro-
mtra Francisco de Mendoza y contra su
> decampo, haziendoles cargo de'la prisión
rro de Philippe Gutiérrez y de la opression
a que auia vssado contra Nicolás de Here-
ser Maestro de campo de Su Magestad, y
uerte que dio a Francisco Garcia de la
y de otras cosas que le acomularon. Sobre
igocios tueron condenados a muerte natu-
[ual sentencia se apregono publicamente
I el ejercito; mas dende a vn rato fueron
dos honrradamente por auer sido hombres
ad y por auer mandado el campo, y esto
a fin de contentar a sus afñcionados que le
bien. El Gouernador Nicolás de Heredia
> luego a todos aquellos que auian sido
■I, mostrándose mucha parte del vando y
dad de Francisco de Mendoza; de manera
IOS les peso grandemente de su muerte, y
que eran los mas de! exercito, les pl ugo de
3, porque verdaderamente lo desseauan en
mera.
CAPITULO xxn
DE LAS REBUELTAS QUE UVO EN EL CAMPO DE NIC0LA8
DE HEREDIA SOBRE QUE PEDRO LÓPEZ DE AYALA Y
OTROS SE VINIERON LA BUELTA DE LOS REYNOS DEL
PERÚ, Y DE COMO ENTRARON CON LOPE DE MENDOZA
Y LOS SUYOS, A LOS QUALES HIZO LUEGO AMIGOS
Después que fueron hechas y passadas todas
estas cosas arriba contenidas, entraron todos los
capitanes en consulta con el Gouernador Nicolás
de Heredia para ver o determinar lo que se auia
de hazer para lo de adelante, y entre ellos uvo
muchos y diuersos acuerdos y paresceres , porque
vnos desseauan poblar la tierra, y otros querían
salirsse della pues que no hallauan ninguna de la
riqueza que buscauan. Otros desseauan yrse a la
prouincia de Ungulo o al Chile, que dezian que
alia auia superabundancia de riquezas de oro y
aun de plata, y que auia muchos bastimentos de
diuersas maneras, y que el rio de aUi era muy
grande, como Guadalquiuir, y era apropiado para
poblar tres o cuatro cibdades y repartir los pue-
blos entre los que uviessen de poblar, para que to-
188
dos tuuiessen de comer. Mas después y al cabo de
las platicas y acuerdos que tuuieron entre todos
ellos, se vino a resumir y se determino que el Go-
uernador Nicolás de Heredia se partiesse para los
reynos del Perú con todos los hombres que auian
quedado en el exercito, y pidiesse fabor y ayuda
y socorro de gente al Gouernador que hallassen
en la tierra puesto por Su Majestad, porque te-
nían creydo que el licenciado Xpoual Vaca de
Castro se auria partido para los reynos de España.
Y que tornando a entrar por la tierra podían traer
de camino a Philippe Gutiérrez con nueuos y mas
amplissimos poderes y recaudos, y traer de alia
quinientos hombres y muchos mas cauallos y ar-
mas offenssiuas y deffenssiuas, y traer mucho he-
rraje con otras cosas muy necesarias a la guerra.
Porque pretendían ellos hazer a estos yndios tan
yndomitos y ferozes la guerra muy de proposito y
aun de otra manera sino se quisiessen dar de paz
al seruicío y conoscimiento de Dios y al vasallaje
de Su Magestad, principalmente para que se con-
uertiessen en nuestra sancta fee catholica. Des-
pués de concertado todo esto se salieron todos de
su consulta y otro día deshaziendose la rueda se
pussieron en camino y se fueron por otro lado, no
por donde auian entrado, dexando atrás la pro-
uincia de los Comechingones, y anduuieron algu-
nos dias barlouenteando por muchas y diuersas
partes y por tierras no sabidas, de gentes ferozi-
ssimas. Por estas partes por donde salieron halla-
ron muchos yndios bien barbados, como españo-
les; y otros de otra prouincia tenían coronas en
189
las cabe9as, como frayles; y llegados mas hazia
tierras del Perú hallaron otros que hablauan la
misma lengua del Perú, de lo qual se holgaron
mucho porque se venian allegando su poco a poco
a tierras de promission» como ellos dezian. An-
dando por su camino adelante llegaron a las tie-
rras y cordilleras de las muy ásperas sierras ne-
uadas de los Andes, en donde entre ellos uvo mu-
chas differencias y debates muy porffiadas, porque
en alguna manera no se podian concertar. Porque
vnos querían poblar alli por ser tierra aparejada
y bien apropiada para ello por el comercio de los
yndios naturales que auia por todas aquellas co-
marcas, y por el rio grande, pastos y la mucha le-
ña y arboleda que tenia y muy espaciosos llanos
y egidos que auia, con mucha piedra buena para
hazcr luego casas. Otros uvo que dessearon yrse
a tierras del Perú, como tenemos dicho, por des-
cansar de tantos trabaxos y fatigas como auian
passado, por lo qual se pussieron en dos vandos y
parcialidades para matarse los vnos y los otros,
de todo lo qual sentia mucho el capitán Nicolás de
Heredia, y poniéndose de por medio los apacigo a
todos con muy buenas palabras y gentiles razo-
nes. De ay a pocos dias se salieron todos juntos de
alli y atrauessando las sierras de los Andes se ha-
llaron en las tierras del Perú, cient leguas mas
abaxo por donde entraron , y caminando mas
adelante llegaron a vn pueblo llamado Quirequi-
re, en donde tomaron otra vez los españoles a te-
ner otras contenciones y alborotos para matarse
lo5 vnos y los otros. Por lo qual el capitán Nicolás
190
de Heredia mando dar garrote vna noche a vn
mancebo llamado Francisco de Saauedra, que auía
sido gran amigo de Francisco de Mendoza, que
era el que lo reboluia todo con sus chismerías y
dessatinos; con esta justicia que se hizo se apacigo
toda la gente. Yendo aun mas adelante y acercán-
dose mas toparon en vn pueblo con vn español
llamado Pedro Amador que andana por alli resca-
tando cameros y de vna yerua preciada que lla-
man coca, el qual les dio nueuas de las cosas acaes-
cidas en la tierra. Y también les dio noticias de la
venida del Visorrey Blasco Nuftez Vela y de la
Real Audiencia y Chancilleria que Su Magestad
auia embiado a la cibdad de Lima con quatro
Oydores, y de las reuoluciones y guerras que auia,.
de la vna parte Gonzalo Pi^arro y en su nombre
Francisco de Carauajal, y de la otra Diego Cente-
no y Lope de Mendoza que sostenían la lealtad.
Entendido esto por el capitán Nicolás de Heredia
determino de tomar la boz de Su Magestad para
yr contra Gon<;alo Pigarro, porque el auia sido
siempre de la vanda de los Almagros, que auia se-
guido a la contina su opinión. Como estañan cerca
de la mar mando poner la gente en la ribera della,
creyendo que estarían alli mejor que en otra parte
por estar también a la orilla de vn rio, que pares-
cia que estauan cercados de entrambas aguas, y
que de alli yria después a Diego Centeno que era
el que verdaderamente seguia la boz de Su Ma-
gestad. Otros dixeron que no se detuuiessen alli,
sino que luego se fuessen en demanda del capitán
Centeno, pues que como bueno y leal cauallero
í%
191
sustentaua la boz del rey, y que a este hombre tan
excelente auian de dar fabor y ayuda y seg^air su
vandera, y no la de los pigarristas, que todos
eran reputados por traydores. Para hazer esto, vn
dia, en amanesciendo Dios, se amotinaron hasta
treynta soldados con Pedro López de Ayala y cer-
caron luego los toldos y tiendas donde estañan
apossentados Nicolás de Heredia y su Maestro de
campo Diego Aluarez del Almendral, diziendo en
alta boz: Señor capitán Heredia, nosotros vamos a
buscar con mucha priessa el seruicio de Su Mages-
tad; V. m. no nos estorue la yda, ni vaya tampoco
a la mano a los caualleros que se quissieren yr en
mi compañia, pues v. m. ya no es nuestro capitán,
ni justicia, sino el Gouernador del Perú, pues es-
tamos en su jurisdicion. Nicolás de Heredia dixo a
grandes bozes, que muchos lo oyeron: la señor Pe-
dro López de Ayala!, aguarde v. m. vn poco, que
todos juntos nos yremos en compañia, que mi yn-
tención no es otra (1) sino yrme luego adonde esta
el capitán Diego de Centeno y Lope de Mendoza,
a seruir a Su Magestad contra esse Gonzalo Pi^a-
rro que esta aleado con las tierras del Rey. Pedro
López de Ayala no quiso aguardar, creyendo que
le harian mal, antes el y los treynta hombres de
a cauallo comen9aron a caminar en demanda de
Diego Centeno llenando consigo todo el seruicio y
el poco fardaje que les auia quedado, licuando por
caudillo al dicho Pedro López de Ayala. Desta
(I) M«. otro.
192
a se diuidieron y apartaron estos hombres,
de lo qual les peso mucho al capitán Nicolás de
Heredia y a Diego Atuarez del Almendral y a los
demás hombres del exercito que quedaron allí con
ellos, a los quales conoscian por capitanes de Su
Magestad, que no hízieron ningún mouimiento
para yrse con los otros, porque yr vn dia antes o
después, todo era yr. Queriendo yr tras ellos algu-
nos soldados de los principales para los hazer bol-
uer por fuer9a, les dixeron el capitán Nicolás de
Heredia y el Maestro de campo que no fuessen,
porque entre ellos no uviesse alguna braua refrie-
ga en donde algunos dellos perdiessen las vidas, y
assi los dexaron yr a su ventura. De manera que
todos los conjurados yuan por su camino adelante
con gran recato embiando sus corredores adelante
y atrás para ver si Nicolás de Heredia embiaua
tras ellos, y caminando los delanteros yuan por
corredores de los conjurados Grablel Bermudez
con otros qnatro hombres. Yendo desta manera
encontraron con Lope de Mendoza, Alonso Ca-
margo y Luj-s Perdomo, con los demás que yuan
con ellos huyendo de las crueldades de Francisco
de Carauajal, que cierto le temían en gran mane-
ra, y hablandosse los vnos y los otros se dieron
cuenta y relación de todo lo sucedido en la tierra
y de lo que auian passado en la entrada- Y con es-
to los corredores se boluieron con Francisco de
Mendo9a y sus compañeros hazia donde Pedro Ló-
pez de Ayala venia, y ellos se rescíbieron muy
bien porque se conoscian antes de a^ora, y Pedro
López de Ayala dio cuenta a Lope de Meudo<;a de
193
los suscesos que auian passado en las tierras que
auian conquistado, y de la manera y forma que se
auian apartado de Nicolás de Heredia (1). A Lope
de Mendoga le peso mucho por esta desconformi-
dad que auia entre estos caualleros, mas el procu-
ro de los reconciliar lo mejor que pudiesse y assi
escriuio luego vna carta al capitán Nicolás de He-
redia [para quej se viniesse a ellos, por quanto le
quería dezir muchas cosas de palabra que eran
cumplideras al seruicio de Dios y al del Rey. El
capitán, de buen comedimiento y por saber nue-
uas vino adonde Lope de Mendoga estaua, y des-
pués de auerse rescebido ramy bien entrambos,
que se conoscian de mucho tiempo atrás, se habla-
ron muy largo de sus cosas y Nicolás de Heredia
se quexo mucho de Pedro López de Ayala, que
siendo su soldado le auia dexado en el campo sin
razón alguna. Pedro López de Avala se desculpo
lo mejor que pudo y con dezir que yua a seruir a
Su Magestad y en su nombre a Diego Centeno, y
no por gana que tuuiesse de hazer algunas noue-
dades eii la tierra se auia adelantado con aquellos
soldados que presentes estauan. Lope de Mendoza,
Alonso Camargo y Luys Perdomo, oyendo las
quexas del vno y las desculpas del otro, luego to-
maron la mano en los hazer amigos, de tal manera
que los vnos y los otros se reconciliaron y Pedro
López de Ayala en conclussion pidió perdón al ca-
pitán Nicolás de Heredia, y el le perdono y se
(O Tachado: AIohm,
O. DB Sawta Clara.— IV.-?.» l3f
194
abracaron entrambos. Y los demás soldados que
se auian alterado con Ayala hizieroa lo (IXmísmo,
de manera que todos se hízieron amigos con pro-
testación de seruir a Su Magestad y a Lope de
Mendos; y lo demás que passo se dirá en este ca-
pitulo.
(I) Mi.^.
CAPITULO xxm
DE COMO LOPE DE MENDOQA CONTÓ A NICOLÁS DE HE-
REDIA Y A LOS QUE SALIERON DE LA ENTRADA TODO
LO QUE AUIA SUSCEDIDO EN LA TIERRA, Y CON BUE-
NAS PALABRAS Y DULCES RAZONES LOS ATRAXO A SI (1)
Y SE NOMBRO POR GENERAL DE SU MAGESTAD
Quando Lope de Mendo<;:a se apartó de Diego
Centeno en el puerto de Quilca, como atrás queda
dicho, se fueron juntos con el Alonso Camargo,
alférez mayor de Centeno, y Luys Perdomo, el
canario, con otros diez o doze arcabuzeros y con
los que pudo recoger en el camino que andauan
huydos de Francisco de Carauajal, los quales se
fueron todos por la costa de la mar arriba por
algunos dias hasta que llegaron a vn pueblo de
yndíos. Y sin parar en este pueblo sino fue tomar
algo que comer para ellos y para sus cauallos,
deisando á mano 5'zquierda la mar se subieron por
la gran serranía de los Locumaes y se fueron a la
(I) Ms. eusi.
1%.
prouincia de las Charcas, donde se pensaron librar
mejor que en otra parte de la gran furia y cruel-
dad de Francisco de Carauaial. Porque tuuieron
siempre entendido estos caualleros que en no te-
niendo Carauajal que hazer en la cibdad de Are-
quipa y en toda su comarca, darla luego la buelta
para la gran prouincia de las Charcas a repartir
los pueblos de los yndios entre los suyos, como ya'*
lo auian oydo dezir. Alonso Camargo y Luys Per-
Jomo y los otros que yuan con el le dieron por
consejo se metiesse en la villa de la Plata y se al-
i, asse otra vez con ella en nombre de Su Mages-
tad, porque entonces estaua ya a deuocion de
Gonzalo Pi^arro. El no quiso yr alia hasta ver en
lo que parauan las cosas de alia abaxo, y también
por la poca gente que lleuaua y por la mucha que
Gonzalo Pi^arro ternia en la villa, creyendo que
no podría hazer en ella ningún effecto, y por tanto
se fue al pueblo de Pocona, que la mitad del auia
sido suyo, y los yndios lo rescibieron muy bien,
que aun le reconoscian por amo y encomendero.
En este pueblo comento de aderesQarse lo mejor
que pudo y embio algunas espías yndios á la par-
te que Francisco de Carauajal estaua, y parescien-
dolé después que alli no estaua bien procuro de
meterse con los pocos que tenia en unas sierras
neuadas y asperissimas que llaman de los Andes,
que tienen unos valles hondos en lo baxo que son
muy calientes y de gran poblaron. Estando en este
paraje determinaua de aguardar tiempo y coyun-
tura para hazer sus cosas y ver si Su Magestad
embiaua la gouernacion á Gonzalo Pi^arro, para
197
yr a la entrada del gouernador Diego de Rojas, o
si no hazer lo que bien le paresciesse que fuesse
al seruicio de Su Magestad. Determinadas estas
cosas entre ellos tomaron lo que u vieron menes-
ter, en el pueblo, para el camino, y assi se pussie-
Tonenel, los quales caminando paralas sierras
toparon a medio camino a Grabiel Bermudez, co-
rredor de Pedro López de Ayala, como arriba
queda dicho. Con el qual y después con el capitán
Nicolás de Heredia y con los demás de la entrada
passaron todas aquellas cosas que arriba tenemos
refferido, y Lope de Mendoza por dar cuenta de
si en las cosas quQ auia, como ellos lo auian hecho
a el, de buen comedimiento hablo a todos en la
forma y manera siguiente:
Auran vs. ms. de saber que el rey nuestro se-
ñor embio a Blasco Nuftez Vela, cauallero muy
nombrado del habito de Sanctiago, natural de la
cibdad d'Auila, por Visorrey y capitán general a
estos reynos y prouincias del Perú, con quatro
Oydores para que assentasscn y forniassen vna
Real Audiencia en la cibdad de Lima. Los quales
todos cinco hizieron y hordenaron muchas y di-
uersas cosas muy buenas que conuenian al serui-
cio de Dios y al de Su Magestad, siendo muy pro-
uechosas a los españoles y a los yndios naturales
de la tierra. Gonzalo Pi^arro y otros muchos que
siguen su mala opinión, no les párese iendo bien
estas cosas, se alearon y rebelaron en la cibdad
del Cu2co contra Su Magestad, yendo como fue-
ron contra el Visorrey y contra la Real Audiencia
con mano armada, licuando muchos capitanes y
196
s todos puestos a punto de guerra. Y con
^suerguen^a y maldad han perseguido y
en y maltratan a todos los caualleros que
itran por grandes seruidores de Su Mages-
ontra los que agora siguen el partido del
y, y a muchos dellos han muerto y les to-
. haziendas que tienen, aplicándolas para
os. Por lo qual muchos vezinos de toda la
ue aman mucho el seruicio del Rey se han
yendo a la cibdad de Quito, en donde esta
ente el Visorrey, aunque otros se han es-
I en diuersas partes de miedo de las cruel-
muertes que Gonzalo Pi carro y su Maes-
:ampo Francisco de Carauajal han hecho
i. Y como Diego Centeno sea vno de los
) seruidores de Su Magestad y su leal ca-
se al^o en la villa de la Plata en nombre
oz del Rey nuestro señor, contra Gonzalo
y contra todos aquellos que ciegamente
iu mala y falsa opinión. Y como el tirano
ite alvamienlo embio contra nosotros al
Alonso {!) de Toro, su theniente en la cib-
Cuzco, con mucha gente armada, al qual
ümos aguardar por muchos respectos, cau-
zones que para ello uvo,.y nos apartamos
os metimos por la tierra despoblada que
í el Rio de la Plata, hasta que llegamos al
paraje de Casabindo. Y Alonso de Toro
) nos hallo se boluio a su thenentazgo, de-
199
xando en la villa al capitán Alonso de Mendoza
como en frontera nuestra, y sabido por Diego
Centeno que Alonso de Toro se auia buelto a la
cibdad del Cuzco salió del despoblado y tornamos
a tomar la villa, haziendo della huyr a los afficio-
nados de Gonzalo Pi9arro. Mas después de todo
esto, el gran tirano como supo desta salida nues-
tra embio contra nosotros a Francisco de Cara-
uajal, su Maestro de campo, hombre cruel y ende-
moniado, el qual llego al pueblo de Paria en donde
estañamos aguardando el mandado del Visorrey,
y nos fue tan contraria la fortuna que sin dar ba-
talla fuymos desbaratados por este cruel carnice-
ro. Y no contento con aquesto nos persiguió y dio
vn brauissimo alcance en donde nos tomo mucha
parte de nuestros soldados, y a muchos dellos
maltrato y ahorco, y con el i"ezelo que del tuui-
mos nos fuymos retrayendo hasta el puerto de
Arequipa. Y hasta alia no nos dexo, porque fue
tras nosotros hasta que del todo nos deshizo y
desbarato, y de alia nos venimos retrayendo por
acá, dexando a Diego Centeno y a Francisco Ne-
gral y a Diego de Ribadeneyra escondidos con los
demás soldados que no nos pudieron seguir, en las
sierras del Condesuyo y en otras partes. Vinién-
donos agora por acá supimos en el camino, de
ciertos yndios espias y por cartas que nos escri-
bieron ciertos amigos nuestros y vezinos de Are-
quipa, como el endiablado Francisco de Caraua-
jal boluia otra vez a esta prouincia para metersse
en la villa de la Plata. En donde piensa repartir
entre sus soldados nuestros repartimientos de yn-
200
dios y otros que ay en la tierra vacuos, y también
viene a saber si parescemos por acá, para hartar
su crueldad en quitarnos las vidas porque auemos
seguido la parte de Su Magestad y la de su Viso-
rrey, Diciías estas cosas con otras, les torno a ha-
blar, por los conmouer de veras al seruicio de Su
Magestad, y por los atraer a su parcialidad y bue-
na opinión les dixo que pues en todo se auian mos-
trado por grandes seruidores del Rey nuestro se-
ñor, le hiziessen este seruicio muy señalado, que
para ellos seria el prouecho y la honrra. Que con
grande animo y prompta voluntad hiziessen de
tal modo y manera que desbaratasse los desigños
y conceptos de Francisco de Carauaj¿il, y que ha-
llarian en su campo, si venciessen, lo qual tenia
creydo, muchas y grandes riquezas con mucha
ropa de Castilla que el y los suyos trayan a los
grandes seruidores de Su Magestad. Que demás
desto Su Magestad y el Visorrey con la Real Au-
diencia les gratifficarian sus buenos seruicios dán-
doles los repartimientos de yndios que los rebel-
des auian perdido por sus grandes trayciones y
maldades, y que les harian otras muchas merce-
des, y que demás desto ganarían gran honrra y
reputación en la tierra con el vencimiento destos
brauos tiranos. Y para los atraer mas a su deuo-
cion les dixo de como tenia grandes poderes y co-
missiones del Visorrey Blasco Nuñez V^ela y vna
prouission de la Real Audiencia, en que le dauan
facultad y licencia hiziesse como capitán general
la mas gente que ser pudiesse. Y que tomasse los
dineros que fuessen menester, de la caxa o caxas
201
de Su Magestadi en donde quiera que estuuiessen,
y assi lo mandaua a los officiales del rey, para dar
de socorro a los soldados que allegasse y ajunta-
sse, y que en todo casso diesse batalla a todos
quantos capitanes y soldados uviesse d^ [ios] Pipa-
rros, hasta los destruyr y hazer justicia dellos.
Los soldados de la entrada, creyendo estas cosas
y otras muchas que Lope de Mendoza les dixo, les
plugo mucho dello, principalmente quando enten-
dieron que podia hazer gente y dalles fabor y so-
corro en dinero se holgaron mucho mas, porque
ellos venían desnudos y descalzos, y por hallar tan
buena coyuntura por medrar y mudar el pelo malo.
Nicolás de Heredia, auiendo oydo largamente a
Lope de Mendoza le peso en gran manera por las
renzillas y debates que auia en la tierra, porque
luego entendió que tarde o nunca auia de boluer a
^las tierras que el y sus compañeros auian descu-
bierto; mas con todo esto les dixo: Estas contien-
das que ay, supimos dias ha antes que llegassemos
a las prouincias de las Charcas, por ciertos yndios
que nos dieron noticia de todo ello, mas no supi-
mos quienes eran, ni contra quien, ni por que, ni
quien gouernaua estas prouincias. Mas después
que partimos de vn pueblo llamado Quircquire en-
contramos a vn español que dixo llamarse Pedro
Amador; este nos contó todo lo que passaua en la
tierra, del Visorrey y Gonzalo Piyarro y de Diego
Centeno, lo qual sabido por nosotros tomamos
uego la boz de Su Magestad y assi venimos a ser-
ir al que la tuuiere. Pues hemos llegado a tan
ien tiempo, yo y todoslos caualleros y soldados
202
que de la entrada de Diego de Rojas auemos sali-
do nos ponemos en seruicio de Su Magestad, como
siempre y a la contina lo auemos estado. Oyendo
esto Lope de Mendoza y viendo la buena voluntad
que todos mostrauan tener, luego se hizo nombrar
por capitán general, de consentimiento de todos
ellos, en nombre de Su Magestad, y assi puso luego
en vna lan^a vn estandarte de damasco colorado
que traya, grande, doblado y encogido en vn paño
de lien<;o, y aleándolo en alto los soldados se hu-
millaron ante el como Real vandera de Su Mages-
tad. Entonces Nicolás de Heredía al9ando la voz
díxo: £a, señores canilleros, los que aueis salido
en mi compañía de la entrada, sepan todos que yo
soy soldado del señor general Lope de Mendoza;
suplico a vs. ms. le tengan por tal, pues son ama-
dores del seruicio de Su Magestad. Y desde aquí
adelante obedescamos sus mandamientos, pues en
eJlo seruimos al rey nuestro señor; y assi lo hizie-
ron todos con las cerimonias que en tal casso se
requerían, lo qual todo se pusso por auto ante vn
escriuano de Su Magestad. Hecho esto nombro
por capitán de los de a cauallo al mismo Nicolás
de Heredía; capitán de arcabuzeros a Pedro Ló-
pez de Ayala; capitán de piqueros a Francisco Re-
tamoso, de la entrada; alférez mayor Alonso Ca-
margo; Maestro de campo a Luys Perdomo, el ca-
nario; sargento mayor a Pedro Nuftez, de la entra-
da; y assi nombro otros officíales que fueron me-
nester. Hechas estas cosas con otras se fueron to-
dos juntos por sus jornadas contadas y su poco a
poco al pueblo de Cotabamba, en donde estuuíe-
203
ron mas de dos semanas holgaiído y descansando
del largo camino como auian traydo de tan lexa-
nas tierras. De alli se fueron al pueblo de Pocona
porque auia en el muchos bastimentos, y luego co-
men9aron de adobar y aderesgar las armas offen-
ssiuas y deffenssiuas que tenían, porque supieron
que Francisco de Carauajal se venia de cada dia
mas acercando a ellos. Estando en este pueblo
embio secretamente a llamar a ciertos vezinos
que estañan en la villa de la Plata que estauan del
muy affícionados y eran verdaderos amigos, los
quales vinieron con los alcaldes y regimiento sin
que lo supiessen los sequaces de Gonzalo Pi^arro.
Y por otra parte embio a llamar a todos quantos
caciquez y principales yndios que auia en toda la
comarca de aquel territorio, para que truxessen
todos los bastiip^ntos que tenían en sus pueblos»
todo lo qual se hizo assi. Dende a diez días que
llegaron a este pueblo, Lope de Mendoza dio y
proueyo de algunos socorros y pagas a los capita-
nes y soldados de la entrada, de la moneda de Su
Magestad, que dizen auerse traydo de la villa de
la Plata, los quales se auian sacado secretamente
de su Real caxa. Assimismo dizen que se truxeron
muchos dineros en plata de las minas de Porco y
de Potosí, que se tomaron de los mayordomos de
Hernando y Gonzalo Pigarro y de vezinos y mer-
caderes y de otros particulares, y que se ajunto
cantidad dellos y de los pueblos de yndios que es-
luán vacuos que auia en todo aquel territorio.
TOS dizen que Lope de Mendoza embio a ciertos
ombres de gran confian9a*a lugares secretos
/
201
nde el j- Diego Centeno tenían enterrados se-
amente mas cinqiienta mili pesos en plata, y
parte desios dineros fueron los que se dieron
istaron entre los soldados de la entrada, y no
itros que dízen que se iruxeron de la villa, ni
itras partes, lo qual es mas verisímil. Aunque
verdad, muchos de la entrada, o. cassi la ma-
parte delios, no quisieron tomar este socorro
ineros que les dauan, a causa que pretendie-
otras mayores mercedes, que era en los repar-
entos que esperauan de los yndíos que esta-
vaciios. Mas al cabo y a la postre tomaron y
ibieron los dineros por la gran necessidad en
estañan puestos; mas allí no auia mercaderes
atantes para compralles alguna ropa y cal<;a-
)ara vestirse y cacarse, y assi tenían todos
rdada su plata en sus costales. Desta manera
ento a todos los soldados, que a los arcabuze-
aio algunos delios quatrocientos pesos, y a
s a quinientos, y a otros a sietecientos pesos, y
s eran de los mas principales, y a los de a caua-
lio mas auentajadas pagas, por lo qual comen-
in todos [á] demostrar gran plazer y alegría."
:mas dezi;m publicamente que no auia otro tal
tan en toda Ja prouincia del Perú como Lope
Iendo<;a, que era en todo asaz franco y liberal,
.e por su seruicio morirían mili muertes, y assi
>men9aron de alabar y engrandezer por tanto
como les auia hecho. Como Lope de Mendo-
es auia dicho que Francisco de Carauajal los
a a buscar, comeni;aron por todas las vías y
ei'as que podían 'de aderesfarlas cosas nece-
205
sariaspara la batalla que esperauan dar a los pi-
farristas, refinando la poluora que tenían, y en ha-
zer muchas mechas de algodón para los arcabu-
zes, langas y picas para los de a cauallo y pique-
ros, atando a los palos de las bastas espadas, da-
gas y cuchillos para pelear con los tiranos.
. /
CAPITULO xxrv
a DE CARAUAJAL, CONTINUANDO SU
MINO, LLEGO AL PUEBLO DE COTABAMBA, DESDE
NDE EMBIO AL PADRE MÁRQUEZ. SU CAPELLÁN, CON
RTAS AL CAPITÁN LOPE DE MENDOCA Y A LOS SU-
S PARA QUE SE D1E5SEN AL SERUICIO DE GONCpALO
PICARRO
laminando Francisco de Carauajal por sus jor-
das contadas, yendo de pueblo en pueblo, con
1 vanderas tendidas, llego al pueblo de Paria,
donde hallo a Diego de Almendras con algu-
s soldados que auian ydo tras Lope de Mendo-
desde el pueblo de Quilca, como hemos dicho,
como no lo pudieron alcanzar se quedaron
uardando en este dicho pueblo al tirano hasta
e llegasse. Dostos sus soldados supo el cruel ti-
no de como auian tenido noticia por yndios que
; hombres que auian entrado al Rio de la Plata
n Dieff o de Rojas cstauan ya juntos con Lope
Mendoija en el pueblo de Cotabamba esperan-
le con mano armada para le dar batalla. De lo
al le peso mucho porque entendió luego clara
ibiertamente que no podía entrar en la villa de
Plata en paz, sino con alguna pelea o batalla;
207
mas no por esso perdió punto de animo para yr
adelante en busca dellos adonde quiera que estu-
uiessen, con esperanza de los venzer. Otro día si-
guiente se pusso en camino enderesgando para^ el
pueblo de Cotabamba, sin yr a la villa, que la dexo
a mano yzquierda, y estando cerca del le salieron
a recebir, mas de miedo que vergüenza, el caci-
que y principales yndios, los quales le dixeron
que sus enemigos estañan mas adelante en el pue-
blo de Pocona aguardándole. Desto se holgó mu-
cho Francisco de Carauajal y con tanto se metió
en el pueblo con las vanderas tendidas y al son de
los atambores, y el cacique le yua diziendo en su
lenguaje que era anchacinchi y atún songOj y
que Lope de MendoQá era atagualpa, que quiere
dezir que era muy valiente y de gran coraron, y
que Lope de Mendoza era vna gallina. Francisco
de Carauajal se alojo luego en casa del cacique
porque estáua vn poco fatigado y mal dispuesto,
y los soldados se esparcieron y se alojaron por las
casas vazias de los yndios, que estauan a la re-
donda y en circuyto de la pla<;a, en donde descan-
saron quatro días por amor de Carauajal que auia
llegado muy cansado de tan largo camino que
auia hecho. En este pueblo repartió entre sus ca-
pitanes y soldados mucha poluora, mecha, langas,
picas y otras arma^ offensiuas y deffensiuas que
•
lleuaua en la munición en muchos yndios que
yuan cargados destas cosas, porque el yua muy
)ien proueydo dellas. Luego todos comentaron de
ipercebirsse y aderesgarsse, assi en sus personas
:omo en herrar los cauallos y azemilas que te-
208
n, adobando las sillas y las armas, porque no
linn de como les auia de susceder en 1h batalla,
felice o desdichadamente o como fortuna les
siesse faborescer. Aunque en este caso Fran-
:o de Carauajal y sus capitanes y soldados te-
n todos Kran esperanza en Dios de los vencer,
icipalmente que el pretendía de les hazer cier-
irdid para atraellos a su falsa y peruersa opi-
n, como luego diremos. De manera que todos
I la diligencia, solicitud y con los aparejos que
ian mostrauan tener contento y animo para
frontarsse y pelear con sus enemigos, porque
in oydo dezir que los de la entrada se mogtra-
1 muy brauos y ferozes y aun soberuios, y que
a esto los aguardauan en el pueblo de Pocona.
orno los pi^arristas supieron que los mendoci-
ó heredianos estañan de alli no mas de catorce
linze le^ruas, dezian algunos dellos con bra
sidad y gran altiuez que si Diego Centeno se
auia escapado dentre las manos, que harían
ra de tal manera que Lope de Mendoza no se
escapasse otra vez por mucho que huyesse,
je vencidos a estos pocos descansarían luego
¡US trabaxos y fatigas. Pues Francisco de Ca-
ajal, queriendo con buenas m.iñas atraer a su
a opinión a los heredianos o soldados de la
ada, y para que se apartasscii del seruicio de
e de Mendoza que los traya engañados, como
ezia, so color que lo que hazia era seruicio de
dagestad, y por justificar mas su causa, miran-
sien en los términos en que cstaua y en lo que
iasusceder.y por obuiar algunas muertes y da-
a»
ecer si la batalla se daua,
1 Lope de Mendoi;a y a los
tieredianos de la entrada con el Padre Márquez,
su capellán, con el qual les embio a dezir de pala-
bra lo siguiente. Que bien sabia el ser muy gran-
de el valor de los cuualleros que agora salieron
de la entrada y que con el se han ajuntado de pre-
sente, que aunque no fueran sino solos veinte
hombres entendía que le auian de aguardar y dar-
le batalla. Mas que mirasse primero y atenta-
mente lo que hazia, y que dexada aparte la pa-
ssion que tenia concebida en el pecho, se alle-
gasse mas a la razón, que por esto le embiaua
la paz si !»■ quería rescebír, o la guerra que
era gran destruydora de las gentes y de las ha-
ziendas y que era muy mala vezína; de mane-
ra que escogiesse la vna o la otra. Y que lo pa-
ssado fuesse passado y que los rancores y eno-
jos que auian tenido entre ellos los dias atrás
se hechasaen agora a vna parte y á vn rincón co-
mo perpetuamente cosas oluidadas y nunca vistas
ni hechas, y que se diesse al seniício del rey y al
de Gonijalo Piíarro su señor. Y también que el
mismo sabia ciertamente como Gonzalo Pícarro
era Gouemador jurídicamente, nombrado por la
Real Audiencia, que se )a auian dado y encomen-
dado en nombre de Su Magestad, y que de su par-
te liaría con Picarro te perdonasse lo que contra
el auia hecho y lo admitiría en su gracia boluien-
dolé el repartimiento que le auia quitado. Y que se
ajontassen en vno en buena concordia y amistad
c(»i mucha y entera confformídad para que de ay
G. oa «.UTA Cla«a.-IV,-J." I4
210
adelante viuiessen en buena paz y en saludable
tranquilidad, y no permitiesse que uviesse tantas
muertes, males y daños no merescidos como se
esperauan que auria en las gentes que culpa no te-
nían si la batalla se daua. Y que por tanto, miradas
muy bien todas estas cosas con otras concernien-
tes y anexas a ellas, se viniesse a el, que el lo res-
cibiria benigna y amorosamente y le seria muy
grande y fiel amigo como por la obra lo vería; y
assi les embío a dezir otras muchas cosas a los
vnos y a los otros. A los capitanes y soldados mas
principales heredianos que con el capitán Nicolás
de Heredia auian salido (te la entrada les embio a
dezir de como el auia desbaratado v vencido a
Diego Centeno y a Lope de Mendoza y a todos sus
soldados que andauan aleados y rebelados contra
Gonzalo Pigarro su señor, y que Diego Centeno
se le auia escondido en el puerto de Quilca, que es
Arequipa, y que Lope de Mendo9a con otros hom-
bres fugitiuos se le auian escapado dentre las ma-
nos con la huyda y retraymiento que auian hecho.
Y que auia sabido agora de presente de como es-
taña por estas partes, y que a esta causa le venia
a buscar con vnos pocos de caualleros que venían
en su compañía porque lo desseauan ver y conos-
cer para le seruir en todo lo que se offresciesse
por las buenas obras que de su merced auian res-
cebido. Y que por cuitar estos daños y otros gran-
des males que se podrían causar y recrescer ade-
lante entre ellos, les pedia por merced y les re-
quería vna y dos y tres vezes y quantas de dere-
cho mas podía y deuia, pues eran tan buenos caua-
r
]
211
lleros y seruidores de Su Magestad, no consintie-
ssen que se diesse entre ellos alguna batalla, pues
«staua claro y visto que no sabían a que vanda
pendería la victoria, sino que todos ellos fuessen
seruidos de apartarsse de la compañía de Lope de
Mendoza, pues constaua que los traya engañados
y abobados con vanas esperan<;as y prometimien-
tos. Y que rescebiria señalada merced si viniessen
todos a seruir a Gonzalo Pi^arro su señor, que era
jurídicamente Gouernador del Perú, y que el en
su nombre les haría muchas y muy buenas obras
y benefficips en la tierra para que pudiessen gozar
y tener de comer en ella, y que mirassen atenta-
mente lo que hazian, porque si el los vencía, que no
auia de perdonar a ninguno dellos, porque los auia
de mandar ahorcar y hazer quartos. Y que esto lo
auia de hazer porque quisieron creer mas a los
desatinos y locuras de Lope de Mendoga; [yj pues el
no se auia sabido gouernar sino con su huyda, no
menos lo haría agora, porque no se atreuia ni sa-
bia que cosa era aguardar a su enemigo para dalle
batalla, y que tomassen sus buenos consejos, pues
los daua como buen padre, hermano y amigo. Y
que bien sabia el que si ellos le venciessen, que
luego le auian de quitar la vida y hazerle pedamos,
y que daría por bien empleada su muerte si en la
batalla acabasse la vida, pues muriría en seruicio
de Su Magestad y de Gongalo Pigarro su señor,
con gran honor y reputación. Y que muerto el, bien
tenia por cierto y creydo que su muerte seria lue-
go muy bien vengada, porque ellos no podrían es-
capar de las manos de Gonzalo Pígarro o de algu-
212
nos de sus capitaaes muy valerosos que tenía, por-
que toda la tierra se alearía luego contra ellos y
los vernian a buscar, en donde pagarían lo hecho
y por hazer con sus personas y vidas. Desta ma-
nera embio a dezír a tos vnos y a los otros otras
muchas cosas con grandes caricias y palabras de
buen comedimiento, enbueltas con amenazas, ala-
bándoles lo mucho que auían seruído a Su Mages-
tad en el descubrimiento de la entrada del Gouer-
nador Diego de Rojas con la fidelidad y lealtad
que siempre le auian tenido.
CAPITULO XXV
DE COMO EL PADRE DIEGO MÁRQUEZ FUE AL PUEBLO
DE POCONA Y DIO LAS CARTAS A LOPE DE MENDOZA,
POR LO QUAL SE ENOJO MUY TERRIBLEBiENTE CON EL
HASTA QUE SE APLACO VN POCO, V DE OTRAS MUCHAS
COSAS QUE PASSARON EN SU EXERCITO
El Padre Diego Márquez fue despachado con
las cartas que Francisco de Carauajal le dio, el
qualf como no auia sino catorce leguas bien tira-
das de vna parte a otra, las anduuo en medio dia
y vna noche en su muía muy andadora, que fue
amanescer al pueblo de Pocona para dar su men-
saje. Y sintiendo que ya era leuantado Lope de
Mendoza, y con licencia de las guardas y velado
res, entro dentro de su aposento, se fue a el, y
haziendole su deuidá cortesia y acatamiento le dio
la carta, la quál era de crehencia que para el yua,
y el General lo rescebio amigablemente, y visto
que auia leydo la carta luego le dixo de palabra
todo lo que Carauajal le rogaua hiziesse por su
amor. Lope de Mendoza sintió en gran manera
este mensaje y quisiera hechalle luego fuera del
pueblo y del exercito porque no hablara con los
capitanes y soldados heredianos; mas en fin el lo
I
214
supo dissimular lo mejor que pudo dando a enten-
der que no entendía nada [de] lo que entender po-
dría en su entendimiento, por lo qual le mando con
pena de muerte que no hablasse con ninguno de
sus soldados. Acudieron luego los capitanes y al-
gunos soldados a la casa donde Lope de Mendoza
estaua apossentado, a fama que auia venido vn
clérigo mensajero de Francisco de Carauajal que
era muy conoscido de los mendocinos^ y los de la
entrada le querían ver y oyr lo que diría y a lo
que vernia. El Padre Márquez, viendo tantos
hombres y soldados, repartió entre ellos las de-
mas cartas que lleuaua y ellos las rescibieron, las
quales se leyeron publicamente lo que en ellas se
contenia, delante de Lope de Mendoza, porque no
se sospechasse dellos alguna cosa donde no auia
que. Quando Lope de Mendoga oyó leer las car-
tas que venian para los de la entrada, comento de
bramar y gruñir viendo en quan poco lo tenia
Francisco de Carauajal, menospreciándole en
todo lo que auia escripto en las cartas. Principal-
mente se enojo mucho mas quando oyó dezir al
Padre Diego Márquez todo lo que le fue mandado
que dixesse a los capitanes y soldados de los he-
redianos de la entrada, que comento a dar bozes
como vn loco desatinado, diziendo con gran furia
y enojo que le quitassen de delante aquel mal
hombre antes que lo mandasse dar de puñaladas.
El Padre Diego Márquez se salió fuera de la casa
porque los capitanes y soldados le dixeron que
assi lo hiziesse, pues lo mandaua el General, antes
que lo matassen, y el tuuo creydo que lo mataran;
215
mas el espero, aunque no sin rezelo, hasta
lo que parauan aquellas brauezas y azoram
o que respuesu le darían todos para que II
al que lo aula embiado. Auiendo lüs vnos I
do y los otros hecho burla y escarnios, qu<
las hizieron pedamos, y de quien las auía er
y quien las auia traydo, torno el Padre
Márquez a parescer sin ningún rezelo ante
de Mendoza y ante los soldados herediano;
entrada, para ver lo que mandauan, o sí a
guno que se quisiesse dar al seruicio de G
Pi^arro, o si lo quedan despachar con s
cartas. Y viendo que no hazian casso ni r
de lo hazer, mas empero le riñian con may
ueza y enojo que de antes porque las auia 1
el (1) con mucha paciencia y disimulación i
y no dezia cosa alguna porque no le ma
Mas al cabo y a la postre les dixo y hablo i
labras rauy humildes; principalmente aui
puesto cara a cara, con el bonete en la man
Lope de Mendoza, le hablo y le dixo lo sig
estando todos los mendocinos y heredian
sentes: Señor capitán y señores míos, yo oí
co quan encarescidamente yo puedo que m
rays oyr ciertas razones y nadie me vaj
mano para que calle, porque os quiero des
y maniffestar muchas cosas secretas las
cumplen y- atañen mucho a todos quanto;
aqui presentes y aun a los ausentes. Si I
ssierd es guardar y cumplir y ponellas por I
216
haréis gran seruicio a Dios Nuestro Señor y a Su
Magestad, que es lo que (1) mas se pretende en
este negocio difficu'toso, aunque muy honrroso y
de calidad, porque con ello se remediaran muchos
males, daños y crueles muertes que adelante se
podrían recrescer y que se podrían leuantar entre
los sediciosos y vandoleros; y la verdad diziendo
y la puridad descubriendo, digo. Quanto a lo pri-
mero auran de saber que si mi venida fue a este
pueblo causólo ser yo mensajero y traer las car-
tas que Francisco de Carauajal me dio para que
os las truxesse, las quales aueis visto y leydo lo
en ellas contenido y lo que os embian por ellas a
suplicar encarescidamente. Por cumplir en algo
lo que me fue mandado y como mensajero que no
tiene culpa, por ser libertado, dixe todo aquello
que Francisco de Carauajal me mando os dixesse,
de lo qual, según he visto, a resultado gran enojo
y escándalo en todos los que aqui estáis presentes
y tomastes occassion de quitarme la vida. De todo
lo qual me ha pesado bien y verdaderamente por
dar enojo a tanto cauallero que no merescen ser
enojados; mas bien se que seré perdonado por lo
que agora quiero contar en breues palabras, y
esto ténganlo por cierto y verdad, porque yo no
me atreuiera a dezir otra cosa, ni me mueue a de-
clararlo, sino es por el seruicio que se ha de hazer
a Dios y a Su Magestad. Aurán, señores, de saber,
que algunos de los soldados principales que están
en el campo de Francisco de Carauajal se enco-
lo Tachado: Su Magestad.
i hazeii saber co-
tos de su persona
y de su mala y peruersa condiscion y querrían
dalle la muerte, si ser pudiesse antes oy que ma-
ñana. Y viendo que no lo pueden hazer por la mu-
cha guardia que siempre y a la contina trae con-
sigo, no lo han ossado hazer ni ponello por la obra
por el gran peligro que ay, por lo qual han deter-
minado de lo dexar y desamparar al mejor tiem-
po, para que, señores, podáis ganar el precio y la
honrra de su muerte y en que le quitéis deste
mundo. Por tanto, caualleros y señores mios, si
queréis ganar esta honrra y reputación de la
muerte deste tan maldito y cruel hombre, sera ne-
cesario yconueniente que ninguno de vosotros
se vaya ni se mueua deste lugar, sino que aguar-
déis al enemigo, que sin sentillo ni saber como ni
de que manera se viene a poner en vuestras ma-
nos- Mirad, señores, no permitáis perder esta tan
buena coyuntura que la fortuna os apareja, por
que si de otra manera lo hizierdes y no quissier-
des pelear como creo que le daréis batalla, seria
nunca acabar ni concltiyr en la vida estas gue-
rras tan enojosas y tan pessadas. Lo queme pa-
resce que se podra hazer es, si lo tuuierdes en vo-
luntad, saino mejor juycio y entendimiento, que
salgan mañana todos al campo, en donde los pi^a-
rristas y los caualleros que dessean pasarsse a
vuestro exercilo os vean, porque ellos venidos y
passados no serán menester las armas, sino los ca-
uallos bien herrados para seguillos en el alcance a
los que se quissieren escapar a vña de cauallo. Y
I
^
218
porque con mas animo y prompta voluntad lo ha-
gáis, os quiero descubrir la puridad y el secreto de
los secretos caualleros y soldados que determinan
de pasarsse a este vuestro exercito para seruir en
el a Su Magesiad; son los siguientes; Primeramen-
te el capitán Pedro de Castañeda con hasta diez o
doze arcabuzeros y otros tantos piqueros de su
compaflia, todos buenos soldados y animosos.
Yten mas el alférez mayor Pedro Alonso de Ca-
rrasco, con el estandarte de Gonzalo Pi<;arro, con
treynta hombres de a cauallo de los mas principa-
les que vienen en el campo. Como estos caualle-
ros supieron que yo venia por acá con este recabdo
y como ellos son tan mis señores y amigos, nr.e
descubrieron esta puridad y secreto y me rogaron
muy encarescidamente que todo esto os hiziesse
saber, y no lo escriuen por el gran peligro que ay
y porque no sean descubiertos. Y como yo sea
muy cierto seruidor de Su Magestad lo he dess"a-
do en gran manera y querría ver solamente a
Francisco de Carau;ijal deshecho y desbarata-
do (1) y el puesto en vuestras manos, porque yo me
vea libre del, que me trae consigo por fuerza y
contra toda mi voluntad. Y para que con su des-
iruycion se puedan atajar muchos daños y grandes
males, porque con su poderío y gran soberuia an-
daría siempre rebuelta la tierra, por donde po-
drían perescer muchos seruidores de Su Magestad
y otros que no tienen culpa; y con esto acabo su
arenga. Oyendo esta platica Lope de Mendoza y
Mésenles con el, no su-
rian crédito o no, o si
en, de Juan del Enzi-
: mas competía para vn
ino, porque ynteruenía
lor loqual tnuieron en-
auia dicho no era ver-
as en lo que parauan, y
■sas que el Padre Diego
determinaron de los
n en proposito antes de
;ar con ellos, que de re-
a de la venida dellos. Y
1 dio por respuesta, sin
orque no tenían papel o
luir, sino de palabra, di-
Señor capellán, diga a
e reduziendose el al ser-
iniendosse a el y dexan-
*i(;arro, pues era tirano,
ualleros estauancon el
voluntad con sus perso-
exarian atrás oluidados
iculares que entre si te-
ndo aceptar esta paz y
lieise esperanza, que el
rada que con el estañan
tes le querían dar bata-
eruídores de Su Mages-
los de tiranos y traydo-
I
220
res. Y que si por ventura tuuiesse por bien que
entrambos exercitos se ajuntassen en buena con-
formidad y hermandad, que luego lo haria, dándo-
le auisso dello, y con esto seruirian todos juntos a
Su Magestad y a el le ternian por General de todo
el exercito. Y por otra parte dixo al Padre Diego
Márquez que dixesse al capitán Pedro de Castañe-
da y a Pedro Alonso de Carrasco (1) y a los demás
secretos caualleros, que si Francisco de Caraua-
jal no hazia lo que le embiaua a suplicar, que ellos
como buenos seruidores de Su Magestad cumplie-
ssen sus palabras, que todos ellos los siruirian con
gran amor y los rescebirian con muy entera vo-
luntad como a hermanos y amigos y señores. Y
que ellos los aguardarían, como lo auian embiado
a dezir, dentro en el pueblo o fuera en el campo,
en donde se podrían ajuntar todos para hazer al-
g-un buen effecto que fuesse en seruicio de Dios y
de Su Magestad para poder destruyr a todos los
que andauan fuera del; y assi les embio a dezir
otras muchas cosas, y con esto se fue el Padre
Diego Márquez. Dizen muchos que destos secretos
supieron, y se deue tener por verdad, que todo
quanto dixo el Padre Diego Márquez al capitán
Lope de Mendoza y a los heredianos, de lo que
toca al capitán Castañeda y al alférez mayor, de
lo que auian dicho, no passo assi, sino que todo fue
hecho por ynduzimiento y consejo de Carauajal y
de su Maestro de campo Dionisio de Bobadilla que
le auissaron diziendole que si por ventura Lope de
(i) Tachado: CaUaneda.
vna parte, y de la ot:
1, no se quisiessen dj
igalo Pigarro, que I
nido porque tomassi
) y no se fuessen con
o y los demás. Con
esperanza de los ve
)der tomar y prendí
;arse de Lope de Me
le Luys Perdomo, qi
ue no tenían culpa (
sabían del todo lo qi
t vna parte o a oti
a vsanga de guerr.
Tarauajal uvo desp.
irquez, como arrit
o el recaudo que k
: partió del pueblo c
enemigos los mend<
ntrada. Anduuo esl
lo adelante hasta qu
de yndios, ya nochi
donde prometió a si
partir entre ellos U
os, si con valerosida
venidera. Serian do
Padre Diego Marque
y llegado ante Frai
o rescibio muy biei
>quanto leauiapassí
222
do con los mendocinos y con los heredianos de'la
entrada, y de la respuesta que traya de palabra.
Y de como Lope de Mendoza, Alonso Camai^o
y Luys Perdomo le auían amenazado terriblemen-
te con la muerte si hablaua con los capitanes y
soldados que vinieron de la entrada, y de como los
vnos, ni los otros, ni ninguno dellos, se querían
dar al seruicio de Gonzalo PiQarro, según la so-
beruia que mostrauan tener. De todas estas cosas
le peso mucho a Francisco de Carauajal (1) porque
vido y entendió que le auian de dar batalla, aun-
que con esperanza de conseguir el la vitoria, por-
que como el dezia conñaua en Dios y en la buena
gente que consigo tenia, la c^ual valia mas que la
de (2) los mendocinos. Y que Lope de Mendoza,
•como el tirano dezia, era muy couarde como el
cieruo, [y] aunque los de la entrada eran de gran-
de animo, esfuerzo y valentia, mas estauan todos
ellos desarmados y tenían los cauallos muy flacos
y desherrados, y muy poca poluora y muy ruyn.
(r) Tachado: Rojas,
<l) Ms. d* la de.
LO XXVI
ARAUAJAL SE PUSSO EN CA-
JRDENAKCA PARA EL PUE-
CAMINO LO QUISSO MATAR
: LOPE DE HENDOCA, Y LO
LOS CORREDORES
lescido en el exercito de
quando ya el andaua a ca-
i Itamando a sus soldados
ensillassen y caualgassen
pueblo de Pocona, lo qual
n presteza- Después que
lUo y puestos á punto pa-
:amino Rea! y los pusso
; la forma y manera como
>les muchos auissos de lo
que auian de hazer yendo
i fin porque los mendoci-
tuuiessen puesta alguna
algunas quebradas y ma-
1 camino, que vn yndio del
dizo los Ueuo por alli, que
10 los Ueuar por arriba que
i
224
era buen camino. Alli entresaco de las compafiias
iin de Morales y de Pedro de Castañeda veyn-
:abuzeros para que se quedassen a guardalle
rsoro y riqueza que tenia y la ropa y fardaje
; soldados, todo lo qual mando se quedasse
uel pueblo por muchos respectos y causas, y
-den que todos llenaron fue en esta forma y
ra. Primeramente lleuaua la auanguardla el
in Pedro deCastafteda,al qual seguían treyn-
inco arcabuzeros y veynte piqueros de su
aflia. Yten mas, yua tras estos por batalla la
aftiade Juan de Morales, el quul estaua en
iempo en la cibdad de Quito con Gonzalo Pi-
, que Francisco de Carauajal lo auia embia-
a los dias atrás, y los soldados que fueron
e (I) y cinco arcabuzeros y veinte piqueros-
yua luego consequenter tras ellos el capitán
n de Almendras con treynta hombres de a
lo bien armados. Y tras el yua la compafiia
ancisco de Carauajal con quarenta hombres
:auallo, todos bien armados, [ej yuan en bue-
mallos. En ta retaguardia de toda esta gente
I capitán Alonso de Mendoza, el qual era
liestro en las cosas que tocauan al arte mili-
lleuaua consigo quarenta piqueros y veinte
uzeros. Todos estos hombres de a cauallo y
uzeros yuan bien aderes9ados y en buenos
:os y muías y a puato de guerra, los quales
yuan caminando con gran priessa y al son
atambores y lleuauan los estandartes y las
225
vanderas tendidas tremolcando por el ayre. De
manera que los que yuan en horden caminando
eran ochenta arcabuzeros y ochenta piqueros y se-
senta de a cauallo, que por todos fueron doscien-
tos y treynta soldados, que no cuento los veinte
arcabuzeros que quedaron en guarda de la ropa,
de Francisco de Carauajal y de sus soldados. He-
cho por corredores a veinte hombres de a cauallo
y arcabuzeros que entresaco del exercito y de las,
compañías para que fuessen adelante descubrien-
do el camino, y el se fue tras ellos con hasta áitz
arcabuzeros que le acompañauan y le guardauan
la persona y la vida, por manera que el yua en
medio entre el exercito y los corredores. De quan-
do en quando reparaua y luego comengaua de ha-
blar a sus capitanies y soldados animándolos a la
batalla, y el Maestro de campo Dionisio de Boba-
dilla y el sargento mayor Balthasar de Cepeda y
los menores hazian también su officio poniendo en
horden al que della salia. Quando Uegauan a vn
mal passo o camino angosto yuan de vno en vno y
de dos en dos hasta que allegauan a vn llano, don-
de se tomauan a poner en horden, y esto sin que-
brar el hilo que lleuauan hecho por muchos malos
passos y angostos caminos que hallaron en aque-
llas siete leguas, porque era atajo de yndios. Fran-
cisco de Carauajal, como fuesse marchando delan-
te del exercito, yendo por vn angosto camino,
auiendo ya dexado atrás sus corredores y llegan-
do a vna quebrada espesa de arboleda, estaua
puesto alli vn mestizo llamado Antón, que era de
la entrada, escondido en el arcabuco con diez yn-
G. DB Santa Clara.— IV.— 3.o l5
ít.
226
dios ñecheros para matar a Carauajal si por alli
passasse. Y como le vieron passar y le conoscie-
ron los jTidios de Pocona, el Antón juntamente
con l06 dichos yndios le tiraron a la par, y quiso
su ventura y dicha que no le azertaron; aunque le
acertaran no le hirieran en ninguna parte, ni a los
suyos, porque yuan todos bien armados. Y las fle-
chas que los yndios tiraron quedaron las vnas hin-
cadas en los arboles, y las otras en los sayetes que
trayan sobre las armas, aunque los espantaron te-
rriblemente, por lo qual los soldados pi^arristas
comentaron a dar bozes apellidando a las armas.
Mucho quissieran los diez arcabuzeros pi^arristas
yr tras los yndios flecheros, porque ya se auian
apeado de sus cauallos, y Francisco de Carauajal
les dixo que no fuessen tras ellos, porque seria en
valde el trabajo que en ello se pussiesse. Ya que
fueran tras ellos no pudieran passar adelante, ni
los pudieran prender, a causa que el arcabuco era
espeso y cerrado y auia por alli muy grandes pe-
ñascos, y los yndios muy ligferos, que no los pu-
dieran alcangar, y por esto se quedaron alli, que
no passaron adelante, creyendo que auia algún
mayol" peligro. Mando Francisco de Carauajal que
luego de mano en mano diesen mucha priesa a los
capitanes y soldados que venían atrás, para que
marchassen prestamente, y ellos como oyeron este
mando se dieron priesa a caminar. Y también por
oyr dezir |al arma, al arma! se tuuo creydo que
pues los yndios le ponian celadas, que los mendo-
cinos y heredianos de la entrada se las ternian
puestas adelante, y assi se juntaron todos como
i^iT.
227
pudieron en aquel angosto camino. Pues como vi-
do que la retaguardia era llegada, comento de
marchar su poco á poco y passo ante passo y muy
atentadamente y con gran recato, llenando sus co-
rredores por delante muy bien armados, y assi lle-
garon todos a vn llano desde donde se parescia el
pueblo de PoGona en lo baxo, que estaua de alli
cerca de vn quarto de legua. Desde este mismo
llaiio los pigarristas vieron que muchos de los
mendocinos y heredianos andauan de vna parte a
otra cruzando por el pueblo, que salían desde vna
casa grande que estaua vn poco apartada del pue-
blo, escondiendo la poca ropa que tenian por las
casas de los ynfliós. Francisco de Carauajal tuuo
entendido que era algún ardid que sus contrarios
hazian contra el, y por esto mando hazer alto pa-
ra ver y considerar muy bien lo que hordenauan,
y como vido que ellos y sus yndios yuan cargados
de ropa luego entendió lo que podía ser, y en el en-
tretanto maúdo hordenar muy bien sus esquadro-
nes. Viendo Lope de Mendoga que su contrario
venia se salió de la casa fuerte que tenia, a dos
fines: lo vno, porque los soldados de Francisco de
Carauajal lo víessen en el campo para que se pa-
sassen a el los que se auian de passar según y co-
mo lo auia antedicho al Padre Diego Márquez. Lo
otro, porque si el Padre Márquez le uviesse bur-
lado, le parescio estar mejor en el campo que en
la casa fuerte» porque si le fuesse mal en el com-
bate retirarse lo mejor que pudiesse a las sierras
de Jos Andes, y si bien y Dios le daua vitoría, se-
guir el alcance para gozar della. También tuuo que
228
si Francisco de Carauajal le quisiesse dar ba^
talla, que era mucho mejor que fuesse en el
campo, porque por ventura lo cercarían sus ene-
migos en aquella casa y le podrían tomar el fuer-
te lugar que tenían por los muchos soldados
que traya, o tomallos por hambre cercándolos-
porque no pudieran salir al pueblo y a las ca-
sas de los yndios a buscar de comer. También
porque no les quemassen las casas del fuerte lu-
gar donde estañan apossentados, que eran las azo-
teas de paja; y consideradas todas estas cosas, an-
tes que saliesse, según las gentes dixeron, dexo
secretamente en vn rincón de vna cámara ente-
rrados mas de veinte mili pesos en oro y en plata-
Hecho esto se salieron todos vn quarto de legua
de la casa fuerte y se fueron a poner a vna llanada
junto a vnos paredones y barrancos que tomaron
por reparo adelante de la casa fuerte y del pueblo
de Pocona, de manera que la casa y el pueblo es-
tauan en triangulo de Francisco de Carauajal y de
Lope de Mendoza. Después que Francisco de Ca-
rauajal se hallo en el dicho llano se apeo de su mu-
la bermeja y caualgo en vn buen cauallo bayo y
ensillado a la estradiota, y el yua armadp de todas
armas y vna lan^a en la mano de buen tamaño,
con vn fistolete que lleuaua en el ar(;on delantero.
Tomo diez arcabuzeros y otros tantos de a cauallo
y se fue con ellos hazia el pueblo de Pocona a rre-
conoscer el sitio y assiento que los mendocinos y
heredianos auian tomado, y a uer lo que hazian y
lo que hordenauan para dar la batalla, dexando
primero mandado que se hiziessen y hordenassen
r "-
229
bien los esquadrones. El Maestro de campo Dioni--
sio de Bobadilla y el sargento mayor 3althasar de
Cepeda con los demás capitanes y officiales del
exercito hizieron y hordenaron dos esquadrones,
el vno de a cauallo, y el otro de la ynfantería. En
la parte de los de a cauallo pussieron los dos es-
tandartes en la segunda hilera, y enfrente y delan-
te dellos pussieron diez arcabuzeros y otros tantos
piqueros porque si los de a cauallo de Lope de
Mendoza y de Nicolás de Heredia arremetiessen
hallassen primero aquel estoruo para los desbara-
tar y deshordenar. Pussieron la ynfanteria a la
mano yzquierda de la caualleria, en esquadron
quadrado, y los capitanes Alonso de Mendoza y
Pedro de Castañeda estañan en la delantera del es-
quadron con sus arcabuzes en las manos y puestos
a punto de guerra, y las tres vanderas se pussie-
ron en la tercera hilera. Pues como Francisco de
Carauajal fuesse hazia el pueblo y a la casa fuerte
con sus arcabuzeros y los de a cauallo, llegaron
muy junto á el y reconoscio el sitio y el lugar qué
sus contrarios tenian, y de ventura topo con qua-
tro corredores de Lope de Mendoza, y queriendo
huyr no pudieron porque fueron presos de los pi-
^arristas. Francisco de Carauajal les aseguro las
vidas y personas y les dixo que no tuuiessen nin-
gún rezelo, porque les prometía de no les hazer
ningún mal ni daño, sino que hablando vn poco
con ellos les dixo que luego se podrían libremente
tornarse a sus capitanes y a los demás sus compa-
ñeros. Quanto a lo primero les pregunto que yn-
tención era la de Lope de Mendoza, y que gente
230
tenia y que capitanes auia y quantos arcabuzés te-
nían los soldados heredianos de la entrada y quan-
ta poluora y en que sitio y lugar estañan puestos
y que entradas y salidas auia en el. Ellos respon-
dieron y dixeron todo lo que sabían y auian visto
y entendido, y al cabo les dixo Francisco de Cara-
uajal: por vida de vs. ms. digan a essos señores
capitanes y á los soldados que de la entrada salie-
ron, como ciertamente andan muy ciegos y enga-
ñados con Lope de Mendoza, y que dexen de an-
dar en su compañía. Y pues están ya metidos en el
peligro de la batalla, que mejor sera salirse della
con buen tiempo sanos y libres, y no poner en du-
da sus personas y vidas, y pues tienen agora bue-
na coyuntura se pueden venir a mi, que yo les ha-
re muchas mercedes en nombre de Su Magestad y
de Gonzalo P¡<;arro mi señor, lo que no puede ha-
zer Lope de Mendo<;a, porque no tiene que dalles.
Y que si el les daua batalla y caya la suerte por el^
que botana á Dios y a Sancta Maria su madre que
no auia de dexar a ninguno dellos la vida, sino que
a todos quantos prcndiesse los auia de mandar
ahorcar y hazer quartos como a malos traydores,
y por tanto mirassen lo que hazian, y que mejor
era se viniessen a dar de paz y en buena amistad
y concordia. Los quatro corredores, que el vno se
llamaua Pedro Ardiles y el otro Francisco de Cue-
uas, que eran todos heredianos de la entrada, se
encomendaron en la su merced con palabras muy
humilldes, besándole las manos y agradesciendole
mucho la libertad que benignimente les daua sin
lo merescer, y le prometieron de hablar a todos
'.»r*:'J
231
los soldados sus compañeros lo que les mandaua
dezir. Y esto hazían con protestación que si ellos
o alguno de los mandones no quisiessen venir, que
ellos quatro y con algunos verdaderos amigos que
tenian se vernian a su mandado y al seruicio de
Gonzalo P¡(;arro después que se pusiesse la luna,
la qual se ponia cerca de media noche, y cort esto
se despidieron los vnos y los otros. Francisco de
Carauajal se torno a los suyos, aunque con poca
esperan9a que ninguno de los heredianos vernia a
su llamado, y llegado a sus esquadrones dixo á los
suyos lo que con los corredores auia passado y de
como le auian prometido de se le passar con los
amigos que tenían, de lo qual se holgaron mucho
aunque algunos no lo tuuieron por cierto que ver-
nian. Y quitandosse de alli fue a uer si los esqua-
drones estañan bien hechos y hordenados, y hablan-
doles los llamaua de sus propios nombres, porque
tenia muy grande y buena memoria, que era cosa
estraña. Porque si el via algún hombre y le dezia
su nombre y [de] donde era natural, y en viéndole
que le via otra vez, aunque fuesse dende a dos
aflos que no le uviesse visto, luego le conoscia y lo
llamaua de su nombre propio, y assi no auia hom-.
bre en todo su campo que no lo conosciesse, y por
esto los llamaua y nombraua con alegre semblan-
te. Mando a los caualleros, digo arcabuzeros, que
estañan delante de la caualleria, que no tirassen al
cauallero, sino al cauallo, porque en cayendo los
delanteros desbaratarian luego a los traseros y
vernian a dar de ojos en los cay dos, para que alli
muriessen pisados de los cauallos. Yten, mando a
232
los arcabuzeros del esqaadron de la ynfanteria que
tirassen a los contrarios a las rodillas, porque ha-
rían el tiro cierto, porque tirándoles a los pechos
passarian las balas por alto, y tirando a lo baxo
aunque el tiro fuesse auieso harían effecto, porque
no dexarian de matar o herir; y assi les estuuo
dando lición como auian los arcabuzeros de tirar.
CAPITULO xxvn
DE COMO FRANCISCO DE CARAUAJAL SE METIÓ EN LA
CASA FUERTE, Y DE LA MUY BRAUA ARMA QUE SE
DIO ENTRE SUS SOLDADOS, Y DE COMO LOS CORREDO-
RES DEL CAPITÁN LOPE DE MENDOZA PRENDIERON
VNA DE LAS CINTINELAS QUE TENIA PUESTAS EN
EL CAMPO
Una buena hora estuuieron los dos esquadrones
de Francisco de Carauajal parados en aquel llano
después que los corredores se fueron al exercito
de su capitán Lope de Mendocpa, y como vieron
que ninguno venia del campo de los here dianos de
Ja entrada díxo el sargento mayor Balthasar de
Cepeda a Francisco de Carauajal: Señor, mejor
sera que nos metamos en la casa fuerte que nues-
tros enemigos desampararon, pues nos han hecho
la merced de la dexar, y no estarnos aqui pa-
rados al viento, y alli los podremos aguardar si
ellos quissieren venir de paz o de guerra, y les po-
dremos dar de contado el alquile de la casa si nos
lo pidieren. Francisco de Carauajal respondió di-
ziendo: ya yo tenia en voluntad de lo mandar ha-
zer; pues v. m. lo quiere, hágase assi; y luego
mando a sus capitanes y soldados se f uessen a la
I
234
casa fuerte, que estaua a vn lado del pueblo, y que
mejor estarían en ella que no en aquel llano para-
dos y hechos personajes; Ellos lo hizieron assi,
que su poco a poco y píisso ante passo y al son de
los alambores y llenando las vanderas tendidas al
viento y con gran silencio y puestos en sus esqua-
drones y todos a cauallo entraron en la casa fuer-
te. Francisco de Carauajal yua en la delantera es-
carnesciendo y haziendo burla de los mendocinos
y heredianos de la entrada porque auian dexado
la casa fuerte y se auian ydo al campo, y desta
manera se metieron todos en la casa y se pussie-
ron los dos esquadrones en un patio grande que
en ella estaua. Metidos en este patio vieron que
estañan hechos fuertes por aquella noche hasta la
mañana, porque se contenían en este patio tres (1)
puertas grandes y a vn rincón del auia vna fuente
manantial de agua muy buena que yua por sus ca-
ños al pueblo de los yndios, que dio la vida a los
soldados, que yuan muertos de sed, en donde todos
se refrescaron y aun se lañaron. Pusso Francisco
de Carauajal por guarda en vna puerta destas tres,
que era la mas principal y ancha, al capitán Alon-
so de MendoQa con toda su compañía, y en la se*
gunda puerta pusso al capitán Pedro de Castañeda
con toda su gente, y en la tercera pusso la compa-
ñía del capitán Juan de Morales, la qual tenia a
cargo el alférez Juan Velez de Gueuara. Mando
por otra parte a veinte hombres de a cauallo que
anduuiessen por todo el'Jjatio velando y mirando
(I) Tachado: /a/rW.
235
porque los mendocinos y heredianos no entrassen
por encima de las paredes, o hiziessen algún por-
tillo para que diessen por alli assalto, porque era
muro para ellos, y los demás de a cauallo los re-
partió por las tres puertas, que los mando apear
de sus cauallos. Después de auer puesto en borden
sus esquadrones se retruxo a vna cámara por re-
frescarse y comer (1) alguna cosa, que en todo
aquel dia no auia comido bocado, y sus capitanes
ynconsi derada mente se fueron tras el por hazer
otro tanto, que tanpoco no auian comido. Dexaron
ante todas cosas ^ los alferezes y a los soldados
por fieles guardas de las tres puertas, y entrados
todos en la casa o aposento cenaron de lo que sus
criados auian traydo del exercito, que en la casa
no hallaron que comer, porque lo auian algado los
mendocinos y heredianos porque no se aprouecha-
sse nadie dello. Con esto estuuiéron estos capita-
nes muy gran rato en diuersas razones y platicas
con Francisco de Carauajal, no rezelandose de
cosa alguna, hasta por la mañana que entendian
dar la batalla. Y assi tenían puestas en muchas y
diuersas partes sus cintinélas, escuchas y guardas
contra los mendocinos y heredianos, porque si
algo uviesse les viniessen con presteza a dar man-
dado y auisso de todo ello en vna carrera. Como
los soldados vieron ydos a Francisco de Caraua-
jal y a sus capitanes y supieron que estañan ce-
nando, comentaron a desmandarse sin alguna dis-
creción, y con gran temeridad y sin mirar que sus
(l) Tachado: vh hoc«id«.
236
enemigos estauan a la puerta se salieron del patio
y se fueron al pueblo y casas de los yndios. En es-
tas casas tenían los mendocinos v heredianos
guardado su ropa y fardaje, aunque poco, y como
llegaron a las casas comen9aron de tomar y robar
todo quanto hallauan a diestro y siniestro, sin de-
xar ni perdonar cosa alguna, 4"e todo lo sobar-
cauan, quier fuesse cosa vieja, quier fuesse nue-
ua, que todo lo lleuaban (1) a la casa fuerte. Rizó-
se este asalto de tal manera que vnos tomauan
cauallos y muías, y otros muchos carneros y oue-
jas de las que ay en esta tierra; otros tomaron yn-
dios y las yndias que tenian de seruicio, y otros la
plata que hallaron; finalmente, que no dexaron
cosa, que todo quanto pudieron hallar lo tomaron,
robaron y hurtaron con gran violencia. Los yndios
de seruicio que vieron esta destruycion luego lo
fueron a dezir a sus amos los mendocinos v here-
dianos de la entrada que estauan en el exercito, los
quales [lo] sintieron mucho porque no tenian mas
que aquello en caudal, porque era toda su riqueza.
Aunque a otros no se les dio nada creyendo que
aurian la vitoria contra los rebeldes y que todo
quanto se les auia tomado y lo que sus contrarios
tenian auia de ser todo para ellos y que lo auian
de ganar a f uerv'a de armas, y no robándolo como
ellos lo auian hecho como ladrones públicos. Pues
las cintinelas que se pussieron de parte de Fran-
cisco de Carauajal fueron al campo y comentaron
de ver y considerar escuchando lo que los men-
eo lii.llritnm.
237
docinos y heredíanos hazian, y acasso se diuidie-
ron y apartaron de los otros corredores Francisco
del Enzina y Xpoual Ximenez, hermano de Don
Fray Juan Solano, obispo del Cuzco, y se fueron
entrambos por otra parte y se pussieron encima
de vn otero para desde alli considerar lo que los;
contrarios hazian. Estando en esto dieron sobre,
ellos seys de a cauallo de los heredianos de la en-
trada creyendo que eran de sus compañeros, y se
fueron a ellos, y como no dieron el nombre del
sancto reconoscieron que eran de los pic^-arristas
y prendieron al dicho Francisco del Enzina y lo
licuaron ante Lope de Mendoza, y Xpoual Xime-.
nez huj'o porque tenia buen cauallo corredor. Pues
como Xpoual Ximenez escapo se fue con gran ve-
locidad a la casa fuerte, el qual yua dando bozes
y diziendo ¡al arma, señores, al arma! que núes-
tros enemigos vienen; y assi allego a la pla^a con
mas miedo que con vergüenza, seg-un yua demu-
dado, de que todos se alborotaron. Entrando adon-
de Francisco de Carauajal estaña apossentado le
dixo con gran ahinco' ¿que haze v. m. aqui metido?
¡cuerpo de Sant! que los enemigos vienen y han
preso a mi compañero Francisco del Enziija en
donde estauamos puestos por cintinelas. Assi co-
mo Francisco de Carauajal 03^0 esto se sallo del
apossento en donde estaua, con gran presteza, y
también los que estañan con el, y desque vido la
poca gente que auia en la plaza y en las puertas
tuuo gran rezelo, sospechando que los suyos se
aurian passado a Lope de Mendo(;a y a los de la
entrada, y tuuose por perdido. Ciertamente fue
238
este gran descuydo de Francisco de Carauajal y
gran 3^naduertencia de sus capitanes, no mirando
que estaunn enfrente de sus enemigos, que si en-
tonces los mendoclnos y heredianos vinieran se
perdieran Carauajal y todos los piQarristas; mas
ayudauales entonces fortuna para después ver ma-
yor y desastrada y mas afrontosa cayda, como
adelante mas largamente diremos. Luego pre-
gunto a los suyos que presentes estañan que adon-
de eran ydos los demás soldados; le fue respondi-
do que todos andauan rancheando por el pueblo y
por las casas de los yndios, por lo qual se reporto
y assossego vn poco. Mando Juego a los atambo-
res que tocassen reziamente al arma*y que se sol-
tassen algunos arcabuzes para que lo oyessen los
mendocinos y heredianos y tuuiessen entendido
que velauan y no dormían y que ya sabrían de su
venida, y para que también lo oyessen los que an-
dauan derramados por el pueblo y se recogiessen
prestamente a sus vanderas. Como los atambores
resonassen y sonassen mucho y los soldados que
andauan rancheando oyeron el ruydo y dislates
de los arcabuzes, tuuieron entendido que los men-
docinos y heredianos eran llegados a la casa fuer-
te, por lo qual muchos dellos dexaron todo quanto
tenían en las manos, y otros lo truxeron al patio,
y assi se recogieron todos a sus vanderas. Des-
que los vido Francisco de Carauajal quiso salir de
medida para los castigar, y con el tiempo peligro-
so no quiso hazer cosa, sino que tan solamente los
reprehendió blandamente, dizíendoles que ¿por
que no tenían vergüenza ni miramiento en dexar
y randeras en tan graa peligro?
:nemigos vinieran ¿que cuenta die-
ran Ofi SI mismos, porque los contrarios los pudie-
ran fácilmente prender y matar? y assi les dixo
otras muchas cosas. Como los pii;arristas estuuie-
ssenapercebidos creyendo que los mendocinos y
heredianos venían, los estuuieron aguardando
mas de vna hora con las armas en las manos, y
desque vieron que no venían assossegaronse vn
poco. Mas con todo esto Francisco de Carauajal
embio haziá alia diez arcabuceros en buenos ca-
uallos para que viessen lo que hazian sus contra-
rios, y los corredores fueron y dende a vn ralo
boluieron con auiso que no venian. Que por hazer
la luna muy clara les parescio desde vn altofano
estar puestos en dos esquadrones en vn llano, por
lo qual todos se assossegaron y fstuuieron quedos
en sus puestos y cenaron de lo que algunos te-
nían (1) y que auian traydo de la ranchería, que en
todo el día no auian comido. Francisco de Cara-
uajal, con el rezelo que tuuo que sus soldados se
tornarían a desmandar en yr otra vez a ranchear
sin temor ni rezelo alguno, no se quiso quitar de
alH, antes comento de passearsse a pie por el pa-
tio o si quíer plai;a. Y de quando en quando yua a
visitar las tres puertas, hablando con sus capitanes
y soldados animándolos para que fuertemente pe-
leassen si los enemigos vlniessen, y que por co-
uardia no desamparasen el lugar que tenían, sino
que todos muriessen como buenos hombres, o ven-
cí) Ui.linla.
240 •
ciessen a sus contrarios. Los corredores que pren-
dieron a Francisco del Enzina lo licuaron ante
Lope de Mendoza, el qual le hizo mucha cortesía
y luego le pregunto que gente, que fuerzas y que
yntencion era la de Francisco de Carauajal, y si
por ventura sabia que uviesse algunos hombres
de sus compañeros que se quisiessen pasar a su
exercito a seruir a Su Magestad. Y demás desto
que le auian certificado ciertos seruidores de Su
Magestad que muchos soldados estañan muy con-
•
tra su voluntad en seruicio de Gonzalo Piíparro, y
que por esto querían dexar y desamparar a Fran-
cisco de Carauajal, y que cierto el estaua maraui-
liado de como no se auian passado. Francisco del
Enzina respondió diziendole la verdad de todo lo
que sabia y de lo que tenía conoscido en los capi-
tanes y soldados de Francisco de Carauajal, y que
tenia entendido que no auia ninguno que se qui-
siesse passar a su exercito, porque a lo que tenia
entendido estauan todos de vn acuerdo de pelear
contra el, ca se mostrauan por muy grandes ami-
gos y seruidores de Gon<paIo Pi^arro. Lope de
Mendoza, considerando esto y creyendo a Fran-
cisco del Enzina, luego entendió que el Padre Die-
go Márquez le auia burlado a fin de le hazer dete-
ner allí, y que su esperan9a aui.i sido vana. Mas
con todo esto no perdió punto de animo ni esperan-
za de alcanzar la vitoria, antes como capitán es-
forzado y animoso dixo a los suyos que seria bue-
no dar en los enemigos en poniéndose la luna, por-
que estarían descuy dados, que temían entendido
que la batalla se auia de dar otro dia por la maña-
241
•- S'i
na. En este comedio rescibio vna carta Lope de
Mendoza, que se la dio vn yndio bo^al, la qual es-
taua sin firma ni sobre escripto, y a lo que pares-
cio y según se dixo después que se la embiaron
ciertos hombres del campo de Francisco de Cara-
uajal. Lo que en ella se contenia era que le em-
biauan a dezir que diesse en la casa fuerte aquella
noche y que ellos matarían a Francisco de Cara-
uajal, y que hecha esta muerte en el, luego se pa-
ssarian todos a su exercito, y esto se presumió ser
assi y aun se tuuo por muy cierto por lo que des-
pués hizieron ciertos soldados contra el, como
abaxo se dirá. Aunque también se entendió por
otra parte que fue yn otro ardid como los passa-
dos que Francisco de Carauajal auia hecho, por-
que tuuo sospecha que si los mendocinos y here-
dianos no dauan en Ja casa fuerte algún rebato,
que se yrian adonde tenian su ropa y riqueza y se
la tomarían toda, porque después no la podria co-
brar dellos porque se yrian a esconder a diuersas
partes. Assi se afirmo que el mismo Francisco de
Carauajal embio la carta a sus contrarios para los
engañar del todo y destruyllos, por lo qual Lope
de Mendoga, dando crédito a ella, se apercebio
para dar la batalla, que sus soldados la desseauan
mucho por vengarse de los pi9arrjstas que les
auian tomado la ropa.
SI
-.•r
G. TiK Santa Clara.— IV.— 3.*
l6
CAPITULO xxvm
DE COMO LOPE DE MENDOZA HABLO A SUS SOLDADOS
Y DE LA PLATICA QUE LES HIZO PARA DAR BATALLA
AQUELLA NOCHE A FRANCISCO DE CARAUAJAL, Y DE
LA HORDEN QUE LES DIO PARA COMBATIR LA CASA
FUERTE QUE LOS ENEMIGOS TENÍAN TOMADA
Media noche era passada quando entre Lope
de Mendoza y sus capitanes se determino de no
poner mas dilación en el dar de la batalla a sus
mortales enemigos, porque vido que era ya tiem-
po conuenible porque se auia puesto ya la luna,
que les era muy ymportante y nescesario por cau-
sa de los muchos arcabuzes que los contrarios te-
nían. Y assi mando a Luys Perdomo, su Maestro
de campo, y al sargento mayor y a los demás offi-
ciales del campo que hordenassen muy bien los
dos esquadrones, aunque pequeños, porque los
quería yr a uer, y ellos lo hizieron assi. Después,
saliendo Lope de Mendoza de su tienda^ que esta
sola se auia puesto para el, subió en su cauallo y
se fue a los esquadroncíllos y los anduuo mirando
de vna parte a otra alabando a los capitanes que
estauan bien hechos, y luego se pusso enfrente
dallos para les hablar en donde le pudíessen oyr,
243
a los quales hizo vna platica persuatoria hablan-
doles en la forma y manera siguiente:
Paresceme, caualleros y señores míos, que es
cosa muy nescesaria y prouechosa que sin aguar-
dar mas tiempo ni alargar mas dilación vamos
con grande animo y esfuerzo a la casa fuerte y aco-
metamos a nuestros mortales enemigos que en la
casa están metidos con temor y couardia de pelear
con nosotros, contra los quales mostremos la vir-
tud que tenemos, porque de lá dilación nuestra
cobran ellos nueuas fuerzas y a nosotros se nos
doblan los trabaxos. Assi que no demos ya mas
lugar a que se passe el tiempo y la hora en valde,
ni tampoco a que se puedan mas fortifficar con
las paredes y reparos que tienen, pues de miedo
de nosotros como couardes se metieron en aquel
fuerte lugar por ampararse en el. Para mi tengo
creydt), y aun es assi, que sera muy fácil y ligera
cosa vencer a estos hombres que andan fuera del
seruicio de Su Magestad, pues nosotros andamos
en su nombre • y con su real boz, lleuando como
Ileuamos por delante la razón y recta justicia por
amparos y broqueles para nuestras deffensiones,
la qual ellos no tienen. Por donde vernan ellos a
conoscer y a entender el mal casso que siguen, y
como por ello han de ser vencidos y castigados
por el Visorrey Blasco Nuñez Vela y por nosotros
que estamos aqui agora en frontera dellos, pues
se apartaron de la lealtad y fidelidad que eran
obligados a tener al rey nuestro señor. Porque
por la dañada consciencia que tienen no podran
resistir el ympetu y furia de vuestros vigorosos
244
ánimos, ni tanpoco ossaran hazeros rostro, y assi
tengo entendido y aun creydo que su maluada
deslealtad y desuerguenca los hará couardes como
lo son, y a vosotros os dará esfuerzo y alienta
para conseguir la vitoria que tan desseada es de
nosotros. Traed en la memoria a quien vays a
seruír, que es al rey nuestro señor, y mirad quien
soys vosotros y de vuestra nobleza y virtud, y
acordándoos desto tengo por cierto y lo se muy
bien que peleareis con animo y esfuerzo y offen-
dereis valientemente al enemigo que tan cerca
esta de nosotros. De vna cosa os quiero aduertir
por donde tengo entendido que alcanzaremos la
Vitoria contra nuestros mortales enemigos, y es
que la batalla que auemos de dar es contra tray-
dores marineros y gente de poca suerte y valor y
de ninguna esperiencia, de lo qual a mi me pesa,
porque en ello abatimos y apocamos nuestras per-
sonas y honrras en tomarnos con tal vil canalla
como esta lo es. Mas en fin, al fin como ellos son
transgresores de los mandamientos del rey nues^
tro señor, es meritorio castigallos y hechallos to^
talmente fuera de toda la tierra como a hombres
malos, perniciosos, sediciosos y perturbadores
como lo son de todas las repúblicas destas pro-
uincias, y sobre todo perseguidores de los leales
seruidores y vasallos de Su Magestad. Pues en
ello hazemos gran seruicio a Dios y al rey nuestro
señor, librando toda esta tierra d^ tantas cruelda-
áesy males y daños como estos diabólicos hombres
de cada dia hazen y han hecho en los que poco
pueden y en los que mucho valen, robando a los
245
vnos y. matando a los otros. Yo me huelgo en
gran manei'a en tener, como tengo, conoscido la
ventaja muy grande que les tenéis en todas las
cosas, assi en el pelear como en conoscer y saber
lo que mas conuiene para en esta batalla que es-
peramos dar. De manera que la contienda y pe-
lea (1) a de ser contra estos hombres carniceros
que han cometido contra su rey y señor natural
grandes trayciones, ynsultos y maldades, rebol-
uiendo con grandes ynquietudes toda esta misera-
ble, fatigosa y lastimosa tierra. Aquesto solo os
deue conuidar para que por vosotros sean recu-
peradas estas prouincias que están oprimidas y
vexadas de brauos y crueles tiranos, procurando
de alcan9ar victoria contra ellos, porque si la al-
canzáis, como de vosotros espero que la alcanza
reis, daréis punto y fin a vuestros trabaxos y ver-
neis a dar principio y comiendo a vuestro descanso
y quietud que tanto desseays tener. Assi como Su
•Magestad y el Visorrey en su nombre diere a es-
tos hombres la pena y castigo que merescen por
sus crueldades y trayciones, assi yo también digo
en el dicho Real nombre os haré grandes merce-
des por lo mucho que se os deue por los muchos y
grandes trabaxos (2) que aueis tenido en el descu-
brimiento y conquista del Rio de la Plata en ser-
tdcio de Su Magestad. Y por tanto os doy licencia
y facultad, haziendo como os hago el campo fran-
co, para que todo aquello que tomaredes en la ba-
(I) T^chudo: de ítner.
(i) Tachado: siruicios»
246
talla sea vuestro propio, pues por derecho degue-
rra lo aueis de ganar, porque estos traydores la
tienen todo perdido. Demás desto gozareis de los
bienes y fructos de la tierra, y los yndios que es-
tuuieren vacuos en esta gran prouincia de las
Charcas y los que tuuieren los traydores se darán
y se repartirán entre vosotros en nombre de Su
Magestad, pues los tenéis ya bien merescidos por
los trabaxos muy grandes que aueis passado en
conquistar tierras nueuas y por este buen seruicio
que agora aueis de hazer. Y porque se.que en todo
y por todo haréis el deuer y lo que soys obliga-
dos (1) a buenos y leales caualleros, mejor de lo
que yo lo sabré encarecer, no me alargo mas, sino
que os encomiendo muy de veras el vencimiento
de vuestros enemigos, porque en ello ganareis
mucha honrra y gran reputación en auer quitado
del mundo a este honribre tan maldito y tan cruel
como lo es.
Hecha esta platica y confformandose todos los
heredianos con la voluntad \^ gran desseo de Lope
de Mendoza, le prometieron muy de veras de se-
guille hasta la muerte y que por las obras lo veria
lo que ellos auian de hazer en seruicjo de Su Ma-
gestad, y que luego los lleuasse contra los enemi-
gos, que ellos los vencerian con ayuda de Dios, o
que los hecharian fuera de toda la tierra con gran
abiltamiento y deshonrra dellos. Estas cosas y
otras muchas dixeron con grande animo y volun-
tad como soldados fieros y denodados, porque es-
(I) Ms. obligcuio.
247
tauan habituados y hechos de cada dia a pelear y
a trabaxar en las guerras muy peligrosas que con
los yndios muy ferozes áuian tenido, y como hom-
bres que no tenían ningún rezelo de qualquier mal
y daño que les pudiesse venir de parte de Cara-
uajal. Lope de Mendoza alabo mucho las ynten-
ciones y buenas voluntades que los heredianos y
los demás mostrauan tener, y como sintió que to-
dos estañan a punto y como mostrauan con animo
feroz el desseo muy grande que tenían ya de pe-
lear, mando sin mas poner dilación que todos mar-
chassen. Y esto mando hazer antes que a los sol
dados se les enfriasse aquel animo yncentiuo y el
gran furor que tenian, y hordeno que todos si^uie-
ssen al capitán Nicolás de Heredia que en la aban-
guadia estaua a cauallo con gran voluntad de pe-
lear. Los soldados hizieron lo que Lope de Mendo-
<;a les mando, con buena voluntad, y después se
pusso en la delantera con Nicolás de Heredia jun-
tamente con el estancarte que Alonso Camarico
tenia y lleuaua, y en la retaguardia yuan el Maes-
tro de campo Luys Perdomo y el capitán Die^o
López de Ayala. Assi que con esta borden se fue
ron su poco á poco marchando tras sus vánderas
con gran silencio y sin ruydo alguno, hasta que
todos se fueron a poner junto a la casa fuerte y
alli pararon vn poco para tomar aliento, que no
fueron sentidos ni vistos por la gran escuridad cjue
hazia. Lope de Mendoza dixo al capitán Nicolás
de Heredia que con todos los de a cauallo que te-
nia y con su estandarte fuesse a la puerta que es-
taua junto al cerro y que alli mostrasse su valor y
248
esfuerzo, y en esta puerta estauan los soldados de
la compañía de Juan de Morales, que por su ausen-
cia la tenia a cargo el alférez Juan Velez de Gue-
uara. Los (1) arcabuzeros y piqueros fueron a la
puerta principal desde donde Lope de Mendoza
auia de pelear y combatir la casa fuerte, y se lle-
uo consigo al Maestro de campo Luys Perdomo el
canario y el alférez Alonso Camargo y al capitán
Pedro López de Ayala con otros hombres princi-
pales de los heredianos de la entrada. Dioles por
auisso que si por ventura les íuesse muy faborable
la fortuna, o por mejor dezir Dios nuestro Señor,
y entrassen dentro con victoria, porque se conos-
ciessen los vnos y los otros y no se matassén Ue-
uassen por apellido el nombre del señor (2) Sant
Francisco y el de Su Magestad, y que ninguno de-
llos se quitasse la camisa o banda blanca que lle-
uauan puestas encima de los vestidos, que para
aquel effecto se las auian todos vestido y puesto.
(i) Ms. a los.
(a) Tachado: de^
^ CAPITULO XXIX
■DE LA BATALLA NOCTURNA QUE SE DIO EN EL PUE-
BLO DE POCONA ENTRE LOS DOS CAPITANES LOPE DE
HENDOgA Y FRANCISCO D5 CARAUAJAL, Y DEL AR-
CABUZA<P0 QUE LE DIERON LOS SUYOS EN LAS NAL-
GAS MIENTRAS TÜRAUA LA PORFFIADA BATALLA
Con esta borden y concierto que tenemos dicho
fue Lope de Mendoga con sus soldados y con los
heredianos hazia el pueblo de Pocona, el qual yua
como buen capitán animándolos y esforzándolos,
aunque ellos lo tenían muy grande, a los quales
yua diziendo que animosa y valientemente pelea-
sen contra los pigarristas para que consiguiessen
y alcan^assen la victoria tan desseada por ellos.
Ya que estañan cerca de la casa fuerte donde las
cintinelas y escuchas estañan fueron sentidos por
ellas, y en vna carrera y velocidad de sus cauallos
lo fueron a dezir y dando vozes yuan diziendo ¡al
arma, caualleros, al arma! que nuestros enemigos
vienen a pelear. Francisco de Carauajal, que se
andana paseando a píe entre sus soldados con el
Maestro de campo Dionisio de Bobadilla, sintien-
do esto fue marauillado que tan poca gente tuuie-
sse atreuimiento de le acometer, porque el no la
, 250
tuuo en poco, sino en mucho» y cierto el tenia mu-
cha razonen tenellos en mucho, porque quien a
su enemigo tiene en poco a sus manos cae y mue-
re. Con esto se fue con mucha priessa de puerta
en puerta llamando a sus capitanes y soldados, a
los quales comento a exhortar y animar dizienío-
les que escogiessen por mejor partido morir en la
batalla con honrra en seruicio del rey y de Gon-
<;alo Pi^arro que ser vencidos con mengua y abil-
tamiento, de tan poca gente. Pues como los men-
docinos y heredianos llegaron a las puertas que
les auian encomendado, comentaron con grande
animo de tirar los arcabuzes a sus contrarios, aun-
que a bulto por la gran escuridad que hazia, que
no"vian cosa, sino que tirauail a tino a donde les
parescia que estañan las puertas, y esto se hazia
de tal manera que mas espantauan que matauan.
Los capitanes y soldados pi(;arristas sintiendo que
ya eran acometidos comentaron ellos también a
tirar sus arcabuzes a bulto, donde vían salir el fue-
go del arcabuz contrario, y desta manera se tra-
uo la pelea y escaramuza nocturna con grande
yra y furor que auia de entrambas partes. Como
Francisco de Carauajal vido que todos estauan pe-
leando y que estauan encendidos en la batalla y
pelea que ya escaua trauada, se aparto bonica-
mente dentre los suyos y se fue prestamente a su
cámara, en donde se quito vn coselete y vna cela-
da borgoñona que auia traydo de Ytalia y se que-
do con vna cota y vn caxco que tomo, y encima
del se pusso vna gorra vieja. También se cubrió
con vna capa vieja de Perpiñan que era de vn
251
arriero suyo, y con aqueste disfrez y disimulación
se torno a los suyos con la espada en la mano, y
el que le vido aquella noche tuuo c rey do que era
Juan Rodriguez el arriero que andaua con las mu-
las de Francisco de Carauajal. En este comedio
arremetieron los mendocinos y heredianos con
gran denuedo a la puerta principal, que (1) estu-
uieron a canto de entrar por ella, mas como lo
auian con soldados viejos y por ser la puerta angos-
ta no pudieron passar adelante, y desta manera
los vnos por entrar, y los otros por no Ips dexar
entrar, andaua entre ellos muy braua y encendida
la pelea. Los que no tenian arcabuzes, con mortal
rauia se tirauan espesos golpes de langas y de
partesanazos, que era cosa estraña de ver, y qui-
sieron muchos aquella noche señalarse por entrar
dentro del patio, mas como hallaron gran resisten-
cia en las puertas no pudieron en ninguna mane-
ra. Vn soldado de los de la entrada, mostrándose
por valiente y animoso y queriendo señalarsse con
grande animo, se metió tanto por la puerta hasta
donde estaua Alonso de Mendb(;a, y por mas pica-
zos (2) que le dieron en la rodela y en el cuerpo
bien armado no le pudieron hechar de alli por la
gran constancia que tuuo. Viendo el soldado here-
diano que no tenia quien le diesse fabor y ayuda
para poder entrar mas adentro, se salió, dando
primero vna buena cuchillada con la espada a vn
soldado de Francisco de Carauajal^ llamado Juan
( 1 ) Tachado: /* r se r,
(2) Vi%, picajosos.
252
d^Espinosa, y se salió dentre ellos sin lisionni heri-
da ninguna. Comengo el animoso soldado a dar
bozes diziendo a sus compafleros [a ellos, caualle-
ros, a ellos! que toda es gente vellaca, y de temor
como couardes se están encerrados en esta casa
fuerte; y oyendo esto los mendocinos y heredianos
dieron con animo otro apretón, creyendo que de
aquella arremetida auian de entrar. Mas como he
dicho lo auian con soldados viejos y esperimenta-
dos en las g\i erras passadas [que] no querían per-
der punto de animo ni decaer de su honor, y como
auia mas de vna hora que se confrontauan y que
era mas el cansancio que tomauan que el fructo
que sacauan, y porque todos ellos estañan ya sin
aliento, afloxaron vn poco. Sintiendo esto Lope de
Mendo9a determino de apartarse vn poco por to-
mar vn poco de aliento, y assi lo mando de mano
en mano a los suyos para que hiziessen otro tanto,
y luego se apartaron todos y se fueron a poner de-
tras de vnos paredones que estañan cerca de la
puerta principal en donde Lope de Mendoza esta*
ua. Los de a cauallo, que eran hasta treynta y cin-
co hombres los que fueron con el capitán Nicolás
de Heredia a la puerta de arriba, como sintieron
que Lope de Mendoza andana ya en la refriega
arremetieron con grande animo contra sus contra-
rios, los quales fueron luego sentidos de los solda-
dos de Francisco de Carauajal. Como los sintie-
ssen llegar luego dieron en ellos vna buena rozia-
da de arcabuza(;os que los hizieron reparar y dete-
ner vn poco, porque los cauallos se espantauan de
los truenos y dislates de los arcabuzes, y porque
253
los pigarristas hondeauan a la redonda las mechas
que tenían, aunque no hirieron por entonces a nin-
guno, a causa de ser la noche muy escura y de
gran nublado. Como Nicolás de Heredia sintió
que los suyos reparauan por culpa de los cauallos,
les dio bozes que dando reziamente de las espue-.
las a los cauallos diessen consigo a rienda suelta
y con grande animo dentro del patio y que atro-
pellassen a todos quantos por delante topassen, y
ellos queriéndolo hazer no los dexaron los contra-
rios porque les deffendieron muy bien la puerta.
Tornaron otra vez de nueuo a porffiar por entrar
dentro, mas no pudieron a causa que por aquella
vez les mataron quatro de a cauallo, y estando en
esta porfía llego por aqui alli Pedro López de
Ayala con quatro arcabuzeros a faborescer a los
de a cauallo, y no uvo llegado quando a el y a dos
arcabuzeros suyos los mataron con sendos arca-
buzagos que les dieron. Viendo Nicolás de Here-
dia quan fuertes contrarios tenian y que de la parte
de los pi^arristas auia mucha arcabuzeria [y que]
a esta causa no los auian podido vencer, ni entrar
en la pla^a, por estar bien fortifñcada la entrada,
pues a cabo de vna hora que los heredianos pelea-
uan con ellos, los dexaron y se fueron adonde Lo-
pe de Mendoza estaua, para saber del lo que auian
de hazer contra los pigarristas, y llegados a el le
dixeron todo lo que les auia passado con los sol-
dados de Francisco de Carauajal. Assimismo de
como les auian muerto al capitán Pedro López de
Ayala con otros tres arcabuzeros, de lo qual le pe-
so en gran manera, y por esto [se] determinaron
254
todos a descansar vn poco para tornar luego a pe-
lear y para vengar las muertes de sus compañe-
ros y amigos con vencimiento de sus contrarios.
Mientras los vnos y los otros descansauan y to-
mauan algún aliento comentaron los mendocínos
y heredianos a dar grandes bozes,diziendo muchas
vezes ¡a Durango, Durangol salid acá fuera; ¿como
os tardáis tanto y no cumplís vuestra palabra? Es-
to se dixo muchas vezes a fin que aun tenían crey-
do Lope de Mendoga y los demás capitanes lo que
el Padre Diego Márquez les auia dicho y lo que
en la carta le auian escripto, y como vido que auia
buen rato que ninguno salía de aquellos que se
auian de passar, conoscio clara y abiertamente
ser todo falso y engaño y que totalmente los auian
burlado. Estando en esto, Lope de Mendoza con-
certó con los heredianos que pues eran tres puer-
tas y que no se auian combatido sino las dos, man-
do que se diuídíesse (1) la caualleria y arcabuzeria
en tres partes, para tornar a prouar ventura y
tornar de nueüo a pelear con sus enemigos.
Parte de la caualleria y arcabuzeria hizo yr
contra el capitán Pedro de Castañeda y embio con
ella al Maestro de campo Luys Perdomo, y la otra
parte embio con el capitán Nicolás de Heredia
contra los de la compañía de Juan de Morales, á
los quales dio para entrambos a diez arcabuzeros.
Y el se quedo con la otra tercera parte para yr a
la puerta principal, porque tenia gran tema de
prender o matar al capitán Alonso de Mendoza,
(I) yá%,diuiisst.
255
porque dezia que no auia de auer Mendo9a en toda
la tierra que fuesse traydor al rey, y que Alonso
de Mendoza lo era porque andaua con los tiranos.
Hordenadas pues estas cosas, cada capitán arre-
metió con gran denuedo a las (1) puertas encomen-
dadas, apellidando el nombre de Su Magestad» y
todos comentaron a pelear animosamente con
gran porffia, que estuuieron mas de media hora
combatiendosse para entrar los vnos aunque los
otros les deffendian valientemente la entrada.
Para entrar en el patio los vnos offendian y los
otros se deffendian dandosse de cuchilladas, lan-
zadas y arcabuzapos, que era cosa de ver la furia
que de entrambas partes auia^ y como la noche
hazia muy escura, como hemos dicho, no se vian
si cayan algunos, y desta manera peleauan sin
ninguna piedad. Querer contaren particular lo que
cada vno hizo en esta pelea tan porffiada no se po-
dra numerar; baste dezir en plural (2) que todos lo
hizieron muy demasiadamente de bien, que ningu-
no dellos quiso por su parte perder tan solo vn
punto de su derecho ni de su honor. Fueron tantos
y tan grandes los acometimientos que los mendo-
cinos y heredianos dieron en la casa fuerte que
yerdaderamente se tuuo entendido que la entra-
ran, y por esto algunos soldados de Francisco de
Carauajal que eran de poco animo y por reduzirse
al seruicio del rey, andauan en este conflito titu-
beando, no sabiendo que se hazer. Juan de Palen-
(i) Tachado: capiiofus,
(a) Uu.^btrar.
256
cía, criado de Francisco de Carauajal, se salió es-
condidamente del cercado y se fue a Lope de Men-
doza, al qual dixo lo que sentía del aninio y forta-
leza de la gente pigarrista, y les amonesto que de*
xassen la pelea y se fuessen todos adonde su amo
y sas soldados tenían la ropa y fardaje y gran ri-
queza. Y que allí podrían tomar muchas y diuer»
sas cosas y se podrían reforjar con veinte arcabu-
zeros que atrás auian quedado, y que tomarían
toda la munición de arcabuzes, poluora, mecha,
langas, picas, con otras armas offensiuas y deffen-
siuas que Carauajal traya en muchos yndios y en
azemílas cargadas (1), para que dellas se aproue-
chassen contra el enemigo. Lope de Mendoza dixo
que por entonces no estaua con aquel proposito,
sino de pelear con el enemigo o morir en la de-
manda, o vencer y matar a Francisco de Caraua-
jal, y que después se recogería la ropa que dezia,
aunque muchos de la entrada fueron del parescer
de Juan de Falencia, mas no uvo effecto. Lope de
Mendoí^a queria vengarse en matar a quien tanto
le auia perseguido, y assi torno otra vez a mandar
a los suyos y a los heredianos que tornassen a pro-
uar ventura, por ver si agora hazian algún effecto
o entrañan en la pla^a con esta tercera arremeti-
da. Tornaron, pues, los mendociiios y heredianos
a combatir a los cercados, que ea esta hora no se
oyera otra cosa en todas las puertas sino gritos,
bozes, apellidos, truenos y dislates de arcabuzes y
animarse los vnos y los otros para bien pelear.
(i) Ms. cargmd0s.
^7
Juan de Céspedes, alcalde hordinario de la villa de
la Plata, que por señalarsse en aquella batalla
arremetió muy denodadamente con su cauallo con-
tra la compañía de Juan de Morales, como (1) era
solo no hizo nada, antes lo derribaron del cauallo
sin ninguna herida. El alférez Juan Velez de Gue-
uara lo hizo prender y lo mando luego entregar al
Maestro de campo Dionisio de Bobadilla, el qual
le hizo hechar en fuertes prisiones y encerrar den-
tro de vn aposento. Con estos asaltos tan denoda-
dos y tan furiosos que los soldados mendocinos y
heredianos dauan, pusso gran temor y espanto en
algunos de los pigarristas, creyendo que auian de
ser vencidos, según los acometimientos hazian, y
que después Lope de Mendoza los mandaría ahor-
car y hazer quartos. Principalmente se yntroducio
mas eltemor en el animo de Pedro de Avendaño (2),
secretario de Francisco de Carauajal, que por re-
duzirsse al seruicio de Su Magestad propuso de
matar a su amo mientras todos peleauan, por sa-
car del mundo a este hombre tan malo y cruel
como lo era este endemoniado. Pues con esta de-
terminación hablo a Damián de la Vandera y a
Francisco Rodríguez Matamoros, que eran sus
muy grandes amigos, y el les dixo el secreto que
en su pecho tenia, y ellos, que lo desseauan por
ganar honrra y reputación por el ynteresse que
pretendían, consintieron en todo. Y ellos lo comu
nicaron luego con otros diez arcabuzeros animo-
(l) Ms. que como,
(3) Ms, AmfMdaño,
G. na Santa Clara.— ÍV.— 3.* 17
258
!\
SOS que luego vinieron en ello porque auia muchos
dias atrás que le desseauan matar, como entre ellos
lo tenian platicado, y como vieron esta buena co-
yuntura no fue mucho menester para lo hazer, sino
que lueg:o lo matassen, lo qual assi concertado se
repartieron de dos en dos y de tres en tres a bus-
car a Francisco [dej Carauajal, y como el andaua
disfre<;ado no le podian hallar, y a cabo de rato [a]
Damián de la Vandera y Francisco Rodríguez Ma-
tamoros les cupo la suerte de lo hallar en la puerta
principal, que salia dentre los suyos que estauan
peleando. Y conosciendolo 'en la coxera, que era
vn poco coxo, y estando vn poco del apartados, le
tiraron entrambos a la par por no le herrar, y fue
tal su ventura y su buena dicha que la vna bala no
le acertó. Y la otra bala le dio en la punta de la
vna nalga, que no encarno mucho, y passando la
bala adelante dio con ella a vn Pedro Galuan,
portugués, por las espaldas, que estaua puesto de
rodillas tirando su arcabuz a los mendocinos y a
los heredianos de la entrada. Francisco de Caraua-
jal, como se sintió herir en parte donde no allega-
ua la cota, que era muy corta y liuiana, aunque
muy buena y de prueua, tuuo creydo vna de dos
cosas: o que auia entre los suyos alguna traycion,
o que los mendocinos y heredianos auian entrado
en la placea por las paredes. Y sin dezir cosa algu-
na se fue con gran presteza adonde Alonso de
Mendo(;a estaua y le dixo en secreto lo que le auia
passado y como estaua herido de vn arcabuza^o,
mas que no sabia quien le uviesse tirado, y que
fuesse a la plaga a ver lo que auia en ella. Alonso
b
259
de Mendoga se quito de la puerta sin que nadie
mirasse en ello, quedando en su lugar Francisco
de Carauajal, y con gran sufrimiento y dissimula-
cion por no dar a sentir a los suyos lo que el mucho
sentía en el coraron y en la herida. Pues yendo
Alonso de Mendoza a la pla^a llamo al capitán
Martin de Almendras y a ciertos hombres de a
cauallo que andauan en medio de la plaga, y con
ellos, sin les dezir cosa alguna, miro y remiro to-
das las paredes y rincones del cercado si estaua
algo derribado o hecho algún portillo. Hecho esto
se fue luego de puerta en puerta y anduuo entre
sus amigos animándolos y mirando si podria ver
alguno que no fuesse conoscido, y no hallo cosa
de que se rezelar, y assi dio la buelta a su puerta
y dixo a Francisco de Carauajal que no auia visto
ni sentido cosa alguna. Francisco de Carauajal,
como quedo a la puerta, esforgaua 3' animaua a
los suyos diziendoles jea, caualleros, a ellos, a
ellos!, que ya están sin fuerza y sin aliento y les
falta ya la poluora, pues no tiran tan a menudo
como lo hazian; 5'' con esto los pigarristas no ha-
zian sino tirar con sus arcabuzes, que poluora no
les faltaua porque teni'^n mucha, que en esto se
proueyeron asaz de bien. Y porque por ventura no
desmayasse alguno de los suyos por las grandes
bozes y gemidos que el portugués daua, que se
estaua muriendo del arcabuzago que tenia en las
espaldas, le mando quitar de alli y mando a su me-
dico que lo curasse; mas no aprouecho cosa algu-
na, porque dende a vn rato murió y otro dia fue en-
terrado por sus amigos, assi vestido como estaua.
CAPITULO XXX
DE COMO LOPE DE MENDOi^A DEXO DE PELEAR Y SE
FUE CON LOS SUYOS AL FARDAJE Y RIQUEZA DE FRAN-
CISCO DE CARAUAJAL Y LA DE SUS SOLDADOS, EN LA
QUAL DIERON VN GRANDISSIMO Y CALIFFICADO SACO EN
EL ORO Y EN LA PLATA QUE AUIA
Damián de la Vandera y Francisco Rodríguez
Matamoros con sus compañeros los que quissieron
matar a Francisco de Carauajal, viendo que no
auian salido con su yntencion y voluntad y después
de ajuntados en vno, tuuieron granrezelo y miedo
que serian luego sentidos y descubiertos [y] na
ossaron ni se atreuieron parar mas alli, ecepto Pe-
dro de Avendafto (1), que se quedo con Francisco
de Carauajal porque supo dissimular la cosa. Con
aqueste gran rezelo y temor que tuuieron se salie-
ron de la plaga y todos se fueron derechos a Lope
de Mendoza, el qual los rescibio muy amigable-
mente, V luego los doze arcabuzeros le dieron
cuenta y razón de todo lo que auian yntentado ha-
zer. Y de como ellos no auian podido salir con su
(i) Ms. Amendaño.
261
yntencion por tener creydo que Francisco de Ca-
rauajal era el mismo demonio, y también por auer-
se metido luego entre sus soldados, que si aguar-
dara vn poco, por mas demonio que fuera sin duda
le mataran, que como yuari muy ganosos de le
matar no le acertaron, porque herraron el golpe.
Assimismo le dixeron prouocandole a que dexasse
^1 combate de la casa, porque ternia gran trabajo
en los vencer por estar como estañan fortifficados
en aquel fuerte lugar, y que mejor seria que fue-
ssen todos a dar saco mano a lo que Francisco de
Carauajal traya, y que se refforijaria con veinte
soldados arcabuzeros que alli auian quedado por
guardas. Y demás desto que podrían tomar mucha
plata y oro, arcabuzes, poluora, mecha y la ropa
y mercaderias de Francisco de Carauajal y la de
sus soldados, porque tomándoles todo esto les ha-
riaUi desmayar, y que desde alli se podrían poner
en saluo en algún fuerte lugar donde se pudiessen
deffender o esperar al enemigo para dalle batalla
a su ventaja. Lope de Mendoza, considerando esto
y viendo que no podia vencer a su enemigo por
ser el lugar fuerte, que si fuera en campo raso se
uviera luego negociado la batalla como todos los
heredianos de la entrada dezían que ellos arreme-
tieran con grande animo por muchos mas que fue-
ran, y que agradescieran a los paredones donde se
auian encerrado; mas empero viendo por otra
parte que los suyos se atenían al parescer de los
doze pi^arristas y que auia mas de quatro oras que
se combatían, y porque ninguno de los rebeldes sa-
lla a la boz de Su Magestad y porque venia el dia
262
claro a mas andar, determino de los dexar y de no
pelear mas, por contentar a los heredianos, que
eran los que le ymportunauan que fuessen a la ro-
pa de Carauajal. En fin mando luego ajuncar a los
que estañan peleando en las otras puertas con el
capitán Nicolás de Heredia y el Maestro decampo
Luys Perdomo, los quales venidos les dixo el pa-
rescer que auia sobre el quitarsse de alli y que mi-
rassen lo que se auia de hazer; ellos respondieron
que hiziesse aquello que a todos estuuiesse bien,
que todos ellos le siguirian a do quier que fuesse.
Concertadas estas cosas mando lue^o Lope de
Mendoza a los de a pie que caualgassen en sus ca-
uallos y muías \' que siguiessen el Real estandarte
que Nicolás de Heredia lleuaua [en] el abanguar-
dia con el alférez mayor Alonso Camargo, que sa-
bia el camino, y la retaguai'dia lleuauan Lope de
Mendoza y Luys Perdomo, y assi comcn<;arün de
marchar con buena borden. Después que los men-
docinos y heredianos partieron de alli se fueron
luego a PYancisco de Carauajal Juan Brauo de La-
gunas y Pedro Estete, arcabuzeros de la entrada,
los quales yuan diziendo a grandes bozes ¡biua,
biua el rey y Gonzalo Pi(;arro Gouernador de las
prouincias del Perú! Francisco de Carauajal los
rescibio agradablemente con los bracos abiertos y
ellos le dixeron de como su enemigo Lope de Men-
doza y los heredianos yuan a dar saco mano en su
ropa y en la de sus soldados porque le auian ynci-
tado a ello ciertos hombres que auian salido de su
exercito. Esto sintió mucho Francisco de Caraua-
jal porque tenia alia mucha plata y oro y otras co-
263
sas muy ricas, y también sintió mucho la yda de
sus soldados al real de Lope de Mendoza, y luego
cayo en la cuenta sospechando que eran ellos los
que le aurian tirado el arcabuza^o, mas no sabia
quienes eran hasta que del todo amanescio. Viendo
que los mendocinos y heredianos eran faboresci-
dos de la escuridad de la noche y que tan presto
no podrían yr tras ellos, le pesaua en gran manera
por el trabaxo y cansancio que se le aparejaua en
yr en su seguimiento, y mas si le tomauan lo que
traya en el recuaje, y por esto dixo con semblante
muy terrible y furioso. Ciertamente Lope de Men-
do<;a se entiende muy mal, pues lleua tras si el cu-
chillo de su vida con que ha de ser degollado, y
por su causa van los demás al matadero, y mas si
me tocan en la ropa y en el thesoro que alia tengo.
Mas viendo que por entonces no podia hazer otra
cosa, ni yr en seguimiento dellos hasta ser de dia
claro, aleando la boz con vnmuy brauo semblante*
y con muy rezias y enojosas palabras los amenazo
terriblemente y juro que si se le tocaua al oro y a
la plata que los auia de seguir y perseguir hasta
prendellos y hazerlos pedamos, o morir en la de-
manda, y assi se quedo rabiando y gruñiendo. Los
mendocinos y heredianos caminaron a toda furia
lo que les quedaua de la noche y ya que era hora
de missas mayores dieron asalto en el hato suso-
dicho, en donde vierades el gran destrozo que hi-
zieron, que no aguardaron a desatar las sogas con
que estañan atadas las petacas, sino que las corta-
ron con las espadas y cuchillos que tenian. Unos
tomaron mucha plata y oro de lo de Francisco de
264
Carauajal) y otros lo que tenían sus soldados, de
xnaiiera que no perdonaron camisas, calcas, jubo-
nes, botas de cordouan, chamarras, sombreros y
espadas, con otras muchas cosas que auia en este
carruaje. Otros tomaron las conseruas y botijos de
buen vino blanco y tinto que Francisco de Caraua-
jal tenia, con otras muchas cosas de comidas y
mercadurías de lientos y paños que auia, y toma-
ron todos los cauallos, muías, carneros, arcabuzes
nueuos, poluora, mecha y las cotas que auia, de
manera que tomaron todo quanto quissieron como
bienes de homares rebeldes. Dezian los heredianos
de la entrada que pagauan en la misma moneda,
porque los piparristas les auian tomado la ropa
que tenían escondida en las casas de los yndios del
pueblo, y que como eran buenos xpianos y de bue-
na conciencia les restituyan lo que les auian to-
mado, aunque en diuersos géneros. Auiendose to-
mado todas estas cosas, que se tardarían mas de
dos horas, de repente mudaron vestidos y se pu-
ssieron las ropas y vestidos que de sus contrarios
auian tomado, que como hemos dicho, venían to-
dos estos hombres heredianos déla entrada des-
nudos y descalzos, y delios a píe. Llegado, pues,
Lope de Mendoza al recuaje, luego embío a lla-
mar a los veinte soldados que auian quedado en
guarda de toda la ropa y les dixo: caualleros y
amigos míos, yd conmigo a la cibdad del Cuzco,
porque la voy a tomar de repente, porque ya no
tenéis a quien seruir. Porque os hago saber que
el traydor que era vuestro capitán ya es muerto,
y vuestros compañeros vienen atrás poco a poco
265
con mis capitanes y con los demás de mis solda-
dos; yo voy agora por corredor adelante para ha-
zer vn gran seruicio a Su Magestad*Los pigarris-
tas le dixeron que assi lo harian, mas en lo secre-
to no le dieron crédito en cosa alguna, antes co-
noscieron luego en todos ellos que venían huyen-
do de Francisco de Carauajal porque vieron que
ninguno de sus compañeros venia con el, porque
de fuerza auian de venir algunos en su compañía
que les dixeran lo que passaua. Tomo Lope de
Mendoza todos los arcabuzes que venían cargados
en dos azemilas, que los trayan muy bien aderes-
^ados y encaualgados, y la poluora que trayan en
vnas botijas peruleras, y muchas piceas y langas y
otras armas que auia en el recuaje, assi offenssi-
uas como deffenssíuas. Todo esto se repartió en-
tre los soldados, a los quales dixo en secreto se
fuessen antes que Francisco de Carauajal 41e-
gasse con toda su gente, porque auia gran rato
que allí se'auian detenido, los vnos por herrarlos
cauallos, y los otros en comer y beuer, y los otros
en mudar la ropa vieja que tenían acuestas. Des-
que vido que todos sus soldados estauan ya con-
tentos con la ranchería los mando llamar con el
Maestro de campo Luys Perdomo, los quales ve-
nidos y estando juntos los lleuo hazia el camino
que va hazia las sierras de los Andes, que es tie-
rra fragosissima y asperissinia de andar, y allego
a vn pueblo chico en donde hizo noche. Partiéndo-
se de aqui y auiendo andado vn quarto de legua,
dexo el camino que lleuaua, a la mano izquierda, y
tomo vna senda angosta y comen(;o de caminar
r
266
ella ¡1) a mas andar, diziendo a los suyos que
atajo; yuan en la auanguardia Lope de Mendo-
■ Nicolás de Heredia, y en la retaguardia Luys
domo con otros. Francisco de Carauajal, des-
i que supo que los mendocínos y heredia-
eran ydos hazia su carruaje, to sintió mucho,
10 hemos dicho, y como estaua cansado, que
hombre «ordo y pesado, se relruxo a vna ca-
a con hiista veinte hombres, desando ante to-
cosas muy (2) buena guarda en las tres puer-
no consintiendo que los capitanes se aparta-
i dellas. Francisco de Carauajal se metió en la
imara, donde estaua vna cama, y se hecho en
y el medico le curo secretamente sin que na-
to sintiesse y mudando (3) vestidos se salió 3'
) y beuio, ca se hallaua muy fatigado por la
fre que le auia salido del arcabuzaío y por no
"dormido y por lo mucho que auia andado a
que no estaua a ello acostumbrado, y porque
Liuo siempre armado. Mando dar de cenar y
leuer a los que con el auian entrado, que siem-
traya todo .recaudo en dos azemilas, y es-
lo sobre mesa comento de alabar y engran-
;er los hechos y la fidelidad de sus capitanes y
ados y lo mucho que les deuia, prometiendo-
lazer muchas mercedes y que estando en la
. de la Plata repartiría entre ellos los yndios
estuuiessén vacuos. Embio a llamar al capi-
267
tan Alonso de Mendoza, el qual no quiso yr por
no desamparar la puerta, y le embip Carauajal a
dezir que mejor páresela estar en ella cómo buen
cauallero hijodalgo por guarda de su persona y
vida y la de todos los soldados, que ño metersse
dentro de vna cámara, y luego le comento de ala-
bar diziendo (1) mili bienes del, y assi estuuieron
todos hasta que amanescio. Aun no era bien de
dia quando mando caualgar a sus capitanes y sol-
dados, y cómo hazia grandissimo frío y corría vn
viento muy delgado y frigidissimo no auia quien se
pussiesse a caúallo aquella madrugada, y assi se
estuuieron quedos hasta que salió bien el sol. En
el ynter que los soldados se aderes(;auan para ca-
minar fueron algunos dellos al campo a ver si auia
algunos muertos y hallaron al capitán Pedro Ló-
pez de Ayala y otros doze hombres que fueron
muertos, y estos estañan desnudos en cueros por-
que los yndios del pueblo les auian quitado aque-
lla madrugada las ropas, y de la parte de Caraua-
jal se hallaron tres muertos de arcabuz y algunos
heridos. Salió Francisco de Carauajal del pueblo
de Pocona dos oras^despues del sol salido, quando
se pusso en camino con la gente que le pudo se-
guir, y comen9aron de marchar con toda la furia
y priesa que pudieron, y el Maestro de campo Dio-
nisio de Bobadilla yua en la retaguardia porque no
se quedasse alguno atrás mas de los que se queda-
uan, y allegaron a vn pueblo chico de yndios.
Como eran siete leguas de camino llej^aron alia
(I) Tachado: del.
268
dos horas antes que (1) anocheciesse, en donde te-
nían el recuaje, en donde Francisco de Carauajal
vido el gran destrono que los soldados mendoci-
nos y heredianos auian hecho en toda su ropa y la
de los suyos. Principalmente quando vido que le
auian tomado el oro y la plata labrada que teníale
dio grandissimo coraje, que de puro enojo y pesar
quería rebentar, y assi renegaua, blasphemaua y
bramaua como vn león muy furioso, que los ojos
tenia muy encendidos. Pues ¿que diremos de los
pi^arristas viéndose robados de lo que tenían, sino
que vnos bramauan y derrenegauan de la pacien-
cia, y otros amena^auan a los mendocinos y here-
dianos, muy de veras, con muchas palabras ynju-
riosas y feas, y que los auian de matar y hazer pe-
da<^os si a las manos les viniessen? De manera que
el postrer remedio que tuuieron todos en esta pe-
sadumbre que les auian dado fue derrenegar, mal-
dezir, amenazar, regañar y bramar contra los
mendocinos y heredianos de la entrada. Pues que-
riendo Carauajal yrse luego en aquel punto ade-
lante, con la furia y saña que tenia, le dixeron
Alonso de Mendoza y Dionisio de Bobadilla que
no lo hiziesse por quanto era ya muy tarde y la
noche se venia acercando a mas andar y que no
sabían a que fin y proposito auian los contrarios
dexado de pelear, y que tenían creydo que eran
ardides de guerra que les liazian. Especialmente
que no sabían que tal era el camino que los con-
trarios llcuauan, y Francisco de Carauajal oyó de
(l) Tachado: amane sciesse.
269
buena gana este parescer y qonsíntio que todos se
quedassen a reposar (1) hasta el dia, y assi hizie-
ron todos alli noche, que era vn pueblo pequeño
de yndios, en donde uvieron mucho mahiz para
sus cauallos y gallinas para algunos dellos.
(I) Tachado: /aro.
CAPITULO XXXI
DE COMO FRANCISCO DE CARAVA JAL, SIGUIENDO SU CA-
MINO ADELANTE, ALCAXgO VNA NOCHE A LOPE DE MEN-
DOZA Y A NICOLÁS DE HEREDIA CON LOS SUYOS, QUE
ESTAUAN DESCANSANDO EN PAR DE VN ARROYO GRAN-
DE, EN DONDE LES CORTO LAS CABERAS Y DIO GARRO-
TE A OTROS
No era aun bien de día quando Francisco de
Carauajal andana ya leuantad.o y cauallero en su
muía bermeja, llamando a sus capitanes y solda-
dos para que se leuantassen y ensillassen sus ca-
uallos para caminar, lo qual los soldados hizieron
con la mayor breuedad que pudieron. Como te-
nían en 1^ memoria la muy fresca destruycion que
los mendocínos v heredianos auian hecho en su
ropa no vían la hora de caminar, y assi, puestos a
cauallo se fueron a poner junto a el y los lleuo al
camino que sus contrarios auian tomado, porque
los yndios del pueblo le auissaron del camino que
lleuauan. Pues > a puestos en el dio borden y ma-
nera de como auian de caminar, mandando a to-
dos que fuessen apiñados y mu)'^ juntos como en
esquadron muy cerrado, y mando a Dionisio de
Bobadilla que fuese en la retaguardia, y el con los
rrr
271
demás capitanes y las vanderas tendidas se pusso
en la abanguardia. Con esta borden y concierto
mouieron todos juntos y viendo el rastro de los
cauallos comentaron de marchar congrandissima
priesa aunque hazia mucho frió; Ueuauan sus co-
rredores por delante; ya que auian caminado dos
leguas encontraron con diez arcabuzeros de Ca-
rauajal que se boluian huyendo de Lope de Men-
doza y dieron por auiso que los mendocinos auian
dormido siete leguas de alli. Francisco de Caraua-
jal mando marchar con mayor priesa y a otras
dos leguas mas adelante toparon con los otros
diez arcabuzeros que se venían también huyendo
a su capitán, y a quatro leguas de alli, ya tarde,
encontraron mas de diez soldados heredianos los
quales se venían a poner en las manos de Caraua-
jal, y el los rescibio muy bien y les hablo amoro-
samente. De manera que yendo marchando con la
priesa que dezimos no hazia sino de trecho a tre-
cho y de legua a legua encontrar con soldados he-
redianos que le venian a serúír de tres en tres y
de quatro en quatro, los quales le dezian se die-
sse priesa a caminar, que alcan^aria a Lope de
Mendoza y a los suyos, que Ueuauan ya los caua-
llos cansados. Caminando Francisco de Caraua-
jal a toda furia le anocheció cinco leguas de don-
de estañan los mendocinos y heredianos, y por los
coger y prender aquella noche no quiso parar en
ninguna parte, antes con la mayor priesa que pu-
do caminó con la luna, que hazia muj' clara, y des-
pués que ella se pusso tuuo gran trabaxo y fatiga
en andar aquello poco que le faltaua, por las mu-
272
chas quebradas y malas ciénegas que passaua. Y a
esta causa cayeron algunos dellos en ellas, y assi
se quedaron muchos no pudiendo caminar mas por
tener los cauallos muy cansados y por hazer aque-
lla noche grandí^simo ayre y frío, y assi se que-
daron y se tendieron entre vnas peñas y abrigos
que auia. Los que tenían buenos cauallos y muías
andadoras siguieron a su capitán, el qual sin pa-
rar llego después de media noche al dicho arroyo
donde sus contrarios estañan y mando hazer alto
porque dellos no fuessen sentidos y por aguardar
á los que venian atrás. En el entretanto andana
Francisco de Carauajal de vno en vno y entre los
arcabuzeros apercebiendoles para que estuuie-
ssen promptos y aparejados y con el oydo atento
para quando los llamasse, y assi estuuieron vn
buen rato aguardando con gran silencio, y con el
ruydo que hazla el agua en las piedras y cascaxa-
les y como estauan apartados, no fueron sentidos
de los mendocinos. En este comedio estaua dizien-
do Luys Perdomo (1) a Lope de Mendoza y a los
demás, que estauan recostados en el suelo a par
del, comiendo de vn bote de conserua que auian
tomado de Francisco de Carauajal: señores, ya es
tiempo de leuantarnos y de yr a buscar el camino
gue auemos perdido, para entrar en los Andes an-
tes que el diablo venga y dé sobre nosotros. A Lo-
pe de Mendoga leparescio muy bim, aunque otros
dixeron que Francisco de Carauajal no podría lle-
gar allí tan presto hasta otro dia por la mañana, y
(l) Tachado: ^uf.
'I
273
que reposassen vn poco, que luego se pornian en
camino, y assi se descuydaron con esto, creyendo
que Carauajal se quedaría detras de vna sierra
que ellos auian passado, que auia de vn cabo a
otro doze leguas y de mal camino. Carauajal, con
el desseo que tenia y por dar fin y remate a esta
guerra tan trabajosa, desque vido que auia mu-
cha gente de los suyos los acometió denodada-
mente con mucha furia y gran ruydo, disparando
los arcabuzes hazia ellos, aunque a bulto, que pa-
rescia que se hundía aquel pequeño valle donde
estañan con el ecco que de todas partes resona-
ua. Como los mendocinos y heredianos oyeron la
tempestad y dislates de la arcabuzeria se leuanta-
ron prestamente con gran rezelo y hecharon todos
a huyr sin tomar los cauallos ni los arcabuzes y se
fueron a pie por los barrancos adelante. Lope de
Mendoza entendió luego lo que podía ser y leuan-
tandose de donde estaua quiso pelear, mas como
vido que todos se yuan huyendo y le dexauan solo
y desamparado hizo lo mismo por sainar la vida
y persona, que no pudiendo tomar el cauallo se
yua a esconder entre vnas peñas que cerca de alli
estañan. Fue tal su desuentura y desdicha que fue
visto por Diego *de Almendras, pi(;arr¡sta, que an-
dana por aquella parte; fue tras el para lo pren-
der, aunque no sabia quien era, y como lo alcan-
9asse le pregunto quien era y como se Uamaua.
Lope de Mendoza, no queriendo responder, le dio
Diego de Almendras vn varapalo con la lan^a en
la cabera que desarmada lleuaua y lo descalabro,
y viéndose Mendoza herir reboluio con grande
G. OK Santa Clara.— IV.— 3.° l8
274
animo a su contrario con la espada en la mano y
le dio vna cuchillada en vn muslo, v como vua ar-
mado no le hizo nada. En estos términos estañan
los dos quando llegaron a ellos quatro arcabuze-
ros de los pigarristas que lo prendieron con furia
y denodadamente y le quitaron las armas, y pre-
guntándole quien era respondió: yo soy el desdi-
chado Lope de Mendoza. Oyendo esto Diego de
Almendras y los quatro arcabuzeros miraron mu-
cho mas por el, porque lo dexauan ya yr sobre su
palabra teniendo lastima del por sentir que yua
todo ensangrentado. Dos soldados de la entrada,
que el vno se llamaua Pedro de Busto y el otro
Juan del Castillo, viéndose acometer de los pi<;a-
rristas se leuantaron prestamente y se fueron con
grande animo a encontrar con los enemigos y co-
mentaron a pelear esforzadamente con las espadas
en las manos; mas ¿que aprouecha? que ellos eran
dos y los contrarios muchos; á los quales dieron
tales heridas que luego murieron. Los soldados de
Francisco de Carauajal, viendo huyr a íos mendo-
cinos y heredianos, fueron tras ellos, aunque hazia
gran escurana, sino que parescián tan solamen-
te los bultos; a vnos prendieron y a otros hirie-
ron, los quales todos fueron llenados ante Fran-
cisco de Carauajal que los desseaua mucho ver y
conoscer, como el dezia. Entre los quales fue pre-
so Nicolás de Heredia, al qual sin le oyr descul-
pa alguna le mando cortar la cabeza porque era
de los almagristas y enemigo mortal de los Pi^a-
rros, como arriba queda dicho, y era de hedad de
setenta años, poco mas o menos; tenia la barba
273
blanca y larga: el cuerpo quedo alli hasta
Aana. que ciertos soldados de Francisco de
uajal que atrás auian quedado lo enterrare
los demás que alli estauan muertos, y ningí
los de Carauajal peligro ni salió herido i
fortuna les faborescia y ayudaua para dar
cayda, como adelante diremos en esta obra
como Lope de Mendoza fuesse llenado ante
cisco de Carauajal, cosa marauillosa fue qi
como le vido se demudo y se le ato veri
mente la lengua, que no pudo o no quiso
tan sola vna palabra , ni quiso responi
qnantas cosas le preguntaron buenament
«staua hecho mudo y sordo. Los capitaní
presentes se hallaron le preguntaron diuer
sas a las quales no respondió aunque, le ha
todos amorosamente y le prometieron de h
rescer en todo y por todo solo porque ha
vna palabra, antes tenia ñxos los ojos en el
de que todos quedaron marauillados. Fra
de Carauajal, creyendo que lo hazia por
blar con el, de puro contumnzje prometi<
perdonar y no quitalie la vida si le dezia do
nia[n¡ Diego Centeno y el escondido el tlieso
se publicaua que auian enterrado entrambc
no quiso responder cosa alguna. Creyenc
hablaría mando al Padre Diego Márquez
conffessase porque auia luego de morir po
sido traydor a Su Magestad y a Goncalo F
y matador de las justicias que estauan p
por el en la villa de la Plata, y alborota'
toda la tierra. El Padre Márquez le aparto v
■■^
276
y le dixo que pues auia de morir en breue, se con-
ffesasse y pusiesse bien su anima con Dios; el no
lo quiso hazer o no pudo por la gran turbación
que tenia, por lo qual el clérigo le amonesto y
requirió de parte de Dios y del Papa se conffesa-
sse y no quisiesse condenar su anima para los yn-
fiernos. De manera que el no lo quiso hazer, ni
menos hablar por señas, sino que verdaderamen-
te parescia al parescer humano que era estatua de
piedra marmol, de lo qual el Padre Diego Már-
quez quedo marauillado y lo fue luego a dezir a
Carauajal; aunque otros dixeron que se conffesso^
lo qual a mi me quadra mas. Francisco de Cara-
uajal mando luego que lo tornassen otra vez a
traer ante el, el qual venido le hablo y le dixo mu-
chas cosas con blandas y dulces razones, dándole
su fee y palabra de le perdonar la vida solo por-
que hablasse y porque le dixesse en donde estaua
la plata que le pedia, y que le haria dar sus yn-
dios y que lo reconciliaria conPi(;arro. Con todas
estas cosas que con el auia platicado no aproue-
cho cosa alguna, antes callana mas con mayor
constancia, por lo qual Francisco de Carauajal
se enojo brauamente contra el y le mando luego
cortar la cabera, la qual lleuo después consigo 4
la villa de la Plata para que sus afficionados que
en ella estañan hi viessen. Quieren muchos dezir
que Lope de Mendo<;a auia dicho muchas vezes
con juramento que si por su desdicha le prendian
biuo y venia a poder de Carauajal, que no le auia
de hablar ni responder cosa alguna de quanto le
pregnintassen, porque no dixessen del que aun en
277
palabras auia comunicado con traydores y cisma-
ticos. Cierto fue grandissima la constancia y re-
portación que tuuo este hombre, que no quiso res-
ponder ni hablar tan solavna palabra; mucho
quissiera que este desdichado cauallero tan leal a
su señor hablara con Carauajal siquiera alguna
cosa y fuera perdonado; mas en fin, al fin Dios sa-
be por que no lo quiso hazer. Después de cortada
la cabera a Lope de Mendoza mando dar garrote
a seys hombres heredianos de la entrada porque
se auian deffendido valientemente. Y truxeron
ante el vn soldado de la entrada llamado Morales
de Amburt, aunque otros dixeron llamarse Mora-
les del Abad, natural de Cuenca, el qual estaua
herido en el muslo de vn arcabuza<;o y tenia vna
lanzada en el hombro derecho y vna cuchillada en
la cabera, que estas heridas le auian dado porque
se auia deffendido animosamente. Sabiendo este
hombre que Carauajal mandaua matar a todos los
que estañan heridos, porque deziaque el herido y
el vencido era notorio que le auia de ser mortal
enemigo mientras viuiesse, porque se acordaria
de la affrenta que le auian hecho, y viendosse an-
te el, que le truxeron en bracos, dixo antes que le
pi"eguntassen algo: señor capitán, yo estoy sano
y bueno para seruir ál Gouernador mi señor y a
v. m., pofque las heridas que tengo no son nada,
que en dos dias, placiendo a Dios, estare bueno; a
esto le dixo Francisco de Carauajal: señor solda-
do, a mi me paresce que estáis muy mal herido,
según las muestras vos tenéis, y assi no podréis
dexar de morir; y perdonadme por ello, porque
278
siendo como soys cauallero hijodalgo os querreys
después vengar de mi andando el tiempo, y assi
no querréis andar conmigo en el exercito de Gon-
valo Piyarro mi señor, ni serme buen amigo. El
soldado affirmo que estaua sano y bueno y Cara-
uajal le dixo: señor Morales, para que yo lo crea
ande v. m. vn poco y paseesse saltando por este
campo; y el triste, queriéndolo ' hazer, no pudo
menearsse, por lo qual mando al alguazíl Fran-
cisco Miguel se lo quitasse de delante y le diesse
garrote, }' el le rogo mucho que pues auia de mo-
rir le dexasse conffessar, que auia dias que no se
conffessaua. Francisco de Carauajal no le quiso
conceder tanto bien, antes le dixo: ¿pues como
aucis seguido al traydor de Lope de Mendoza
tantos dias ha y no andáis conffessado? pues assi
aueis de yr por vuestro camino. Y con esto lo
aparto de alli Francisco Miguel, que era su minis-
tro, y le dio garrote y lo llenaron después arras-
trando de vna pierna y lo hecharon en el dicho
arro^^o, y como fue el postrero le dexaron el ga-
rrote en el pescuezo, teniendo entendido que es-
taua del todo muerto. Después destas cosas assi
passadas, ya que era amanescido y bien claro
el dia mando a los su3'os que estuuiessen todos
muy juntos y apiñados , porque tuuo entendido
que el Maestro de campo Luys Perdomo y el
alférez mayor Alonso Camargo darían sobre
ellos, pues se auian escapado, y assi se hizo aun-
que hazia muy gran frió y corria terrible viento.
De manera que esta retrayda de Lope de Mendo-
<;a y alcance de Carauajal turo dos dias y vna no-
279
che y media, que caminaron mas de treynta y
co leguas porque fue vn contorno que se hizc
deando y circumyendo vnas muy grandes y :
sierras, que como se perdieron se tornauan
otro camino al pueblo de Pocona y fueron al
i;ados a quatro leguas del, Carauajal cobro
mucha parte de su thesoro que le tomaron e
saco, y los picarristas hizieron lo mismo, aui
a la verdad no desnudaron a ninguno de los
sos, ni a los que se vinieron luego, porque ti
ron lastima dellos; ma» los cauallos y azemil
las cosas que en ellas yuan todo se cobro, y lo
a Ui no páreselo se cobro después, y dello ni
mas páreselo.
CAPITULO XXXII
DE COMO EL MAESTRO DE CAMPO LUYS PERDOMO Y EL
ALFÉREZ MAYOR ALONSO CAMARGO SE FUERON A PO-
NER DEBAXO DE LA VANDERA Y CLEMENCIA DE FRAN-
CISCO DE CARAUAJAL, PARA QUE LOS PERDONASSE, Y
DE LA PLATICA QUE LE HIZIERON Y LO QUE MANDO
HAZER
Fue tan grande el espanto que causo en los áni-
mos de los mendocinos y heredianos quando 03^e-
ron el estruendo y dislates de los arcabuzes que se
dispararon, y en verse acometer de los contrarios
con tanta furia y gran denuedo, que sin aguardar
el compañero a su compañero dieron todos a huyr
por los campos por no venir a manos de Francisco
de Carauajal, que le tenían mucho miedo por ser
tan malo como era. Pero algunos que fueron de
m$is animo tuuieron esperanza que no les harían
nada y que se ternia dellos piedad, pues no tenian
culpa en cosa alguna, [y] se atreuieron de venir
antel muchos de los soldados heredianos de la en-
trada. Y también se vinieron a el el Maestro de
campo Luys Perdomo y el alférez mayor (1) Alon-
(l) Tachado: Dionisio.
)1
mendocinos, los quales
e los muchos y grandes
echo y cometido contra
I Francisco de Carauajal
os conoscio, se holgó mu-
ís hombres de los princi:
Diego Centeno auía he-
la grandemente ver (1),
idose estos dos nombra-
i vez la tierra y causar
lales peores que los pa-
■ Alonso Camargo, que-
i y hazer lo mismo por
demás sus compañeros,
ymponian auev hecho y
í platica a Francisco de
lides y mansas palabras,
.no, dixo lo siguiente:
y seftor, no nos venimos
encía y piedad para que
liar por ella perdón de
sino que reconosciendo,
stros dcseruicios, dcssea-
', antes que saliessemos
vuestra presencia y aca-
por otras muchas cosas
s a la quietud y pacifli-
enimosa poner y nos po-
i, para que, seílor, hagaiS
idas lo que por bien tu-
^
282
uierdes, y s¡ licencia se nos concede diremos al-
gunas cosas que tengo para mi serán gratas y se
holgara de sabellas. Quanto a lo primero, bien ter-
na en la memoria quan grandes seruidores fuy-
mos al principio del Gouernador mi señor, y es-
tando a su deuocion nos apartamos de su señoría
por grandes engaños y cautelas que por delante
nos pussieron, y por esto dezimos que con mas jus-
ta causa y razón os podríamos suplicar executa-
ssedes en nosotros la muerte, que no que se nos
diesse las vidas. Porque nosotros conoscemos que
justamente merescemos todas las penas y tormen-
tos y qualquier linaje de muerte en derecho esta-
blecidas, como consta y esta claro por este moui-
miento que hizimos, que fue por cudicia y ambi-
ción de querer mandar mas que otros, devaxo de
ynteres. Por estas causas y razones que ya se sa-
ben 3^ otras muchas que yo me callo offendimos y
deseruimos al Gouernador mi señor y a v. m.,por
los muy grandes trabaxos, enojos y desabrimien-
tos de frios, calores y hambre que aueis passado
en yr en nuestro cilcance hasta la cibdad de Are-
quipa, y desde alia venir agora hasta aqui. Por to-
do lo qual no ay razón, ni la veo, para que pueda
deffender y apartar vuestra justicia y castigo en
nosotros, salvo si por vuestra clemencia y virtud
se mitigasse vn poco la saña que contra nosotros
se tiene, para que seamos parte dar algún medio
y fin a los trabaxos y fatigas y pesadumbres en que
vuestra valerosa persona esta puesta. Assi que
bien se podra, si ha lugar, como creemos que si
aura, por nos hazer merced, aunque no la meres-
283
cemos, dilatar vn poco de. tiempo nuestras vidas
para que con ellas os podamos seruir, porque sin
duda es muy grande el desseo que tenemos de ver
al Gouernador mi señor en quietud y sossiégo en
su goueruacion, lo qual se puede hazer en estas
partes y a poca costa si con vuestro mandado nos
dexan para lo hazer. Porque esta bien entendido
que todos los secretos y conciertos que por nos-
otros fueron hordenados, hechos y platicados y
que estauan determinados de se hazer contra el
Gouernador mi señor, están en nuestros pechos
encerrados, por lo qual dándonos licencia deter-
minamos con ellos mismos de atraer a los deser-
uidores de su señoría, que vengan todos a le ser-
uir. Por tanto, assi como ellos se leuantaron con-
tra su señoría con el fabor de Diego Centeno y de
Lope de Mendoza y con nuestras espadas (1), de la
misma forma y manera se desistirán y apartaran
por nuestro consejo y exemplo para que vnanimes
hagan lo que se les mandare por la persona que
tuuiere las vezes del Gouernador mi señor. Assi
os suplicamos con grande humílldad y por amor
de Dios y de Nuestra Señora, que sin hazer casso
de nuestras culpas y delictos proueais en la salud
y sossiégo y en todo aquel reposo que conuiene a
la vida y estado del Gouernador mi señor, que de
todo bien es digno y merescedor por sus buenos
méritos.
Queriendo Alonso Camargo proceder mas ade-
lante con su platica, Francisco de Carauajal le
(i) Ms. espaldas.
C^i
2&4
mando que callasse, que no era amigo de oyr lar-
gas razones, y luego dixo en alta boz desde vna
silla despaldas donde estaua assentado, que se lo
quitassen de delante, porque no lo quería ver, ni
menos a su compañero, a los quales dixo en alta
boz muchas y feas palabras y los entrego al Maes-
tro de campo Dionisio de Bobadilla para que los
hiziesse guardar. Ellos leuantados del suelo, que
auian estado hincados de rodillas, Dionisio de Bo-
badilla los tomo a su cargo, a los quales Ueuo y
metió en vna tienda en donde los hecho en fuertes
prisiones por contentar a Francisco de Carauajal
que todauia le turaua el enojo que tenia contra los
mendocihos y heredianos porque le auian tomado
su thesoro y la ropa que tenia, con la de sus solda-
dos. Venida la noche hablo muy largo y en secreto
con entrambos sin que nadie supiesse lo que auian
tratado, en que estuuo con ellos hasta la media no-
che porfiando y dando y tomando, y después salió
Francisco de Carauajal de la tienda gruñendo y
jurando que los auia de ahorcar por traydores al
rey y a Gonzalo Pigarro su señor. Todos tuuieron
entendido que en amanesciendo o en llegando al
pueblo de Pocona, en donde auia de entrar otro
dia, los auia luego de mandar cortar las caberas
y hazellos quartos, según que el se mostraua muy
enojado y furioso contra ellos. Por lo qual Dioni-
sio de Bobadilla y Balthasar de Cepeda, hermano
del licenciado Cepeda, quondan Oydor de Su Ma-
gestad, con los demás capitanes le suplicaron los
tratasse con amor y begniuolencia y los perdona-
sse por amor de Dios, pues que de su propia volun-
285
tad se auian venido a poner en su clemencia y en-
tregarsse a sus manos. De manera que el los per-
dono con muchas ymportunaciones, en quanto to-
caua a sus vidas, mas en lo de las prisiones dixo
que no se lo boqueassen ni hablassen en ello, por-
que el no lo podía hazer sin espreso mandado de
Gonzalo Pi^arro; de manera que en lo menos na
quiso perdonar y en lo mas los perdono. Mas, en
fin, dixo que el escriuiria a Gon<;alo Pi^arro y lo
que el mandasse se haria, que lo que el escriuie-
sse seria en fabor dellos, y assi se quedaron por
entonces en prisión en la tienda del Maestro de
campo con seguridad de las vidas. Porque des*
pues, a lo que las gentes díxeron, le descubrieron
mas de veynte mili ducados en plata que Diego
Centeno y Lope de Mendoza auian escondido en
el pueblo de Paria, los quales se truxeron después
en yndios y en vnas muías. Después destas co-
sas assi passadas, no auiendo allí ninguno de los
m
heredianos de quien rezelarsse, por estar las cabe-
<;as principales presas y muertas y por auer cum-
plido y alcanzado lo que desseaua, comento de
alegrarse por la vitoria que auia alcan(;ado en
desbaratar los desigños de sus contrarios. Los
soldados pi^arristas hizieron lo mismo, y de tan
contentos y regocijados como estauan por la vic-
toria alcanzada no sentian ningún trabaxo ni fa-
tiga que por ellos uviesse passado, con esperan-
za, aunque vana, que en llegando a la villa de la
Plata se repartiría luego entre ellos los reparti-
mientos de los yndios que uviesse vacuos en aque-
llas prouincias. Hechas estas cosas con otras, man-
28ú
los suyos que se fuessen al pueblo de Pocona
minassen todos juntos y apiftados, y que dír-
j se atreuiesse a salir fuera del camino, por-
tuuo rezelo que los heredianos que de alli se
n ydo andarían juntos por algunas quebradas
i dellos se vengar. Con esto comentaron to-
a caminar puestos como en esquadron de gfue-
con las vanderas tendidas al viento frío que
a; a los quales dexaremos vn poco yr Cami-
lo estas quatro leguas de mal camino, por con-
o que suscedio en este comedio en el pueblo
'ocona entre los soldados de Francisco de Ca-
ijal.
J
CAPITULO XXXIII
DE COMO LOS SOLDADOS QUE QUISSIERON MATAR A
FRANCISCO DE CARA^JAJAL SE REBELARON CONTRA EL
EN EL PUEBLO DE POCONA, Y DE COMO QUITARON MA-
ÑOSAMENTE LOS ARCABUZES A SUS C0MPA5JER0S QUE
allí quedaron CANSADOS
Damián de la Vandera y Francisco Rodríguez
Matamoros, como vieron que no auian hecho nin-
gún effecto en matar a Francisco de Carauajal,
como queda dicho, se fueron de allí ellos y sus
compañeros antes que se supiesse o fuessen senti-
dos, al capitán Lope de Mendo9a, porque con sus
huydas asegurauan sus personas y vidas. Después
que Lope de Mendoza y los soldados heredianos
se fueron, y después que Francisco de Carauajal
fue tras ellos, estos soldados amotinados y los de-
más del concierto se quedaron escondidos en vna
sierra que alli junto estaua, desde donde vieron
todo lo que passaua, y aqui hallaron obra de vein-
te soldados heredianos. Pues en este tiempo se
abaxaron todos y se fueron a la casa fuerte, que
no quissieron yr con Lope de Mendoga ni con los
que yuan de vencida, y assi se quedaron por ha-
zer lo que luego diremos; aunque Pedro de Aven-
T^'
288
daño (1) yua con Francisco de Carauajal, fue^por
dissimular lo que aula hecho y cometido. También
se quedaron en este pueblo obra de veinte solda-
dos de Carauajal, vnos por estar enfermos, y otros
por tener las muías y los cauallos muy cansados y
matados, y desque vieron ydos a sus capitanes se
recogieron todos en la casa fuerte y luego man-
daron a los yndios del pueblo traer mucha comida
y leña para callentarse, que hazia mucho frió, y
para hazer de comer. Pues como hazia gran frió
y auia ya mucho fuego dentro de la casa, vnos se
hecharon a dormir por auer velado toda la noche,
y otros comentaron hazer de comer, y a todo esto
estañan los arcabuzes arrojados por el suelo y
puestos por los rincones, y todos ellos muy des-
cuydados y sin rezelo de los heredianos. Después
que los conjurados se vieron juntos en el pueblo
se holgaron mucho; aunque anduuíeron vn rato
dissimulados con los descuydados, mas se aparta-
ron luego dellos por mandado de Damián de la
Vandera y de Francisco Rodríguez Matamoros, y
hablando con ellos en breues palabras les persua-
dieron que haziendo cabe<;a de su juego se al^a-
ssea con la tierra. Y que aleados fuessen a buscar
a Lope de Mendo(;a y le diessen fabor y ayuda si
la uviesse menester, y que si no 1 j hallassen, que
se yrian a la villa de la Plata y alvarsse con ella en
nombre de Su Magestad y hazer mucha gente para
yr a buscar a Francisco de Carauajal y dalle ba-
talla o morir en la demanda. Los onze compañe-
(l) Ms. Amenánño*
289
ros, auiendo ya metido prenda, lo tuuieron por
bien y comentaron a dezir que por aquella via ga-
narían gran reputación, pues lo auian de hazer en
seruicio de Su Magestad, y después ternian de co-
mer en la tierra. Y que hechas estas cosas no an-
darían perdidos tras vn tirano cruel y endemonia-
do como lo era Francisco de Carauajal, que auía
muchos días que andauan con el y no les auia dado
cosa alguna, sino que con vanas esperanzas los
traya consigo engañados y se seruia dellos de bal-
de, andando desnudos y descalzos. Pues concerta-
do esto, para effectuar su negociación concerta-
ron de tomar ante todas cosas los arcabuzes de los
que estauan metidos dentro de la casa fuerte, pues
estauan descuydados y dellos dormiendo, y des-
pués combidallos con lo platicado y concertado.
Y si quisiessen ser todos a vna, que les darían sus
arcabuzes, y si no que los matarían o quemarían
bíuos dentro de la casa, y que después no faltarían
hombres muy leales seruídores del rey, que ellos
les darían fabor y ayuda, pues auía muchos encu-
biertos, porque lo que auian de hazer era seruicio
de Dios y de Su Magestad. Platicado esto y dada
ya la borden de lo que se auia de hazer llamaron a
los heredíanos de la entrada que sabían la cosa y
el secreto; luego se pusso por la obra la negocia-
ción y se fueron todos juntos a la casa fuerte. Y
como a los vnos hallaron hazíendo de comer, que
eran los pocos, y a los otros, que eran los muchos,
estar dormiendo y tendidos por el suelo muy des-
cuydados, comentaron bonicamente y como al
descuydo de recoger los arcabuzes que estauan
G. DB Santa Clara.— IV.— 3.o 19
290
caydos por el suelo. Recogidos que fueron los
amontonaron en vn rincón de Ta casa; aunque al-
gunos de los descuydados lo vieron hazer no sos-
pecharon mal, porque los que lo hazian eran to-
dos compañeros y amigos, que tuuieron entendido
que lo hazian de buen comedimiento y crian<;a por-
que no los pisassen, y hecho esto, luego Damián
de la Vandera dixo en altn voz a los descuydados:
Ea, caualleros y compañeros mios, a leuantar,
que no es agora tiempo de dormir sino de 3T a
seruir a Su Magestad 5^ a Lope de Mendoza su ca-
pitán general que esta seys leguas de aqui, el qual
tiene cercado a Dionisio de Bobadilla en vn peñol,'
porque Francisco de Carauajal es ya muerto y
descabellado por los seruidores del rey nuestro
señor. Estaua entre estos descuydados vn monta-
ñés que se llamaua Pedro de Praues, valiente y
animoso soldado, el qual dixo medio riendo: ¿que
diablos dezis, Damián? ¿es por ventura verdad la
muerte de Francisco de Carauajal? ¿ó es que nos
queréis engañar o prouar que yntenciones tene-
mos? Damián de la Vandera dixo con yra: no,
iv^oto a Dios! sino lo que digo es verdad, y el que
me quisiere seguir para yr a seruir a Su Magestad
le yra bien dello, y el que no, le quemare viuo den-
tro desta casa, o le ahorcare y haré quartos como
a traydor maluado. Oyendo esto todos los solda-
dos descuydados quissieron tomar sus arcabuzes,
y Damián de la Vandera y sus compañeros con
los demás heredianos se los deffendieron con fu-
ria y braueza poniéndoles los arcabuzes a los pe-
chos, diziendoles: ¡voto a Dios! si os meneáis os
291
saquemos aquí a todos las vidas, y por esso
quedos y hazed lo que el señor capitán D;
de la (1) Vandera os manda a todos, porque e
seruireis a Dios y a Su Magestad; donde
queriendo hazer pagareis aquí con las vida
qual viendo los descuydados que la cosa yi
veras, cementaron a dezir: ¡cuerpo de Dios!
res, ¿vosotros no soys nuestros amigos y c<
fieros? ¿que es la causa que os queréis apart.
seruicio de Gonzalo Pii;arro y a nosotros qi
maltratar en tomarnos las armas por fuer?a'
no Damián de la Vandera a dezir jpor vida i
que el hombre que no me siguiere para yr i
uir a Su Magestad le dexe plantado o quema
este pueblo, por traydor y cismático. Replii
dro de Praues y le dixo: seflor Damián de la
dera, mirad lo que iiazeís; catad que os arre
reisdello ante de mucho tiempo. Allende
bien sabéis que esta biuo Goncalo Picarri
el os sabrá pedir estrecha cuenta, como
hecho a otros que eran de gran valor, y en 1
pararon bien lo aueis visto y entendido,
tanto tomad mi consejo, no hagáis cosa
uida, que os costara muy caro, Y por esto nc
los arcabuzes, porque nos queremos yr al G(
y a nuestros capitanes, que nos ternan a i
tanto aqui nos detenemos, porque ya tare
mucho; a esto dixo Damián de la Vander
grande yra y enojo: Yo os hago voto sol
Dios, que si os arrebato os haga vn juego c
292
Tepíntais dello porque no me respondáis mas,
r tanto procurad vos y los demás de callar, y
enad luego de seguirme para yr a seruir a
dagestad. Porque ya oo son menester aquí
is trayciones y maldades con muchas cruel-
s y abominaciones que contra Dios y contra
;al corona se han hecho y cometido; y assiles
otras cosas con gran furia y braueza. Ojíe-
los descuydados, que eran quinze soldados,
lo auia razón para que se les dixesse aquellas
aras con tanta braueza, pues que todos ello»
lan debaxo de la vandera de Francisco de Ca-
jal y en seruicio de Su Magestad y de Gon?a-
tarro, y que si Carauajal era muerto, que
e mucho de norabuena, mas que les diessen
rcabuzes, que se querían yr a la cibdad de
I a seruir al rey. Desto se enojaron mucho
ian de la Vandera y sus compañeros, con
los veinte heredianos, y comentaron los vnos
otros a darbozesy a porffiar sobre loque
la al seruicio de Su Magestud; mas conside-
0 los descuydados que no tenían armas para
ndersse y oíTender a los contrarios, dissimu-
1 su ynjuria. Y por otra parte, altercadas mu-
razones, tuuieron por bien de seguir por en-
;s a Damián de la Vandera hasta ver en lo
laraua aquel deuaneo, y con proposito que
jes que se viessen con sus arcabuzes harían
e mejor les paresciesse, y assi el dicho Pedro
■aues y sus compafleros le prometieron de le
ir, pues era ya muerto Carauajal. Oyendo
ian de la Vandera la promesa de [los descuy-
J
293
dados se holgó en gran manera por dos causas y
razones: la vna, por no les hazer mal, que eran
sus amigos y compañeros; y la otra, porque de
presente los auia menester para la negociación
que comen^aua a tramar, y con esto les hizo dar
los arcabuzes. Después de les auer dado las ar-
mas les dixo Damián de la Vandera porque con
mas entera voluntad le siguiessen: mirad, seño-
res, que en todo casso nos conuiene seruir de aqui
adelante a Su Majestad, porque os hago saber
que Gon9alo Pi9arro es muerto en la cibdad de
Quito y lo mato cruelmente Pedro de Fuelles.
Demás desto, en la cibdad del Cuzco esta Alon-
so de Toro aleado en nombre de Su Magestad,
ecepto las (1) cibdades de Lima y de San Juan de
la Frontera, que están a deuocion de don Gon-
zalo Pi^arro el mogo, hijo del Marques don Fran-
cisco Pigarro. Y tienen la administración del mogo
y de lo demás los capitanes Lorenzo de Aldana y
Montenegro, sus ayos, y Don Antonio de Ribera
es capitán general que haze y a hecho mucha gen-
te para yr contra los leales seruidores de Su Ma-
gestad, y según ay fama publica tiene mas de mili
hombres en su campo. Y agora es necesario que
nosotros acá alcemos vandera en nombre de nues-
tro rey y señor natural y demos fabor y a3^uda
a los seruidores de Su Magestad que andan corri-
dos y hostigados de los traydores y brauos tira-
nos, y para quando alguno viniere en nombre del
rey nos halle en su seruicio, y no siruiendo a es-
294
tos cismáticos. Asslmismo aueis de saber que ten-
go nueua muy cierta que Francisco de Carauajal
es muerto por manos del capitán Lope de Mendo-
za que esta noche passada dio sobre el, y Dionisio
de Bobadilla esta retraydo en vn peñol con cin-
quenta soldados y tengo para mi que sera esta la
hora en que le auran cortado la cauepa, y por
tanto conuiene que sin dilación hagamos lo que
tengo dicho. Los soldados, auiendose apoderado
de los arcabuzes, quissieron con rauia arremeter
contra Damián de la Vandera y no lo hizieroa
hasta saber la certinidad de las nueuas que les
auian dicho, para ver si era burla o no, y con esto
estuuieron dos dias descansando en el pueblo.
Pues como Francisco de Carauajal uviesse desba-
ratado a Lope de Mendoc^a y a Nicolás de Here-
dia, como queda ya dicho, los heredianos que es-
caparon de la rota se fueron huyendo al pueblo de
Focona por no hallarse en manos de Francisco de
Carauajal, y aguijaron mucho y llegaron bien de
mañana a el. Estos hombres contaron a los alga-
dos y a los descuydados todo lo suscedido del des-
barate, de lo qual los doze conjurados y parte de
los heredianos, creyendo ser verdad lo susodicho»
sin poner mas dilación se fueron huyendo y se me-
tieron en los montes del pueblo de Mizque, y los
descuydados les dieron grita quando se yuan y
prendieron a vno de los heredianos. Francisco de
Carauajal llego en este comedio cerca del pueblo
y luego le salieron a rescebir Pedro de Praues y
sus compañeros, los quales le contaron por entero
lo que auian hecho y lo que les auia dicho Damián
295
de la Vaadera y consortes, de lo qual le peso en
gran manera, y con esto entró en el pueblo. Con
el enojo que Ueuaua y con el que rescibio de lo que
Damián de la Vandera auia hecho, se le acrecen-
tó y doblo mucho mas con el que tenia por le auer
tomado los mendocinos y heredianos su riqueza,
y por esto y por otras cosas, llegado al pueblo
mando ahorcar al alcalde ordinario Pedro de Cés-
pedes, Juan Rodriguez de Almadén y a Juan de
Porras, de los de la entrada, que auian quedado
mal heridos y con el que prendió Pedro de Pra-
ues. Dt manera que desde que se comento la re-
friega hasta que torno Carauajal al dicho pueblo
fueron muertos de la parte de Lope de Mendoga
diez y ocho soldados por todos, de tiros de arca-
buz, sin los dos Generales y otros seis soldados
que fueron muertos a garrote en el arroyo donde
fueron del todo desbaratados. De la parte de
Francisco de Carauajal murieron no mas de dos
de tiro de arcabuz; el vno delios fue el que mata-
ron los que quissieron quitar la vida al tirano
cruel, y de heridos uvo algunos, aunque sanaron
en breues dias, y desta manera llegaron todos a
Pocona y comentaron a descansar de tanto tra-
baxo como auian passado. Francisco de Caraua-
jal hizo luego venir a todos los yndios de seruicio
y de carga que auian quedado siete leguas de alli,
los quales vinieron con una poca de ropa que ato-
dos les auia quedado del saco que los mendocinos
y heredianos les hizieron. También embio luego a
llamar a todos los caziquez y principales yndios
de los pueblos que auia en toda aquella comarca,
296
[ue te truxessen todos los bastiroentos que
en sus casas, los quales vinieron y truze-
uchas cosas de comida, mas de miedo que
[untad que tuuiessen, porque cierto le te-
ran temor por las malas ynclinaciones que
CAPITULO XXXIV
DE COMO FRANCISCO DE CARAUAJAL SE PARTIÓ DE
POCONA CON SUS SOLDADOS Y SE FUE AL PUEBLO DE
COTABAMBA, Y DE LAS COSAS QUE HIZO EN EL, Y DE
COMO ESCRIUIO A GONQALO PIQARRO TODO LO QUE
LE AUIA SUSCEDIDO CON LOS MENDOCINOS Y HERE-
DIANOS DE LA ENTRADA
Estuuose Francisco de Carauajal desta hecha
cinco dias en el pueblo de Pocona, descansando, en
donde le vinieron á seruir cassi todos los soldados
heredianos de la entrada, de los mas principales
dellos, que como no tuuieron quien los llamasse ni
acaudillasse, con el temor que tuuieron del no uvo
quien entre ellos se atreuiesse a llamarse capitán,
ni sabían a donde acudir. Y con esto se vinieron
con gran humilldad y mansedumbre a ponerse en
sus manos, conffiando en su clemencia, si alguna
tenia, que los perdonaría y que no miraría los
grandes males y daños con los desacatos que le
auian hecho y de los enojos y pesadumbres que le
auian dado. Queriéndose Francisco de Carauajal
mostrar para con ellos affable y piadoso, no por
ellos sino por el dinero que le faltaua, para lo co-
298
brar (1) dellos porque no se lo Ueuassen y se fue-
ssen con ello a diuersas partes, los rescibia muy
bien porque todos se le viniessen a la fama que
Carauajal no hazia ningún mal a los de la entrada
que se* venían a el, y por esto se allegaron muchos
a el sin tener ningún rezelo. Quándo assi venían
algunos se leuantaua de la silla en que estaua
assentado , se yua a ellos con los bracos abiertos
para los abragar y les daua el parabién de sus ve-
nidas y les hablaua amorosamente y con blandura
y con buen semblante, que entonces parescia padre
de todos ellos mas que capitán vencedor; fá] los
soldados, como se ponían de rodillas delante del
desculpandossc de lo que auian hecho, los algau^*
tomándolos de las manos v no les dcxaua hablar,
diziendoles de como el sabia muy bien que auian
sido engañados de Lope de Mendoza y del Maes-
tre de campo y alférez. Especialmente les dezia
que el no se marauillaua de cosa alguna de lo que
auian hecho, porque bien sabia que era vsanga de
l^uerra, entre soldados, de yr a vna parte o a otra,
y que desto no ternia memoria, sino que todos ellos
tomassen plazer y descansassea, que el les pro-
ueeria de lo que uviessen menester, y que síruie-
ssen al rey y a Pigarro su señor; y assí les dixo
otras muchas cosas. Viendo, pues, que no auía mas
que hazer por aquella parte y que estañan todas
las cosas concluydas, determino de yrse a la villa
de la Plata a repartir entre los suyos los yndios
que estauan vacuos, y assi lo dixo a sus capitanes
(I) Ms. ios cebras.
r^
2Q9
y soldados estando con ellos en buena conuersa-
cion. Con esta determinación se salió de Pocona
con todos los suyos y con las vanderas tendidas,
puestos en buena borden, por el camino de arriba,
que era bueno y llano aunque no vssado, y llega-
ron al pueblo en donde auian tenido el fardaje y
alli se refrescaron aquella tarde y la noche, porque
el lugar era muy fresco y bastecido de muchos
bastimentos. Otro dia se pusso en camino y llego
al pueblo de Cotabamba con las vanderas tendi-
das, en donde supo después adonde estaua Damián
de la Vandera y Francisco Rodríguez xMatamoros
con sus compañeros, a los quales embio a llamar
escriuiendoles con vn yndio. Y en la carta les dezia
aíñrmatiuamente y con juramento que si ellos se
venian ante el, que los perdonaría y perdonaua
todo el mal y enojo que le auian hecho, sin tener
memoria de cosa alguna (1), y que se truxessen en
su compañía a los caualleros heredianos de la en-
trada que estuuiessen por alia. Rescibida por ellos
la carta no quissieron creer de lí<;ero lo que en ella
se contenia, porque según ya le tenian conoscido
ser terrible y cruel no se atreuieron de yr a su lla-
mado, porque se temieron que en llegando los auia
luego de mandar ahorcar, y assi embiaron al yndio
sin carta, que no tuuieron recaudo para escreuir,
^ino que tan solamente dixo que los xpianos no
querían venir, de miedo. Considerando bien esto
Carauajal y por no dexar por alli algún rastro que
después le perturbasse la tierra, les torno y retor-
cí) Tachado: dt lo hecho»
300
no por segunda y tercera vez a escreuir dándole
su fee y palabra y con juramento que no les haría
ningún mal, ni menos otro alguno por el, y assi les
embio a decir otras cosas muy blandas y halague-
ñas, que al fin al fin determinaron de venirse a el
por dos causas. La vna, porque Francisco de Cara-
uajal no fuesse a ellos o embiasse algún capitán
para que los prendiesse o matasse, porque después
no consiguirian el perdón que agora se les conce-
día; y la otra causa fue porque los yndios del pue-
blo de Mizque no les querían ya dar de comer co-
mo lo auian hecho al principio. Y demás desto
les dixcron se saliessen de su pueblo y se fuessen
a donde los otros xpianos estañan; si no, que los
matarían a flechazos y a pedradas, porque Fran-
cisco de Carauajal lo auia assi mandado a los ca-
ciquez y principales yndios de toda aquella comar-
ca, y que antes que lo pusiessen por la obra se
saliessen luego. Por estas causas y razones, pos-
puestos al temor y afrenta que les podría venir y
confiándose principalmente en la palabra que les
dauan, se vinieron todos ellos a poner debaxo de
las manos de Francisco de Carauajal para que con
piedad y begniuolencia losperdonasse. Assi como
se vinieron ante el se postraron por el suelo pi-
diéndole las manos para se las besar, demandán-
dole perdón del gran atreuimiento y desuerguenga
que contra el auian cometido, y que dello no se
acordasse, sino de los muchos y grandes seruicíos
que le auian hecho en diuersas partes. Queriendo
Damián de la \'andera proseguir en su comenta-
da platica para desculparse, y a sus compañeros,
301
no le dexo, porque era muy enemigo de oyr largas'
arengáis y razones, principalmente de aquellos que
e auian sido vn poco zaynos y auiesos. Y por mos-
arse con ellos piadoso y manso, en especial con
os heredianos de la entrada, los mando leuantar'
abraco a cada vno dellos en señal de verdadera
istad y con demostración de recebirlos con gran
zer y alegría. Luego mando al Maestre de cam-
p^que la ropa que se les auia tomado a Damián
déla Vandera y a sus compañeros se buscasse y
se les boluiesse, la qual fue buscada, mas no fue
halmda ni supieron quien la auia tomado, y assi se
quelaron sin ella. A los soldados heredianos de la
entfltda proueyo de algunas cosas que uvieron
ester, que fueron de poco momento, y por esto
o que les dieron y a los otros por los auer per-
onado, comentaron de alaballe y engrandescello
basta las nuues por las grandes y señaladas mer-
cedes que les auia hecho. Desta manera fueron
tescebidos todos en gracia de Francisco de Carau a-
jal, tomándolos por amigos a los vnos y a los otros;
mas tiempo vino que Francisco Rodrigez Matamo-
ros se lo pago en el pueblo de Viacha; por vna occa-
ssion muy liuiana que le dio lo mando ahorcar, co-
mo adelante diremos. Estando Francisco de Cara-
uajal en este pueblo le acontescio vn chiste muy
donoso (1) con vn tratante de carneros llamado
Aluaro Nieto, el qual trataua también en la yerua
presciada llamada coca, con que grangeaua la
vida, que es la moneda desta tierra, como el cacao
(I) Ms« «Uñoío.
302
laNueuaEspafla. Y fue el cuento que este Ai-
ro Nieto se allego a el diziendole como los sol-
dos de la entrada le auian topado los días atrás
el camino con ciertos cameros de carga que
ya y que se los auian quitado por fuerca, y que
obstante esto lo auian IJeuado ante Lope de
mdoía quando yua a Pocona y lo aula hecho sol-
do contra su voluntad no lo queriendo ser. Y
ando yo supe que v. m. venia contra el me sali
:retamente de Pocona y me fuy a esconder a
monte por no hallarme en la batalla, y esto
¡e a fin de no deseruir at seilor Gouernador ni
{. m., y por no estar con Lope de Mendoi^ que
; traya forcado, auiendome tomado los de la en-
ida mis carneros y la coca que en ellos traya,
n que me dexaron pobre y necesitado. Y agora
sabido que los soldados de v. m- tienen mis car-
ros: suplico a V. m. que por reuerencia de Dios
»nde a los soldados que el que tuuiere dos car-
ros délos mios, que están señalados, me de el
10, y el que tuuiere quatro me de los dos, y assi
s demás, y desta manera los partiremos herma-
Lblemente. Francisco de Caniuajal se paro a
yr mucho desta demanda de Aluaro Nieto, y
spues, buelto a el, le dixo con yra: ¡o vellaco,
illina! si que los hombres de bien a vn cabo o a
ro se han de hallar para mostrar sus valerosas
^rsonas, esercitandose en las batallas campales
le se dieren en seruicio del rey. Ven. acá, gallí-
1, si estos caualleros de la entrada no seuvieran
illado con Lope de Mendoza en la batalla, ¿como
rancisco de Carauajal y estos señores paladines
303
de Pocona que andan conmigo uvieramos ganado
tanta honrra? andad, vellaco, asentaos en la com-
pañía del capitán Castañeda y no me pidáis los car-
neros, que os mandare luego por ello ahorcar:
respondió Nieto con humilldad: señor, suplico
a V. m. sea seruido de no me lo mandar, que pro-
meto a V. m. que no soy bueno para^ soldado, ni
en toda mi vida maté cosa viua sino fueron siete
ratones que royan el sayo y el capote que tenia en
vna petaca liada. Oyendo esto Francisco de Cara-
uajal llamo a grandes vozes a vn criado suyo lla-
mado JuUian de Fuelles, el qual venido le dixo:
traedme presto las coracinas y la cota y los gara-
huelles de malla y la celada borgoñona. Y traydas
estas armas mando a Jullian de Fuelles y a Marcos
Rodríguez, sus criados, diziendoles: arma presta"
mente a essa gallina fiambre que esta en figura de
hombre; el qual armado le dixo que braceasse y
meneasse las manos y los bragos fuertemente con
la espada desenuaynada, el qual lo hizo muchas
veces, y después le pregunto que como se hallaua.
Aluaro Nieto dixo que muy bueno y a su seruicio,
y Carauajal hecho mano a la daga y le dio tres o
quatro golpes con ella, diziendole: assi, vellaco,
gallina, assi, assi sabréis matar hombres y les per-
deréis el miedo que dellos tenéis, y no ratones en-
cerrados en petaca. Y mirad que os mando que
mientras anduuierdes conmigo no os aueis de qui-
tar essas armas, si no, por vida de tantos y quan-
tos y del Gouernador mi señor que os mande luego
ahorcar de vn árbol y hazeros pedamos. Y para
ver esto dio cargo dello a dos criados suyos que
3(M
lassen y mirassen por el y anduuiesseti con el
a y de noche porque no se las quitasse o se
sse con ellas, y fue deporte velle andar carga-
)n aquellas armas y con la espada desenuay-
, y assi dormía con ellas. Traxolas quatro o
I dias, y como andaua A pie por el pueblo se
ua muy cansado, que ya le auia pesado mas
¡11 vezes por auer ydo en demanda de sus car-
3, que tuuiera por bien empleado de auer per*
al doble dellos por no verse en aquella un
ijosa afrenta. Los soldados le trayan corrido
entado con la grita que le dauan, díziendole a
Jes vozes: ¡a gallina, mata ratones!; mas des-
a ruego de sus capitanes y de los principales
líanos de la entrada se las mando quitar. V
I le pregunto si estaua hecho a las armas y si
a agoramatar hombres y no ratones; dixo que
]ue su merced le mandasse de ay adelante
I a vno de sus criados en que le siruiesse;
en fín, al ñu dende algunos dias se fue, que
a mas parescio. También le acónteselo otra
en este pueblo, y fue que como el anduuiesse
cuydadoso y con gran vigilancia en busca
ro que le auian tomado en el saco, traya es-
entre los jugadores para ello y fue anisado de
le las espias como en el tolJo de Balthasar
s, portugués, estaua vn sold:ido de la entrada
ido vn texuelo de oro. Francisco de Caraua-
e luego alia y entro de rrordon por la tienda
lo que estañan ciertos sold.tdos suyos jugan-
la dobladilla, a tos quales Jixo: jueguen los
res y ayan plazer; mas este be queda la mone-
3C6
da, que me paresce que es buena. Y aba:
tomo el texuelo de oro eQ la mano, que
hasta ochocientos pesos de oro de minas, p<
o menos, que to estaua jugando vn Pedro 1
dez, de los heredianos de la entrada, y s
quien jugaua el oro le dixo en alta voz. [,
Pedro Hernández! quierole contar agora v
to que passo en cierta parte de España; i
saber que vna dueña honrrada queria mui
marido y muriosele, y dende a ciertos i
rriendola casa topo con'vnas caltas vieja
tando dellas la bragueta la pusso dentrc
agujero de la pared, y lo demás hecho a
cada dia que la buena vieja barría su casi
gaua al agujero de la pared, tomaua la b
en la mano y comengaua a cantar Iristemí
dezir con pena: ¡ay de mi la cuytada, gua
que aquí andaual; y esto dezia tres o quati
y luego tornaua a poner la bragueta en ■
agujero. Assi que Francisco de Carauajal t
el texuelo en las manos repicauale muy dt
como a pandero, y dezia muchas vezes: ¡i
lo que aqui andaual, y buelto al soldado 1
¡a señor Pedro Hernández! ¿que se hizo
carga de oro que andaua con este texuelo
que me faltan mas de veinte como el? Re
el soldado y dixo: señor, yo no lo se, y ess
lo yo lo gane antenoche a vn soldado que
agora le viesse no le conosceria, porque y
noscoa ninguno, por la breuedad del tier
1
I
306
be andado y conuersado con ellos; y Francisco de
Caraaajal le dixo: pues, señor Pedro Hernández,
busqueme luego los otros que me faltan y seremos
buenos amigos, y quédense con Dios; y con esto
se Iteuo el tezuelo en la mano, cantando su can-
tarcillo, y Pedro Hernández lo tuuo a bien, porque
se temió que lo mandara ahorcar o dar tormento
para saber del de lo demás que taltaua. En este
medio tiempo mando Francisco de Carauajal que
fuessen treynta arcabuzeros a las sierras de los
Andes y a otras partes a buscar ciertos soldados
de los heredianos de la entrada que se auian huydo
y escapado la noche que maio a Lope de Mendo-
9a. y el caudillo destos fue Francisco de la Sierra,
los quaks fueron a las sierras y truxeron bonica-
mente y sin premia a Pedro Gonijales de Prado y
a Jullian de Humaran con otros diez ó doze solda-
dos heredianos, a los quales perdono liberalmen-
te y les hizo buen tratamiento. También escriuio
desde este pueblo a Gonyalo Pi(,"arro dándole cuen-
ta y razón de iodo lo que por el auia passado con
los heredianos de la entrada y con los mendoci-
nos, y despacho por su mensajero a vn criado suyo
llamado Ag:ustin de Castellanos, el qual yendo a
Quito le hallo en el camino, que se yua a la cibdad
de Los Reyes, como atrás queda dicho y referido,
Rescebidas estas cartas y viendo lo en ellas conte-
nido se holgó muy en gran manera, y lo mismo
hizieron sus capitanes, y al mensajero dio de al-
bricias diez yndios naborías en las minas de Poto-
si para que le sacassen plata, que después se fue
muy rico a los reynos de Castilla. Sabidas, pues,
3(17
estas nueuas por los capitaai
garon y regocijaron mucho ]
fiestas que turaron tres día
Gonzalo Pi9arro les dixo con
que tenían razón de holgars
susceso de Francisco de C
dixo, que si por ventura fuet
de Carauajal estuuieran sus ^
dientes en vn cabello y en c(
todos, porque la tierra toda £
ellos, de manera que por el
cisco de Carauajal dio grar
todos los que eran sus verc
afficionadosy grandes seriiit
CAPITULO XXXV
DE COMO MORALES DE AMBURT 6 DEL ABAD SE VINO A
PRESENTAR ANTE FRANCISCO DE CARAUAJAL, Y DE CO-
MO SUS CAPITANES Y SOLDADOS SE MARAUILLARON EN
GRAN MANERA DE LE VER VIUO Y SANO Y SIN HERIDA
NI LISION ALGUNA
Estoi perplejo y muy dudoso en contar vna co-
sa que suscedio en esta tierra, que cierto soy muy
enemigo de relatar cosas de admiración á todas
gentes, porque no saben como son ni como pasa-
ron; mas como vieron esta cosa muchos y son dello
testigos, pues se hallaron a todo presentes, diré
con algún atreulmiento lo que passó (I), aunque en
ello, como digo, estoy escrupuloso por lo que ade-
lante diré. Y es el caso que estando Francisco de
Carauajal tres jornadas de la villa de la Plata, en
vn pueblo llamado Caracollo, le vino hazer reue-
rencia Morales de Amburt ó del Abad, el qual auia
quedado muerto en el campo donde fue desbarata-
do y muerto y descabezado Lope de Mendoza, co-
mo atrás queda dicho. Assi como Francisco de Ca-
rauajal le vido y algunos que estauan con el le
(i) M%,/assa.
^
con grande admtra-
e ver biuo y sano de
;n el cuerpo y en su
a Dios nuestro se-
■s en auer querido
ina misericordia, y
Idados como a cosa
; que venia del otro
:o de Carauajal lo
cha cortesía, por lo
into uviesse menes-
esse, y el no quiso
Que el quería cum-
a Dios nuestro se-
e dauan, que ya no
vnas Horas en la
ios y a Nuestra Se-
i, que le auian libra-
i penas del ynfierno,
passado, como aba-
cisco de Carauajal
lo dexo con vn su
acón el, y el siem-
mpo, mas no tenia
ua con los soldados,
tado V solo, redando
a Nuestra Señora.
; el campo, que no
ue se cubría con vn
le era de sayal fray-
dado, y sustentaua-
[ipaftero le daua, y
(
310
assi parescia con esto vn santón. Lo que contó a
Carauajal es de saber, que estando después yo y
el en la villa de La Plata, dende a muchos días,
assentados en vn poyo en casa de Juan de Orella-
na, estuuimos tratando en los milagros de Nuestra
Señora y en otras cosas muy buenas, le pregunte
acerca de su muerte lo que auia sentido en aquel
punto que su anima se le arrancaua del cuerpo. Y
también le pregunte si áuia sido verdadera su
muerte, y que era lo que auia visto, como dizen, en
el otro mundo; que me lo dixesse todo por me hazer
merced, pues eramos grandes amigos, porque te-
nia gran desseo de lo saber. Respondióme con vn
sospiro muy grande, diziendome a manera de fray-
le bendito: aueis de saber, amigo y hermano mió
en Dios nuestro seftor, y el sea loado por siempre
jamas, que al tiempo que me comen9aron apretar
con el cordel y con el garrote, senti vn tan grande
y tan terrible y tan yncomportable dolor y tormen-
to como aquel que estaua padesciendo la cruda
muerte. Esto no os lo sabré dezir tan encarescida-
mente como ello fue, ni lo que senti quando mi am-
ma peccadora se apartaua desta miserable carne
y triste cuerpo, porque seria nunca acabar ni se
podria dar a entender si no fuesse por aquel que
uviesse passado este tan temeroso y espantoso tra-
go. Pues como ya yo no tenia ningún sentido y
uviesse cerrado los ojos corporales, quedando ya
muerto vide a desora vna grandissima claridad
puesta ante mi, y en ella, al parescer, se me repre-
sento aquella que es madre de toda piedad y con-
solación, la Virgen Sancta Maria, y con ella mu-
311
chas virgines y santas de la corte del cielo. Y vna
dellas me páreselo que me tenia la cabera aleada
del suelo, y otra que tenia asida de la cuerda y del
garrote porque no me diessen tanta pena y dolor,
y con todo esto me parescia que estaua en vn ver-
gel muy deleytoso, adornado de muy odoríferas
y frescas flores y rosas que de si hechauan gran-
dissima fragrancia de olor, y si yo dixesse por en-
tero lo que vide seria nunca acabar. Dende a vn
rato me dixo vna de aquellas sanctas que me era
concedido boluiesse al mundo y mudasse vida y
estado conhazer penitencia de mis grandes culpas
y peccados, y dicho esto se fueron todas y la cla-
ridad que auia visto se me quito de delante. Luego
le pregunte si tenia deuocion en alguna sancta de
aquellas que auia visto; el me dixo que si, que era
en Nuestra Señora, a quien siempre se encomen-
daua cada dia muy deuotamente, y que en los sá-
bados y en las vigilias de todo el año ayunaua
muy cordialmente. Y demás desto que tenia gran
deuocion en las Onze mili Vir<;ines con sancta Vr-
sula, y que en cada vn aflo ayunaua la vigilia de-
llas, y que en el dia de su fiesta daua limosna quan-
do tenia que, o si no, lo buscaua para dallo a los po-
bres, aunque el biuia muy nesccsitado. Mas que en
la hora que le dexo la claridad no sintió cosa algu-
na, si estaua herido o hechado en cama o en el
arroyo, sino que le auia parescido que auia estado
dormiendo,y lo primero que sintió quando torno
en si fue tener los pies frios, y que enleuantando-
se y tentándose las heridas se auia hallado sano
dellas, y después quitándome el garrote y el cor-
312
ia hallé que no estaua apretado, sino
go me hinque de rodillas y puestas las
ielo y con lagrimas que en abundancia
de mis ojos di muchas gracias a Dios y
issima madre y a sancta Vrsuta con las
'irginis, y luego prometi ser f rayle en el
I del señor sancto Domingo y de serui-
i mi vida. Assi como me vide solo en el
a passar muchos soldados de Francisco
al que auian quedado atrás, tuuccreydo
taran si me vej'an, y assi me escondí de-
[li vine en busca de vn monesterio para
"ayle, creyendo que lo aula en esta vi-
nera que el llego al tiempo que tenemos
■ ay adelante fue llamado Morales de
resuscitado, aunque a la verdad se lo
icamente por hazer.burladel, que no le
lito a todo lo que dezia y contaua- Estas
otras muchas me contó y lo dixo des-
is muchos con grandes gemidos y 11o-
e gran contento de vérselas contar, que
je ponía deuocion en las oyr relatar,
ues lo dezian- Muchos que oyeron dezir
. las tuuieron por patrañas y fabulosas,
páreselo a mi que era burlador, el qual
jnstracion de querer biuir en sanctirao-
no sintiessen ni menos tuuíessen crey-
laua vrdiendo algunos males. Porque
:o tiempo fue ahorcado y hecho (I) quar-
rto moiin que Diego deBalmaseda, sol-
1 la villa de la Pial
: hallo en este trai
remos. Quieren o
dio garrote, que o
i bien el cordel >
1 det por las grai
3o que luego moi
medio biuo y que
:ante le haria reí
a lo que toca del c
lad o no, Dios es e
lera que el me lo c<
mi que quiso reyt'
ordo de los beneti
y que de las cosaí
con Carauajal y
ce tiempo que las i
muerte de Caraui
lo que toca de las
m buen medico, <
no que llaman de
uel tiempo hazer i
I muchas heridas;
nie Dios, y como (
: se mosirasse, san
lo. En este camine
il cierta parte del
íanos le auian tom.
;ntre sus soldados
¡iendo quoloauiat
314
ornado a los de la entrada en la noche del
le, y que no era bien que se lo quitasse.
ido las quexas de sus soldados y porque no
issen de veras, les prometió que en llegan-
rilla de la Plata repartiría entre ellos gran
I de plau que le auian de traer de las mi-
'otosí y de Porco, y repartiría entre ellos
ios que estauan vacuos en la tierra; en fin
o le faltaron mas de tres mili ducados que
icieron mas.
316
menores yuan poniendo en borden y concierto a
los soldados que yuan por su camino marchando,
y los que auia en la villa le salieron a rescebir y
también la justicia y regimiento. Con esta borden
entraron en la villa con los estandartes y vande-
ras tendidas tremolcando por el viento y al sonde
los atambores, como triumphadores y vencedores
de sus enemio'os; yuan quatro soldados delante del
con dos estandartes y dos vanderas de Diego Cen-
teno y Lope de Mendo(;a, los quales Ueuaron ba-
xos y medio arrastrando por el suelo. Con esta
borden y concierto fueron marchando por las ca-
lles hasta que allegaron a la placea, no dexando de
tirar de quando en quando los arcabuzes por el
ayre, sin balas, haziendo demonstracion que te-
nian plazer y aleijria algunos, y otros mostrauan
en sus semblantes tener alguna ferocidad. En lle-
gando a la plava hizieron alto en ella por mandado
del Maestro de campo Dionisio de Bobadilla, y el
dicho Francisco de Carauajal se apeo de su muía
vermeja con los capitanes y algunos soldados ar-
cabuzeroh y se fueron derechos a la yglessia ma-
yor, en donde hizieron todos oración. De alli se
salió fuera a la plaga y los arcabuzeros que auian
quedado en ella quando le vieron le hizieron vna
braua salua con la arcabuzeria y dixeron a gran-
des bozes: ¡viua, viua el Rey y Gonzalo Pigarro'y
el general Francisco de Carauajal por mar y por
tierra!; y desde alli se fue en su muía vermeja a
las casas de Centeno, en donde se apossento. Lue-
go mando a Francisco de Cantillana, su apossen-
tador, que los capitanes y soldados fuessen bien
[ue como la vill
n mucha anchi:
y los otros; lo
; que en apean
.n Ramírez, qui
ño, y le dixo: l
. vna punta a
agame esta me
alde la dexo lu
en donde mud<
¡ue lo eran po
dores a tres di
illa, dándoles d
res porque erai
ores, por mam
ron las varas d
Monso de Meni
andes amigos y
Luego embio ¡
V principales yr
onda, para qut
istuuiessena la
idios para el s
mitanes y soldi
is yndios y trui
liz y papas, qut
luy buenas y sí
as, y assi trux
)r entonces la
y de otras cosa
po comencaro
:ansar de los ti
318
xos que auian passado y a pasearsse por la villa
sin tener cuydado de hazer cosa alguna sino era
comer y beuer y de quando en quando velar a su
capitán quando les cauia su tanda, y todos viuian
alegres y contentos con esperanza que luego se
auian de repartir entre ellos los pueblos de aquel
territorio. Assimismo velauan por sus quartos al
Maestro de campo Luys Perdomo y al alférez
Alonso Camargo porque no se fuessen de la pri-
sión en que estañan detenidos tanto tiempo auia,
los quales estañan bien aherrojados en el aposen-
to de Dionisio de Bobadilla. De manera que en
esta villa auia por entonces mucha paz y buena
concordia y todos viuian a plazer y contento co-
miendo y beuiendo de las raciones que Francisco
de Carauajai les mandaua dar y proueer, que auia
en abundancia. Por otra parte embío al capitán
Alonso de Mendo<;a a las minas de Potosi y le
mando que recogiesse toda quanta plata pudiesse
auer, assi de las haziendas de los Pigarros y de los
otros mineros, como de mercaderes y tratantes que
en ellas residían, v se la embiasse con mucha bre-
uedad y con mucho recaudo. El capitán fue a las
dichas minas con treynta arcabuzeros, el qual
hizo todo lo a el possible y comento de buscar y
ajuntar mucha plata, y al cabo de tres semanas
que alia estuuo embío luego para la primera vis-
ta (1) veinte yndios cargados de plata, que cada
vno dellos truxo dos arrobas y media de carga, y
después andando el tiempo embio mas. Assimismo
(I) Táchalo: de la platm.
319
suyos, llamados Domingo de
Francisco de la Cruz, a las mi-
riuio a Pedro de Soria de Ca-
ira mayordomo de Hernando
e embias^e toda la plata que
)do aquel termino, el qual la
>ersonas y se la embio en mu-
i sobredichos hombres. Tam-
ajal mucha plata de muchos
ales yndios que auia en toda
as Charcas, porque estauan
:ntos vacuos, que los enco-
auian ydo con el Visorrey, y
ididos en diuersas partes. Al-
principales yndios se escusa-
lo tenian ninguna plata para
le auian tenido la auian dado
;a y a sus capitanes los dias
lusa saco dellos mucho mahiz,
neros y ouejas, con otra di-
is, las quales todas embio en
smos cameros cargados a las
de Porco, en donde se vendió
de todas esus cosas mucho di-
se estas minas de Potosí, diez y
illa, al principio de la rebelión
I y vn poco antes que Francis-
itrasse la primera vez en las
descubrió vn yndio de vn Juan
ido en busca de metales para su
I
320
lorque ya en las minas de Porco yuan faltan-
metales para fundir. Destas minas de Poto-
aco luego al principio grandissima summa y
i cantidad de plata, que fue sin numero, por-
ispues se gastaron en las guerras passadas
s millón y medio de pesos de oro, y después
que han licuado los mercaderes y tratantes
s a Espafln y a diuersas partes, que ha sido
ima dello tan grande que no tiene cuento.
iiremos de los señores y dueflos destas mi-
Igo lleuarian y gastarían, y los yndios nabo-
le las cauauan y labrauan algo hurtarían;
le podemos dezir con verdad y aun con lí-
que en todo el Nueuo Mundo no ha auido
il mina ni tan buena y rica como la mina de
, que turo muchos meses y ha turado mu-
fles. Estas minas están encima de vn cerro
Ito y pelado y sin ningún genero de árbol en
aliáronse en el cinco vetas que las nómbra-
la Rica, veta de Centeno, veta de Mendieta,
; Oñate y veta del Estaño, que solamente de
\ Rica se saco tanta riqueza que en cada
íxauan a los officialcs de Su Magestad cien-
?ynte y cinco mili pesos de oro de minas que
an de sus reales quintos. Cierto es cosa ma-
isa lo destos metales, que no se han podido
iciar con fuelles, ni en i.ornos de fundir, ni
ras maestrías que se han liecho, que muchos
ros españoles, flamencos y alemanes lo han
lo con mili esperiencias y sotiles yngenios,
lies hasta agora no h.ui salido con ello ni
adido fundir, y la cansa dello no se sabe.
J
321
Estos metales se benefñcian, como antiguamente
los yndios naturales los fundían, en vnos hornos
altos y quadrados con muchos agujeros pequeños
que parescen a manera de palomares, que ellos
llaman guayras, y en estos hornos hechan el me-
tal y el carbón por sus cargas. Y con el viento Sur
que corre muy rezio, que nunca falta cotidiamen-
te en estas partes, sopla en los hornos que están
en alto y entra por los agujeros que están de fren-
te tan solamente por aquel lado, se (1) derriten los
metales que son muy donzeles y sale medía plata
y medio plomo y cae en vnas piletas que están al
otro lado, y sacada la plancha paresce ladrillo.
Este plomo se affina después y se saca del plata
fina, y estas guayras se hazen encima de los mas
altos cerros que por aili ay, en donde corre mas
rezio el viento Sur.que reyna mucho en esta tierra,
y si no ay viento no ay hazer hazienda, quanii
mas, como digo, nunca falta de dia ni de noche,
de manera que nuestra vida es viento pues anda-
mos siempre con el (2). También mando Francisco
de Carauajal en este medio tiempo hazer muchos
arcabuzes, langas, picas y mucha poluora y mecha,
en que auia dia que se hazian y forjauan dos arca-
buzes con todos sus aderegos, porque auia muy
buenos herreros y maestros del officio de la car-
pintería. Los capitanes y todos los soldados nota-
uan todas estas cosas, y mas la efficacia y diligen-
cia (3) que ponia, mas no sabian a que fin y propo-
(■)
M. ,««.
(1)
Tuhido: E^U
(1)
Hi. aUHgtmíia
á
322
sito se hazian tantos arcabuzes y tanta munición,
pues la tierra estaua ya de paz y en quietud y
toda ella a deuocion de Gonzalo Pi^arro, que mu-
chos en este tiempo le siruian mas de miedo que de
voluntad. Algunos uvo que tuuieron creydo que
se queria al^ar con la tierra, pues tanta diligencia
y solicitud ponia en ajuntar tanta moneda y en ha-
zer tantos arcabuzes y otras armas. Mas en fin no
uvo quien claramente supiesse la yntencion que
tenia, que como era astuto y sagaz para lo malo y
gran traydor en todas sus cosas, hazia sus hechos
de tal manera que todos no le acabañan de enten-
der. Andauan ya en este tiempo ios pi^arrístas y
heredianos tan occiosos y vagamundos que era
cosa de ver, y como andauan sin moneda y desnu-
dos y por otra parte vian que Francisco de Cara-
uajal no repartía ni les daua lo que en muchas par-
tes les auia prometido, determinaron algunos de-
llos de yrse por ay a buzcar la vida y de comer.
Algunos dellos fueron, de bien comedidos, a pedille
licencia para yrse a otras partes, y Francisco de
Carauajal, como tuuiesse otros pensamientos, no la
concedió a ninguno, díziendoles que los auia me-
nester agora mas que nunca, por estar como es-
taua la guerra mas braua y encendida que de an-
tes lo auia estado, aunque ellos no entendieron
esta zifra. Vn dia se ajuntaron obra de veinte sol-
dados arcabUzeros y se fueron a su casa y le pidie-
ron licencia para yrse a otras partes, diziendole
humillmente que pues la guerra se auia acauado y
la tierra estaua ya en mucha paz y en quietud y
Gonzalo Pigarro estaua con sossiego en Lima, que
323
no era mucho los dexasse yr, pues no auia que ha-
zer y ellos estauan en gran necesidad. Dixo Fran-
cisco de Carauajal con gran enojo ¿si era motin
aquel y si le querian hazer fuer9a, pues tantos ve-
nían con arcabuzes a le pedir licencia?; y que ju-
raua a tantos y a quantos que si los apañaua que
los mandaría muy bien castigar por el gran atreui-
miento que auian tenido de venir de aquella suer-
te. Y que no mirando lo que auian hecho los per-
donaua, y que de ay adelante ninguno fuesse tan
ossado de le pedir licencia, porque el no la daría;
y assi les dixo otras cosas, que después no uvo
ninguno que le ossasse pedir licencia por no le ver
enojado con tanta braueza. En fin, los soldados
concibieron por esto en sus ánimos contra el gran-
dissimo odio y rancor por ser de tan peruersa y
mala condición, que pues no les daua lo que les
auia siempre prometido, que a lo menos los de-
xasse yr a buscar su remedio; al qual dexaremos
agora vn poco por dezir de como mataron al the-
niente de la cibdad del Cuzco Alonso de Toro.
CAPÍTULO xxxvn
DE COMO ALONSO DE TORO, THENIENTE DE LA CIBDAD
DEL CUZCO POR GON^AtO PI^AfeRO, FUE MUERTO A
PUÑALADAS POR SU SUEGRO, Y POR QUE CAUSA LO
MATO, Y DE CIERTO MOTÍN QUE SE HAZIA EN ELLA,
EL QUAL APACIGO EL CAPITÁN ALONSO ALUAREZ DB
HINOJOSA
En el primer libro desta obra se dixo de como
Gonzalo Pi^arro aula embiado a la cibdad del Cuz-
co por SU theniente y capitán general a vn valero-
so hombre en la tierra llamado Alonso de Toro,
el qual era vezino desta cibdad, y por ser tal le
ternian respecto y que por su amor y amistad le
obedescerian todos y que nadie se alearla contra
el por aquella parte, pues era tanto su amigo y
afficionado. Este capitán Alonso de Toro era casa-
do con vna muger muy virtuosa y honrrada, lla-
mada Doña Cathalina de Salazar, la qual era muy
linda, hermosa y mo^a de hedad de veinte y cinco
años, y los padres della biuian dentro de la casa
del hierno porque eran pobres y rezien venidos de
los reynos de Castilla, de la cibdad de Toledo.
Este Alonso de Toro daua muy mala vida a su
muger a cabo de vn año que se auian casado, no
325
por culpa que ella tuuiesse, sino por causa de vna
yndia natural, que era hermosa, la qual tenia den-
tro de su casa por amiga y manceba, que se llama-
ua en su lengua Cappa, que era zpiana llamada
Beatriz. Esta yndia era de la gran prouincia del
Cuzco y de las muy principales que auia en la tie-
rra, que llaman Palla o Coya, que quiere dezir
gran señora, que procedía de la casta y descenden-
cia de los Yngas, señores que fueron desta tierra,
a la qual quena y amaba mucho mas que a su mu-
ger ligitima porque la auia tenido mucho tiempo
antes que se casara. Viendo la madre della la
crueldad que su hierno vssaua con su muy querida
y amada hija y como la trataba (1) tan mal» los po-
ma muchas veces en paz con dulces y amorosas
palabras, y en secreto dezia a su hija que no se le
diesse nada por la yndia, antes la regalasse y la
tuuieSse en el estrado, porque assi era la voluntad
de su marido, y que viuirian en paz. Haziendo esto
la buena de la hija con la yndia, no aprouechaua
cosa alguna, antes laaporreaua mucho mas,dizien-
do a su muger que ya la quissiera ver muerta por
casarsse con la yndia, que valia mas que ell«T, y
oyendo esto la buena vieja y no lo podiendo ya
zufrir acuytauasse mucho por ello y reprehendía
al theniente por esta crueldad que vssaua contra
su hija. Enojauasse terriblemente Alonso de Toro
contra la suegra porque le yncrepaua lo que hazla,
y a las vezes ponia las manos en ella y luego yua
aporrear a la muger, y viendo esto la vieja y qué
(i) Ms. trata.
326
ella no lo podía remediar le tomo gran tristeza y
pesar, que cayo en vna enfermedad de la qual vino
a morir auiendose primero conffessado y comul-
gado. Pues viendo Juan Rodríguez, marido de la
díffunta, que su hija era tratada tan malamente, y
viendo por otra parte que su muger era muerta de
dolor y tristeza de ver a la hija tan mal casada,
comento de tomar grandíssimo rancor y odio con
el híerno y assi reñían muchas vezes por amor de
la yndia, aunque ya otras vezes lo auia hecho en
vida de su muger. Assimísmo, viendo que no po-
día hechar de casa la yndia, hechauale muchos ro-
gadores, assi religiosos como cibdadanos, de sus
amigos, para que hechasse fuera de casa la barra-
gana y se hallegasse con amor a su muger ligiti-
ma; con todo esto no bastaua rrazon, porque tenia
ya perdido el temor a Dios y la vergüenza a las
gentes. Mas en fin, como el tenia el palo y el man-
do no auia quien osasse de entremettrsse en las
cosas de su casa, sino era el pobre viejo de su
padre, que le dolía en gran manera de ver a su
hija tan penada y desechada por amor de vna
yndia. Aconteció vn día que estando Alonso de
Toro aporreando yndeuidamente a su muger por
amor de la yndia, entro el padre della a la fabores-
cer y a rogalle por amor de Dios y de Nuestra Se-
ñora no la aporreasse mas, que bastaua lo hecho.
El theniente no la quiso dexar, antes se enojo bra-
uamente contra Juan Rodríguez, su suegro viejo, y
arrempujones loapartaua de allí, díziendole que se
fuesse de su casa y no parasse mas en ella, que le
daua gran pesadumbre de su estada, y a grandes
327
bozes Uamaua a sus criados para que le hechassen
la ropa que tenia, en la calle. Desque el viejo oyó es-
to rescibio gran enojo, por lo qual hecho mano con
gran furia y presteza a vn puñal grande fde] dos
filos que siempre traya en la cinta y arremetió a el
y le dio de puñaladas y no le dexo hasta que lo
acabo de matar; aunque la hija rogaua por el que
no lo#iatasse, no aprouecho cosa porque estaua
enseñoreado del enojo. Auiendo el viejo Juan Ro-
dríguez hecho este homecidio luego se retruxo al
monesterio del señor Sancto Domingo, en donde
tomo los hábitos y biuio mucho tiempo en la reli-
gión auiendo hecho proffission, y dende a ciertos
años dio el anima al Criador. La yndia se huyo
luego de miedo, la qual se metió entre los yndios,
que nunca mas parescio aunque fue bien buscada
para ser castigada porque dixeron publicamente
que era gran hechizera y que tenia enhechizado
al theniente Alonso de Toro. Como se supo en la
cibdad esta muerte, luego encontinente acudieron
a su casa toda la justicia, regimiento y los cibdada-
nos^ y también Thomas Vasquez su cuñado que
estaua casado con la hermana de Doña Cathalina
de Salazar, el qual dixo a grandes bozes y con
enojo que se buscasse el matador y se sacasse de
donde quiera que estuuiesse para castigallo según
lo merescia; pues era traydor, porque auia muer-
to a traycion al theniente de Su Magestad, que no
le valia ninguna yglesia; y no miraua que también
era su suegro y padre de Doña Ana de Salazar su
muger, que también acudió luego a uer a su her-
mana y al cuñado. Todos dixeron a vna que assi
ñ haría y que tiempo auria y que en el entretanto
;n que se diesse primero horden en dar la se-
1 al dKfunto, y assi se hizo, que lo enterra-
nrradamente en el monesterio de Nuestra
i de la Merced. Fue todo el regimiento y
anos y mugeres acompañando el cuerpo di-
y se hallaron en su entierro muchos cleri-
algunos frayles dominicos y mercenarios,
de le dixeron algunas missas y responsos.
) después el regimiento del cabildo y hom-
rincipales de la cibdad que Alonso de Toro
lerto y que no auia quien los tuuiesse en
paz y concordia, y porque no se leuantasse
escándalo en la cibdad por su muerte, eli-
de consentimiento de todo el pueblo por
ite de Gouernador al capitán AJonso Alúa-
Hinojosa en nombre de Su Magestad y de
lo Pii;arro hasta que el otra cosa mandasse.
¡miento y los aficionados de Gonpalo Pi?a-
escriuieron por la posta sobre la muerte de
I de Toro y elecion que auian h<cho de the-
en el capitán Alonso Aluarez de Hinojosa,
vistos los méritos suyos y los seruicios que
hecho lo tuuiesse por bien, o si no, que se
o que el mandasse. Gonzalo Pi^arro res-
randissimo pesar de la muerte de su the-
porque siempre lo auia hallado por fiel y
eruidor suyo y le era muy acepto y agrada-
amistad, y assi dixo por el que se le auia
vno de los buenos pilares que auia tenido
erra- Con esto embio la confirmación del (1)
329
thenentazgo al capitán Alonso Aluarez de Hiño-
josa, porque sabia que era hombre muy valeroso
y bien rico cibdadano, y que este le vanderia mu-
cho mejor que otro alguno, porque siempre le auia
visto que le era affícionado. Dende a dozc dias que
fue muerto Alonso de Toro yntentaron dos vezi-
nos valerosos de alejarse con la cibdad en nombre
de Su Magestad y quitalla a los tiranos, y la causa
fue porque el vno dellos, que se llamaua Lope
Sánchez de Valenguela, no le auian hecho thenien-
te, que lo pretendió ser. Y para hazer esto le van-
deaua su compadre Diego Pérez Bezerra, y estos
comen<?aron de abiuar la voz y trama que tenian
antes comen<;:ada, buscando en gran secreto ami-
gos, armas y dineros para el effecto. Todo lo qual
hallaron, aunque en vida de Alonso de Toro no se
auian atreuido a menearsse ni hazer cosa alguna
porque era ademas muy furioso y brauo, hasta es-
te tiempo que Alonso Aluarez de Hinojosa co-
men^aua a gouernar la cibdad a contento de los
affícionados de Gonejalo Pigarro. Vino esto a noti-
cia del theniente Alonso Aluarez de Hinojosa y de
Pedro de Villacastin, alcalde hordinario que era
en aquel año, y luego los dos tomaron la mano en
apaciguar la cibdad y en prender con veinte ar-
cabuzeros a los dos amotinadores. El vno dellos
fue por &u parte a las casas de Lope Sánchez de
Valenguela, y el otro a las casas de Diego Pérez
Bezerra, a los quales prendieron luego sin ningu-
na controuersia, con alguno de sus amigos y con-
ffederados, y los hecharon en la cárcel publica en
fuertes prisiones. A los dos vezinos que auian sido
■■■f^^vior!
330
4
;»
los principales mouedores de la conjuración die-
ron brauos tormentos y fueron conuencidos en
ellos y por las yhformaciones que se hizieron» por
lo qual les cortaron las cabegas, y quatro de los
otros ahorcaron por amotinadores y traydores, y
a otros desterraron de la cibdad, y a otros perdo-
naron porque no tenían tanta culpa. Desta mane-
ra se apaci^o la guerra que se encendía en la
cibdad, y después no uvo ninguno que tan ossado
fuesse que al <;asse cabera contra Gonzalo Pic^arro
ni contra ninguno de sus theníentes y capitanes
que tenia puestos en todas las cibdades, villas y
lugares, y assi le siruian todos pecho por tierra,
desde el chico hasta el grande. La fama diuulgo
esta muerte de Alonso de Toro en diuersas partes,
por lo qual los afficionados de Gon<;alo Pi(;arro le
escriuieron por la posta a Francisco de Carauajal,
deque le peso dello grandemente, y el las publi-
co vna tarde a sus capitanes y soldados estando
assentado en vna silla a la puerta de su casa, que
cae a la pla(;a. Y dixo estas nueuas con tanta tris-
teza y dolor como si el díffunto fuera su hermano
o fuera Doña Cathalina de Leyton su muger, la
qual estaua entonces en la cibdad de Lima. Quan-
do contaua estas nueuas las dixo con tantos sollo-
90S y lagrimas que por sus mexillas y canas le co-
rrían, que fue cosa de notar en vn viejo tan cruel
como era este, que tenia el coraron de diamante.
En esto dio que dezir a sus capitanes, porque al-
gunos dellos y de los soldados mas principales que
estauan presentes comen<;aron también a llorar
muy de veras, no de compassion ni lastima de la
331
muerte de Alonso de Toro, sino porque le
a el llorar tan lastimosamente. Aquel mis
se pusso luto por el diffunto y mando al pa<3
quez y a dos frayles dominicos que auia ei
le dixessen algunas missas de requien por
ma de Alonso de Toro, y assi se dixeron, >
ron todas offrendadas. De manera que ■
fueron estos dos hombres mortales enemíí
no se hablauan el vno ni el otro sino pot
terceros, como atrás queda dicho, y des|
muerto hizo bien por su anima como si f
verdadero amigo, porque como el dezia no
porque le queria bien, sino porque era gra
dor y fimigo de Gon9alo Piíparro. Yten, qu
ría gran falta su ayuda andando el tiempo,
el adeuinaua que auia de ser assi; y dexa
aparte diremos lo que Francisco de Carai
zo en las Charcas, que apago otro mayo
que se comentaba a encender por aquell
les, haziendo muchas crueldades en le
díanos.
1
CAPITULO XXXVIII
DE COMO DIEGO DE BALMASBDA DIO BORDEN Y MANE-
RA DE MATAR A FRANCISCO DE CARAUAJAL HAZIENDO
CREER (1) A MUCHOS SOLDADOS QUE GONZALO PI^ARRO
ERA MUERTO, POR VNA CARTA MlSSIUA QUE VIERON FIR-
MADA CON DOS BORRONES
Como la occiosidad sea ynuentora y madre de
muchos vicios y males y madrastra de todas las
virtudes, suscedio que los pigarristas comentaron
a malear, o por mejor dezir, abonar, tramando
asechanzas contra la persona y vida de Francisco
de Carauajal, que como hemos dicho estauan to-
dos muy mal con el a causa de su mala y peruersa
condiscion y porque no los dexaua salir a buscar
su remedio. Y lo mismo porque a cabo de tanto
tiempo que estauan alli detenidos occiosamente no
hazia ninguna mincion de les dar de comer, o re-
partir entre ellos lo que muchas vezes les auia
prometido acerca de los repartimientos de yndios
que estauan vacuos. Ni menos les queria socorrer
siquiera con alguna cosa de la mucha riqueza que
tenia ensilada (2) dentro de su casa, y assi le tenían
(I) Mt. en creyente.
(a) Ms. ensilado.
333
^andissimo odio y aborrescimiento, por lo
yntentaron con gran efficacia loque agora
mos. Después que Alonso de Mendoza uvo er
do toda la plata que pudo hallar en las miní
Potosí se boluio a la villa con todos los sotd
que auia llenado, entre los quales fue uno Ilai
Diego Balmaseda, que era hombre de grande
mo y esfuerzo y de los principales soldados
Francisco de Carauajal tenia en su campo.
Diego de Balmaseda qitando llego a la villa
gunto a sus compafleros de como les yua y <
no auian repartido los yndios entre ellos, al
respondieron lo que con Francisco de Cara
les auia passado. por lo qual Diego de Balma
rescibio grande enojo y rancor contra el, di
dolé en ausencia mili ynjurias y denuestos,
concebido en el esta mortal enemiga y gran
procuro de lo matar, y para ponello en effect
hallaua aparejo ni modo ni manera para lo t
tuar, y no sabia por do lo comentar o a quiei
ria parte desle negocio tan peligroso. Assi am
con esto algrunos dias hechando seso a montt
de cada dia traya mili y varios pensamienti
como era hombre muy conuersable y tenia qui
a sus amigos y conoscidos, le querían muchi
soldados, de manera que le tenian todo resp
Andando en estas cosas tomo grande amistac
Jullian de Fuelles, camarero de Francisco át
rauajal, y entrando a dicha vna vez con el (
cámara, que su amo era ydo a míssa, hallo
carta encima de la mesa que estaua en par (
cama, la qual tenia el titulo de su nombre, qu'
334
zia: Francisco de Carauajal. Diego de Balmaseda
la tomo y vido lo en ella contenido y la firma y
nombre de la muger que fue del Oydor Alison de
Texada, el qual murió en la canal de Bahama
quando yua a España por mandado de Gongalo
Pigarro, como atrás queda referido, que auia dias
que se la auia escrípto. Esta carta estaua, como he
dicho, en aquella mesa, con otras muchas que le
auian escrípto muchos de diuersas partes, las qua-
les eran de poca ymportancia, que las que le ha-
zian al casso y eran cosas secretas, el mismo las
guardaua muy bien en vn cofre grande que siem-
pre traya consigo. En la firma desta carta venian
dos borrones muy grandes, que áezisL.la desdicha-
da y sin ventura Doña Cathalina; y dezialo a fin
de como su marido era muerto, y escriuiosela co-
mo suelen hazer las semejantes mugeres y viudas,
porque auia sido vn poco de tiempo su grande y
verdadero amigo. Tomándola Diego de Balmase-
da secretamente sin que mirasse en ello Jullian de
Fuelles, la guardo muy bien a causa que por ella
quería comentar de poner por obra lo que tanto
desseaua hazer, y fue que la comento a mostrar y
a enseñar a muchos de sus amigos que sintió que
estauan mal con Francisco de Carauajal, a los
quales dezía como hombre admirado. Aueis de sa-
ber, señores mios, que vn dia entré en la cámara
del General y halle esta carta encima de la mesa
que tiene junto a su cama, y en ella he visto mu-
chos secretos que Doña Cathalina de Leyton es-
criue a su marido, la firma de la qual es esta, y
luego la enseñaua con el titulo de la carta. Frose-
^•■J »■
335
guiendo mas adelante en su dicho les dezia: pues
viene la firma con tales borrones, tened entendido
que ay mas mal de lo que por acá se sabe, que
andando el tiempo lo (1) descubriré; y assi les dezia
otras cosas semejantes a estas, de que los solda-
dos quedauan con desseo de sabellas, y por esta
via dio principio a su trama. Luego comento a te-
ner grandes hablas y mucha conuersacion con
Luys Perdomo y con Alonso Camargo, que ya ea
este medio tiempo estauan entrambos en sus casas
libres y perdonados por GouQalo PiQarro, a los
quales dixo y declaro su negocio y voluntad.
ElloSf como tuuiessen rezelo de alguna Qagalagar-
da temieron mucho y no se atreuieron hazer cosa
alguna, con muestras que hizieron y con palabras
que le dixeron que no le querían dar fabor ni ayu-
da ni ser en ello burlando ni de veras, mas como
le vieron reyterar en el negocio y con tanto ahin-
co y dicho con tantos juramentos, lo tuuieron por
cierto. Otro dia fue Diego de Balmaseda a ellos y
les hablo muy largo en lo que tocaua al negocio,
y ellos al cabo le prometieron de le dar fabor y
ayuda, pues en ello seruian a Su Magestad, aunque
supiessen morir en la demanda, porque estauan
muy estomagados contra Francisco de Carauajal
porque los aula tenido tanto tiempo en prisión. Y
también les mouia hazer esto porque sintieron y se
sabia ciertamente que mucha parte de los solda-
dos estauan muy mal auenídos con el y que ya no
le quedan ver, y a esta causa determinaron de ser
(f) Ms.¿M.
336
en la consulta,, porque [se] tuuo creydo que sal-
drían con ello y que auría effecto^ pues de su par-
te eran sus mismos soldados y de los mas princi-
pales. De manera que por otra parte comento a
buscar mas amigos, a los quales hallo sin mucho
trabaxo, que también lo desseauan, 5^ les dixo
abierta y claramente lo que hordenaua y que todo
esto se tuuiesse en mucho secreto, porque en ello
les yua las honrras y las vidas. Dieron parte deste
negocio a muchos de los heredianos que salieron
de la entrada que eran valientes y animosos hom-
bres, y quando les dieron noticia dello se holga-
ron mucho porque ellos por su parte hordenauan
esta misma conjuración sin saber que Diego de
Balmaseda ni otro alguno lo tramasse, sino eran
los de la entrada. Las principales caberas que
auian de ser en esta trama fueron JuUian de Hu-
maran, Pedro de Prado, Bernaldino de Balboa y
Diego de Lantadilla con otros muchos de los he-
redianos que salieron de la entrada. Concertados
y confformados todos (1) en este negocio y para
que se hiziesse mejor la cosa, repartieron entre si
los officios de la guerra en esta manera: que Alon-
so Camargo fuesse capitán general; capitanes
de arcabuzeros Diego de Balmaseda y Jullian de
Humaran'^ capitanes de piqueros Diego de Luxan,
soldado de Carauajal, y Pedro Condales de Pra-
do, de la entrada. Alférez mayor Bernaldino de
Balboa; Maestro de campo Luys Perdomo; sargen-
(l) Ms. Ufdó,
07
aragonés, so
se repartien
y cari^u» mayores y menores entre
de Francisco dé Carauajal y los her
de Lope de Mendoza . Comentóse d
tre ellos el negocio con mucha calor
muy gran secreto porque no fuesí
y entre todos se matricularon los
matar si no quissiesseo ser en este
auian de hazer en seruício de Su ^
quales son los siguientes: Francis
uajal auia de morir sin redempcion
dro de Castañeda, Martin de Alme
de Almendras su hermano, Alonso
Dionisio de Bobadilta y Bulthasar de
alferezes Pedro Alonso de Carrasc
Carrillo, Alonso de Herrera, Juan Vi
uara y Francisco de Tapia, con los d
oes que Carauajal tenia en su campo
ssiessen ser en su opinión. Hecho y c
do esto, hordenaron que el dia que s
hazer fuesse en dia de fiesta, que ca
dende a diez dias, y que fuesse en la
yor estando todos en missu, o en sali
que si por ventura no lo pudiessen ha
fuesse adelante el domingo siguiente
se busco quien auia de ser el pr¡mer<
de herir. Estaua entre ellos vn calce
de los heredianos, al que tomaron i
oro, como atrás queda dicho, y este ]
(ar vnas caltpas de grana el juenes, d(
que era día de Sant Miguel Archang
G n«S.HT*CL«iiA.-IV.-3.»
dolé calando te diesse de puflaladas con vna
^a que tuuiesse secreta debazo de los callones
e vna bota. Y los que uviessen vetado aquella
:he, que auian de ser de los mismos conjurados,
iesse alguno dellos dando bozes y diziendo
chas vezes: [Viua el rey, viua el rey y el capi-
general Alonso de Camargo y mueran traydo-
i; que luego acudirían a les dar fabor y ayuda,
ando los conjurados andauan tramando estos
Eos yuan cada dia a casa de vna muger enamo-
la llamada Dofia María de Ledesma, la qual te-
vna buena vigüela que la sabia tafier bien, y
1 achaque de yr a tañer en ella se ajuntaaan allí
-actar lo que se auia de hazer. Otras vezes yuan
asa de Luys Perdomo, y otras a casa de Alonso
margo, aunque lo hazian pocas vezes porque
fuessen sentidos, que estaña cerca la casa de
incisco de Carauajal, esquina con esquina, y alli
tauan estas cosas con otras muchas. Para co-
icerse los vnos a los otros dezian quando se en-
itrauan: ¿riamos a la vigüela de Daña MariaP;
i respondía: vamoa a ella, era de los conjura-
í; y también se conoscian en esta forma: que si
3 dezía a otro: mina en buhio, y respondía mí-
en buhio, era de los compañeros de la junta,
rase de saber que esta mina en buhio era la
amara de Francisco de Carauajal, en donde te-
. encerrada toda quanta plata y oro auia toma
y robado en diuersas partes, y muchas merca-
bas y cantidad de botijas de vino y otras mu-
ís cosas, y la llaue desta recamara la guarda-
el mismo, que no la ñaua de nadie. Todas es-
339
Vis (1) mercadurías tenia para vender en
de Potosí y de Porco a los españoles y
dios que en ellas residían, y a esta causa
dicho, andaua entre ellos el refrán de
bukio, que la casa era de paja. Sucedí
martes, cassi a las Aue Marías se ajur
principales de la conjuración en casa de
ría de Ledesma a tractar deste negocio,
oquíenauiade quemar la casa de Fra
Carauajal, y assi de otras cosas, y todos
ron dentro de vna cámara porque no fu
tos ni sentidos. Acaso entro en esta hor
sa vn Juan de Betani;os para hablar con
ría de Ledesma, y como oyó el rumor d
en la cámara estauan se salió fuera sin (
ni sospechar cosa alguna que fuesse d
menos conoscio a nadie aunque vido 1
sino qiie de bien comedido los dexo en
y auiendo saludado a la dicha Dofia Mai
luego de allí. Viendo esto los conjurado
laronmuchode Juan de Betaoíjos, que<
y panyaguad(¡ de Francisco de Carauají
ron creydo que los auia sentido y aun ci
que vernia por espía y que luego los d<
por lo qual se deshizo prestamente la j
fueron todos a sus casas. Al tiempo qui
auísaron a la dicha DoAa María de Led
mirasse lo que hazla, que no los descubr
que pagaría ella con la vida si Francisc
uajal sabia que en su casa se trataua esl
• 340
lorque la haría 1ueg:o ahorcar. Luys Perdo-
mo vído yr a BetaD^os, fuesse tras el hasta
ade paraua, y como le vido entrar eii<])ca-
'rancisco de Carauajal tuuo por cierta su
ha que los yua a descubrir, y sin ossar bol-
u casa llamo a vn mancebo de la entrada
llamaua fulano de Espinosa de los Monte-
e también era de los de la junta. A este, po-
le miedo, le dixo como Juan de Betan^os los
:scubierto, y antes que Carauajal embiasse
os para los matar era bien ponerse en co-
assi con este miedo se fueron entrambos a
erras de los Chiriguanaes. que son vnos yn-
rocissimos y de guerra que comen carne
a. Después en la mañana se supo la huyda
s Perdomo y de Espinosa de los Monteros
1 se publico que Luys Perdomo se auia huy-
las muchas deudas que deuia a la caxa de
gestad y a los mercaderes, las quales auia
quando anduuo con Diego Centeno. Y ago-
no se las pedían principalmente los officia-
Su Magestad, y que no teniendo con que
se auia ydo a los montes licuando consi-
el pobre mancebo paraqueletuuiessecom-
verdad sea que se publico esto y que le pe-
s dineros, mas no le apretauan tanto como
ino que se huyo por lo que tenemos dicho,
ta razón y causa no mataron a Francisco de
ijalel jueues, dia de Sant Miguel arcbangel,
lOS conjurados lo disimularon lo mejor que
341
pudieron para lo effectuar el domingc
los de la junta hecharon la fama de qi
domo se auia huydo por las muchas
deuia a Su Magestad. Todo lo qual lo
muy cierto los que no sabían los tra
andauan (1), y aun el mismo Franciso
ial lo tuuo creydo ser assi y mando q
ssen, que el quería pagar por el algur
de lo demás haría con los acreedores i
dassen por algún tiempo, pues tenia fa
y remas, y que se affiancasse para ha
El sábado siguiente, en la noche, los
por no alargar mas tiempo, determin
tar a Carauajal, y assi fueron a su cas
muy acompañado de su guarda y de ot
y por otros estornos que uvo tío hizií
y porque también se recogió luego a
diziendo que estaua enfermo se fue ac
(i) Tuchtda: iih.mirritftrcíirir.
CAPITULO XXXIX
D FRANCISCO DE CARAUAJAL SOPO DE LA COH-
>N QUE CONTRA EL SE HAZIA, QUB SE LO DIZO
TAN PEDRO DE CASTAÑEDA COHO SE LO CONTÓ
kHON, SU AMIGO, QUE ERA VHO DE LOS CONJU-
RADOS QUB AUIA DE SER
ido que fue el domingo, como ya estaua
jo entre los de la juata con el calcetero
Fernandez para que matasse a Francisco
luajal, fue muy de mañana a cal<;alle las
porque el jueues no auia podido diziendo
esiauan acabadas, por amor de los conju-
ue le rogaron no se las cal<;asse hasta este
calcetero lo hizo assí, que entrando en ta
. no lleuo espada, sino vna buena daga se-
' encima de sí vna buena cota jacerina que
mente lleuaua a rayz de la camisa y deba-
ubon, que parescia que no la tenia, por ser
1 estofado y bien hecho, con el sayo o cha-
iuelta y no ceñida. Ames que el calcetero
ni,-assc a cali;ar auian acudido alli abrir la
Jullian de Fuelles, Juan de Sánela Cruz,
jmo y Marcos Rodríguez, sus criados, que
mbres de hecho, que siempre andauan ar-
ai3
■lieron de vna cámara en don-
de aormian. y como el calcetero los vido no tuuo
animo ni esfuer9o para lo matar porque se hallo
solo, y porque también vido cerrar la puerta por
de dentro con el cerrojo porque no entrasse algu-
no, y entonces le pudiera fácilmente dar de puña-
ladas y matalle quando le al?aua las calleas por
detras; mas, como digo, no se atreuio. Después
que el calcetero uvo hecho su officio, y despties
que Francisco de Carauajal le pago su trabazo le
abrieron las puertas y salió a la sala, en donde le
aguarüauan algunos de los conjurados que disi-
muladamente se auían alli llegado (1) bien arma-
dos y con sus arcabuzes en las manos, esperando
lo que Diego Hernández haria. Assi como vieron
salir al calcetero sin aucr hecho effecto, les peso
mucho porque no le auia dado de puñaladas y con
esto se salieron todos a la puerta de la calle, don-
de estauan otros de la junta, y alli se concertó en-
tre ellos que lo matassen dentro de la yglessia es-
tando oyendo misa, o al salir della, y assi se fue-
ron a sus casas hasta que fuesse hora. Pues viendo
Francisco de Carauajal que era hora de yr a missa
se fue a la yglessia muy acompañado de sus capi-
tanes y de los arcabuzeros. que como bien come-
didos se ajuntaron mas de quarenta dellos para
yrse con el, como lo solian hazer todas las fiestas
y domingos, y estos eran de aquellos que no sa-
bían cosa alguna. Desque los de la junta vieron
que estauan enla pla^a puestos en corrillos la mu
{■> 1
344
:ente que lleuaua, y que después que de la
sia saliesse saldría mucha mas, tuuieron gran
D que no podrían salir con lo que tenían pía-
D y hordenado[y] se quitaron calladamente de
i^a. También uvo algunos de la junta que por
ieles quitado y resfriado el proposito y volun-
ue tenían se fueron a sus possadas a encerrar-
jtros se metieron en la yglessía con Francisco
irauajal desque vieron que no se auia effec
) el negocio aquella madrugada, que uvo en
-s buena coyuntura- V pues auian perdido tan
a sazón determinaron de exemírse del nego-
in temerario, pues que quando estuuo desnu-
descali;o y sin compañía no le auian muerto,
Tienos lo harían agora estando vestido y le-
ído y muy acompañado de sus capitanes y
idos. Entre los conjurados que se apartaron
I trama fue Juan Ramón, natural de Aragón,
ra soldado de Francisco de Carauajal, el qual
mino de lo manifestar primero antes que otro
ituuiasse n lo dezir, o por otra piirte se supíe-
i el fuesse condenado y a muerte sentenciado.
a este Juan Ramón muy grande y estrecha
tad con el capitán Pedro de Castañeda que
la en la memoria de los que auian de matar,
al estaña enfermo de dolores del grillímon y
jua dentro de la casa de Francisco de Cara-
., que era su muy grande amigo y era muy
ido del y de sus soldados. Aun no era bien sa-
Francisco de Carauajal de su casa quando
Ramón entro en el apossento del capitán y
1 le. vido en la cama y sin dczille cosa alguna
345
comento de llorar y de afñígirsse con grandes
sospiros y gemidos, que páresela que se le arran-
caua el alma. Como el capitán lo viesse de aquella
suerte se marauillo mucho dello y luego le pregun-
to con grandes ruegos le dixesse lo que sentía y
que dolor tenia y porque Uoraua tanto y porque
se acuytaua en tal manera, que le daua gran pena
en velle de aquel arte. Juan Ramón no respondió
cosa, antes se dexo caer en el suelo y comento
de llorar mas fuertemente con grandes S0II090S y
darse de cabezadas en el suelo pidiendo á Dios
le diesse allí luego la muerte, y assí comento de
hazer otras cosas. Como Pedro de Castañeda vie-
sse estos est remos en su amigo Juan Ramón, se
escandalizo mucho y tuuo entendido que estaua
loco y sin sentido, o que fuesse algún accidente
muy fuerte que tanto le atormentaua, y como me-
jor pudo se Icuanto de la cama y se fue para el. El
capitán le comento a llamar y (1) hablalle y lo me-
jor que pudo lo esforzó diziendole que se leuanta-
sse y le dixesse su mal y que era lo que sentia tan-
to, pues tales y tantas cosas hazia. Como Juan Ra-
món vido al capitán que se auia leuantado de su
cama, porque no le hiziesse mal el frió que hazia
se leuanto del suelo con muchas lagrimas y le di-
xo: V. m. se acueste, que yo diré la razón de mi
tristeza y llanto y todo lo que passa en esta villa
entre muchos. Pedro de Castañeda, con desseo
que tenia de saber la razón de aquellos estremos,
se acostó en su cama, y Juan Ramón se assento en
(I) Tachado: ^.
346
a que estaua junto a la cama y comento su
desta manera. Seflor capitán, si v. m. no
'estamente el remedio conuenible a tanto
no se espera en breues horas, el General
demás capitanes y buenos soldados han de
;rtos agora dentro de la yglessia, o en sa-
della. Entonces le contó por entero todo
passaua entre los conjurados, desde el prin-
ista el cabo, y quienes y quantos eran los
in y los que auian de matar, que géneros
rtes les auian de dar, y como el entraña en
;ro de los que auian de morir; de manera
falto cosa que no se lo contasse en breues
is. El capitán, oyendo estas cosas, quedo
asmado y sacando fuerzas de flaqueza co-
mo y luego demando el vestir a su criado
iVIonso Granado que auta estado alia de-
or mandado de su amo mientras se contaua
■reto y puridad, y lo mejor que pudo se le-
e la cama con mucha priesa, y bestido que
ajfuardar puntóse fue a la yglessia, dexan-
lero encerrado con llaue a Juan Ramón y
ado con el en hi cámara, y como salió a la
on vn bordón en la mano la vido sin solda-
e en esta hora eslauan todos en missa en la
1, y en sus casas. Yendo por la plaija vido a
ermejo, pii;arrista, que no era de los con-
, el qual yua a la yirlessia a oyr missa, al
mo para que se fuesse con el y en el cami-
ixo zifradamente lo que ynt^ntaua hazer
leBalmaseda, y con esto entraron en la
i y auiendo hecho oración Pedro de Casta-
■347
entar junto a Carauajal [cuando]
r la Epístola. Quando Francisco de
^.«.i.uojaK'. .ido le peso grandemente porque se
auia leuantado de la cama, y le tuuo lastima por-
que un hombre como el, que de flaqueza no se po-
día tener un los pies, viniesse de aquella suerte;
sospecho que deuia de auer alguna cosa y assi le
pregunto la causa de su leuantada y porque no se
auia hecho traer en vna silla, el qual respondió.
SeQor, la obligación que tengo de seruiros toda mi
vida me hizo venir desta manera, porque me pa-
rescío que si assi no lo hiziera me pudieran notar
de ingrato y desconoscido y no cumpliera con lo
que deuo a buen seruidor vuestro. Principalmente
en lo que toca a vuestra vida y salud, la qual Dios
acresciente y prospere por muchos años y buenos
y nos libre a todos de malos hombres y de traydo-
res. Entonces le contó en breues palabras las ase-
chanzas y conjuraciones que auia contra su perso-
na y vida y contra sus capitanes, y quienes y
quantos eran, y desta manera le contó todo lo que
passaua, de la manera y como Juan Ramón se lo
auia dicho en su cámara, al qual dexaua en ella
-encerrado. Oyendo esto Francisco de Carauajal,
sin hazer ningún moujmiento ni tomar dello alte-
ración alguna mando con gran disimulación a
Juan Velez de Gueuara, alférez del capitán Juan
de Morales, al qual auia llamado, que fuesse a su
casa y truxesse prestamente su vandera, y el lo
hizo luego assi, y estando a la puerta de la ygle-
ssia dixo en alta voz: ea, caualleros de la compa-
ñía de Juan de Morales, lleguensse a su vandera;
I
348
y luego acudieron todos a ella, con sus arcabuzes
en las manos los que eran arcabuzeros, que se le
pussieron junto a la vandera. Assimísmo mando
hazer otro tanto a los alferezes Francisco de Ta-
pia y Alonso de Herrera, que los llamo también
con la mano, y ellos truxeron luego las randeras
con muchos soldados y se pussieron a la puerta
bien armados y los arcabuzes cargados con dos
balas. Lo mismo mando al capitán Martin de Al-
mendras con su alférez Pedro Carrillo, y al alférez
mayor Pedro Alonso de Carrasco, y truxeron los
dos estandartes y gente de a cauallo, los quales
todos se pussieron a la puerta hasta que se acaba-
sse la missa; y assi los conjurados y los que no lo
eran se vinieron a sus vanderas.
XL
NUENIOR DE LA COKJU-
ÍTIDO y QUE NO podía
SO HUYR, Y NO HALLAN-
STERHtNO BL SOLO DB
>B CARAUAJAL
a intssa y después de
alio Francisco de Ca-
sso a la puerta della,
to a los dos estandar-
odo los ojos hazia la
;, mirando a sus capi-
TQ en gran manera de
es a sus capitanes y a
: auia tenido gran re-
díanos bazian contra
eran valientes y de
, que no se les daua
mo hombres desespe-
por grandeza los sol -
, como si dixeran los
e comedio, como vido
cauallo y de la yufan-
ni temor de los suyos,
: fueran otros tantos
:n esto se allego a los
I y Martin de Almen-
Á
350
' a los demás de sus caporales y comento
e dellos h.-izer burla y escarnio de todos los
unta herediana, dtziendoles que no los tenia
la, y todo dezia por dar animo y esfuerzo a
j-os. Y que todos ellos eran vnos couardes y
co animo y sin virtud, y pues auian tenido
3 y coyuntura para le matar no lo auian ossa-
zer, de puro temor y miedo que todos le te '
De manera que en lo secreto los tenia en mu-
en lo publico hazia escarnio y baria dellos
do que eran vnos locos, vanos y de poco sa-
ues hazian sus cosas sin tener cimiento ni ra-
guna, mas que ellos se lo paf^arian como por
a lo verian, y esto dezia con ojos terribles y
ñipados y con furia muy grande. Algunos de
njurados, viendo que los capitanes y los al-
5 ajuntauan sus soldados debazo de tas van-
sjn niydo de alambores, luego entendieron
ras que eran ya descubiertos, por lo cual,
por no hazerse hechores se allegaron a la
i de la yglessia con sus armas, como tos de-
oldados lo auian hecho. Otros, de temor que
on se fueron a sus casas a esconderse por-
arauajal no los viesse, ni menos se acordasse
, porque no vengasse el enojo y safia que ter-
mra ellos, hasta que se le passasse la diabo-
iria con que mandaua prender a tos heredia-
a los suyos de quien se tenia sospecha. Otros,
vieron que Sf ajuntauan los capitanes y sol-
en la puerta de la yglessia, encontinente
jaron en sus cauattos y se salieron secreta-
; fuera de la villa para boluerse después de
3S1
otro dia a sus casas. Y hechar fama que
a caza de venados, o a ranchear y bus-
ler, porque; dellos no se tuuiesse alguna
sino que se dixesse que si ellos fueran
ración y trama que estaua tramada, que
1 a tal tiempo fuera de la villa y que se
quedos en sus casas para efTectuar lo
ssi como Diego Balmaseda v ido entrar
míssa anduuo de casa en casallaman-
imigos los heredíanos y pigarristas, y
que algunos dellos se auian ydo fuera
, y otros que estauan escondidos en sus
□o querían salir deltas a effectuar lo pía-
eso en gran manera. Por lo qual andaua
■a muy furioso y con gran enojo, y como
endido con la yra y mortal rauía que te-
TÍa que se hazer ni a que determinarsse
pedir fabor y ayuda, porque el andaua
ibre sin sentido, desatinado, ciego, dis-
lera de toda razón. Algunos de sus ami-
isejaron dizíendole se dexasse de andar
>s deuaneos que le trayan perdido y
gado, porque no podria salir con la ira-
nia vrdida por mucho que anduuiesse,
ae tenian creydo que era ya sentido,
isse bien como los capitanes y sóida-
ntauan con mucha priesa a la puerta
essia con sus armas y arcabuzes , y
;sse a donde gentes no le viessen y
laria de aquella suerte con la vida,
; otra manera, si Francisco de Cara-
izia prender no podria escapar de ser
352
rto y hecho quartos y con nota de traydor; el
I no quiso oyr buenas raiones, antes se preci-
al mal y daflo que le vino, porque saliéndose
ire las casas se fue apriesa a la pla9a. Quando
0 a ella vido que se ajuntaua la gente; luego
) creydo lo que le auian dicho y lo que podía
y por tanto, no atreuiendose estar por alli, por-
nofuesse visto y preso antes de effectuar su
ocio, determino de lo hazer por si solo. Y para
< luego sin dilación se fue con gran presteza a
i del Maestro de campo Dionisio de Bobadilla
;dir 3 su criado Juan de Vargas vna muy bue-
;ota prestada, que era de su amo, para poner-
encima de otra que traya- Porque el solo, ec-
he dicho, determinaua con grande ossadia y
cridad de executar su determinada voluntad y
natar a Francisco de Carauajal aunque el mu-
se alli luego hecho pedamos. Y el dicho Juan
k'argas no se la quiso prestar aunque fue para
muy ymportunado, y le dixo que no se atreuia
írsela pues no era suya, y que su amo la esti-
ba en mucho porque le auia costado gran dioe-
' que le riftiria por ella. Viendo Diego Balmase-
lue todos sus amigos los conjurados le negauan
ibory ayuda que les pedia, pues se lo auian
metido, comento de rezel.irse con gran temor,
or esto determino de ausentarse como sus ami-
se lo auian aconsejado. Y con este pensamien-
1 proposito se fue luego a c:isa de vn mucho su
igo a quien no auia dado parte de la Anjura-
n, que se llamaua Franci-iíco de Pineda, que era
nbre de a cauallo del capitán Martin de Almen-
J
353
dras, que estaua yndispuesto en la cama. I
gado a este le contó zi iradamente lo que pa
lo que auia hordenado contra la vida y s
Francisco de Carauajal, y assi se encomei
muy de veras y que como amigo verdader
sse algún remedio para escapar con la vid
que lo prendiessen. Y que para hazerlo b
el, le diesse vn buen cauallo que Cenia ens
enfrenado, porque el se quería apartar de
sencia de Francisco de Carauajal y que si
yr a donde gentes no le viessen o no le c(
ssen. Francisco de Pineda, pensando er
si el daua su cauallo a Diego Balmase
luego se presumirla del que también era ei
cierto del motin y que le podía costar a
mas de la vida, y por esto y por otros rt
no le quiso dar el cauallo, antes le dixo co
dio enojado, delante de ires amigos quese I
presentes- Mirad, señor Balmaseda, si í
amigo, por vida vuestra no me pidáis el (
que sabed que no os lo daré por quanto the
en el mundo, porque prescio mucho mi
también tengo en mucha estima el cauallo
lo que nadie podra pensar. Porque si yo o
y después viene a noticia de Francisco de '
jal, pues sabéis que es vn hombre tan end
do y tan carnicero, dirá que yo era de la
consulta y trama con vos, y a la hora que
embiara luego por mi para me matar- L
mejor (I) me paresce que podréis hazer y
354
mas os conuiene y cumple para vuestra vida y
persona, es que os vais luego de aquí antes que lo
sepa Francisco de Carauajal, porque no faltara
vn malsín y chismero que le diga, si ya no se lo
esta diziendo, como entrastes en esta casa. Y esto
podréis hazer sin llenar cauallo, porque os esca-
pareis mejor a pie por los barrancos y por las
quebradas, o encima de algunos arboles grandes
y muy copados quando sintierdes que van en vues-
tro seguimiento. Porque yendo a cauallo por ven-
tura seréis luego descubierto por los yndios que
están en esta comarca, por el rastro y pisadas del,
y perdonad, pues, que no os lo doy por lo que os
tengo ya dicho, y vayase luego de mi casa antes
que k> hallen en ella, que podra ser que me cueste
a mi muy caro. Viendo Diego Balmaseda que todos
sus amigos le negauan el fabor y ayuda que le
auian prometido de le dar y no se lo dauan, le pe-
so en gran manera y no queriendo tomar el conse-
je de Francisco de Pineda ni de sus amigos, deter-
mino con gran desesperación y furia de yr solo a
la yglessia o a la puerta della y meterse entre la
gente que estañan con Carauajal hasta llegar a el
y dalle de puñaladas. De manera que apartándose
de Francisco de Pineda se fue aceleradamente con
animo yndomito y desesperado a ponerse a vna
esquina de la pla^a, en donde aguardo que Cara
uajal saliesse de la yglessia para yrse a su casa, y
que yendo por la plaga yria a el con algún achaque
y meterse entre los soldados rompiendo por ellos
y dalle la muerte aunque el la perdiesse.
CAPITULO XLI
DE COMO FRANCISCO DB CARAUAJAL HIZO PRENDER A
DIEGO BALM ASEDA Y QUERIENDO HAZER JUSTICIA DEL
LLEGO A EL VNA MUGER DE AMORES A PEDILLE SU
VIDA, EL QUAL NO SE LA QUISO CONCEDER Y AL CABO
LE MANDO DAR GARROTE EN VNA CÁMARA
Assi como Francisco de Carauajal salió a la
puerta de la yglessia, como queda dicho, se pusso
en medio de sus capitanes y soldados y auiendoles
hablado vn poco y mirando a todas partes vido
estar a Diego Balmaseda, que solo estaua parado
en vna esquina de la plaga, armado de cota y za-
ragüelles de malla, con la espada empuñada como
que quena hechar mano della, por lo qual mando
a sus capitanes marchar para su casa. Juan Ver-
mejo, soldado de Francisco de Carauajal, como
también vido a Dieg^o Balmaseda que venia afe-
rruzado dixo a su General: Señor, vuestra merced
alargue el passo, que haze gran poluareda, y el lo
entendió y creyendo que auia alguna otra cosa
mas de lo que páresela se dio priesa y a passo
tendido llego a su puerta, en donde paro sin en-
trar alia dentro. Diego Balmaseda, viendo que to-
dos se apartauan de la 'yglesia se fue para ellos
rm i ■
366
con animo denodado y no vencido, a passo tendido,
y como no los pudo alcanzar se passo de largo cru-
zando la pla^a detras de todos a gran priesa como
que yua a hazer otra cosa, el qual yua mirando
hazia atrás a ver si se hazia algún mouimiento
contra el. Pues como Francisco de Carauajal llego
a su puerta y boluiendo el rostro a la plaza vido
yr a Diego Balmaseda con gran priesa y a passo
tendido, mando al capitán Alonso de Mendoza que
con ocho arcabuzeros lo fuesse a prender y que si
no se quisiesse (1) dar a prisión, o se deífendiesse»
que lo matasse. Alonso de Mendoza fue a el con
gran priesa y los soldados le yuan llamando a bo-
zes para que aguardasse y se parasse, el qual bol-
uio y aguardo a los que yuan por el, con gran di-
simulación, diziendo ¿que era lo que demandauan?
que se lo dixessen luego, porque el yua a vn nego-
cio que le ymportaua miicho. Como los prendedo-
res 3'uan cerca y emparejando con el, le cercaron
todos y encontinente el capitán Alonso de Mendo-
za le tomo de la espada y se la quito de la cinta, y
vn soldado le quito la daga y los demás le quita-
ron la cota y los zaragüelles, mas de priesa que
despacio, sin el hazer ninguna resistencia, dizien-
do. Señor capitán, ¿porque me manda v. m. desar-
mar no auiendo hecho por que?; Alonso de Mendo-
za le dixo: el General os manda desarmar y que os.
llenemos ante el viuo o muerto, y si no aueis hecho
por que, el os las mandara luego boluer, y por ago-
ra venid conmigo porque el os quiere ver y hablar.
(i) Ms. qniesse.
^7
Diego Balmaseda rehusando parescer ante Fran-
cisco de Carauajal lo tleuaron por fuerza y arrem-
pujones y asstdo de los cabezones, que cassi no
ponía los pies en el suelo, y encarándole los arca-
bazes si hablasse alguna cosa, para lo matar.
Quando el tirano le vido cerca, con vna furia y con
semblante muy terrible le dixo en alta voz: ja
Diego Balmasedal ¿que es esto en que andáis vos
y otros vellacos como vos? ¡pensáis vos que me
están ocultas vuestras vellaquerias y trayciones?;
pues sabed que las se todas que vos aueis vrdido y
tramado contra mi persona y vida; no se porque
lo aueis hecho assi. Como Diego Balmaseda oyó
aquellas tan ayradas y terribles palabras temió
con gran temor y luego entendió que todos sus de-
signos y conciertos eran descubiertos, y creyendo
alcanzar perdón de sus culpas dixo con gran hu-
milldad y llaneza. Señor, el demonio que anda con-
migo rae ha engañado malamente, y assi suplico
a V. m- que como padre muy piadoso y manso
para con su hijo humillde tenga por bien de per-
donar mi gran atreuimiento y mayor desuerguen-
ía, y auer piedad de mi. Y por amor de Dios y de
Nuestra Señora sea seruido de no mirar á lo que
como mancebo distraydo de la razón yntentaua
hazer con locura, sino a los muchos y grandes
seruicios que tengo hechos estos dias al Gouerna-
dor mi señor ya v. m. Francisco de Carauajal,
viendo que Diego Balmaseda declaraua su delicto
en las palabras que auia declarado, y como estu-
uiesse del muy enojado y sin aguardar a mas, lo
mando quitar delante de si por no le ver ni hablar.
358
y mando al Maestro de campo que lo pusiesse en
fuertes prisiones que tenia dentro de su casa, y
luego fue hecho'assi. Mando venir luego a vnfray-
le mercenario para que le conffessasse, el qual ve-
nido, Diego de Balmasedase confíesso con el con
muchas lagrimas, aunque con esperanza que Ca-
rauajal le auia de perdonar y otorgarle vida como
el frayle se lo auia prometido muy de veras. Quan-
do prendieron a Diego de Balmaseda estaua Alon-
so Camargo puesto para adentro en vna ventana
de su casa mirando hacia la pla^a; vido lleuar
preso al dicho Diego de Balmaseda y por esso tuvo
creydo que lo auia de descubrir a puros tormen-
tos, teniendo entendido que se los auian de dar, y
con temor que tuvo de Carauajal, no atreuiendose
estar en su casa, determino de huyrse. En este co-
medio llego a el Juan de Betan^os que por manda-
do de Carauajal lo yua a prender con seys arca-
buzeros con mandamiento que si se deffendiesse lo
matasse, porque al tiempo que lleuauan a Balma-
seda preso luego encontinente Carauajal embio
desde su puerta a estos hombres para que lo pren-
diessen. Como los prendedores entraron por la
puerta le hallaron que se quería ya salir fuera a
la calle encima de vn buen cauallo corredor, y ha-
ziendolo apear lo licuaron ante Francisco de Ca-
rauajal. Y el no le quiso ver, ni oyr, antes le man-
do hechar en la cárcel en otra cámara y en fuer-
tes prisiones y apartado de Diego Balmaseda por-
que no se hablassen el vno con el otro, poniendo-
Íes buenas guardas de soldados arcabuzeros. He-
cho esto embio luego por otra parte al alférez
359
Juan Velez de Gueuara con ciertos arcabuzeros
para que prendiessen algunos soldados heredia-
nos y de los suyos que estañan escondidos en sus
casas de puro miedo, que no fueron a oyr missa.
Juan Velez fue con los soldados y truxeron presos
a Pedro del Castillo, vezino desta villa, y a Diego
de Arguello y a Jullian de Humaran con otros seys
o siete soldados de la entrada, a los quales man-
dó hechar en fuertes prisiones con algunas guar-
das. Como los demás conjurados vieron que
Juan Velez de Gueuara andana ya prendiendo con
diligencia a los soldados sus compañeros, sin
aguardar a otra cosa se salieron prestamente de
la villa huyendo por no parescer ante Francisco
deCarauajal, creyendo que luego los mandaría
matar. Entre los soldados de la entrada que se hu-
yeron fue Morales de Amburt o del Abad, al que
llamauan yronicamente el resuscitado, el qual se
fue al pueblo de Paria a pie, que no uvo niaf^uno
quien le prestase vn cauallo. Porque este hombre
dexando su sanctimonia fue vno de los que preten-
dieron matar a Francisco de Carauajal por ven-
garse de la muerte que le dieron, como el dezia,
que cierto mas le valiera meterse frayle que an-
dar en estos deuaneos. Después que Francisco de
Carauajal uvo comido mando traer ante si a Die-
go Balmaseda y con vn rostro terrible y con pala-
bras muy ayradas le pregunto que ¿por que le aula
querido matar con tan gran traycion y maldad,
metiendo en su dañada yntencion a los soldados
de la entrada?; Balmaseda respondió humillmente
que su merced tenia la culpa y el auia sido la can-
360
sa deste motín, porque si el uviera cumplido con
sus soldados lo que les auia prometido los días pa-
ssados, quesera repartir los yndios y pueblos que
estauan vacuos en la prouíncia, que el no yntenta-
ra de le matar, ni aun por el pensamiento le pasa-
ra hazer tal locura. En fín le dixo que tuuiesse
atención como auia mucho tiempo que el andaua
en su seruicio desnudo y descal90, y que en todo
el no le auia dado cosa alguna para remediarse,
y que por esto y por otras muchas causas y razo-
nes que el se las quería callar auia procurado de
le matar. El General le dixo: por cierto, señor Die-
go Balmaseda, que yo me huelgo de saber esso
que me ha dicho, y vos tenéis en todo y por todo
gran razón, lo qual por agora no os valdrá por lo
que yntentauades hazer en mi perjuycio y de mis
capitanes. Mas con todo esso me dezid quien son
los que os dauan fabor y ayuda para vuestra mal-
uada yntencion; el respondió que no auia ninguno
que le quissiera ayudar, sino que el tan solamente
lo queria hazer por lo que dicho tenia; de manera
que no quiso descubrir ni condenar a ninguno de
todos los conjurados. En este comedio llego a
Francisco de Carauajal la dicha Dofta María de
Ledesma, cubierta toda de luto y acompañada de
vn fray le dominico y otro mercenario, con ciertos
vezinos de la villa, y la lleuaua de la mano Diego
López de Zuñiga, la qual yua dando vozes, dizíen-
do muchas vezes: misericordia, señor, misericor-
dia, señor. Como llego junto ante Carauajal le
pregunto con desden: ¿que es lo que queréis, seño-
ra Doña María?; ella respondió con gran cuyta:
361
señor, por reuerencia de Dios y de Nuestra Seño-
ra quiera v. m. redemir vna anima peccadora que
a mas andar se va metiendo en los proffundos del
ynfierno, con darme biuo, sano y libre a Diego
Balmaseda para que se case conmigo. Francisco
de Carauajal respondió: señora, yo no lo puedo
hazer sin daros también mi persona y vida para
que l'acaben de matar vuestros amigos y seruido-
res; pues en vuestra casa se vrdio tan gran vella-
queria, no es bien ni razón que se os concédalo
que pedis, ni cosa buena que sea si no es quitaros
la vida. Y alteando los ojos en alto y mirando a los
que la trayan dixo con grande yra y enojo: [mal
aya quien os aconsejo que me pidiessedes esto,
porque no supo bien aconsejaros!; por esso no me
ahinquéis tanto en pedirme la vida deste mal hom-
bre, porque me enojare contra vos mas de lo que
estoy. Torno ella a replicar y los que con ella
yuan a le suplicar y rogar con gran humilldad,
aimque en vano, que tuuiesse por bien de perdo-
nar a Diego Balmaseda para que se casasse con
aquella muger, que estaua perdida y condenada
con la mala bíuienda que hazia, porque casándose
aquel hombre con ella se apartada de mas peccar,
y en esto haria muy gran seruicio a Dios. [Aun-
que] fueron tantos los ruegos y suplicaciones que
le hizieron los religiosos y las ymportunasciones y
lagrimas de la muger fueron también muchas,
no (1) le mouieron a tener alguna compassion, an-
tes se fue a ella con mucha furia y enojo y le dixo
362
ayradamente. Yo os hago voto solenne a Dios,
Doña tal, por qual, que si os arrebato os haga he-
char por encima de aquella casa, y antes que lo
mande hazer os yd con el diablo a vuestra possa-
da, y los que vienen con vos vayanse también antes
que los haga ahorcar, porque tengo entendido que
me quieren ellos matar, pues tan ahincadamente
me piden la vida de vn traydor como este. Reyte-
rando la muger en sus lagrimas y los frayles y los
demás en sus ruegos sin temor alguno, no los pudo
zufrir Francisco de Carauajal y torno a ella con
gran furia y le dixo muchas y feas palabras y man-
do a los suyos se la quitasen delante del y la lleua-
ssen por las piernas arrastrando fuera de casa an-
tes que hiziesse algún desatino en los que la tra-
yan. Dionisio de Bobadilla, Alonso de Mendo<;a,
Martin de Almendras, Balthasar de Cepeda, que
se hallaron presentes con otros muchos, dixeron
a la muger y a los que la auian traydo se fuessen
a sus casas y que le dexassen de mas ymportunar
y hazer justicia, y ellos lo hizieron assi. Yuan di-
ziendo por la pla^a que Carauajal tenia el coraron
de diamante y que en nada parescia ser xpiano,
pues no se auia mouido a tener compassion de las
lagrimas de la triste muger, ni a los ruegos de los
frayles y caualleros que la auian acompañado,
que bien parescia ser hombre, endemoniado y ene-
migo de hazer virtud y caridad. Después que se
fue Doña Maria de Ledesma, el endiablado Cara-
uajal, por no ser mas ymportunado (1) de otros por
(j) Ms. ym^uriunado.
363
'iego Balmaseda, le mando mete
tro de la cámara del capitán Castafleda, en <
se acabo de conffcssar y luego le dieron ga
Y de alli lo sacaron dos negros en vna tabl
licuaron a la picota, en donde el verdugo le
co por amotinador, y dende a dos horas le hi2
quartos, los quales se pussieron por los caí
reales, y mando apregonar que ninguno qu:
los quartos del traydor de donde estaua, so
de muerte natural.
CAPITULO XLII
francisco de carauajal hizo dar ca-
lLONSO cahargo, y de vn donoso CUSNTO
a vn frayle domimico, y de como encon-
hizo ahorcar con furia diabólica a
tros soldados de la entrada
lydas con estas cosas arriba relatadas,
:Ísco de Curauajal, mando luego conffe-
:ho Alonso Camargo, y en el entretanto
nifesaua llego secretamente a el vn fray-
:o, el que aiiia dado el consejo á Doña
Ledesma [de] lo que tenemos arriba reffe-
Lial le hablo en esta maneni. Señor capí-
amor de Dios y de Nuestra Señora me
r dos razones que tengo entendido serán
efl'ecto y prouecho; y Francisco de Cara-
)ondio y le dixo con vn buen remanso:
íuerencia lo que quissiere, en breues pa-
le yo le escuchare, y dichas vayase luego
,- el frayle dixo. Pues, señor, a mi, ni al
rcenario no (1) quiso vuestra merced con-
la merced de otorgarnos la vida de Diego
365
Balmaseda, sea en esta forma y manera si vuestra
merced fuere en ello seruido, y cierto que en todo
se hará muy gran seruicio a Dios y a Nuestra Se-
ñora y vna obra de gran misericordia, y es. Que a
todos es notorio, y vuestra merced lo sabe muy
bien, como Alonso Camargo es de la tierra del se-
ñor Gouernador, y es (l)muy cierto su gran serui-
dor, y esto que agora se dize del yo tengo muy
creydo y sin ninguna falta que se lo han leuantado
algunos émulos y enemigos suyos que le quieren
mal. Y paresceme que se quieren vengar del con
mano agena, porque el no se hallaria en esta tra-
ma y conjuración que Diego Balmaseda y los de-
mas hazian, auiendole hecho tan señalada y en-
cumbrada merced poco ha en soltalle de la cárcel
y en perdonalle la vida. Paresceme que Pedro Gu-
tiérrez de Qafra daua a v. m. anoche seys mili du-
cados de buen oro para que perdonasse a Camargo;
suplico a V. m. quan encarescidamente puedo le
perdone agora, y dársele han luego ocho mili duca-
dos de buen oro. Y porque assiente en alguna ma-
nera, el se casara fon aquella muger que ago-
ra se fue de aqui, que en todo lo qual vuestra
merced hará muy gran seruicio a Dios nuestro
Señor y cumplirá vna obra de misericordia que los
buenos hazen a los que poco pueden; y Carauajal
le respondió. ¡A Padre mió I ¡Padre mió I a esso que
vuestra reuerencia pide, antes que le responda cosa
alguna de a lo que viene le quiero contar primero
vn cuento que passo en España, que me paresce
(I) Tachado: stt.
366
de la suerte y manera de lo que agora tra-
y preste en ello paciencia, que no es largo,
sellor Padre, de ^aber, que vn hombre de
honrrado quisieron el y otros amigos suyos
il corregidor de aquel pueblo por ciertas
is y enojos que entre ellos tuuieron, que eran
dad y de mucha honrra, y aun mas adelan-
edio vn otro negocio muy semejante áeste.
¡do que fue a noticia del corregidor desta
ación que contra su persona y vida se tra-
prestamente lo prendió vna noche y dándo-
los tormentos supo la verdad de todo lo que
a sin faltar punto de lo que yntentauan ba-
sustanciando bien el proceso y mirando su
slon condenóle a muerte natural, y sacan-
^spues los alguaziles del crimen a justiciar
e traues vna putaña y suzia muger con vna
ada por la cara; dando hozes y gritos yua
lo muchas vezcs: seflores, por amor de Dios
eis al señor fulano; dádmelo por marido,
> me casare luego con el y me harán vna
uena obra de caridad , la qual será muy
ante el acatamiento de Dios. Aura de saber
o, Padre mió, que en aquella tierra auia vna
mo en otras la ay, que era muy faborable a
inquentes y facinerosos, y es que quando
jger mala de su cuerpo esta ganando publi-
[e partido con su cuerpo, en pidiendo que
)or marido a vno destos que estuuiesse con-
> a muerte natural, que si el tal hombre
se casar con ella no lo matassen, sino que
ie lo entregassen por su marido. Pues a los
367
gritos que daua aquella vellacona pararon los al-
guaziles a ver lo que quería, y como llego a ellos
les dixo: señores, porque este triste, hombre no
muera assi tan abiltadamente, dádmelo por amor
de Dios y de Nuestra Señora por marido, que yo
me casare luego con el. Bueltos los alguaziles al
hombre condenado le dixeron: señor fulano, ca-
saos con esta muger honrrada y daros han la vida;
y el boluio la cabepa a uer que tal era y como la
vido de aquella suerte le desagrado mucho, que
deuia de ser de la suerte desta mugercilla. Y como
era hombre muy honrrado y de bien y de mucha
presumpcion dixo a los alguaziles: ande el asno,
señores y que yo no me quiero casar con tan susia
muger que me da gran asco de la ver; antes quie-
ro padescer vna muerte de vna ves y no tantas
cada día, Assi que, Padre mió , el señor Alonso
Camargo es vezino y regidor perpetuo desta villa
y es hombre muy honrrado, cauallero hijodalgo,
yo se muy bien que ha de dezir lo que el otro dixo,
y pues Diego Balmaseda, como sabéis, la desecho
y no la quiso por muger, no sera razón que se la
den a Camargo, que para el sera muy grande
affrenta. Mas en fin y al cabo, Padre mió, no tra-
baxeis tanto en valde, porque el tiene de morir y
otros algunos con el que salieron de la entrada de
Rojas; pues ellos trataron de me comer, yo entien-
do de me los almorQar con tiempo en quitalles las
vidas antes que otra cosa susceda, porque ya esta
dada la sentencia y en ninguna manera se puede
reuocar. Yo no se ¡por vida de tal! ni lo acabo de
entender, por que causa y razón me querían estos
368
res de la entrada quitarme la vida, porque
el dia que fueron desbaratados y nos ajun-
tndos en vno siempre los trate muy bien y
coni con algo, haziendoles mucha honrra
I chico como al grande, mas que a los serui-
dil Goucrnador mi señor. Y s¡ ellos bay-
mal, tómense lo q^ue hallaron, pues ellos
js se lo buscaron , y por tanto mando y
) que ninguno sea tan atreuido de venir a
me por algunos destos traydores, que,
a tal! que le sera escusado avergoncarse en
jí a mi me dará gran pesar y enojo. Y con
e lúe (.1 frayle muy corrido porque yendo
;ar por la vida de Alonso Camargo se
raua a contar nouelas y cuentos nescios
proposito. Todo lo qual (1) lo fue a contar al
Alonso Camargo y a otros pifarristas y a
redíanos de la entrada de Rojas. Pues Alon-
margo, como se uviesse conffessado, ya que
rde íiie sacado de la prisión en que estaua, a
maniatado, y fue lleuado a la picota con voz
■gonero en que dezia que por traydor y amo-
ir le cortauan la cabei;a y le mandauan hazer
Ds para que se pussiesscn por los caminos
s; quifo tal haze, que tal ¡■■agüe. Después de
garrote le hizieron quari s, los quales se pu-
n en quatro partes y vna yndia suya de ser-
iue a la segunda noche a.londe estauan col-
y cogió los tres y los enlirro en el cimente-
la yglessia, y el otro qnarto dizen que se lo
369
comió vn lobo, y aunque Carauajal sup<
se le dio nada-' Morales de Amburt, que
huydo de la villa, fue a parar al pueblo c
en donde fue preso por el capitán Alonso
ro que estaua en este lugar con ciertos
como en frontera, y como lo vido llorar u
tal manera tuuo compassion y lastima del
tamente le sollo sin que los de la guardia
ssen. Los hombres que fueron tras del poi
do de Carauajal llegaron al dicho puebl
guntando por el les fue dicho que se aui
y ellos fueron tras el y lo alcanzaron y
ron, que se yua por el camino Real muj
dado creyendo que no yrian tras el, puí
pitan lo aoia soltado. También fue Dic
Bobadilla con diez arcabuzeros a la cuei
estauan escondidos Luys Perdomo y Esf
los Monteros, que vn yndio de Juan de I
los auia descubierto, que les lleuaua de c
casa de Bernaldino de Balboa, que se lo
Marilopez su muger. Quando llegaron a
ya Luys Perdomo era ydo de alli y se me
los yndios cbiriguanaes y se lo comieron i
tilmente, aunque ellos dixeron después q
gres lo auian hecho pedamos y comido. )
de los Monteros fue hallado y traydo a 1
Francisco de Carauajal lo mando luego
la picota y sin conffession, en donde estu
cado mas de seys dias, y mando con pena i
te que ninguno lo quitasse de alli, de mai
el pobre mancebo murió sin conffession- *
olía muy mal fueron los religiosos y los \
G. DK Banta Ci.a1[*.-1V.-3.<'
370
le que por reuereticia de Dios y de Nues-
lora y por lo que deuia a buen xpiano tu-
3or bien de mandar quitar de la picota al
diftunto, que por el mal olor que del pro-
lusaria g^an pestilencia en el pueblo. Fran-
: Carauajal no les quiso conceder cosa al-
liziendoles: señores, perdónenme vs. ms.
lo puedo hazer hasta que venga su amgo
ncible Morales de Amburt. para que lo vea
ando por la plaga y se le acuerde luego del
? a hecho, porque tengo nueua que ya vie-
este comedio mando ahorcar y hazer quar-
s soldados heredianos Pedro del Castillo,
de Arguello, Diego Hernández, calcetero,
e auia de dar de puñaladas, con otros siete
is que salieron de la entrada que fueron
cantes en esta conjuración, que los halla-
pados en todo- Truxeron al triste de Mora-
Wburt, el qual venia en camisa y descalco
liado y a píe y en la cabega vn bonete co-
y bien quemado del sol, que fue grandissi-
ima y compassion de velle de aquella suer-
s¡ fueran otros los que le prendieron y no
los y ministros de Carauajal lo soltaran
Mas ellos lo pusí^ieron delante de Caraua-
mo se arrodillo para le besar los pies lo
;:ir del suelo con vna risa falsa, dlziendole:
orno, señor Moniles de Amburt, no me po-
natar el otro dia y queréis agora moderme
í Con todo esto me dezid: quando entrastes
>la9a ¿vistes ahorcado en el rollo a Espino-
>s Monteros?; y también me dezid adonde
371
esta vuestro amigo Pedro Gon<;alez de
que llaman de la entrada, que fue en e
que tvmo por bien de acordarse de mi e
ligroso trance. Respondió Morales de Ai
auia visto en entrando por la pla<;a a v
ahorcado, y en lo de Pedro González i
que era verdad que auia sido en ta conj
que la noche víspera de Sant Miguel au
parescer se pusiesse fuego a la casa di:
uia y que luego dixessen que era muert
los soldados que le siruian se alt;assen. E
rauajal: señor Morales el ynuincible, pu
dize del, yo os prometo que desta hech;
morir ahorcado y agora no aura ningu
lleue arrastrando al arroyo; y dicho esto
Francisco Miguel Ío ahorcasse y lo hízif
tos, lo qual fue assi luego hecho. Enton
ron de la picota a Espinosa de los Mon
enterraron en la yglessia, ca olia ya muj
con gran trecho no auia ninguno que lie]
sino era llenando vnos trapos mojados e
y puestos a las narizes, y assi lo enterra
sido también Bernaldino de Balboa en e
ración y auiase casado pocos días auia ce
ga María López, el qual se fue a Francis
rauajal vna maflana en domingo y le pi
cia para yrse a la cibdad del Cuzco y c
rauajal a manera de desden. Seflor Berr
Balboa, también querrá vuestra mere
consigo a la señora Maria López' su m
pondto Balboa y dixo: señor, yo la quer
al Cuzco si vuestra merced es seruido
372
)tra cosa; Carauajal le dixo: sea en buena
ueluase acá después de comer, que para
le dará recaudo. Bernaldiao de Balboa
i la hora que le fue dicho y Francisco de
al le dixo: señor Bernaldíno de Balboa,
cosas quíssicra tratar con vuestra merced
>n hombre bien entendido y que sabe de
s, y púas V. m. no tiene ninguna verguen-
irescer ante mí, éntrese en aquella cánta-
le conuienc mucho para su anima porque
lorir antes de inedia hora. Mando llamar
ri^o para que le conffesasse, el qual vino
ffesso, y luogo le hizo dar garrote y cortar
a, la qual se pusso en la picota, y el cuer-
do entregar a la sin ventura de su muger
,opez y lo enterro en la yglessia con mu-
ía y dolor. Hecha esta cruel justicia per-
los demás que se hallaron culpados, por-
n de aquellos que mucho tiempo le auían
en toda la jornada que anduuo contra los
res de Su Magestad . Porque a los hom-
s hizo ahorcar y quartear fueron de aqne-
; auian salido de la entrada de Diego de
ecepto Diego Balmaseda, que fue el pri-
lentor desti conjuración y el que acuciaua
a malar a Francisco de Carauajal. Por no
, Diego de Luxan y a otros diez o doze sol-
|ue auian militado mucho tiempo debaxo
andera los desterro de la villa y dándoles"
los embio a la cibdad de Lima para qne
en alia a Gonijalo Pi^arro su amo; mas
llegaron alia, antes se fueron a diuersas
373
;r. También eml
}s de los de la t
1 en quatro, a di'
lor no los ver ni
■dono, que no t»
, que fue gran t
I se apacigo de
I yncendio y bi
a, que cierto fu*
1 entrada y los i
y esforzados y ti
e los viniera a c
i el campo aun<
CAPITULO XLIII
SCO DE CARAUAJAL, DEL REZELO QUE
.DADOS QUE ANDAUAN DESESPERADOS
, LES DIO DE BB5T1K Y DE CALCAR Y
i MESAS, y DE LA MVERTE DEL CAPl-
N PEDRO DE CASTA.^EDA
lo Francisco de Carauajal quanta
s soldado» de acorarse y andar to-
lientos y enojados contra el por no
tre ellos los pueblos de los yndios
cuos que tantas vezes les auia pro-
sas panes de lo hazer, determino
r contentar por la mejor via y ma-
Y para hazer esto mundo otro día,
adas las ynjusticias que auia hecho
os, sacar de su recamara muchos
lenos de diuersas colores y embio a
os sastres y calceteros que auia en
lales mando hazer y cortar muchos
chamarras, ropcias, muchas calcas
indílla para lo dar todo y conten-
os, que andauan muy desesperados
Dorque todos se le querían rebelar
on sus capitanes c yrse a otras par-
375
tes. De manera que hechos los vestidos y el caiga-
do, a vnos dio todo vn vestido entero, y a otros
dio tan solamente caigas y jubones, vn par de ca-
misas de Rúan, y a otros vnas botas y gapatos de
cordouan; a otros dio chamarras, caigas y sombre-
ros con ñuecos de seda, y a otros dagas, espadas y
talabartes. También repartió entre otros que auia
menesterosos muchas sillas estradiotas y ginetas
nueuas, y a otros dio cauallos y muías que auia
tomado y robado en muchas partes a los tristes de
los mercandantes y a los seruidores de Su Mages-
tad; en fin, fin, desta manera medio contentó la
mayor parte de sus soldados. Y para que mas se
contentassen y le tuuiessen amor y buena volun-
tad mando a sus criados que alargassen mas las
mesas donde el comía para que fuessen todos
quantos soldados quisiessen yr a comer y a cenar
con el, y assi les daua espléndidamente de comer,
y de beuer algún vino de Castilla y de la tierra,
que se haze por aqui muy bueno, que después di-
remos como se haze. Aunque el vino de Castilla
valia a exesiuo precio, mas el lo tomaua algunas
vezes a los tratantes y mercaderes, a como el lo
queria y se le antojaua, o lo tomaua fiado a nunca
pagar, porque como el mandaua toda la tierra
como tirano no auia ninguno que le osasse pedir
cosa alguna por le tener grato. Toda esta comida
y beuida, digo del vino de la tierra, no le costana
tan solo vn real, que los repartimientos de los yn-
dios que estañan vacuos que auia en toda la pro-
üincia lo dauan todo en abundancia, como es dezir
muchos carneros de la tierra y mahiz para hazcr
376
tortillas, que tenia muchas yndias de seruicio que
las hazian, que «lun no auia trigo para hazer hari-
na. Mas con todas estas cosas no quiso dar ningu-
nos de los repartimientos a sus soldados por el
gran prouecho y por el ynteres que dellos sacaua,
ni menos quiso repartir con los suyos siquiera de
algún pedago de oro o de plata, sino que como te-
nia el coraQon metido dentro en todo ello lo man-
daua guardar mucho mejor que hasta alli se auia
hecho. Porque como el dezia, que con este oro y
con la plata que ajuntaua conuenia hazer con ello
muchas y diuersas cosas muy prouechosas y con-
uenientes a todos sus soldados, que algún dia les
diria el secreto de lo que era. Pusso tanto temor y
espanto estas crueldades y sinjusticias que Fran-
cisco de Carauajal hizo, en todos los vezinos y mo-
radores, estantes y habitantes, no solamente en es-
ta villa de la Plata, mas aun empero en todas las
cibdades, villas y lugares de los.reynos y prouín-
cias del Perú. De manera que los soldados suyos
y todos los que quedaron de los de la entrada de
Rojas y aun los pocos vezinos de la villa le siruie-
ron de ay adelante, los vnos de temor y rezelo, y
los otros de buena voluntad, que estos tales tenían
prenda metida en la tierra, que eran de los mas
pestilenciales hombres que auia. Los soldados que
le querian mal de muerte dezianse el vno al otro
que no era possible sino que Francisco de Caraua-
jal tenia hecho pacto y conueniencia y concierto
con el demonio, o que lo era el mismo, o que su
muía bermeja lo seria, que temía algún familiar
en ella que le dezia todo quanto se hazia o se de-
377
zia en secreto contra su persona y vida, porque
estos no supieron quien lo uviesse descubierto. A
Juan Ramón, que descubrió esta conjuración, lo
quiso ahorcar porque auia descubierto esta trama
y vrdimbre muj' tarde y al punto crudo, mas por
ruegos y suplicaciones del capitán Pedro de Cas-
tañeda, su grande amigo, fue perdonado, que de
otra manera el lo ahorcara y tuuiera su meresci-
do. Mas dende a ciertos dias le dio Francisco de
Carauajal el repartimiento de yndios que fueron
de Alonso Camargo, a yntercesion y por ruegos
del dicho capitán Pedro de Castañeda, porque le
ymportuno le hiziesse mercedes por el gran bien
que les auia hecho. De manera que de ay adelante
no uvo ninguno que fuesse tan ossado de hazer al-
gún raouimiento ni escándalo en aquellas partes,
ni entre sus soldados (1); auia mucha paz y quie-
tud, que no reñian el vno con el otro, porque ver-
daderamente era muy temido y le tenían mucho
miedo por ser hombre tan cruel y endemonia-
do y tan carnicero como era. Que solamente en
nombralle se santiguauan del como del mismo
diablo, maldiziendo sus crueldades y homicidios y
mala xpiandad, porque perseguia tanto y en tal
manera a los seruidores de Su Magestad que no
los dexaua a sol ni a sombra, que apañando algu-
no dellos lo hazia luego ahorcar sin conffession,
que era gran dolor de lo considerar. En esta mis-
ma coyuntura murió el capitán Pedro de Casta-
ñeda en esta villa de la Plata de su enfermedad de
(I) yu.s^uuuu.
auia tenido muchos días atrás, y Fran'
arauajal lo sintto ea gran manera por-
ia y auia tenido por muy grande y vér-
tigo, que lo truzo consigo desde la cib-
uito. Mandóle enterrar en la yglessial
los los capitanes y soldados a su entierro
ndo el cuerpo diUunto, y su alférez
Herrera lleuaua la vandera media en-
ligo baxa cassi por el suelo, y el atam-
nplado y encima del vn pedazo de parto
hazia el son muy triste y ronco. Hallóse
de Carauajal presente a todas sus hon-
equias que turaron nueue dias con cier-
que le mando dezir a dos frayles, el vno
o y el otro dominico, y a su capellán
rquez, que no uvo mas en el pueblo, con
rendas que mando poner siempre en su
Todo lo qual dexaremos en su mala
iremos agora vn poco de las cosas que
on en la cibdad de Quito, en donde qui-
atar a Pedro de Fuelles, theniente de
'it;arro, y de las crueldades que hizo en
a della quitando las vidas y honrras de
seruidores de Su Magestad, como agora
r^
CAPITULO XLIV
DE COMO QUISIERON MATAR EN QUITO AL CAPITÁN
PEDRO DE FUELLES, Y NO UVO EFFECTO, Y DE LAS MU-
CHAS Y GRANDES CRUELDADES QUE HIZO EN LOS LEA-
LES SERUIDORES DE SU M AGESTA D QUITÁNDOLES LAS
VIDAS, MAS NO LAS HONRRAS Y FAMAS
En este medio tiempo que en las Charcas suce-
dían las cosas arriba dichas se amotinaron acá en
la cibdad de Quito ciertos soldados que auian ser-
uido al Visorrey Blasco Nuftez Vela, para matar a
Pedro de Puelles que era entonces theniente y ca-
pitán general de Gon9alo Pigarro en toda aquella
prouincia y territorio. Assi como supo de la conju-
ración y trama que se vrdia contra su persona y
vida mando luego prender a todos aquellos que lo
auian vrdido y tramado, a los quales hizo a los
vnos ahorcar, y a los otros dar garrote y h.izellos
quartos y mandallos sembrar por los caminos Rea-
les. Y por esta occassion que le dieron estos leales
seruidores de Su Magestad mando con diabólica
furia y crueldad a todas las justicias y juezes que
auia en toda la prouincia de Quito > en todos los
lugares de su jurisdicion que diessen sus manda-
mientos a sus alguaziles y ministros para que
380
**vm
ndiessen y ahorcassen a todos quantos seruj-
es del Visorrey hallassen en sus districtos y
tidos. Y para que con mayor diligencia se hi-
tse esla inhumanidad y mas que crueldad em-
porjuezde comission y executor de todo ello .
apilan Diego de Ouando, hijo natural, según
eron, de Diego de Ouando, Gouernador que fue
a Isla Espartóla de Sancto Domingo, que siem-
lo traya consigo en su compaflia, y presos al-
IOS dellos en diuersas partes fueron ahorcados
cchos quurtos. Después de passadas estas cosas
ndo ahorcar a los capitanes Matheo Ramírez el
an, y a Boniffacio, sequaces que auian sido rau-
' tiempo de Gonzalo Pii;arro, porque tuuo sos-
ha dellos que lo querian matar y porque dixe-
I algunas palabras feas contra el gran tirano y
itra el. Otrosi, mando ahorcar en estos días al
Iré de aquella muger con la qual (1) Gonzalo
arro auia tenido deshonesta coouersacion, que
■ no ser sentido y por amor della auia hecho
; Vicencio Pablo matasse al marido della. Por-
: auiendo parido aquella muger vna hija de Pi-
ro y auiendola muerto el agüelo, como atrás
?da dicho, y por ciertas palabras que dixo con-
el gran tirano, porque no le dauan ya lo que
iolian dar, le quito la vida. Assimismo, de ay a
;os dias mando dar garrote a vna muger llama-
fulana Cermeña, que auia sido muger del dicho
theo Ramírez, con quien tuuo después de la
erte de su marido deshonesta y publica ci
381
sacion y amistad, porque hablo y dixo algún;
sas feas contra el tirano y contra el; officio
ranos que tienen miedo aun de las mugeres 1
y que poco pueden- Todas estas muertes y
crüeld:ides y sinjusticias que hizo este grai
ladrón dizen que fue por consejo y parescer i
capitanes Diego de Ouaado y de Rodrigo de
zar el corcobado y de Juan de Vrbina, Maest
campo que fue del Visorrey Blasco Nuñez
diziendole. Que si quería biuir en paz y en qu
y con animo sossegado y sin sospecha que
hiziesse alguna traycion, que ante todas eos
conuenia hazer matar y desterrar y hechar
de toda la tierra a todos aquellos que auian í
do y seguido al Visorrey quando vino de Pop;
y el lo hizo assi como queda dicho. Este Ro'
de Salazar se allego luego al principio al Visi
quando vino d'Espafla a la tierra, signifAcaí
los muchos y grandes seruicios que auia he'
Su Magestad en toda la tierra, y por esto f
primero [a] que dio vn repartimiento de yndi
la prouincia de Quito, donde siempre auia resi
Assimismo, este hombre fue el primero que
huyo desde la cibdad de Lima y se fue a Goi
PÍ9arro la primera vez queabaxo a esta ci
con mano armada, como arriba queda reffe
¡oyngratitud y traycion muy mala y pernit
como destruyes a muchosl Por estos homic
y grandes tiranías y crueldades que hazian ]
cisco de Carauajal y Pedro de Fuelles y los
ministros del gran tirano no uvo ninguno
fuesse tan atreuido y ossado de yntentar c
algunos escándalos
contra Gonzalo Pi(;
s y arñcionados. Sin
temor de morir ahc
engaron de biuir ei
lo cada vno de co
)s hombres que p
3r y no con volur
poco esta breue |
En esta sazón y ci
t;aron todos en esta
nt-rcaderes, a tratar
as haziendas que tei
:s, villas y lugares 3
is, que todos camina
ener ningún rezelo c
en. Muchos soldado
Jos hechos vagart
itaron a vssar sus o
; la maldita guerra 1
ar mucho mojor en
.■ra dieron principio
o mas nescesario y
;ra que los vezinos
■s y habitantes eran i
Jad, si justicia buena se puede dezir la que los
os hazcn teniendo las repúblicas oprimidas,
izadas y vexadas. Y como dizen, en este
po todos dormían a suefto suelto y seguros en
asas y grangerias, sin oyr ya las trompetas y
ibores, y assi se hizíeron otras muchas y di-
is cosas que fueron en pro y vtilidad de todos,
tlig'ídád de las dezir y coi
lar fastidio al oyente las di
. vezinos y moradores de
r gfiandes, comentaron de <
ilesquier prouissiones, mai
jue Gonzalo Piparro despaí
es y lugares, qual de mü
Lssimismo los recaudos y n
mbiauan y se despachauan
5S y capitanes y otras justii
rnos se obedesoían con ai
lor, porque no les calía h;
que luego los ahorcaran y
ídores con perdimiento de
De manera que en todos
de xpianos no se pretendía i
uicio de Goncalo Piparro,
auan Gouernador por ma
iles de dia en día los atray;
er faborescido dellos en t
;ster. Especialmente a muc
les hombres que sospecha»
m mal con el, con dadiua
1 con temores y rezelos quí
su amistad y seruicio, que
í cosa porque entonces no
iparasse ni deffendiesse. i
tiedio tiempo otra cosa sino
llena, el Gouerttador mi sel
y obedescido en todos los i
auia en la tierra }■ fuera d(
rme y en la mar del Norte,
384
~a cosa en contrario, porque estaua
pujante. Esto causaualo y todos lo
■ assi, aunque contra su voUnUd,
n ya tan castigados, amedrentados
lentados de las cosas passadas que
do y entendido, como lo hemos dicho
nte en esta nuestra obra. De manera
abras y cosas semejantes a ellas co-
os de biuir pacificamente mientras
reue paz, hasta que se soltó de veras
lio, que para los tristes que poco po-
uy mal, y con la venida del presi-
e la Gasea les fue a otros muy bien
a amercendeados y remunerados
i contra las cosas de Su Magestad,
1, como en el quinto libro diremos
amenté.
CAPITULO XLV
DE COMO FRANCISCO DE CARAUAJAL Y PEDÍ
1.LES ESCRIDIEHON MUCHAS CARTAS A GON^
RRO YNCITANDOLE Y PBOUOCANDOLE A Ql
MAS8E Y NOMBRASSE POR REY UE TODAS Li
cías y rey NOS DEL PERII
Andaua ya en este tiempo muy publi
rio en todos los reynos y prouincias de
como et presidente Pedro de la Gasea e
de España y que estaua en Tierra Firmí
bre de Dios con vna pujantissima flota
en que venían en ellos muchos hijosdal:
nos soldados de Ytalia y que trayan muc
offenssiuas y deffenssiuas, Y que todos v
formes para yr contra Gonzalo Pifarro
todos sus sequaces y ministros que segu
sa y peruersa opinión, y que el gene
Alonso de Hinojosa lo auiaescripto larg
gran tirano. Todas estas cosas y otras n
uan a entender a Gon<;alo Piíarro, por 1
cebio gran passion y enojo yquissiera q
las no se tratara de cosa alguna dellas,
de sus soldados, porque no concibiess
ánimos alguna cosa que le pudiesse p
G. ni 8a»t* Cl«i.*.-IV.-3.'
386
as las escriuia a Francisco de
desde alia de las Charcas, en
lisasse y embiasse a dezir su
aodria hazer en el casso, que
:ho y vtilidad para ellos y para
untariamente le seguían. Y pa-
s andauan los mensajeros muy
stas de los yndios bolauan de
na parte a otra, y assi andauan
:as, que ay desde la cibdad de
irescnte Se hallaua Gonzalo Pi-
la Plata, mas de doscientas y
n tiradas, por derecho camino.
lajal, como hombre que procu-
ar mientras las guerras y di-
,, holgauasse que uviesse mu-
tierra para tener mas que ro-
;on soberuia y vana presump-
es capitanes del gran tirano,
grande su hinchazón y altiuez-
ia muchas vezes a Gongalo Pi-
de las que le embiaua, acense-
ic vistas sus letras, sin aguar-
;;mpo seyntitulasse y nombra-
ncias y reynos del Perú si que-
!o que entre manos tenia y en
te auia de hazer. Y que todo
pues le conuenia mucho para
>na y para la seguridad de su
)nasse por rey en la yglessia
de Lima, y que el Reuerendi-
"r.ty Gerónimo de Loaysa le co-
387
roñaría aunque no quisiesse, quanti mas que el lo
haría muy de buena gana siendo de vna patria y
con dadiuas que se le hizíesse. Y que hecho esto
embiasse luego a personas de mucha calidad y es-
tado a la cibdad de Roma para que Su Sanctidad
del Summo Pontífice le confirmasse el reyno, em-
bíandole de presente lo que tenia recogido y guar-
dado de los Reales quintos de Su Magestad, y que
luego el Papa le embiaria la ynuestidu^a del rey-
no a pesar de los reyes de Borgofla y de Flandes.
Y porque todos los capitanes, caualleros, vezinos,
soldados, moradores, estantes y habitantes que
auia en toda la tierra le siguiessen con amor y con
lealtad y buena voluntad, que a todos los princi-
pales les hiziesse grandes y muy señaladas merce-
des, y que para esto diesse a los vnos títulos de
Condes, Duques, Marqueses, Adelantados, Gouer-
nadores, Almirantes y Capitanes. Y que a otros
hiziesse mercedes, assi en dineros, pues tenia har-
tos, como en los repartimientos que Su Magestad
tenía en la tierra puestos en su Real cabega, que
todos le siruirían de muy entera y buena voluntad,
y haziendoles estas mercedes no auria después
ninguno que no le siguiesse poniendo por el la
persona y la vida y el estado que tuuiesse, quanti
masque ya temían que perder. Y que ellos, meti-
da prenda, procurarían de amparar y deffender
sus estados y tomarían las armas contra qualquíer
persona que viniesse contra ellos a quitárselos, y
assi ninguno le dexaria, antes moríria por el, por-
que dirían que siruian a su rey y señor natural, y
esto lo vería después por esperíencia de como le
388
bien en mejor con el reynado. También le
a dfzir que no curaste de embiar a Espafia
is.ijcros y procuradores que quería embíar
apestad, scu;un que se lo auia escripto !os
ras, mas que procurase de tener muchos
is, muías, armas offenssiuas y deffenssiuas
uiTsas maneras, con muchos tiros gruesos
i^uzcs. Assimismo mandasse hazer muchas
picas, mocha, mucha poluora, y hazer
ir muchas cotas y otras cosas muy conue-
y necesarias para la guerra, porque el
aua que la auia de auer muy presto y muy
;, según que por espiriencia lo entendía. Y
las estas cosas eran los mejores procurado-
"a la tierra, que no los que el pretendía em-
que por otra parte comenfasse luego de
r muchos caualleros y buenos soldados, por-
lia bien entendido y aun creydo que serian
tcr antes de mucho tiempo. V que si por
a Pedro Alonso de Hinojosa se concertaua
ua al licenciado Pedro de la Gasea, como
ho Hinojosa se lo auia escripto, que se
ia la gente; donde no auiendo buen con-
que bien se estaua hecha Estas cosas con
nuchas escriuio Francisco de Carauajal a su
ongalo Pi^arro, porque siempre tuuoenten-
iie el General Pedro Alonso de Hinojosa lo
; hazer muy mal con ellos y que se entrega-
primer hombre que de España viniesse em-
ie Su Magestad con sus reales poderes. Y ■
to fue siempre de parescer y opinión que a
Alonso de Hinojosa no se le diesse la flota,
3tW
sino a Hernando Bachicao, que era hom
denodado y bastantissimo para tenella
fuera oira mayor, como atrás queda i
Pues ¿que diremos de Pedro de Puelles?
cruel ministro como lo era Francisco de
jal, sino que también escriuio por su partí
locaras y desatinos con muchas desuergí
Gonzalo Picarro, por los mismos thenon
sonantes, embiandole a dezir mucliiis pul
candalosas y traydoras en esta manera. <;
se coronase por rey de toda la tierra t
pues lo era de derecho humano y aui
porque el y sus hermanos, con ayuda
auian (1) conquistado la tierra sin qvie le
ciesseel rey, ganándola del poder de le
que eran enemigos de nuestra sancta lee i
y cultores de los demonios- V que estos y
conoscian a Dios, ni al Papa, ni al rey de
para que le deuiessen vasallaje, sino que i
hombre que los conquistasse a su costa
con justo titulo y derecho se podía yntitu
marse rey de toda la tierra por el conqi
ganada. Assí le cmbío a dezir por otra i
le escriuio, que mirasse muy bien la muct
que le auia costado, y de las muertes de
manos y parientes que conquistando esi;
fueron muertos a manos de los yndios yd
enemijíos de nuestra sanct;i fec caiholica.
consiguiente que auian gastado mucha
de pesos de oro y de plata y todos los bi
(I)
390
I, sin que para ello uviesse dadoSu Mages-
gun socorro ni ayuda para la prosecución
conquista de la tierra. Y agora que Su Ma-
1 vía que estaua la tierra conquistada y gn-
aunque no del todo pacifica, por amor de los
nadores que el rey embiaua que la ynquie-
y dt'sasso^segauan, les pedia sus derechos
es quintos, no deuiendoselos, y que por es-
■ais y otras tales ligitimas se podía y deuia
lar y llamarse rey. Y que pues lo auia de ser
)mo assi al cabo y a la postre, que luego se
se y aplic.isse para si todos los tributos y ren-
e los yndios dauan y los repartimientos que
gestad tenia en estas prouincías. Y también
tomassc y aprehendiesse para si losdere-
ue se dauan al comendador mayor Francis-
os Cobos, que sin merescer los lleuaua, pues
a dado ni daua el recaudo que era menester
1 bcneííicio y fundición dül croque los mi-
saca uan en la tierra, como era obligado a
2 manera que estas cosas y otras muchas
ncias escriuio en diuersas vezes. Estos dos
:s baladrones, ciegos y desueniurados, y
;omo ellos mal yntencionados, no sabían ni
noticia, y si lo sabían no querían mirar, en -
ie la Bulla que Su Sanctidad del Papa Ale-
) Sexto concedió a los muy catholicos y
ssimos reyes de Castilla, de León, de Ara-
>on Fernando y Doña Ysabel, de gloriosa
■¡a, para ellos y para sus herederos y susce-
para la conucrsion de los yndios a nuestra
fee catholica. Ni menos quissieron mirar ni
391
tener atención a las maldiciones que el
Summo Pontífice hechaua y hecho en nom
los bienauenturados Sant Pedro y Sant
contra todos aquellos que presumiessen qi
vsurpar las tierras que les daua y concedía
mas largamente se contiene en la dicha Bu
adelante se contiene. Mas en fin, al fin Gon9
(arro, a según después dixeron las gentes, <
holgaua verdaderamente mucho con estas i
jerias, porque por ellas entendía el gran a
fidelidad que estos brnboneles capitanes le 1
mas con todo esto no se atreuio por enton»
marse rey de la tierra, hasta en tanto que u\
ñn los tumultos y desassossiegos que auia (
senté y que auia de auer adelante con la
del presidente Pedro de la Gasea, que le er
estoruo para su negocio, y hasta hechallo d
la tierra, como el dezia; mas en fin, vno pit
vayo y otro el que lo ensilla. Assímísmo, no .
daua a otra cosa sino que todos sus sequi
aHicionados se ajuntassen y viníessen a ta
de Lima, para rescebir la corona que preti
los desuergon^ados dalle; mas atajáronle s
ssos y matos pensamientos, como adelante i
en esta obra. Otros muchos de suscapitane:
ledores que le eran muy af hcionados y que le
seruido en todas las jornadas que auia hecho
su primera rebelión, como pretendían su
ynteres mas que del bien publico, estos le >
tunaron y le yncitaron que tomasse la coroi
y que tomada le yria cada dia de bien en
Dixeron muchos que estauu hecha la corot
392
ia de coronar, y que era toda de oro fino
as piedras de esmeraldas fixadas en ella
tan grandes como auellanas, y otras ma-
e la hermoseauan mucho. Y que el plate-
hizo fue muy en secreto y que se lo pa-
ly bien y que después se fue a España
, y que este mismo platero lo publico, y
iue estaua hecha la vieron muchos y que
íl tiempo quando le vencieron se hallo en
I que tenia en Lima.
CAPITULO XLVI
DE COMO CIERTOS RKLIGIOSOS V CAUALLF
DES SBRUmORES DE SU HAGESTAO, AFFE>
MENTE A GONCALO PII^ARRO PORQUE SE Q
BRAR POR REY DE LAS PROUINCIAS Y E
PERÚ, y DE OTRAS MUCHAS COSAS QUE
ENTRE ELLOS
Después de passadas todas las cosas ;
tenidas se mostraron luego de centrar
algunos religiosos y caualleros muy lea
los quales estauan al presente en la cil
raa, que eran muy grandes seruidores
gestad y todos eran hombres valeroso
rra y no nada interesados, ni cudicioso;
mal yntencionados- Como vino a notici
que Gonzalo Piíarro pretendía liazer ai
coronación, y los consejos que le dat
ynteresados, les peso muy mucho por e
casso que se platicaua, por lo qual se I
con grande ossadia y mayor atreuimiei
menearon de affear en gran manera tot
contenido, poniéndole por delante mili
muchos de lealtad y ñdelidad que en c
tos caualleros españoles auian tenido a
394
t' i>ran(ies señores y auian hecbo en seruicio
s. Quiínto a lo primero le pussieron por de-
la fidelidad y seruicio que deuia tener a su
y seftor natural, y que mirasse mucho por lo
ieuia a su honrra y a su conciencia, pues era
lo y temeroso de Dios y muy deuoio de Nues-
Cilora. Vlen, que lo que no queria para si no
lisiesse (1) para Su Magestad, que era el
r próximo que aula en el mundo, porque el
legaua la deuida reuerencia y acatamiento a
ey la ne)>:aua a Dios nuestro seflor. Y que
tal no deuia de llamarse hombre entre los
ires buenos, sino bruto animal y monstruo,
se apartaua del Viisallaje que deuia a su Rey
or, y que como miembro apartado de la re-
Ca le auian todos de desamparar y auian de
■ poco casso de!. Yten, que mirasse muy bien
I atención no degenerasse su prosapia y des-
;ncia de donde venia, que era de aquel vale-
y nombrado capitán Goni;alo Piíarro, su pa-
lue tantos y tan grandes ser uicios aula hecho
Rey, como fiel cauallero hijodalgo, en Ytalia
otras pnrtes debaxo de la vandera del gran
an Gonzalo Hernández de Cordoua. Yten, los
osos y caualleros que entendían mejor estas
le dezian, por apartalle de la mala carrera
eguia y adelante licuar queria con el nom-
ieniodel reynado, que mirasse muy bien y
amenté lo que hazia, porque después se arre-
ria de veras andando el tiempo y estaria mal
395
n el estado le ponían. \
aunque se coronasse p<
ebido por tal, que con t
i empresa hasta el cabe
5, medios y fines auia mu
des y muy peligrosas y bi
n su total destruye ion si
pornia la tierra en much:
on de perderse toda ella
idades que se podrían leí
a habitauan, y los que i
emanda podrían morir ci
a y abiltamiento a manof
De Su Magestad embiai
:odo5 dezian que venían <
: por los ojos que en la c
)n el Rey nuestro señor, i
era muy fuerte y potent
jnque estaua muy lexos
los bracos muy largos y
i que como leales vasallo
in a la demanda en su rt
masse exemplo de los n
i señores que auian arro;
suelo por ser tan pessad
grandes peligros, trabaj<
iria oydo dezír a sus ami
mirasse lo que algunos h
rey Seleuco, que dezia
os hombrea supiessen qu
396
i los reyes, dexadas otras cosas apar-
■ aiier de escriuir y leer tantas cartas
iauan, no querrían al^ar la corona y
a reynar aunque la viessen en el suelo
pies. Vten. que mirasse en los princi-
:s señores que auia en toda la Europa
i, assi el Gran Turco como el rey de
i otros muchos potentados y señoríos
toda Vialía, los quales lodos tcmbla-
ac lodos estos y los demás que auia en
nos y señoríos querían en todo y por
mentó y seruille y tener su amistad y
tYoderarsc con el para biuir paciSca-
rivnoa y seftorios con sosiego y quie-
jnto sabio y prudente tuuiesse aten-
■liinte y del ^rau poder que Su Mages-
Icanijaua un todas partes, y conside-
:as cosas baslaua para no hazer cosa
E sonassc a deslealtad. Yten, que mi-
li poco poder que el Rey luuiesse en la
rían destruvr y matar a el y a todos
illassen con el, con gran deshonrra y
de los que le seguían. Y que si algu-
■n biuos de los suyos, con el perdón
2sse del que truxesse las vezes del
siempre con notable ynfamia y en son
y con gran verguenía, y ninguno se
eco;^ellos en su casa ni dalles de co-
i andarían por la tierra hechos mal-
, desnudos y descali^os, maldiciendo
s;ran desdicha por ser tan mal ator-
auer seguido tanto tiempo su partido
397
y opinión. Y que por tamo ie era mejoi
se desisliesse y apartasse de! cargo
tenía tan trabaxoso y lan pessado, y
uiesse al de La Gasea y a los Oydor
nian con el que se viniessen y toma:
üierno de la tierra, (yj aunque Su Mag
ziesse merced del, no lo tomasse. Por
biuiria con grandes trabaxos, cuydf
dumbres y mohínas, con muchas soi
mo el mismo ya lo sabría por esperíent
biuiria vna vida alegre, descansada, qu
ca y sossegada, y comería su pan co
descanso. Y que por reuerencia de
Nuestra Señora su abogada le suplic
aftectuosamente podían que por el pi
no le pasasse de acometer vn hierro i
como todos dezian y se publícaua que
zer, porque de hecho no se podría laua
ta agua auia en la mar. Allende todo e
sse fee ni oredito a las cartas que los do
Francisco de Carauajal y Pedro de Pi
criuian, ni menos admitíesse ni tomassf
ios del licenciado Diego Vasquez de Ce
los otros sus capitanes, porque sí bien
raua hallaria que todos estos {mas] pn
propio ynteres que del bien de las re|:
que mientras turassen los bullicios e
querrían ellos de su propio motiuo ma
otro alguno, y a esta causa amanan ma
ta guerra que la paz y concordia con I
equidad. Porque con la vana presumpt
pretensión y grande ambición que tod(
398
nen, querrían y quieren tener mando y señorío en
la tierra juntamente con el como compañeros su«
yos en la administración del gouierno, para que
sean estimados y tenidos en mucho mas que los
otros. Desta manera le dixeron otras muchas y
diuersas cosas con grande ossadia y atreuimiento,
las quales si el las tomara le fueran muy proue-
chosas y conuenientes a su persona y vida y aun a
su conciencia, para que pudiera perpetuar su fama
y honrra con gran reputación. Y que podría gozar
con bien y dichosamente sus haziendas y bienes
que tenia en la tierra, y que entonces sus amigos
le siruirian muy de buena voluntad; donde no, que
se perdería remotamente con todos sus afficiona-
dos y sus aliados. Pues con estos temores y gran-
des rezelos que le pussieron por delante y por los
buenos consejos y auisos que le dieron los verda-
deros amigos y amigos de la paz y los seruidores
de Su Majiestad, como le vieron contumaz no le
hablaron más en ello, aunque Pigarro quíssiera
mas que los relio iosos y caualleros que adelante
nombraremos fueran de su parte y que como va-
lerosos le dieran fabor y ayuda y no le contraria-
ran en cosa alguna. Mas el, oyendo estas cosas
con otras muchas, le pesaua en gran manera; aun-
que quíssiera castigallos no pudiera por entonces,
porque los caualleros eran muy valerosos en la
tierra y los religiosos eran en fin sacerdotes y mi-
nistros de Dios. También lo dexo de hazer por la
muy fresca nueua que de cada día se sonaua de la
venida del Presidente, en quien tenían esperanza
después de Dios que serían libres de tanta vexa-
399
cíon y tiranía de que estauan ostigados lo:
tauan afligidos y agrauiados con ella. Ma:
do esto el estaua aguardando de dia en d
nida de Francisco de Carauajal, de las Ch
de Pedro de Fuelles de la cibdad de Qu
por ellos y el licenciado Diego Vasquez t
da auian de dar la traza y la horden de i
auia de hazer para acometer Piíjarro esta
uergon^ada locura y sandez; los capitam
y liuianos que le dauan fabor y ayuda,
supieron to que los leales caualleros 1
dicho y aconsejado, les (I) peso grandeme
lo quaA se fueron a el y le tomaron ai
que lleuasse mas adelante a deuida execi
yntento y negocio, que para el era muv
aunque a la verdad era en si muy malo y f
so para el y aun para todos los que seguía
sa opinión, y para esto le dieron mucha
que sin escuchar a hombres de tan poco i
juycio lo hiziessií con tiempo, antes que o
de mala fortuna le suscediesse. Quando ■
ñas partes se ponía el nombre de Gonzalo
en zífra, oen otra manera, ponían encin
nombre una Real corona, como en el mi
contiene; no se sabe si se ponía por su ms
de otro alguno, o que lo querían poner si
dores y afficionados por dalle contento E
ra que quiere dezir este nombre zifrado,
Piparro, rey coronado, aunque los suyos ]
rar esta letra lo glosauan de otra manerE
400
oimientos, dizieodo que Gon^lo Pi-
lObre su cabeya las cosas de Su Ma-
su leal vasallo, y assi dezian otras
los leales les páreselo esto muy mal,
ados y sequaces lo abonaron quanto
ta que se quitasse la mascara para
:suergueni;a y ambición, de manera
dezir al propossito: ^uot capUa fot
), el vnusquisque abundat in sito
lo esto aparte pondremos en el capi-
; la concession y merced que el Papa
?xto dio a los muy catholicos y xpia-
;s de Castilla, de León, de Aragón,
lo y Dofla Ysabel, de gloriosa memo-
tierras firmes, yslas del mar Occeano
y por descubrir; porque ningún tlra-
Etngero pretenda vgnorancia se pone
do.
CAPITULO XLVII
EN DONDE SE CONTIENE EL TRASLADO
BULLA Y COXCESSION QUE DIO EL PA
SESTO A LOS MUY CATHOLICOS V \PLA
DE CASTILLA, DE LFO.\, DE ARAGÓN, S
SSION DE LAS VSLAS V TIERRAS [■IS
OCCRANO (!)
In nomine Domini amen. Noverir
prtsens publicum iransumptum in:
nos, Jacobus Conchillos, Dei et app
gratia episcopus Cathaniensis, habí
etdiligenter ínspeximus infra scrip
licis recordationis Atexandri Pap;
vera bulla plúmbea, cum cordolis
que colorisi more romana; curiic
búllalas sanas siquidem et intes:ras
suspitloiie carentes, hujusmodí then
Alexander episcopus servus serví
rissimo in Xpo filio Feídjnando rcíi,
in Xpo Elisa bet regina; CastellíB, Le
num, Sícilisc ct GranatEe illustribus.
40*J
postolicam benedictionem. ínter celera diumac ma-
jestati brnc placita opjra et cordis nostri deside-
rabilia, illud prefecto potissimum existit ut fides
cutholica et xpiana reli^ío, nostris presertim tem-
poribus exaltetur ac ubilibet amplietur et dilate-
tur, animarumque salus procuretur, ac barbarte
nationes depriinantur et ad fídem ipsam reducan-
tur. Vnde cimi ad haiic sacram Petri sedem díuina
íavente clementia, meritis Ucet imparibus cuocati
fuerimus, co<;nocentes vos tanquaní veros catho-
licos relies et principes, quales semper nouímus,
et a vobÍJ5 preciare ^esta toti pene jam orbi noti-
ssima dcmonstrant, ncdum id exoptare sed omni
conaiu studio et dili<;entia, nullis laboribus, nullis
impensis, nullisque parcendum periculis, etiam
proprium san«4uinem efíundendo efficere, omnem
aniínum vestrum omnesque conatus ad hoc jam
dudum dedicasse, quemadmodum rccuperatío rega-
ñí GranatíC a tiranide saracenorum, hodiernis tem-
poribus per vos cimi tanta diuini nominis gloria
íacta testatur, di^nc ducimur non immerito et de-
bemus illa \ obis etiam sponte et íavoraliter con-
cederé, per quíc hujusmodi sanctum et laudabile
ac immortali Deo acceptum propositum iu dies fer-
ventiori animo ad ipsius Dei honorem et imperii
xpiani propa.í;ationem prosequi valeatis. Sane ac-
cepimus quod vos qui dudum animo proposueratis
aliquas Ínsulas et térras firmas remotas et incóg-
nitas ac per alios hactenus non repertas, quaerere
et inueníre, et illarum íncolas et habitatores ad co-
lendum Redemptorem dominum nostrum, et fidem
catholicam profitendum rcduceretis, hactenus iu
403
cspugnaiione ipsius rcgni Granatec pli
pati hujusmodi sanctuin et taudabilerr
vcstrum ad optatum tinem perduce
lis- Sed tándem sicut Domino placui
dicto recupéralo, volantes dcbideriur
vestrum dilectum Xpoforum Colon, i
dignum et pluriimim commendatum a<
lium aptum, cum nauigiis ct hominib'
instructiü, non sine maximis laboribu!
ac expensis destinastis, vt ierras lirm;
remotas et incógnitas hujusmodi, pi
hactenus nauigatum non fuerat dilige
ret. Qui tándem, diuino auxilio facta <
gcntia in mari occeano nauigantes, c
rcmotissimas et etiam térras firmas q
liactenus repertEc non fuerant inven*
bus quamplurima; gentes pacíñce vi
aseritur nudi incedentcs, nec carnibi
inhabitant. Et ut preffati nuncii vestr
nari, gentes ipSEC insulis ec terris pred
tes credunt unum Deum creatorem in
ad fidem catholicam amplexandam et
bus imbueodum, satis apti videntur, &\
tur quod si erudirentur nomen Salua
nostri Jesujtpi, in terris ct insulis pr
induciretur; ac preffatus Xpoforus (
ex principalíbus insulis predictis, jam
satis munitam, ín qua certos Kpiano
iuerant in custodiam, et ut alias insu
ürmas et incógnitas ioquirerent, p
trui et edifficari fecit. In qutbus qu
et terris jam repcrtis, aurum, arom
404
quamplurimaí res pretiosae diuersí g;eneris et di-
uersiu calitatis reperiuntur. Unde ómnibus dilí-
jrenler et presertim fidei catholicse exaltatione et
dilatione prout decet reges et principes conside-
ratis, more progenitorum vestrorum claraememo-
riic rep^um, tenas fírmas et Ínsulas predictas illa-
rumqiuí íncolas et habitatores nobis, diuína faven-
te dcnientia, subjicere, et ad ñdem catholicam re-
ducere proposuistis. Xos iíjitur hujusmodi vestrum
sanctum el laudabile proposilum plurimum in Do-
mino commcndantes, ac cupientes vt illudad debi-
tum linem perducatur et ipsum nomen Saluatoris
nostri in partibus illis induoatur, hortamur vos
quain plurimum in Domino, et per sacri lauacri
susceptionem qua mandatis appostolicis obligaii
estis, et viscera misericordie domíni nostri Jesu
Xpi áltente requirimus, ut cum expeditionem hu-
jusmodi omnino prosequi et assumere prona men-
te ortodoxa.* íidei zelo intendatis, populos in hujus-
modi insulis et terris de.2:entes ad xpianam relígio-
nem suscipiendam inducere velitis et debeatis, nec
pericula, nec labores vilo vnquam tempore vos
dcterreant firma spe, íiducia conceptis, quod Deus
omnipotens conatus vesirus feliciter prosequetur.
Et vt tanti ncootii prouintiam appostolicae gra-
tiíii laroitate donali liberius et audatius assumatis
moiu proprio, non ad vcstram vel alterius pro vo-
bis super hoc nobis oblata petitionis instanciam,
sed de nostra vera liberalitate et ex certa sciencia
ac de appostolicac potestatis plenitudine, omnes
Ínsulas et térras firmas inuentas et inueniendas,
delectas et detegendas, versus occidentem et me-
405
ct constituendo ui
et seplentrione, a
meridiem, sive le
nueniendae sini v<
uamcumque parte
iularum qua; vulg
;set Cabo Verde, i
et meridiem. Itaqu
cpertK et repcriei
ft'ata linea, versu:
lium rcgem aut pr
tualiter posessiC v
lostri JesüXpipra
innus prcsens 1593
et] capitanees ve¡
I insularum, autor
beato Peiro concí
) fungimur in terr
is, ciuitatibus, ca:
;t jurisdictionibus
i, heredibusque et
Legionis, in perpe
uí>, conccdimus i
:s ac subcessores
m plena libera '
.te et jurisdiction
sputamus. Decen
3d¡ donationcm, c
stram, nulli \pian
i Ínsulas et térras
dictum diem natii
US qiifesilum subí
40j
it .ludt^rri deberé. El insuper mandítmus
virtiut' sancta; obediemiíc, ut sicut polli-
l nuil dubit.imus pro vestra máxima devo-
i'i'gia magnanimiíate vos esse facturos. ad
rmas et Ínsulas predicUis, viros probos et
mentes, doctos, peritos et expertos, ad ins-
tn Íncolas et habitatores prarfatos in tidc
i et bonis moribus imbuendum destinare
, omnem debitam dili^ontiam in prEemissis
Les. Ac quibuscumque personis cujuscum-
latis, etiam imperjalis et irgalis statutus.
ordinis velconditionis, subexcomunioatio-
sententiíi: pena, qunm eo ipso si contra fe-
currnnt.distvictiusinhibemusnead ínsulas
; lirmns inventas et inueniendas, detectas
endas versus occidentemet merídiem, fa-
1 et consiruendo lineam a polo Árctico ad
iniarcticum, sive teriíe firma; et insulíc in-
: inueniendií; sint versus Indiam aut versus
i.-iniciimque partem, qu.x linea dístet a qua-
;nlariim qua: vulgariter nuncupantur de
res et Cabo \ei-de, centum leucis versus
tem et meridiem, vt pricfertur pro mer-
ibendis, vel quavis alia de causa accede-
mam absque vestra ac heredum et subce-
vesirorum predictorum licentia spccíalí.
tantibiis constitutíoníbus et ordinationibus
licis ceterisque contrariis quibuscumque,
1 quo imperta et dominationes ac bona
irocedunt conffidentes quod dirigente Do-
tos vestros, si hujusmodi sanctum et lau-
iropositum prosequamini, breui tempore
407
cum facilitatc ot gloria totius populi .\pii
labores ct conatus exitum t'elicissimuí
quenlur. Vcrmn quia diíficile foret prseseí
ras ad singula quicque loca in quibus e
fuerit deííerri, volumus ac motu et sciei
libuB dccernimus quod illarum transsumi
publici notaríi inde rogati sub^criptis et s
cujus personíe in ecclesiastica dignitate ci
seu cnriie ecclesiasiica' munitis, ea proi
injudicio, et extra, ac alias ubilibet ad
iil presentibus adhiberetur si essent ex\
QSt«nsie. NuUi ergo omnino hominum lii
paginam nostrx oomendationis infringe:
ausu temerario contraire; si quís autem i
tare presumpserit, indignationem omi
Dei, beatorum Petri et Pauli appostoloru
nouerit incursuium. Datis Roma: apud
Petrum, anno incarnaiiunis Domini 14*
nonas maiJ, pontificatus nostrí anno priir
Clausula iiel testamento de la muy ca
xpianissiitia reyna Doña Ysabel, de
Por quanto al tiempo que nos fueron
das por l.t Sancta Sede appostolica las y:
rras firmes del mar Occeano descubicri
descubrir, nuestro principal yntento fue .
que lo suplicamos a) papa Alejandro !
buena memoria, que nos hizo )a dicha co
de procurar de ynduzir y atraer los pueh
y los conueriir a nuestra sancta lee ca
cmbiar a las dichas yslas y tierra firme
40 ■(
3s y cielitos con otras pcrionai docUs y
.as de Dios nucsiro señor, para ynstruyr a
nos y moradores dellas a la sancta fee ca-
y los docirinar y cnsefSar buenas coslum-
poiicr en ello la diligenciu deuida. según
L;am».-nte se contiene en las letras de la di-
iccssion, suplico al rey Don Fernando, mi
muy allcctuosamcnte, y encargo y mando
iccsa Doña Juana, mi muy cara y amada
>I principe Don Phelippc, su marido, que
lafían y cumplan como en ella se contiene.
stc sea su principal y final ynlento y que
en ello muclia diligencia y cuydado y no
ntan ni don lu}¡:ar a que los yndios vezinos
iores de las dichas Yndias y tierra firme,
y por yanar, reciban algunos daños y ma
ímicnios en sus personas y bienes. Yten
que sean bien tratados y justamente rega^
si al,L;un agrauio han rescebido lo remC'
irouean, por manera que no se e.\ceda en
;inia lo que por las letras appostolicas de
, conccssion nos fue ynyungido y mandado.
es lo que se contiene en esta Bulla apposto-
r la qual los nial yntcncionados verán clara
amenté que los reyes de Castilla, de León,
agón y sus herederos y suscessores tienen
en juridicamente las yslas y tierra firme de
lias del mar Occeano. descubiertas y por
ir, y el que prelendiere vssurparselas sera
y descomulgado y al cabo le pornan la ca-
ius pies, como lo hizieron a los peruleros,
: vera por esta obra adelante.
relata:» otras much
n'calo picarro hizo el
ILOGAClO^eS DK LO QU
S PARTES POR LOS SEQU
IS DE LOS TIRANOS
i;arro muy contenió y
Jma, que como se vía
osoluto de todas las tíe
isa se temía ni rezelat
ludable y aduersa fon
1 de ser contraria en a
lo de sus capitanes qi
pre. A esta causa mam
tiestas y regocijos, ha;
ay por aquí muy buet
con mili ynuencioncs ;
azia por contentar y\
;migos porque se le al
a parte hazia grandes ■
Jos los hombres mas |
erra, en donde se gast
leros, y todo por van;
los muchos presentes
410
embiaua a las muj^cres de los cibdadanos, que eran
de ^ran valor. Assimismo, porque sus émulos y
aniií>os V los soldados le luuiessen verdadero
amor y buena voluntad» y porque todos, chicos y
{grandes, le siruiessen con fidelidad, comen(;o de
haztlks algunas mercedes, aunque no grandes, y
a otros airaya con lardos prometimientos y of fer-
ias que cada dia les prometía, aunque vanamente,
y assi biuian algunos con esperanza de medrar.
De manera que en todo y por todo y por muchas
vias y modos traya este tirano a muchos engaña-
dos y abobados con sus falsos prometimientos,
procurando hazerse bien quisto, y todo esto hazia
por los consejos que le dauan el licenciado Diego
Vasquez de Cepeda y Francisco de Carauajal y
Pedro de Fuciles, como arriba queda dicho. Con
todas estas cosas y otras muchas no se le oluidaua
tener mucha atención y cuydado de lo que noas le
conuenia, aunque tirano, mandando otra vez de
nueuo, so «raues y grauissimas penas de muerte y
perdimiento de bienes, que ninguno fuesse ossado
salir sin su licencia, ni de sus thenientes, fuera de
los re\'nos y prouincias del Perú para yrse a la
Nueua España ó «I Tierra Firme ó á otra qualquie-
ra parte, y assi mando detener los nauios que es-
tañan en el puerto y les hizo quitar las velas y en-
tenas y las mando guardar en tierra, por soldados
suyos, a su costa. Yten, mando con publico pregón
que ninguno de qualqaier condiscion, estado y ca-
lidad que fuesse, no sacasse oro, ni plata, fuera de
la tierra, so pena de muerte y perdimiento de bie-
nes. Yten, mando que todos los demás nauios que
^
411
andauan sobre aguas de la mar del Sur, que nin-
guno dellos anduuiesse sin saluoconduto suyo o
de sus thenientes, so pena de muerte y perdimien-
to del nauio de cuyo era. Desta manera mando ha-
zer otras cosas que le eran muy necesarias y con-
uenientes, que passando por las manos de todos
sus thenientes y capitanes que residían en diuersas
partes y en los puertos de la marina, sabia por en-
tero todo quanto passaua en la mar y en la tierra.
Como 6S dezir en el Nombre de Dios, en Panamá,
Nicaragua, León, Guatimala, Gracias a Dios, Car-
tagena, Santa Martha y en México y en otras par-
tes, en donde tenia puestas sus espías secretas que
le auissauan de todo lo que passaua y lo que contra
el se hazia o dezia. También se publico en la cib-
dad de Lima entre muchos hombres y sus affício-
nados que hecharon fama que algunos Grandes de
España auian escripto a Gonzalo Pi^arro, en que
le alabauan y engrandescian mucho lo que auia
hecho en la tierra y en lo que se auia puesto contra
Su Magestad. Assi dixeron otras muchas y diuer-
sas cosas haziendolas creer a niuchos de los ému-
los de Gonzalo Pi<;arro porque le siruiessen de
buena voluntad, siendo todas ellas falsas y men-
tirosas, y como dizen, disparates de Juan del En-
zina (1). Francisco de Meló, portugués, vezino y
regidor de la cibdad del Cuzco, por estar en gra-
cia de Gon<;alo Pi<;arro, por le auer deseruido en
el alejamiento de la cibdad quando Don Martin
de Guzman escriuio desde el pueblo de Chocuy-
()) Ms. Euzíhas.
412
icnieutc Alonso de Toro
i'auajal, mando pintar cr
la nueua que hizo, muchf
y verdaderas que dauan
■adores. En medio destas
la Fortuna, con los ojos a
er a los hombres que cstai
bre de la prosperidad que
: fácilmente podían ser de
I cían de muy baxos estad
subir a ella. V la mism
en par de vna rueda mu
que daua velozmente mu(
;1 muerte traya a la redoni
la, y debaxo della estauan
js, descabet;ados y ensan
lies estauan el Adelantad
;ro, el viejo y el moi;o, y
SCO Pivarro, et Visorrey B
ermano Juan Velasqiiez
Juan Aluarez, con otros n
n valia que fueron seruid(
on en esta tierra en su se
dichos hombres murieron
itros que uvo en estos i
seruidores de Su Ma^^estai
i otra parte de los tiranos ]
preualecieron por cosas a
lo Dios es el sabidor de to
■ los muertos traya vna let
cepto el licenciado Xpoual
iendo sido en la tierra vn
413
iagestad se Tue a I
del endiablado tira
lal, como atrás qui
ro encima de la n
galanamente y a
;ro en vn furioso
como que amen:
e delante de si ten
lia vn letrero que
ue dezin: Estad ali
ido todo esto apa
ito, digo que todo
flv parciales al vai
secreta y publicaí
10. la gouernacion
ra para el y par;
:ian al Gnin Turct
ir y ¡I posscclla.
iii;adamente que ;
Rey de Francia,
andes mercedes y
■n sus trabaxos y
¡islilla no miraua •
íseriiicios, antes 1<
;on tantos peligro!
y vidas. Otros di;
i entrañas, que si i
ente a Hernando F
nia en la Mota di
nbrarian por Rey i
414
iioja^c, porque assi lo
10 los Grandes de Espafi
I ynfanic Don Pelayo j
rra. Ebtos locos y desati
lo que hazia el cura d
a Don Antoflo de Guei
io, en sus Epístolas ft
[Kii pusso reyes y quite
non las Comunidades ei
c y vno. Mas dcziaii este
os;(M se podían hazer s
ia [y] rcpanir entre si i
) conquistado, ganado;
■ dolairas y tltntilcs qu
lo de Dios, ni del Papa
que comían carne hum
elii;io;>os y caualleros q
i de Su Ma-jcstad contr
la otra vez, todas estas
raron mas ossados y ati
jres y contra Gonvaio I
ites. El rcucrendissimo
>aysa, obispo de Lima, ;
le Sant Martin, los qual
estaron en los pulpitos
ynsolencias y nialdade
leter, diziendo que era
limientos y desuerguent;
■ contra Dios y contra í
ros fueron el licenciada
¡al, Francisco de Ampí
mo(;o y el viejo, Don
415
Martin Piíairo, Juan González de León, ^
de Talavera y Montenegro, con otros al
principales y valerosos en la tierra. Los qua
dos, no temiendo las terribles ondas de las a
i;as de muerte que Gonzalo Pii;arro y sus sec
capitanes les haziiin, ossaron hablar y dezir
hazia al casso acerca del seruicio de Su Mag
y que parescian muy mal platícallas o sola
pensallas, quanti mas ponellas por la obra,
cenciado Benito Juárez de Carauajal, quan
taua con los leales platicaua muy de ve
que mas hazia al casso para sus honrras y
y quando estaua con los rebeldes concedía
guna parte con ellos en lo que dezian, por
que tenia de Gonzalo PÍ?arro y de Francíscc
Carauajal el cruel, no le mandassen matar,
lo auian querido hazer la otra vez. De mane
por estas cosas y otras tales estuuieron esf
religiosos a canto muy peligroso y los leales
lleros estuuieron muchas veces en grandtssii
ligro de perder las vidas, porque fueron di
muy perseguidos, por lo qual determinaron
llar entonces. Principalmente los dos relij
que como se vieron solos no se atreuieron di
a predicar cosa alguna contra el tirano crue
era yncitar y mouer secretamente a los seru
de Su Magestad que se acordassen del se
lealtad y de la ñdelidad que le deuian. En
términos estañan las cosas quando les vino I
ua de como se auia entregado la armada de
(I) rKbtio: Pinrrg.
41o
S^alo l*isarro al presídeme Pedro de la Gasea, co-
mo adelante diremos, que emonces se soltó muy
de veras el demonio y se hizieron otras cosas
peores que las antedichas, como se vera en esta
obra. Porque se comento despees entre los leales,
con razón, y entre los rebeldes, sin ella, a leuan-
tarse y mouerse muy g:randes odios y enemista-
dos, debates y renzillas, pundonores (1) y rencores,
yras y enojos, bullicios y alteraciones, vandos y
parcialidades, yntereses y embidias, y al cabo con-
tiendas y peleas. Sobre todas estas cosas suscedie-
ron muchas muertes de leales, de tiranos y de los
naturales, con muchos daños y robos, y assi otras
cosas semejantes a estas con diuersas opiniones
brauas \- terribles que a los mas fuertes hazian
temblar y temer, que no se atreuian hablar ni ha-
zer cosa buena en seruicio de Su Majestad. Y el
que hazia ali^una maldad o cometía algún delicto
atroz o al«iuna traycion, este tal ena tenido y repu-
tado en mucho, y los tiranos en lugar de lo casti-
gar le dauan fabor y aj'uda porque dezian que ya
auia metido prenda y que agora no se dexaria
engañar de los leales, y assi lo querian mucho.
Desto procedía que los flacos y menores, con el
poco animo y posibilidad que tenían, seguían con-
tra su voluntad a los tiranos v zizañadores de las
repúblicas que andauan ciegos y dístraydos y
fuera de toda razón. ¿Que diremos deste tan ynfe-
lice tiempo y de tan calamitosa hedad, sino que los
tristes que poco podían eran vexados, maltrata-
( I ) M «. puudotures.
f
^
417
y amenaza
> y momen
os OJOS? De
tas ynsoleí
muy grand
salían de 1
edades y a !■
er tanta d
stauan tod
nidas y ma
ual ningún
iino era ve
tonces entr
nugeres. C
s crueldad
lleguemos
trar otra \
e del linaj
ires d estas
rocedieron
s que hicie
428
y adúlteros, ladrones, vagamundos, y las penas
que las justicias y sus mandones les auian de dar
conforme a sus delictos. Mando por ley que todos
los yndios de cada prouincia anduuíessen seña-
lados y por la señal que truxessen fuessen co-
noscidos, de manera que si parescían en la pre-
sencia del Yn8:a, por la señal que el yndio traya
sauia de que prouincia era, y por otra señal de
que venia señalado en la ropa , por aquella en-
tendía de que millenario era y de que centuria,
que cierto fue cosa notable. Vnos trayan aros de
palo como de ceda(;os, en las caberas, muy enca-
jados: otros, vnas hondas rebueltas por las cabe-
ras; otros andauan tresquilados, y assi auia otras
muchas señales con diuersidades de colores, por
las quales eran conoscidos. La majestad y gran-
deza destos Yno as (1) fue muy grande, porque nin-
guno de sus vasallos, de qualquier calidad, condis-
cion y estado que fuesse, podia entrar donde el
estuuiesse sino descaigo. Y assi todos los grandes
señores y principales yndios andauan en su pre-
sencia muy humilldes y auasallados y ninguno de-
llos se assentaua delante del, porque no podia te-
ner silla dentro de palacio si no le era concedido
por especial priuilegio y señalada merced. Hazien-
do todo esto con otras muchas y diuersas cosas
salió después de su tierra y fuesse a las agenas, las
quales gano con valeroso animo y gran esfuerzo,
y estando en el campo salió contra el el gran cu-
raca del Cuzco y entre ellos se dio vna braua y
(i) Ms. yndios m
médicos entrauan en
fng^ caya en li
nto hasta que
dauasse en es
a salud del re
¡a si estaua m
■a ya muerto,
en este ministe
res del Ynga n
' espacio de v
nga quan vali
ineador se aui
iui:i hecho, tu
o del Sol, pot
,-ezes a sus cap
i descubierto r
leza, y que lo
as tierras por
señor que los
ra que como
el Ynga lo te
y amarrando]
:as y cuerdas <
agua o lagur
iradcfljpalaci'
de oro y plata.
ho mes, los ca
)ian el secreto
ron a los medi
4J4
buicassen en sus tierras, pues los
icblos. todo lo qual se hizo como lo
i en pocos días le dieron grao summa
en lexuclos y en tinajas, encatHaros,
e^ y otras vasijas de diuersas mane-
lal lúe de oro fino y pocas de plata,
nundo guardar por mostrar •" •""
y mayt'^lad. Mando assimis:
os descendientes de los primí
que salieron déla ysladel
e al presente andauan con f
que después anduuiessen <
, se llamasse[n| d^ ay adela
Jezir cesarianos^ También r
lie lodos anduuiessen tresqu
fi las puntas baxeras de las
n conoscidos y porque en las
mas que los otros que no «
Jcslos auia muchos en su e
■a y muchos priuilegios y lij:
ombro Yngas, y los armo <
^ozassen de muchas franq
como adelante diremos, i
lo se armauan caualleros y
o CAemptos. Yten, les mando
li se cargassen, ni tributass
ue como caualleros francos
,an solamente en la guerra, ;
tr le matauan cruelmente yli
le quieie dezir diablo. En t<
onquisto pusso en ellos mucl:
y sus luyaresthenientes y g
do hijo del primer Ynga qucreynasse despuesdel;
la se<^unda nombro Appomayta, de la qual consti-
tuyo por capitán al hijo segundo del segundo Yn-
^a. Y por esta borden mando que en el tercero,
quarto y quinto barrio suscediessen en la admi-
nistración los segundos hijos del tercero, quarto
y quinto Yni;a, aunque después no crescio este
ymperio por la entrada que hizieron los españoles
en la tierra. Assimismo este Ynga pussoel pueblo,
que estauíl conlfuso y sin borden, a ciertos offi-
cios, distribuyendo las gentes en ciertos lugares y
bordenes que fuessen como coffradias y compa
ñias de tales officios, que quando fuesse menester
se coníireiiasse también por borden en lugares se-
ñalados; de manera que fue hecha esta distribu-
ción conlorme a las artes y officios que sabían.
Hordeno que otros fuessen plateros de oro y de
plata y de otros officios mecánicos, }' otros que
íucssen maestros de officios de olleros y de otros
üflicios de diuersas maneras que eran necesarios
tn el pueblo para la substentacion de la vida de
los hombres. A los soldados yndios puso en tales
lugares y tribus para que estuuiessen prestos y
puestos a punto para quando fuessen llamados,
con las ynsii;nias y las armas con lasquales auian
de pelear, que eran offenssiuas 3^ deffenssiuas, que
eran rodelas, armas de algodón, hondas, langas y
maí^'as con cachiporras con otras vissarmas. Dizen
los yndios mas viejos y antigos que esta hordena*
cion y repartimiento y diutsion hizo Pachacoti Ca-
pac Ynga Yupangue, aunque otros dan el loor al
Topa^Ynga Yupangue de quien vamos tratando;
,an sobei
e diremo
uviesse i
>s yndioi
Dassaua i
ido cdifü
les, que
li rucios f
se hizier
I Cuzco, 1
uan hasti
lia en el
adradas,
Uro y po
has hoja:
•tras piei
sa marai
les estau
ajjes y as
do poner
lermosas
inn salla
;i preñad
auan al S
gio que a
as monj^
nde jama
onían otr
ja de al
ca, que '
monjas (
1 en algt
440
«jran prouincia de Quito, que lo licuaron en hom-
bros en vnas andas muy ricas, el qual llegado alia
con mucha g:entc armada «^^ano por su persona
aquel royno, que era entoiKres muy íjrande y rico,
y mato en el campo al rey en vna batalla que le
dio y después se caso con la reyna viuda, que era
mova y muy hermosa, y uvo en ella vn hijo llama-
do Ata^ualpa, que quiere dezir gallo fuerte. Los
otros hijos que tuvo en Quito de sus mancebas se
llamaron Quillisca, Chauqui, Villaoma, Poma Ca-
qui, Yllescas y Calícuchima. Estuvo en Quito desta
hecha mucho tiempo hasta que acabo de conquis-
tar toüas las tierras y prouincias de Guancabih-
ca, Maricabarica, Kuparupa, CaN'an, Pasto y los
Cañares, con otras que son agora de los Ade-
lantados Sebastian de Benalcagar y de Pasqual
de Andai»oya, con mas las que están junto a la
marina. Dexo todas estas tierras que conquisto
por acá abaxo, en paz y en quietud, y por he-
rencia a su hijo Atag,ualpa, y le dio la borla y
señal de los reyes desta tierra , nombrándole
por Yn<^a y vniuersal señor de todas las tierras
y prouincias que por allí auia ganado. Muerta
la reina de Quito, el Vnga se boluio a la cib-
dad del Cuzco, cabera de su ymperio, con gran
triumpho y reputación, y los principales yndios de
su corte lo llenaron en hombros en vna litera muy
rica de oro y de esmeraldas muy tinas que estañan
encaxadas en el oro y en la madera de las andas.
Quando entro en la cibdad le salió a rescebir vna
legua de alli Guascar Ynga, su hijo, con todos los
yngas, curacas y principales yndios, porque este
CAPITULO Ll
IST\^ V RELATAN LAS DtFFBB
LO^ HBRMANOS VKGA5 GVAl
ÍEROS SOBRE LA SUCeSSIOX Y
ye QUITO, HASTA QUE LLEGO E
ISCO PICARRO CON LOS SUYO;
TAS PROflNCIAS
nucito Guayna Cappa Ynga
Jio en el ymperio su hijo G
re dezir sofía de oro, que su
?bse I<j auia dado la ynsi}{n:
a aKado por rey con mucha
o siclc artos que era muerto
iii,o a lenei- grandes compel
u iicrmano Atagualpa Ynga
bdad de Quito. La causa y
estos debates y grandes re
luchos recuentros, fue sobn
d;id de aquellas prouincias c
le Atagualpa como propiet
r posseya en paz y con quie
]uc el reyno de Quito y tod<
i piouincias que se contení;
as y le pertencscian de dere
en oíaaos de
y principales
la cosa, para
eo ansas y
iao de Quito.
,er una braua
n las razones
s, ai
oseo
el Al
9 COI
y tos
i vna
de, s
idíos
K) Al
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enai
;arbo y diego
lebioo, hizier
flissimas v riqi
os reynos del
3ue les dio su 1
auan tres vezín
pobló Pedro A
az ricos de mo:
o, natural de
latural de Hor
rigo de missa,
Lthedral de aqu
imosos queriar
>tas partes de
cho- Por lo qua
brir nueuas tie
US haziendas,
plifficar nuestr
>raer en ellas c
;ua EspaAa y i
idos con este 1
nimos cuiislanies, tuuicron creydo que
a linea cquinocial, que no estalla muy
lama, o mas alia, auria grandes pobla-
ndios y grandissimas riquezas, como
I oydo dczir, por lo qual propussieron
US haziendas para yr en busca dellas,
r y prouar estos tres compañeros si po-
r la linca equinocial o tórrida zona, que
s pliilosophos dixeron que e
podía airaucssar por la gi
lazia en aquella parte. Para
oiiacion hicieron todos tres
firme hermandad, metiendo
íes quir tenían, con perdida (
que M' ¡idquiriesse o se gar
n de l;i jornada que entendiar
ios, por mar y por tierra. Hei
s eapítutaeiones y otras cosí
s tres compafleros, salió Fr:
mama con ciento y veinte co
ios que compraron, aunque <
ccniia de Su Magcstad, y i
yncogniías ni sabidas, lle¡
ilesM<auan ver y descubrien
inte leguas de costa. Querie
err.i pelearon brauamente c
s deffi-ndicron la entrada, en
inos eompaAeros y Francist
lo de vn flechazo, y consid
e la tierra, entendió, por 1(
ser rita de oro y de plata
irán valor. Mientras Franc
4-4
J4, iino que los dexasscn libremente yr
)iiisiessen. Y por otra parte embio licen-
los los que estauan en la ysla del Gallo
dcxassen a Pigarro y se boluiessen a Pa-
desia suerte se tornaron muchos en dos
[dej los que tenia Diego de Almajíro en
para yr en la jornada no le quedo vdo ni
que todos se le fueron aunque estauan
\'ienüo Francisco Pi^arro la mala obra
jucrnador le hazla, y de como se le >-uan
dos, determino con sr<tnde animo, an-
se le luessen todos, que aun los nauios
lartidos, [estarse] con treze compañeros
uldadus que le auian quedado, los quales
iiuientt'S. El capitán Pedro de Candía, el
lííirtiiolome Ruyz de Almager, su piloto
uan de Torres y Alonso Brizeño, natura-
iixillo; Xpoual de Peralta, de Baega; Alon-
uxillo, Francisco de Cuellar, natural de
y Nicolás de Ribera; con' los quales y con
s cinco se quedaron, que no se quissíeron
. trczc ])ombres, como animosos soldados
1 con Francisco Pi^arro a la ysla de la
, donde passaron muchos y grandes tra-
:íeli;;ros de muerte, peleando a la contina
i-ndios y comiendo cangrejos y mariscos
; cosas no conosctdas y de mal nutrimen-
í fsta ysla salieron y se fueron a la punta
arara, auiendo ya passado la linea equi-
n ^mn trabaxo y fatiga, y con -esto llega-
lerto de Motape. en donde pelearon con
lis de yndios y a todos los vencieron con
4:)>
para que supiciscn bien los secretos de la tierra;
mas despucb de buelto Francisco Pi^arro los ma-
taron y se los comieron gentilmente assados en
barbacoa. Buelto Francisco Pi<;arro a Panamá
muy contento de lo que auia visto y oydo, deter-
mino do yrsc a España ante Su Magestad para pe-
dirle esta conduta, que auia mas de tres años que
andaua en cbios trabaxos y descubrimientos, 5^
licitado que tue a Tierra Firme dio parte de todo
esto a sus dos compañeros. Como Diego de Alma-
<;ro y Hernando Luquc supieron esto dieron priesa
a Francisco Pivarro para que se fuesse a España
antes que otro se adelantasse, el qual Ueuo quatro
mili ducados de buen oro, sin los que le dieron los
dos compaAeros, que fue en el año de mili y qui-
nientos y \ cinte y nueue. Llegado Francisco Pi<;a-
rro a España beso las manos de Su Majestad y le
dio muy lar^a cuenta del descubrimiento que auia
hecho en tierras del Perú, yntimandole mucho los
i»randcs t raba. \ os que auia passado y de lo mucho
que auia gastado en la prosecución de su viage
por mar y por la tierra. El rey, como catholico y
xpianissimo señor, le hizo merced de la gouerna-
cion de la Xueua Castilla, con titulo de marques de
la gran prouincia de los Atauillos y capitán gene-
ral y jubticia mayor de la gran prouincia y de todas
las tierras del Perú. A la buena nueua de las gran-
des riquezas que auia en el Perú se ajuntaron con
el marques Pivarro muchos caualleros hijosdalgo,
casi todos estremeños, con los quales y con quatro
hermanos que tema, llamados Hernando, Gonzalo
y Juan Pivarro, con Francisco Martin de Alcanta-
a batalla de l.is Salinas
por la freiUe y encima de las narizes y turan
■ qiiairo meses hasta que se van marchíUn
sc resueluen o se caen, y quedan los que las
L-nido, después, con buena disposission, sanos
LÍOS, sin señal ninguna en la cara por do sa
1 las hcrruyas, y al tiempo que salen dan
Ussjmos dolores y terribles callenturas. Dize-
0 cite ni;il y otros que en este paraje ay s<'
n por estar dchaxo de la linea equinocial, o
, dclia, donde en el cielo deue de auer algu-
onstelaciones que lot:ausan, que por ventura
n allí mas fuerva que en otras partes. A Ja
1 de la mucha riqueza que auia en el Perú se
aron con el Marques Pii;arro los capitanes-
siian de Benalcacar y Juan Fernandez do
que vinieron de Nicaragua de la Nueua Es-
ca sendos nauios con cient espartóles y cin-
lacauallosy alj;unas armas, con los quales
irques Don Francisco Picaño reforjo su cam-
)el pueblo de Couque se (uc a la ynsula de la
la. la quiíl llamaron los españoles la ysla de
tiaüo, y ios yiidios sc dieron de paz, mas des-
el caziqnc y sus vasallos, estando los núes-
y:i quietos, se conjuraron contra ellos para los
r vna noche. Sabido esto por el Marques Pi-
> les hizo ^.'ucrra muy de veras a fuego y a
re, en donde uvo jjrandes recuentros y bat,'!-
:on muerte de muchos yndios ysleftos, y les
I la ysla y prendió al curaca dellos y a mu-
yndios principales. Deste curaca supieron
andeza y magestad que los Yngas del Cuz-
de Quito icnian, y de la mucha riqueza que
noü días con los españoles basta que se fueron
campos, que nunca mas parescieroH' Hecbo
el Marques se partió del pueblo a 16 de Ma-
:; 1532 años; passo adelante por ciertos pne-
que vnos se tomaron por fuerta de armas, y
; se dieron de paz porque Ueuaua gran repu-
n d<j valiente y animoso. Caminando mas ade-
llcj40 a vn pueblo rhuy grande llamado Po-
lis, en donde atraxo a los yndios de paz y al
icimiento de DÍ05 y al vasallaje de Su Mage.s-
:omo lo auia hecho en los demás pueblos que
quedauan. Ds aqui se fue al rio de la Chira,
nde peleo brauamente con los yndios natura-
Ios qii;iles venció, y prendió al curaca y se-
ie aquella prouincia y lo traxo a el y a sus va-
i al coiiObu ¡miento de Dios y el seruicio de Su
:stad. \'icndo la buena comodidad, y con el
iccr de fray Vicente de Valuerde y de los offi-
> de Su Magesiad y de sus capitanes, poWo
'illa, ribcr¿is de aquel rio, que llamo Sant
el, que es en la gran prouincia de Tangara-
repartió los pueblos de la comarca entre los
os que allí qucdauan.'y nombro alcaldes hor-
ios y rej;idores en nombre del rey. En este
o supo el Marques que Atagualpa Ynga es-
[!n el pueblo de Camama leu con mucha gente
ierra que auia ajuntado de poco acá, al qual
buscar a '^ de Setiembre del dicho aílo con se-
y dos hombres de acaualloyconcientoydos
;s; los tres dellos eran escopeteros y los de-
vallesteros, y algunos tiritlos. Lleuaua por
pretes y lenguas a Phiüppillo , yndío natural
4h3
de la yiisula de ta Apuna, y a Francisí
de Pohechos, que al principio del df
fueron presos en el pueblo de Mota
después a España el Marques, con oti
dieron la lenguacastellana por acá]
manera que yendo el Marques mas
ssaron por vnos desiertos y caminos
sos, en donde haze Rrandi&sima y -
calor, que paresce que abrassa y qu<
por aquí nunca se a visto jamas Uoue
naturales se acuerdan. Fassando ma
te en tierra lertil, llegaron al Mar
ciertos mensajeros de Atagualpa \
de parte de su señor el Ynga, pregun
era, de donde venia y a donde viia,
que buscaua. El Marques respondió
ynterpretes que era vasallo de vn p
de Castilla, y que venia de alta con 1
que ^llos vian, y que yua en busca c
Ynga con cierta embajada que le tra
ftor, y que no pararía en el camino ha
el cara a cara y dezille muchas cosa
nenian. Los yndios, viendo la deter
Marques, le dieron dos piezas de on
beuiesse, y dos cargas de patos secos
para que hechos poínos se 9ahumas
como lo vssauan hazer Jos señores Yn
rra, y no otro alguno por mas princ
sse. Y mas le dieron vnos gapatos m
labrados de oro y pedrería, y vnas ;
; oru fino, y le
lerte con el g
. poneos essa!
s. y los vapat<
indo 05 viere
aze porque oí
verdadero; y
I muestra de £
is palabnis d<
escia al Ynga
[ue acepiaua ^
offreseia, y t
ia para lerse
3s y grandes •
1 sabellos, y c
El Marques,
ros pueblos q
3el Ynfía. has
lea, vn vierne
afio, y Atas
.aflos de agur
ite de ijuerra
lo al pueblo, e
Soto con veii'
isessc al Yní¡
n y hablasscn
i para aposse;
0 que Hernán
arremetió su
dios le vicroí
)de los casca
1 miedo, y de
4br>
mando después matar y los cuerpos q
tendidos en el campo, y el mensajero
a dezir a lo queyua, mediante los y nt»
tando hablando el capitán con el Yn;
Hernando Pi^arro con otros veinte hí
cauallo bien armados. Y Hernando de
Aiagn:i]pa: aquí viene eliterntaiiod^
yor\ sea sentido ríe le hablar; y esto li
interprete, y el Vníja aleo los ojos pai
hasta entonces losnuia tenido basos co
Sabido el Ynga por el interprete a lo qi
dos mensajei'os{l),embioluego a unym
para que dixesse al Marques se aposse
al pueblo y que ningTino de los suyos
el, porque le darian pesadumbre, y coi
uieron los dos capitanes, haziendole su
y diiteron lo que con el Ynga ani;
Mientras los dos capitanes fueron al ^
ques se metió en el pueblo y luego pus
paflia de ynfanteria en vna torrezilla
cerca de su alojamiento, y pusso tara
casas vezinas las compañías de Herna
y de Hernando de Soto y de Sebastia
cai;ar, con veinte cauallos cada compí
quedo con el resto de la ynfanteria,
ciento y sesenta soldados que se le au
do. Y como dende a vn rato supiesse
los xpianos estauan apossentados den
blo sin su licencia, se enojo brauaír
ellos y partiéndose de los baños luego
tO l'rnia htttio tí Ynfa.— i^iHi marsinal,)
G, M SíBTA Chía,— IV. -3.*
46h
o, tn vna legua que auia, mas de quairo
e^ar ul pueblo, porque vino muy despa-
in majestad- Porque venia asseotado en
todo dorado de oro fino, y encima del
ya vn coxin de lana fina, guaraescidode
edsras de gran valor; colgauale vna gran
rada de lana finissima y coa bUo de oro,
te, que le cubría las cejas y las sieaei
¡la muy íeroz. Venia en vna litera mu
rada de plumas de papagayos y de otra
uch.is colores, y chapada en partes co
ro lino, con muchas esmeraldas, y lo
s de su corle le trayan en los hombro
berano señor. La gente de guerra veni
nias, el qual traya mas de cinquenta mi
nuy bien armados a su vsanga, que auí
uia embíado por ellos y los tenia allí rt
jrque luuo noticias.de los españoles qu
todo lo que yuan haziendo por los puc
onde passauan. Estauan todos los soldi
dos del Atat!;ua1pa Vnga, que en haziei
ieflal, que arremetiessen contra los xpií
no dexassen ninguno que no matasseí
I llcyo a la pucita de la placa, que er
íe, y la borden y manera que la geni
venia fue en esta forma. Primerament
lanlc del por abanguardia muchos .fli
londeros que tirauan vnas piedras guiji
cdondas, hechas a mano, y otras cogida
., y estos trayan vnas rodelas hechas d
ingostas y atadas fuertemente con nei
límales, y trayan jubones colchados d
r^
algodón. Tras esios venUo otros y
des porras y hachas d'armas, de
bra^a )- media y tan gniessas com
neta, y las porras estauan engasta
cobre, tamaño como el puño, con c
tas agudas, y jugauan con ellas lig
manos. Y las hachas tenían la cuc
de mas de vn palmo, como alabaí
dellas eran de oro, y otras de pial
las traen los yudios mas principali
Tras estos venían otros yndios co
ñas como dardos, y en la retaguar<
nian muchos piqueros con lantpas
mos en largo, los quales venían re]
pitanias y debaxo de vanderas y c<
y concierto y .con gran silencio. I
Ynga, como he dicho, a la puerl
alio los ojos, y como vido que los e
rescian di.\o a los suyos, que todo
do: ya están rendidos estos saltea
miedo, y son ya nuestros, pues est
respondieron los capitanes: señor
pagaran los males y daños que i
camino en vuestros vasallos. Esta
go al Ynga fray Vicente de Val
codeOropesa, que auia sido ci
Gregorio de Valladolid, con vna í
derecha y con el breuiario en :
hecha su mesura le hablo por vi:
pretes dándole a entender de las
para que se conuirtíesse a nuestn
tholica, y de quien era el Papa y
lia, y que se dicsse a su s
— - "'■-'ada y
randes
:endia i
os dii
yle le i
.5,-yIu
ear, ci
como \
i o tres
den, di
amo vi
'estami
ilerpre
i o, dix<
ios poi
tpiano:
maneta
bozeü,
era se
ron los
eria.qi
a srai
' Con i
itruend
iron d<
ladas, I
I brauíi
Fueta
que lo:
vna co
iue has
de arremeter a los xpi
do. El Marques romi
'squadroaes y odia nos,
y con animo varonil
le tomo de vna orej
;nle, y dio con el en ti
»5 de los soldados ar
matar, y el Marques,
o en la mano derect
lingun yndiu que al^a
añoles ynuencibles. F
do y espanto que tuui
e ellos, y a los dema)
:ron con gran tropel
:a auian \ isto, y con I
ribieron en sus animí
saluar las vidas, que i
' como estauan puestoi
ladrón, y eran muchis
do de la pared y se ret
sotros que derribaron
s tapias y por allí se h
os, aunque hartgs que
.i;a. Todos los señorc;
ayan las andas del í
talla por deflendcr a si
enían en literas, que
paje que era gran seí
mucho, con otros mui
iuyos, murieron tambí
De manera que esta
na de las ymportantes
470
n í>n este nueuo mundo, por-
co y principio a la con-
nascion tan barbara, a
lica. Y demás desto, el
fue vencido y hechado
incias, con grandissima
anctissima \
f para etern
lascíon de 1<
. memorias,
liada, y prt
í y grandes
into bien ce
de Te Deun
1 redonda d<
ar y a comí
ido. El ven
.año de 1532;
I, saluo el >
echa quand
enia, como
lo demás q
n £¡randiosa
CAPITULO LIV
DEL GRAN THESORO QUE SE HALLO :
ATACUALIPA, V DE LO QVE MANDO
DAR AL MARQUES, DEL RESCATE DE í
LA MUERTE DE GUASCAR, Y DE LO Ql
VNDIO SACERDOTE y LA RESPUESTA
GUALIPA
Después que los xpianos u vieroi
titn señalada victoria alabaron a 1
ñor y a sancta María su madre, |
mercedes como les auian hecho, c
tendido que ninguno dcllos quedar
todos quedaran alli muertos, por 1
de yndios, que para vn español a
cientos yndios; mas en fin plugo ,
dad que todos fueron vencidos. Ht
muchos en alcance de los yndios >
yendo, y mataron muchos dellos y
uieron con muchos prisioneros, q
manadas como ouejas mansas, s
mas, que luego las dejaron caer ei
fueron a los baflos, en donde se hi:
brauo saco que en Yndias se ha ht
thesoro que el Ynga tenia, en que i
■3 en oro y plata, que valió mas
Jos de Castilla, y en plumas y
lor, todo lo qual ei Marques lo
ra rcpartillo después entre lo-
^ndieron mas de cinco mili yn-
iruicio, principalnienle las mu-
I que el Ynga tenia y los demás
ortc, todas las quales eran muy
dispuestas, que eran hijas de
curacas de diuersos pueblos,
ulucrdc, como \'icarío general
lar, con voluntad del Marques,
' de qualquier calidad, estado y
ise, tuuiesse amist:id deshonesta
, por quanto no estauan baptiza-
lena contra el lo contrario ha-
Lie la barabúnda cstaua ya so-
3 consolo y animo al Vnga, bá-
ñenle, porque lo vido triste y
} absentar consigo a comer a la
le pregunto muchas y diuersas
os de l;i tierra y que seflor auia
'nga le respondió a todas ellas
a mucha riqueza que auia en los
ama y en el Cuzco, y de las con-
;;on SU bermano Guascar Ynga
le toda la tierra, y que auia mas
auia embíado quatro capitanes
autan huello. Queriendo el Mar-
m verdadera relación, embío a
;o a los quatro capitanes Her-
L-yo de Agüero, Pedro de Can-
r
473
día y Miguel de Estele, que (
gestad, para que considera
auia en todos los pueblos qu
Y esto se hizo con saluocon
para ello dio el Ynga, que c
taua toda la tierra a su deu
atreuiera ni o.si>ara liazellc:
le tenían gran miedo y le <
dio ochoyndiosmuyconosci
de su corte, para que fuesse
estos exploradores se pañi
al Marques como su herraan'
to, haziendo gran demostrai
cho, y PiíaiTO le dixo que a
su muerte, pues era cosa na
embio por ta posta a sus cap
tassen luego, que ya lo tra>
cado. Vendo, pues, los quati
camino adelante, encontnir
ga, elqual, medíante el yn
hablo con ellos, sabiendo i
hermano, [y] les dixo con pí
que siendo Atagualipa tirai
alguna de lo que auia pror
ssen de la prisión en que k
pitanes, por quanto el era
propietario de toda la tíerr
dar, y no su hermano, sino
píos de los dioses. Y assi I
cosas para que fucssen pan
(1) !■«
474
espartóles lo rog.iron muy ahincada-
< capitanes para que lo soltassen, y
]uÍssieroTi hazer, de miedo de su se-
;; passaron los vnos y los otros de lar-
I dos dias llego mandado a los yndios
^ Ataifualipa que matassen al Guas-
orque el capitán mayor de los xpia-
iesse, y ellos lo hizieron assi. y al
hordenaiian de lo matar, dixo a los
adores con mucha tristeza y pacien-
on grande animo: mirad lo que di<s^o:
mano me manda matar, yo espero en
il y Pachacama que ellos me venguen,
jera antes de mucho, que assi me lo
sacerdote del dios Pacha[ca]ma, pues
eso los spianos; y luego le dieron ga-
ido de hedad de quarenta y cinco años,
liado nueve años escasos. Después de
uascar, lo enterraron con muchas ce-
iupersticiones en el templo del Cuz-
Mpit;ines yndios, prosiguiendo su ca-
er a su seftor el Ynga, se fueron por
al pueblo de Quito a dar fabor y ayu-
.j>"uy, que estaua al9ado con aquel rey-
i xpianos. Dexado esto aparte, mando
dende a ciertos días hechar en prisio-
por ciertos respectos que abaxo se
lo sintió muy de coracon por no sa-
jer a que causa lo tratauan tan mal
■ J7Ó
no atuendo hecho por que, y porque
prometió de dar por su libertad tanto
como cupiesse en vnn cámara donde
nido. Y porque los españoles supiesst
auia de dar, se leuanto en pie y sefialí
no derecha en la pared, con las punta:
dos, empinándose mucho sobre los d
pies, y mando a los principales yndios
con el hazer vna raya derecha alredcf
el aposento, y hecha dixo en alta boz
y a todos los españoles: xpianos, si m
de me soltar libremente, yo os premet
lodo este aposento, desde la raya ha:
[que auia cerca d'estado y medio de all
y plata, con tal condición que no abol
tnros, tinajas y las piei;as grandes que
y la cámara era de veinte y dos pies
diez y siete de ancho, aunque otros (
era de treynta y dos pies de larga y d
cincho. DestQ se holgaron mucho los es
liartar la hambre canina y gran desseí
ie riquezas, y el Marques le prometió
libertad que pedia si cumplia aquello (
el Ynga dixo que si cumpliría dentro
ies, porque el thesoro estaua muy les
el Marques le dixo que despachasse ]
mensajeros para que setruxessey el
iu palabra. Encontinente el Ynga ci
iíran diligencia y presteza a despachi
ros a diuersas partes, a sus gouemai
'as y señoretes, sus vasallos, para q
isen todo quanto oro y plata auia en s
476
n o embiassen con prestezíi píva da-
los, que lo querían poner en libertad
uemcnte También embio a mandar
:s que estauan en la cjbdad del Cuzco
*en Jos mili yndios cargados de oro
quetrayan los que auian preso h1
I Cuta riqueza no la vido, porque la
minaifuy, que estaua aleado en Quí-
on los yndios de yr y venir y traer
;ados de oro y plata, en texuelos, ti-
)S, jarros, cubiletes, venados, leones,
itras cosas semejantes a estas, que
ro tino y de plata, hecho de vaciadi-
cra mucho lo que se traya no se acá-
lir la señal. En este medio tiempo
[tella a Caxamalca los quatro expío-
[ualcs (I) contaron de las muchas ri-
lían visto en Fachacama y en el Cuz-
:ial de vna cadena muy grande y lar-
: cslaua en el templo del Sol, y de
. y marauillosas cosas que auia en
ron otras (2) de grande admiración,
diremos adelante. Pasados los dos
rrsion del Yn^a, llego a Caxamalca
pueblo de Pachacama, con el sumo
gran templo de aquella prouincia, y
;xo al Marques que se holgaua mu-
nida de aquel gran sacerdote, por-
Lgora tas mentiras que te auia dicho
r
477
los días atras- Y luego pidió a las guardas
dena de hierro para hecharsela porque le
cho que diesse bntalla a los xpianos, diziem
los vencería y mataría a todos, y que tan
.iiiia dicho que su padre GuaynacappaYng
do estuuo enfermo, que ño muriria de aqu
fermedad, y que todo ello auia salido falso
tira. El Marqaes hizo traer la cadena y A
pa se la hecho al pescuezo diziendo a todo:
se la quitassen hasta que hiziesse traer el
plata que tenia en el templo de Pachacan
su dios era mentiroso y falso, que nunca df
dad, y agora quiero yo ver si el dios Pac
íe quita la cadena. Y el gran sacerdote le i
grande yra y enojo: hagote saber, señor,
me pesa de mi prisión, aunque yo se que n
de morir en ella; pésame, señor, grandem
las blasphemias que aueis dicho al gran c
chacama. Pues yo te anuncio de su parte q
estas cosas y por auer hecho robar y saq
templos de los dioses, que aueis de ser de
y que no biuireis mucho tiempo, según yo
que estos xpianos te han de matar, pues esl
so y en poder dellos. Cierto, el Ynga, comí
ciente, lo mandara luego matar si tuuierí
mas dexolo en la prisión creyendo que
ques le diera en breue libertad, y que ente
quitaría la vida; mas después de muchos
mostró vn gran thesoro que tenia escon
por esto le dio [laj libertad que el desseau:
CAPITULO LV
lARDAN'DOSEDE AJUNTAB EL THESOttO QUE
. ALIA DE DAR A LOS ESPaROLBS, TUUIBKON
LE SE QCEBIA ALI;AR COXTRA ELLOS Y HATA-
rODOS, POR LO QUAL HIZIESOK JtreTICIA DEL
IMRriO E.VTRE TODOS LA RIQUEZA QUE AUIA
JUNTA
> lu^ capitaneb y soldados vieron que a
sicie meses no se acabaua de traer el res-
r c-1 Yni;a auia de dar a los dos meses, tu-
:reydo que eran escusas y dilaciones que
que ajunlaua alguna ícente para matallos,
L lo auian cntreoydo dezir, y para saber
id hizieron pesquisa dello, y los ynterpre-
:; negocio fueron FrancisquiHo y Philjpíllo.
ixeion lo que quissieron dezir, ynterpre-
al, y como no eran aun entendidos de los
es por no saber la lengua del Cuzco, lo hi-
odo a su saluo. y assi se prouo contra el
ido lo que fue menester para condenalle a
FrancisquiHo fue muy malo, y PbilipiÜo
r y malissímo, que por gozar de las mnge-
mcubinas de el Ynga, que el Marques se
hecho dar con todo su seruicio, le leuanta-
([T^Si '."iLii-ai. :.i^
lErpreíaciOE zomi
ira COSÍ: amt> qu!
ítu jdc'a' pDer>)L :
it vemar zvl trrcí
rííif m;.: i por Íd;
lí Franciijg-jiljo. ?
ti. Fut cOTidenüa
lar piÜD baptji-mí
'jtrrde. a] qnal d<
esto le dieron ga
bulenidad; hallo^
>dos &□& capitanea
Paternóster y sen
ndios principales
>T auian moerto, q
edaroo todos cspai
repartidas entre k
I ate dia^ antes que
se hizicsse ynfon
•che muy contení
Jes que le guard;
an cometa hazia '.
ssi toda la noche,
5 tos demás sóida (
.(acometa diso qi
:n gran seftor en i
4.S0
;i niudaiif a de reyno. Y el íjran sacerdote, que
neso y encadenado, qunndo vido la come-
]ue Atagiialípa anja de morir presto, que
'achama se lo auia dicho vna noche ante^^,
luia blasphemado del y robado los templos
estauan, y porque le tenia preso y encade-
indo el gran sacerdote, y que por ser sa-
V maldito lo nuian de Ileuar los demonios
no. 1-sie Vnga era de treinta y cinco artos.
is o menos; era bien apersonado y dispues-
srnesso; el rostro grande y sin barbas,
> y feroz: tenia los ojos encarnizados y ha-
in mucha grauedad, como ^ran señor. Ha-
s razonamieptos que entendidos por los es-
por vía de ios ynterpretes, conoscian ser
siiliio y enlendido; era muy alegre con los
y cruil para con los suyos, y quando ha-
>n ellos se mostraua muy seuero y robus-
ilvar los ojos a mirallos; mas en tin y al
murió oomo \piano. Valió lo que el Yngn
ajuniar, y lo que en los vanos se tomo,
>n y ireynta y seis mili y quinientos y
pe>os do oro lino y cinquenta y dos mili
?ntos y veinte y cinco marcos de plata.
II presto no le mataran se ajuntara otro
mucho mas , porque la tierra abunda-
mucha riqueza de oro tino, y lo que tra-
capitanes del Cuzco, como supieron que
1 dado garrote [y] era muerto, se al?a-
todo ello y se lo lleuaron a sus tierras y
(dieron de tal suerte que los españoles ja-
vieron. Antes que los yndios se al^assen,
482
illa Don Fernando y Doña Ysabel, de glo-
fmoria, como airas queda dicho- Y viendo
lies PÍi,Mrro que los curacas y principales
le todos estos estados, que no tenían rey
a quien los gouernase, procuro de lo ha-
lara esto nombro por Ynga. en nombre
laftcstad, a Paulo, hermano de Guascar y
ti.ilipa. Y lucyo ie hizo dar la borla, que es
i Real que se ponen en la frente los (1) re-
a tierra, que es de lana fina y de hilo de
■ estampas, que llaman maxcapayta, y los
irincipales que alli quedaron hizieron cier-
nonias que en lal caso se requerían, y es-
jcho tiempo con los españoles. Este fue
rey y señor de toda esta tierra, puesto en
df Su Magcsiad.y en su baptismo se lia-
Xpoual Ynga, aunque al principio fue vn
yno contra los españoles, mas después fue
amigo dollos y fue gran seruidor del Vi-
isco Nuñez Vela, y oy dia bíue al pie de la
a del Cuzco, el qual anda %-estido como
líiftol. Los dos exercitos que escaparon, de
Vngas, se ajumaron herraanablemente en
viendo que no tenían señor eligieron den-
; otro rey, llamado Manga ^apalla, herma-
tas^ualipa, y tomando la borla se llamó Yn-
fue uniuersal señor de toda esta tierra en
?ncia de Don Xpoual Ynga, y se metió des-
los Andes, en donde ediffico de nueuo otra
del Cuzco y alli assento su Real corte.
4&1
os xpianos porque les tiene mala deuocion
le es moca. Muchas vezes se han puesto al-
) capitanes a yr por ella, porque es jornada
rica, y como la tierra es muy áspera y de
lais y de grandes serranías, no han podido
r alia, que para auer de entrar por estas se-
as han de yr a pie; mas plazera a Dios que
i dia vayan y entonces se verán los secretos
s tierras. En este comedio se aleo Raminaguy
cibdad de Quito y se llamo rey de aquellas
ñeras, pues los dos YnS:as eran ya muertos, y
aucllo de hazer a su saluo mato a Yllescas,
ano de Ataüualipa, y lo mando desollar y
■ICIO hizo vn atambor para siis fiestas y rebo-
que el Kran diablo de Palermo no lo hiziera.
do el Marques lo supo embio contra el al ca-
Seb:ist¡an de Benalca»,Mr con muchos espa -
, los quales fueron a Quito y tuuieron muchos
;ntros y batallas muy crueles con Ramina-
y al cabo de muchos dias lo vencieron y ma-
1, y viendo Benalca^ar que la tierra era muy
a pobló allí vna cibdad que llamo Sant Fran-
I del Quito. Los yndios que escaparon de las
S'ias y batallas, por no quedarse en aquella
a se fueron a los Andes a seruir a Mango Yn-
apalta, que avn en este tiempo biuia, a quien
in por uniuersal señor, y no a Don Xpoual
1 porque era amigo de los xpianos, que siem--
indaua con ellos, y porque se auia baptizado,
mes de apaciguada toda la tierra y estando
3dos en quietud, en este tiempo mataron al
ques en la cibdad de Lima por vengar la
muerte de Don Diego de Alm.
le mataron fueron tieze: Juan
sa, Mat-tin de Bilbao, Diego
Sosa y Martin Carrillo, Arh
Naruaez, Sant Millan, Porras
cisco Nuñez. Juan de Rada ri
leando, a Naruaez, en que se
matarle, y luetío cargaron toi
truxeron a vn apossento dond
cada que le dio Martin de Bill
y murió pidiendo conffession
sin que nadie le dixesse Dios l
24 de Junio de 1541 artos. Era h
V'alo Pi»;arro, capitin que fui
allegado del Gran Capitán, 3
nascio en Truxillo y hecharor
yglesia; mamo de vna puerca
liando quien le diesse a mar
raugeres. Conoscíolo su padrf
sus puercos, y assi no supo lee
ca a los puercos y perdiólos
casa, de miedo, y fuesse a Se
nantes, y de allí a Yndias y e:
mingo; passo a L'raua con Ale
Vasco Nuflez de Balboa a desc
y fue con Pedro Arias a Panai
ru, en donde hizo muchas ha;
rio miserablemente.
*76
n o embiassen con piestezM paia da-
los spianos, que lo querían poner en libertad
talle breuemente También embio a mandar
i capitanes que estauan en la cibdad del Cuzco
le embiassen dos mili yadios cargados de oro
ita, sin loque trayan los que auian preso ni
>car: mas usut riqueza no la vido, porque la
ron a Raminaguy, que estaua aleado en Qui-
:omen<;aron los yniiios de yr y venir y traer
dia, cargados de oro y plata, en texuelos, ti-
9, cantax'os, jarros, cubiletes, venados, leones,
, leña y otras cosas semejantes a esus, que
era de oro fino y de plata, hecho de vaciadi-
' aunque era mucho lo que se traya no se aca-
. de hinchir la señal. En este medio tiempo
.ron de buella a Casamalca los quatro explo-
res, los quales ¡1) contaron de las muchas ri-
iis que auian visto en Fachacama y en el Cuz-
■ en especial de vna cadena muy grande y lar-
e oro que osLaua en el templo del Sol, y dt:
randezas y marauillosas cosas que auía fn
assi dixeron otras (2) de grande admiración,
s quales diremos adelante. Pasados los dos
;s de la prisión del Yuga, llego a Caxamatca
flor del pueblo de Pachacama, con el sumo
irtice del gran templo de aquella prouincia, y
¡ualipa dixo al Marques que se holgaua mu-
con la venida de aquel gran sacerdote, por-
pagaria agora tas mentiras que le auia dicho
477
los dias atrás. Y luego pidió a las guardas vna ca-
dena de hierro para hecharsela porque le auia di-
cho que diesse batalla a los xpianos, diziendole que
los vencería y mataria a todos, y que también le
auia dichoque su padre Guaynacappa Ynga, quan-
do estuuo enfermo, que no muriria de aquella en-
fermedad, y que todo ello auia salido fíilso y men-
tira. El Marques hizo traer la cadena y Ataguali-
pa se la hecho al pescuezo dizíendo a todos que no
se la quitassen hasta que hiziesse traer el oro y la
plata que tenia en el templo de Pachacama, pues
su dios era mentiroso y falso, que nunca dezia ver-
dad, y agora quiero yo ver si el dios Pachacama
\e quita la cadena. Y el gran sacerdote le dixo con
grande yra y enojo: hagote saber, señor, que no
me pesa de mi prisión, aunque yo se que no tengo
de morir en ella; pésame, señor, grandemente, de
las blasphemias que aueis dicho al gran dios Pa-
chacama. Pues yo te anuncio de su parte que [por]
estas cosas y por auer hecho robar y saquear los
templos de los dioses, que aueis de ser destruydo
y que no biuireis mucho tiempo, según yo lo veo,
que estos xpianos te han de matar, pues estáis pre-
so y en poder dellos. Cierto, el Ynga, como ympa-
ciente, lo mandara luego matar si tuuiera poder,
mas dexolo en la prisión creyendo que el Mar-
ques le diera en breue libertad, y que entonces le
quitarla la vida; mas después de muchos dias le
mostró vn gran thesoro que tenía escondido, ,v
por esto le dio [la] libertad que el desseaua.
47»
sen o embiassen con presteza para da-
anos, que lo querían poner en libertad
■euemente También embio a mandar
ncs que estauan en la cibdad de) Cuzco
assen dos mili yndios cargados de oro
loque trayan los que auian preso al
aa esta riqueza no la vido, porque la
¿amina^uy, que estaua alteado en Qui-
aron los yndios de jr y venir y traer
rgadoii de oro y plata, en texuelos, tt-
^os, jarros, cubiletes, venados, leones,
otras cosah semejantes a estas, que
oro fino y de plata, hecho de vaciadi-
e era mucho lo que se traya no se aca-
chir la señal. En este medio tiempo
buelta a Caxamalca los quatro explo-
I quales (1) contaron de las muchas ri-
auian visto en Pachacama y en el Cuz-
lecial de vna cadena muy grande y lar-
ue estaua en el templo del Sol, y de
as y marauillosas cosas que auia ^n
iteron otras {2} de grande admiración,
:s diremos adelante. Pasados los dos
prisión del Ynga, llego a Caxamalca
1 pueblo de Pachacama, con el sumo
el gran templo de aquella prouincia, y
di:(0 al Marques que se holgaua mu-
»renida de aquel gran sacerdote, pov-
i agora las mentiras que le auia dicho
I en ¡I cíWi«¿.— ;N'ui» maiijini
477
los días atias. Y luego pidió a las guard:
dena de hierro para hecharsela porque I
cho que diesse batalla a los xpianos, dizie
los vencería y mataría a todos, y que ta
auia dicho que su padre Guaynacappa Yn
do estuuo enfermo, que no muriria de aq
fermedad, y que todo ello auia salido falí
tira. El Marques hizo traer la cadena y
pa se la hecho al pescuezo dizienUo a tod
se la quitassen hasta que hiziesse traer e
plata que tenia en el templo de Pachaca
su dios era mentiroso y falso, que nunca (
dad, y agora quiero yo ver si el dios Pa
ie quila la cadena. Y el ¡iran sacerdote le
grande yra y enojo: hagote saber, seflor
me pesa de mí prisión, aunque yo se que
de morir en ella; pésame, sefior, grandei
las blasphemías que aueis dicho al gran
cbacama. Pues yo te anuncio de su parte
estas cosas y por auer hecho robar y sa
templos de los dioses, que aueis de ser d
y que no biuireis mucho tiempo, según y
qne estos ^pianos te han de matar, pues e
so y en poder dellos. Cieito, el Ynga. cor
cierne, lo mandara luego matar si tuuie
masdexolo en la prisión creyendo que
ques le diera en breue libertad, y que en
quitarla la vida; mas después de mucho
mostró vn gran thesoro que tenia escc
por esto le dio (la] libertad que el desseai
476
se lo truxessen o embiassen con presteza pwa da-
llo a los xpianoSf que lo querían poner en libertad
y soltalle breuemente También embio a mandar
a sus capitanes que estauan en la cibdad del Cuzco
que le embiassen dos mili yndios cargados de oro
y plata, sin lo que trayan los que auian preso al
Guascar: mas esta riqueza no la vido, porque la
llenaron a Raminaguy, que estaua aleado en Qui-
to. Comentaron los yndios de yr y venir y traer
cada día, cargados de oro y plata, en texuelos» ti-
najas, canta4'os, jarros, cubiletes, venados, leones,
aues, leña y otras cosas semejantes a estas, que
todo era de oro fino y úe plata, hecho de vaciadi-
<;o, y aunque era mucho lo que se traya no se aca-
uáua de hinchir la señal. En este medio tiempo
llegaron de buelta a Caxamalca los quatro explo-
radores, los quales (1) contaron de las muchas ri-
quezas que auian visto en Pachacama y en el Cuz-
co, y en especial de vna cadena muy grande y lar-
j;a de oro que estaua en el templo del Sol, y de
las grandezas y marauillosas cosas que auia ^n
el, y assi dixeron otras (2) de grande admiración,
de las quales diremos adelante. Pasados los dos
meses de la prisión del Ynga^ llego a Caxamalca
el señor del pueblo de Pachacama, con el sumo
pontíí'fíce del gran templo de aquella prouincia, y
Atagualipa dixo al Marques que se holgaua mu-
cho con la venida de aquel gran sacerdote, por-
que pagaria agora las mentiras que le auia dicho
^I) KstHHÍetoH fj elias en Is cibd€UÍ. — ^Nota marginal.)
(3) Tachado* tosas.
J
477
los (lias atrás. Y luego pidió a las gua
(lena de hierro para h echarse la porqu
che que diesse batalla a los .xpianos, di;
los vencería y malaria a todos, y que
:it)ia dicho que su padre Guaynacappa
do estuuo enrermo, que no muriria de
íermedad, y que todo ello auia salido 1
tira. El Marques hizo traer la cadena
p3 se la hecho al pescuezo diziendo a t
se la quitassen hasta que hiziesse trae:
plata que tenia en el templo de Pachi
su dios era mentiroso y falso, que nnnc
dad, y agora quiero yo ver si el dios
le quita la cadena. Y el gran saccrdott
grande yra y enojo: hagote saber, sef
rae pesa de mi prisión, aunque yo se qi
de morir en ella; pésame, señor, graní
las blasphemias que aueis dicho al gri
chacama. Pues yo te anuncio de su pai
estas cosas y por auer hecho robar y
templos de los dioses, que aueis de sei
y que no biuireis mucho tiempo, seguí
qae estos xpianos te han de matar, pue
so y en poder dellos. Cierto, el Vnga, <
cíente, to mandara luego matar si tul
mas desoló en la prisión creyendo q
qaes le diera en breue libertad, y que
quitaría la vida; mas después de muc
mostró vn gran thesoro que tenía e:
por esto le dio [la] libertad que el dess<
4<í2
luerte y bien lazonudo, al qual Iiablauan pon mu-
chas caricias y dulces palabras diziendole que
f uesse en ora buena y los desculpasse con el Ynga
lo mejor que pudíesse, y de la manera que lo ha-
ziítn yrera en esta forma. Quanto a lo primero,
le liazian vestir muy ricamente vnas ropas muy
blancas de algodón, y le ponían muchas axorcas,
brazaletes, anillos, zarcillos, collares, calcado, y
vna guirnalda en la cabei;a, que todo era de oro
lino, porque fuesse assi mas honrrado como buen
embaxadur. Puestas estas cosas le hazian estar en
pie, y quatro yndios de los mas rezios que auia to-
mauan los cabos de vn morillo de tres brabas en
largo y de gordor de la pantorrilla, y poníanselo
debaxo de la barba muy apeííado al gaznate, que
el mismo se hechaua sobre el. Y venia luego vn
yndio de grandes fuerzas, el qual traya vna buena
cachiporra de enzina y cobre, para dalle tras el
cofíote, y antes de le dar le dezian todos el gran
descanso qiie auia de tener en la otra vida, y de
como auia de comer y beuer espléndidamente con
el Ynga, y de las moi^as que auia de gozar, y
que teniendo allá esta vida no ternia desseo de
holuer mas acá. Hstandole diziendo estas cosas
y otras, le dauan con gran fuerza vn terrible gol-
pe en la cabera, que lo derribauan redondo en el
suelo, y luego le segundauan con otro, que lo
acabauan de matar, y assi yua a cenar con el
demonio. Después, los yndios tomauan el cuerpo
y lo lleuauan al templo de sus ydolos, y assi ves-
tido lo enterrauan, y en la sepultura hechauan
muchas joyas de oro y plata y mantas muy ricas,
jr^
493
y ollas de plata llenas de vino de mahiz, y m
comida, porque dezian que auia vn gran despi
do en el camino, sin comida ni beuida, Destos
dios que assi enterrauan vide sacar la ossam
de dos dellos en el Gran Collao, que estauan
mente vestidos, aunque la ropa estaua ya p'
da, y la plata cassi gastada y abollada, y el
muy fino, aunque en los cantos paresce que es
algo gastado. El vn yndio destos sacó de la st
tura Don Martin de Guzman, en el pueblo de '
cuito, y el otro sacó Francisco de Viliaca
en el pueblo de Puño, y tomaron la riqueza
hallaron, dando primero los quintos y derech
los oficiales, que pertenescian al Rey. Cuentai
yndios muy viejos que agora ay, que lo oyere
sus passados, que el primer dios que uvo e
tierra fue llamado Cons, el qual formo el c:
sol, la luna, estrellas y la tierra , con todo:
animales y lo demás que ay en ella, que fue
solamente con el pensamiento y con su re
lio, y que passando por estas tierras, que <
todas despobladas, hizo y crio todas las cosas
se veen y parescen en ellas, y que formo coi
resuello todo los yndios y los animales terres
y aues celestes y muchos arboles y plantas d
uersas maneras. Y que después desto se fue
mar y que anduuo a pie enjuto sobre ella, y si
los rios, y que crio todos los peces que ay,
sola su palabra, y que hizo otras cosas marai
sas, y que después se fue desta. tierra y se sub
cielo. Dezian mas estos yndios, que dende a
che tiempo y a muchos años y siglos vino a h
diosma!
I, que qui
ior, y qu
ho y cría
auia los
> a bíulr i
. En esto:
cosa es
ninicos,
as, y los
ts, que pi
rancisco;
os, y son
[as estas
tiacama,
is y por
formar j
s yndios
i las ay
s llanos.
: estaua
1 del din
nos de la
ue viene
n la muc
3S valles,
le a las v
CAPITULO LVIl
3XDE SE CUENTAN LAS CALIDADES Y TEMPLES DE
riERKAS V PROUINCIAS DESTOS REY\OS DEL PERÚ,
LA CORDILLERA DE VNAS SIERRAS QUE AY EN
S PARTES, Y DE Ut'CHAS COSAS INCÓGNITAS Y MA-
RAUILLOSAS QUE AÜIA EN TODAS ELLAS
OS primeros y amigos conquistadores que ^:í-
n estas tierras del Perú las nombraron y 11a-
)n, lo que ay desde el rio Piru hasta la gouer-
)n del Chile, la Nueua Castilla, a differencia
i Nueua España, en donde se yncluyen las cib-
s, villas y lugares que agora de nueuo se han
ido por los españoles. Primeramente, los pue-
que ay junto a la marina son estos: Sanctiago
juayaquil, que esta en tres grados. Puerto
3, que es en Manta, que por alli passa, o junto
la linea equinocial; SanC Miguel, enPiura,
en cinco grados. Truxillo, en Chimo, esta en
le grados; la cibdad de Los Reyes, en Lima,
en doze grados- La cibdad de Arequipa esta
eze grados y medio. Cassi todos estos lugares
1 apartados a dos o tres leguas de la marina,
ando mucho están a ocho leguas, en donde
a muchos espafioles muy ricos y hazendados
497
con muchas grangerias, que están tan arraygados
como si uvieran nascido en la tierra. Los pueblos
que se contienen en la serranía, como es dezir la
tierra adentro, son los siguientes: la villa de Sant
Francisco, en Quito, esta en dos grados; la villa
de la Car9a, esta en ocho grados; la villa de los
Bracamoros, esta en diez grados; la cibdad de
León en Guanuco, esta en onze grados. Y passan-
do mas adelante digo que Sant Juan de la Fron-
tera, en Guamanga, esta en treze grados. La cib-
dad de Toledo, en el Cuzco, esta en quinze gra-
dos. La cibdad de Nuestra Señora de la Paz, en
Chuqutabo, esta en diez y nueue grados. La villa
de la Plata, en las Charcas, esta en veinte grados.
Pues todas estas tierras y prouincias se diuiden en
tres cordilleras o caminos, qqe son: los llanos, que
están por la costa de la mar, y la serranía que lla-
man menor, y los Andes, que son vnas sierras
bien ásperas y confragosas y de muy grandes pi-
zarrales, y como son altissimas, están cassi todo
el afio muy blancas de la nieue que tienen sobre si.
Y porque mejor se entienda todo esto sera bien
dezir lo que se contiene en cada cordillera, y sera
la primera la serranía menor, porque es habita-
ble, y después diremos de las otras cordilleras y
lo que en cada vna dellas ay. Quanto a lo primero,
es de saber que la serranía menor es una cordille-
ra de sierras y montes que en algunas partes son
muy altas, y en otras por la mayor parte son lla-
nas y de buen andar, y corren estas sierras mas
de tres mili leguas, como abaxo diremos. Según
los pilotos y mareantes lo dizen, que lo han carta-
G. ne Santa Clara.— IV.— 3.* 3a
498
boneado y andado por mar y por tierra, todas es-
tas sierras no se apartan de la mar del Sur, quan-
do mucho, veinte leguas; por aqui Ilueue mucho
en sus tiempos y son los temporales como en Es-
paña, y en partes desta serrania nieua mucho en
sus tiempos, como es en Pariacaca y en otras par-
tes, y por esto haze muy grandissímos frios, que
se admarean los hombres que passan por aqui, o se
mueren de frió si no ay quien los socorra. Losyn-
dios que biuen entre este frió y la calor que pro-
cede de los llanos están en templada tierra, mas
empero son por la mayor parte ciegos, o tuertos
de nuve, y assi por marauilla verán, quando se
juntan dos o tres yndios desta serrania, que no ay
entre ellos vn ojo bueno, y dizen que lo causa cier-
ta constelación o estrella que predomina por aqui.
Andan los yndios desta serrania rebocados, a dos
fines: lo vno, por no cegar el que no esta ciego, y
lo otro, porque no les vean vnos rabillos de carne
que tienen en el colodrillo, que lo tienen por afren.
ta si se los veen el que no los tiene. Por ser tan
fría esta serrania no tiene ningún genero de arbo-
les, sino mucha cantidad de céspedes y matorrales
pequeños, y zumu^os, que quando se quema huele
vn poco a encienso de Castilla. Ay vna cierta mo-
hosidad que se cria encima de las peñas, que pa-
resce vna poca de tierra, de la qual se haze muy
excelente fuego quando esta bien seco, que arde
muy gentilmente como si fuera de carbón de enzi-
na o de roble. Por aqui ay dos géneros de pacos,
que propiamente son carneros y ouejas desta tie-
rra; la lana dellos es muy grosera; sirue de hazer
499
mantas groseras y fregadas, y para colchones y
paños de corte de los baladis que agora se hazen
por acá. Y la otra lana es muy fina, de la qual se
hazen las mantas y los vestidos muy ricos para los
grandes señores, y desta lana muy fina se hazla la
borla que trayan los Yngas por insigna real, que
otra persona de qualquier estado y condiscion que
fuera no la podia traer en la frente, so pena que
yncurria en crimen lesscB majestatis, y agora la
traen los curacas después que los Yngas murieron.
Otro si, ay otros géneros de carneros, que a los
vnos llaman guanacos, que son como venados be-
rrendos y corren muchissimo y andan por los des-
poblados a grandes manadas. El otro genero lla-
man urcos, que son los carneros que se comen, y
se traen a las cibdades a vender cantidad dellos y
se pesan en las carnecerias para todos, y es muy
buena carne y sabrosa de comer, que son estos
carneros tamaños como asnos sardescos y son
muy gordos. El otro genero se dizen llamas; son
muy grandes, los quales cargan como a cauallos o
muías que andan eil las recuas, y ay grandissimos
rebaños dellos, que los 3'ndios los crían, y son ellos
muy mansos y comen gentilmente mahiz y andan
enxaquimados como bestias asnales o mulares. De
todos estos cinco géneros de carneros son (1) muy
buenos de comer, y el sebo dellos paresce manteca
de puerco mas que sebo de camero, porque no em-
palaga, que con ello se guisa de comer y con ello
se hazen pasteles y buñuelos y otros manjares de
(t) Tachado: iamáim.
500
I comer. Estos carneros y toda su generosidad
leñen biel, como las palomas, o como los ele-
■tes, se^n que Aristotiles lo refiere en su li-
■atorce De animalibus, y Pedro Mexia, coro-
I de Su Maí^estad, dize en sus Coloquios que
D tiene hiél y que por eso es muy manso
LO, que suTre mucho la carga que le hechan.
lanera tic como se cat;an los carneros brauos
lestres que andan por los campos ydespobla-
s en esta forma: ajúntanse muchos yndíos de
t los pueblos comarcanos y traen vnas cuer-
lazos, de largor de bra?a y media y de gor-
iel dedo miñique, hechas de neruios de ani-
s y de pita. A los cabos destas cuerdas tienen
■ pelotillas de oro, o de plata, o de cobre, muy
lencaxadas en ellas, que les hazen vnosagu-
I por medio, y tomando del vn cabo de la pe-
rodeando la otra por encima de la cabera,
pandóla al tiempo que la quieren tirar, y como
puchos los yndios, van a los dichos montes y
|)blados dando grandes bozes y alaridos que
^itan a los carneros. Y como van puestos en
^las, cada vno por su parte, se van ajuntando
^^a poco a vn cabo donde ay algún llano des-
flra^ado; alli los yndios, desque veen junto el
|Jo desembragan las cuerdas y las tiran rezia-^
e y enlajan los carneros por los pescuezos,
ios tienen muy largos, como cigüeñas, y que-
o huyr no pueden, porque están assidos de las
las dos o tres dellos. Y desta manera los to-
' ca^an y luego los atan con otras cuerdas
liimas que traen de respecto, y los yndios les
501
escupen en los ojos, porque si esto no hazen, ellos
escupen a los yndios con lo que tienen en el buche,
y assi los lleuan a sus casas y los amansan como
cauallos para cargallos. También ay por aquí mu-
chos leones pardos, tigres, osos, lobos, puercos
monteses, adiues muy grandes, liebres, conejos, zo-
rras tan grandes como adiues, venados pardosy be-
rrendos, con otraynñnidad de animales. Ay en esta
cordillera, en diuersas partes, vnos valles hondos,
en donde haze grandissima calor, como en la mari-
na, que también se cria aqui la coca, con que tratan
y contratan los españoles y los yndios con ella, que
es la moneda que corre por estas partes, como
los almendrones o cacao en la Nueua España. Ay
en estas partes vna yerua que paresce propiamen-
te al apio, que tiene la ñor amarilla, que sana toda
llaga podrida, y si se pone en parte sana come
la carne hasta el hueso, de que se haze una llaga
muy grande. De manera que esta yerua es buena
para lo malo, y malissima para lo que esta sano, y
aun dizen muchos que esta yerua es muy buena
para sanar las almorranas quando están de fuera.
Los yndios desta serranía, por el gran frió que ha-
ze a sus tiempos vsan todos de vnas ropas de lana
y algodón, con vnas camisetas sin mangas que les
]lega[n] hasta las rodillas, a manera de costales,
y no traen callones, y cobijanse con vnas mantas
sin ata11as,sino que hecban la vna punta al lado
izquierdo, como capa. Y traen en las cabc<;as vnas
hondas ceñidas y largas, y son de grandes fuerzas
y bien fornidos, y todos biuen en buena poh'cia y
en razón, que no es poco entre yndios. Las muge-
502
stos yndios andan g.ilanamente vestidas a su
íi con ropas de algodón o de lana fina, hasta
's, las quales se ciAen con vnas fajas de tres
de ancho y de diez varas en largo. Traen
:ubijas que se ponen sobre los hombros, que
1 liquidas, que les da hasta las corbas. y las
prendidas en los pechos con vnos alfileres de
.le plata o de cobre, que llaman topo, en esta
-=^rdí- Estos vestidos vsan en toda esta
lia, j- son ellas, por la mayor parte, grandes
adoras, y ayudan mucho a sus mandos en
tiran<^ns y en las guerras quando peleauan.
;unos pueblos dcstos tenían de costumbre las
es labrar los campos, heredades y mahiza-
c tenian, y cargarse, y ellos se quedauan en
sas tcxiendo, hilando y haziendo de comer
US mu^:i'res para quando viniessen de traba-
e fuera. Las casas que tienen son de adobes
it'dra, y algunas dellas son de azotea, y en
is parles las cubren galanamente con mucha
ue terna de gordor de vna braca, que tura
n cinquenta afios, a lo que dizen los yndios.
sierras tan nombradas, según se afirma por
)s mateantes, dizen que comienzan desde la
L Galicia de la Nueua España, hasta dar en
nala, y allí se tuercen y van a dar a Panamá
ombre de Dios, atrauesandu por en medio
dos pueblos marítimos, en donde se haze
jra por donde passan de vn lugar a otro. Pa-
un mas adelante estas sierras y airauiesan
5 tierras de la gouernacion de Pascual de
•oya y por la Gorgona y por las Barbacoas,
503
3' corren por el adelantamiento de Sebastian de
Benalca^ar y atrauiesan por los reynos del Perú,
que van a dar a la gouernacion del Chile, y de alli
van a dar hasta el estrecho de Magallanes. De ma-
nera que tura su correndilla por muchas prouin-
cias y regiones, que es cosa de considerar que se-
rán mas de tres mili y doscientas leguas, que la
mayor parte dellas están pobladas de yndios fero-
zes y de guerra que, plaziendo a Dios, yran los
xpianos a visitallos.
CAPITULO LVIIl
EN DONDE SE DA NOTICIA DE LOS MUY GRANDES RÍOS
QUE SALEN DESTAS PROUINCXAS Y REGIONES DEL PERÚ,
QUE VAN A DAR A LA MAR DEL NORTE, Y CUENTA QUIE-
NES FUERON LOS QUE LOS DESCUBRIERON POR AQUE-
LLAS PARTES, Y DE LA YERUA ESCORgONELA QUE AY
Destas sierras arriba contadas y de las sierras
de los Andes, como abaxo diremos, nascen los
muy nombrados y poderosos rios que van a parar
a la mar del Norte, que son el rio del Darien, el
rio de Veragua, el rio de Cartagena, que descu-
brió el capitán Alonso de Hojeda, que esta en diez
grados de la linea equinocial. Mas adelante está
vn rio muy grande, y luego el de Sancta Martha^
que descubrió Rodrigo de la Bastida en el año de
mili y quinientos y veinte y quatro años, que está
en onze grados de la linea equinocial. Yendo mas
adelante está otro rio muy grande y poderoso que
está hazia el poniente, y por aqueste subió el li-
cenciado Xpoual Ximenez, y después de auer atra-
uesado por las tierras y señorío del gran curaca
Bogotá, que era vn yndio muy anisado, passó ade-
lante con los suyos hasta que llegó al cerro de las
Esmeraldas, que es vn cerro alto, raso y pelado.
505
El curaca y señor deste cerro se llamaua Somodo-
co, el qual, haziendo paces con los xpianos se fue
de buena gana con ellos al dicho cerro y comen-
tando a cauar en la mina sacaron mas de mili y
ochocientas esmeraldas grandes y chicas, y muy
finas y enteras. Estas son las que se vieron y se
contaron, mas empero uvo muchas hurtadas y avn
tragadas por los soldados y escondidas por los yn-
dios de seruicio, porque no se las tomasse el ca-
pitán Ximenez, que fue esta riqueza vna de las ad-
mirables grandezas que a auido en el mundo hasta
este tiempo. En esta tierra de Sancta Martha ay
vna yerua muy pon<;oñosa y pestilencial que lla-
man la manganilla, y con el zumo dell^ vntan los
yndios las flechas quando van a pelear con sus
enemigos, y por pequeña herida que haga la flecha
en los hombres, y aun en los animales, los despa-
cha con muerte rabiosa; y esta manganilla es a
manera de vna enzina grande. También se halla
aqui la contrayerua, que a ley de creo, es la hipér-
baton que hallo Alexandro Magno rey de Macedo-
nia, con la qual curó a su grande amigo y capitán
Tholomeo, que en Cataluña, a lo que dizen, se lla-
ma escuergonela, aunque otros la llaman rosa sil-
uestre, y los latinos la llaman cinorrodon. La tra-
ga y manera desta yerua, o planta, según lo refie-
re el Doctor Monardes, es muy linda y hermosa a
la vista de todos los que la miran, y la naturaleza
la pintó muy galana, como cosa que auia de apro-
uechar a todo el genero humano. Es de altura de
vn codo, poco mas o menos; tiene la hoja a mane-
ra de achicoria quando esta muy adulta, algo mas
la que ang<
:e y se estii
mismo es li
lio que se s
a, y su cok
redondos, i
dellos hecí
dolidos, COI
a]gQ a los
de Mayo s¡i
:t.tdas, de i
Lodo, se hi
;lliis hojas:
asol. que (
Sn del mes
Jilos se torr
tas muy en
1 otoño, en
ite, y pasa(
ta. La rayz
i y pesada;
a las hojas
1 la misma
tira a negrc
la de si vn
ida blanca
:e por la m
tienen huir
lida en el |
s muchas v
> que nasce
lan de la I
507
con otros muchos y bien nombrados rios qm
dos se ajuntaa muy lexos de aquí y van a pai
la mar del Norte, como atrás queda dicho. En
rio de la Plata sembró Sebastian Gaboto cim
ta y dos granos de trigo en el mes de Setiemb
cogió cinqiienta mili granos de trigo por el mi
Deziembre. Assimismo nasce en estas partes ■
muy nombrado que descubrió Vicente Yañes
íon en el año de mili y quinientos y quareí
dos, llamándolo el Marañon, el qual nace junti
cibdad de Quito, en el pueblo de Moyobamba
dizen ser el mayor rio que ay en entrambos
dos, y en el ay muchas yslas pobladas. El qua
ne Su corriente cassi siempre por debaxo d<
linea equinocial, como añrman muchos que le
visto y andado, que corre mas de mili y quinii
leguas, y assi dizen que tiene de boca en la e
da de la mar cinquenta leguas de ancho. Peri
las grandes bueltas que va dando por la tier
ha de entender que no corre tantas leguas, qu'
camino derecho serán no mas de sietecientE
guas, poco mas O menos, que con todo es de |
de admiración, si es assi como se cuenta (]] ;
esto le llaman algunos el mar dulce. Otros i
que este es otro rio que descubrió Francisc
Orellana, el nqmbre del qual se le puso en e
pasado {'¿) de 1543 quando fue con Gonzalo Fi<
a la conquista de la Canela. Cresce la mar
¡D M*rnflon.-<Nu> marfini
queste no
ibocadero
ocíal y en
inte legua:
uando Goi
a esta co
is de aqu<
yendo por
o llamado
ií canela, s
ly grande
capullos c
[a, hojas, i
' sabor de
rirtud com
alo Pi^arT
; hombres
quatro mi
reos, llega
> a ellos di
:mb]o la ti
le sesenta
lartes y u
y cayo ta
irse alli, y
pañoles pa
o mas de
>, [y] llega
aze este p(
It. M </.
509
peña bíua, que terna mas de cient estados de hon-
dura, y [es] la canal que llaman Pongo, que quiere
dezir puerta; es ancha de quarenta pies por donde
se cuela el agua. Y el salto que haze el rio hasta
abaxo, al parescer de todos los que lo vieron, di-
zen que terna mas de ciento y cinquenta estados,,
que cierto es cosa marauillosa, que en todo el
mundo no aura otro tal salto de rio como este.
Gongalo Pigarro y los suyos passaron de la otra
vanda deste rio por vna puente de madera que hi-
zieron sobre la espantosa canal, porque los yndios
naturales les dixeron que de la otra parte del rio-
era mejor tierra y que alia auia vn gran señor yn-
dio muy rico que la mandaua toda. Por tanto, cre-
yendo los españoles todo esto, passaron la canal
llenando todos ellos los oydos atapados con trapos,,
o con algodón, por no ensordecer del ruydo mu}-
grande que haze el agua al tiempo que cae abaxa
en el plan del agua. Este grandissimo ruydo oye-
ron antes que a el llegassen, mas de treynta le-
guas, y tuuieron entendido siempre que era la re-
saca y tumbo que hazia la mar en la costa, y que
estañan muy cerca della y nunca acabañan de lle-
gar a ella. Pues caminando estos hombres vieron
que los yndios les auian mentido, porque la tierra
fue peor, que era mas poblada y montuosa, porque
no vieron al gran señor que les dixeron, sino mu-
chos yndios muy pobres, sin hallar ninguna de la
riqueza que buscauan, ni en donde pudiessen ha-
zer alguna habitación para en ella descansar o te-
ner de comer. Pues andando desta suerte les falto
la comida, que no la hallauan en las partes por
issauan, por k
lleuauan, sedi<
la hambre que
ados de diuersas maneras, con que se mantu-
)n muchos dias- Aqui se hallo vn pece ancho
nilloso que llaman tramielga, y este genero
aseado es Uso y sin escamas, y tiene estrafia
iedad, que se esconde entre la arena y desde
■ntorpece y pasma a los demás peces que por
>as5an, y assi los ca<;a y se los come. La pon-
! del qual es muy grande, que en hasiendo o
ndo en el anzuelo o cebo que tiene, passa por
dal y va por la caña, hasta dar en el bra?o,
los entumece de tal manera que queda el hom-
sin sentido y pasmado. Desta manera aconte-
on muchos destos soldados con aqueste pes-
>, mas después sanauan luego y ninguno muria
), mas con todo esto no dexaron de pescar, por
ucha hambre que tenian, y quando sacauan de
amíelga se la comían, que dizen que no les ha-
lingun mal. Y con esto caminaron muchas mas
as adelante, descubriendo muchas tierras, en
Je hallaron en este paraje algunas pobla^ones,
que la gente desnuda, y sin hallar ninguna de
queza que buscauan. Por lo qual yuan los sol-
)s muy desesperados y estuuieron muchas ve-
1 canto de matar a Gonzalo Pi^rro porque
lleuaua a morir por tierras pobres y no 5»bi'
sin hallar que comer,ni mantas de algodón pa-
azer camisas y de vestir. Como los yndios que
auan de seruicio, juntamente los cauallos, co-
auian andado tantas leguas cateados del far-
511
daje de los soldados, y como auian sido muy
bajados los vnos y los otros, murieron mucho:
líos en el camino, por lo qual hizieron vna b.
bien grande en aquel río, metieron en ella toe
fardaje que tenian y dieron el cargo de la b:
al capitán Francisco de Orellana, con sesenta I
bres que yuan enfermos, que ya no podían c
nar de puro cansados y despeados y bien acá
turados; fueles mandado que lleuassen la b
poco a poco riberas del rio abaxo, y que cada
che parasse junto al real para tomar lo que i
ssen menester los soldados, y assi se hazia,
atauan la barca a vn árbol grande con vnas c
das muy rezias que hizieron de los la<;os y re
que lleuauan. Caminando mas adelante top;
vn otro rio muy grande y mayor que el prim
en donde se tiiuo gran diñcultad en lo passa
comono lo passaron, dieron todos la buelta
mucho plazer y alegría, aunque con gran pesí
no auer hallado otro pueblo de Casamalca ;
otro Atagualpa. El capitán Francisco de Orell
como yoa en la barca, liego a la junta destos
ríos tan poderosos, la qual passaron con gr.
ssimo peligro de las vidas por amor de la gra
saca que hazian estos dos ríos al tiempo qi
ajuntauan el vno con el otro. Y quando Fran<
de Oi'ellana y los suyos yuan nauegando por
rio vieron en las riberas del muchos yndios de
rra, y en vna parte del vieron vna yndia va
que peleaua animosamente con arco y ñecl
macana, por lo qual el Orellana llamo al río, c
Amacenas. Como el capitán lleuau.i algunos
512
jT auiendo hecho otra barca bien grande
;e metieron la mitad detios, y sin tener
: Gonzalo Pitarro, se fue a España con
le los suyos que le auian de dar fabor y
iu negocio. Y llegado a España pidió a
ad la conduta y merced de la conquista
tierra, atribuyendo a si mismo los gas-
inos y descubrimiento deste tan pode-
I qual llamo de su nombre, aunque otros
lo nombro de las Amai;onas. Su Mages-
do entendido ser todo assi lo que Fran-
rclliina le auia ynformado y dicho jun-
>n los suyos, le hizo la merced del Ade-
o y generelato de aquel rio, con tantas
-ircuyio de districto y jurisdicion, y es-
endo la gente a costa del rey y para vr
lista, te dio vna muy grande enfermedad
rio en breues días. De manera que de
y veinte soldados que Gonzalo Pí<;arro
tierras de la Canela no boluieron cien-
s yndios de paz que auian lleuado de car-
ruido, cassi todos murieron, y también
íeron muchos cauallos, de cansados, y
omieron. Los pocos soldados que queda-
iiieron a la cibdad de Quito, a pie como
eros, desnudos, descalzos y llagados en
is con mataduras como bestias, por traer
ius comidas, que la ropa que tenían se
jado Francisco de Orellana, y della se
>drído y hecho pedamos. De manera que
i tristes soldados llegaron a Quito muy
i en los pies y piernas, y las manos hin-
513
chadas y comidas de mosquitos, qae los ay
aqai infinitissimos; de noche aaía de los t^aDcui
y de dia los sexenes o zinifes. Llegaron, puí
esta cíbdad mny destrocados, Bacos y desfigí
dos, y las barbas y cabellos bien crescidos y
gos, que a duras penas los conoscian los vezi
qae los vieron salir desta cíbdad muy soben
hinchados y phanfairones, a cabo de dos añc
medio que por alia estouieron. Aqui es dond
dize por los que fueron en esta jornada, que
chas vezas Gon^lo Pi^arro lleuaua acuestas :
soldados enfermos que ya no podían andar ni
ssar adelante, y les daña a comer yernas coz
y rayzes no conoscidas, de que recebían gran
uio y consuelo. De manera que todos estos
que van a parar a la mar del Norte son los
nascen a las vertientes de aquella parte, poi
los que nascen a las vertientes de acá vienen i
rar a esta mar del Sur, y quando llegan a los
nos no vienen tan grandes como los otros po
que adelante diremos breuemente.
5B
han andado vna, assi que no solamente los
bres se despean, mas aun también las bf
quando passan por aquí se encalman. Des
pueblo de Tumbez hasta la prouincia del
nunca ha llouido jamas; la causa dello, dJze
que mas saben, que como reyna por aquí el v
Sur y corre siempre de noche y de dia con
dissima furia, que no dexa subir los vapores
humidad del agua de la mar, ni de los ríos,
arriba. Y que si algunos vapores suben, que
los arrebata lu ferocidad del viento y los t
hazia las tierras de las Barbacoas o Gorg
que es mas alia del rio Piru, en donde casi te
año Ilueue desatinadamente, y por aqui ha
fosyndios encima de arboles altos, a mane
picabas, y tienen sus casas hechas encima de
suben a ellas por vnas escaleras leuadizas-
dizen que el no llouer en estos llanos es por 1
se a visto y considerado y aun se a platici
conmunicado con personas sabias que entíi
desto, y es que el verano que haze en la sier
mientpa (i) por Abril y tura sucessiuamente
el mes de Setiembre, y por Otubre entra ya i
uierno y tura hasta el mes de Mar9o. De
que en lo tocante al tiempo es poco lo que di
de España, y assi los campos se agostan
tiempos y demoras. Mas en estos llanos junt
mar del Sur, cerca de donde están pobladi
cibdades de Lima, Truxillo, Sant Miguel
otros lugares de la marina , tenérnoslo m
(O Mt..
516
ario de todo lo sobredicho, porque quando
sierra es verano, en estos llanos de acá abaxo
uierno, que cierto es cosa de considerar tan
lissima difTerencia que ay dentro de vna mis-
írra y en vn reyno. Y lo que es mas de no-
ue en nlp^unas partes los hombres salen por
nana de tierra donde Uueue como en £spa-
antes de vísperas se hallan donde jamas ba
o. Porque solo desde principio de Otubre
adelante haze muy gran roció que mata muy
;1 poluo. Y assi passan algunos dias que es-
endose el sol entre las espesuras de los nu-
s no es visto, de los quales en ynuierno anda
muj' cubierto, sin llouer; solo caen las rocia-
ue tengo dicho. Y como la serranía esta alto
llanos están bien baxos, parcsce que atrae
os nublados, sin los dexar parar en los altos,
que quando las aguas en lo alto son natura-
leue mucho en la sierra, y no en los llanos,
haze gran calor en ellos, y nssí por este
o vienen los ríos de monte a monte muy
les. En todos estos llanos se coge dos vezes
aflo trigo, mahiz, y otros sembrados vna vez,
lo haze tiempo de muchas y grandes nebli-
[ue es el ynuierno en estos llanos. Y la otra
ando es verano [y] en la primavera, porque
gan todas estas tierras con el agua que sacan
i rios que vienen de la sierra, porsus acequias,
esto no llegan a la mar los rios, ya que llegan
ly poco o no nada. Riberas destos rios biuen
ndios que llaman yungas porque habitan en
i llana y de gran calor, y como son valles an-
^ »1
517
'•^sn
chos y sombríos se crían en ellos muchas y díuer-
sas frutas, assi de las de Castilla como de las de la
tierra. Tienen los yndios sus casas debaxo de arbo •
les, que son vnos cercados de cañas sin cobertura,
que parescen corrales de ouejas, y no las cubren a
causa que nunca Ilueue por aquí, como arribaque-
da dicho. En estos valles tan frescos se crian vnos
arboles muy altos y gordos que llaman moUi, que
hecha de si vna fruta colorada, en razimo como
uvas, del tamaño de garuan^os, de que se haze vn
vino que paresce propiamente aloque de Castilla.
Este vino tinto o aloque es muy bueno para beuer
y es bien saludable y tiene mas otras muchas vir-
tudes y excelencias que son medecinales, con la
goma que nasce del. También beuen todos de otro
genero de vino que llaman chicha, que se haze de
mahiz mascado con la boca. Assimismo se haze
de vna planta de altor de vn estado, que llaman
quinua, que paresce mucho al bledo, y el vino que
se haze della paresce mucho en la color al vino
tinto de Castilla, porque la semilla es colorada y
es también saludable cosa, y todo breuaje que se
haze en esta tierra llaman chicha o azua. Ay en
estos llanos aquel muy nombrado árbol llamado
acacio, que cresce en abundancia en esta tierra,
de que haze mincion del PedacioDiascorides Anas-
barbeo en su libro De las propiedades de arboles
yplantaSy que los yndios llaman en su lengua, gua-
cia, el qual tiene muchas virtudes medecinales.
Assimismo ay en esta tierra vnos arboles cuyas
hojas en tocándolas con las manos luego se secan
y se caen, y la causa deste secreto nadie lo sabe
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ien \'a
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preciai
ue llar
icmbn
Lta, y 1
on elli
y las o
liando
)sa aqi
519
desmenuzada entre las oíanos la meten en la boca
entre los dientes, o muelas y labrios, la qual meten
con tres dedos, con una poca de cal molida, para
que le[s] dé mas fuerza, y assi no sienten cansan-
cio. Es de tan grandissima virtud y subtancia que,
como hemos dicho, los yndios no comen ni beuen
mas de vna vez al dia, y aquello luego de mañana,
hasta la noche, y mudan la coca de quando en
quando y tornan de nueuo a poner mas con la di-
cha cal. Y assi dizen que les da gran fuerga y
aliento y que no sienten ningún trabaxo y labor
que hagan, y traen esta coca seca en vnas bolsi-
llas hechas aposta, y en vnas calabacillas traen la
cal, con las bocas angostas, y un palillo por tapa-
dero que llega hasta la cal, al qual mojan y luego
sacan la cal y la passan por la boca, y las traen
colgadas al pescuezo para quando lo han menester.
n.
521
ter que tienen, que siempre andan hediendo a pes-
cado En esta pesca toman muchos lobos marinos
y se los comen cozidos, o asados en las brasas, y
con las barbas que les quitan se alimpian con ellas
los dientes, y dizen que quita el dolor de las mue-
las y dientes; y junto al puerto de Payta ay vna
isla grande que por auer en ella gran multitud de-
líos tiene el nombre positiuo de Lobos. Vna cosa
de notar vide en vn lobo destos que yo y mis treze
compañeros matamos, que auia dado al traues,
junto al pueblo de Guambacho, que era de los fray-
Íes mercenarios, al qual abrimos y vimos que tenia
vnos grandes guijarros en el buche, como los tie-
nen los lagartos; tengo para mi que los traen por
lastre quando quieren dormir o descansar a su sa-
bor. Mas empero son muy rezios y ligeros, ferozes
y de fea catadura y grandes enemigos de los tibu-
rones, los quales se persiguen mortalmente y con
mucha rauia y furia se hazen todo el mal y daño
que pueden, porque en topándose los vnos y los
otros se combaten reziamente hasta matarse. Las
lobas paren dos lobeznos cada vez, a los quales
crian con dos tetas que tienen en los pechos, a ma-
nera de perras, debaxo de dos alas; el pelo tienen
muy hermoso y negro, como vn terciopelo, y otros
ay que lo tienen bermejo, y otros pardos, y son
grandes de diez y siete pies, y de ocho en redondo,
y tienen dos andenes de dientes muy agudos, como
diamantes; las cintas y talabartas que se hazen de
los pellejos o cueros destos lobos son buenos para
los que son enfermos de ríñones o de lomos, y la
muger preñada que truxere vn ceñidor destos, di-
522
í no terna mal parto, medL-iate Dios, Los
matan muchas deslos lobos quando salen
;1 agua, que es cosa marauillosa ver su dis-
d y fiereza, como hemos dicho, porque es
I y de mala caladura, tiene grandes fuerzas
bravos muy gordos y cortos y con grandes
la cola de pescado. Los buytres, quando
matar algún lobo, se ajuman muchos de-
el ayre y viendo al lobo en seco, o sobre
, arremeten- con gran velocidad a el y le
porña, qual a los ojos, qunl a los lomos,
os bracos y a la cola, hasta que lo cansan,
nanera le dan tantos picagos que lo de-
1 y matan y se lo comen, que no dcsan
guna cosa , y es gran deporte ver esta
da y batalla naual entre ellos, los saltos
obo da en el ayre, en vano, por vengarse
oi;er o matar algún buytre. Ay grandissi-
tidad destos buytres por toda esta costa y
y grandes en dcmasia, que muchos dellos
de vna punta de la ala a la otra mas de diez
palmos en largo, y los cañones son tan
casi como el dedo miñique de la mano de
ibre. Assimismo ay vnas aues muy grandes
na, ni sin alas, las quales por marauílla sa-
mar, sino que siempre andan encima del
tías empero tienen vn vello muy delgado y
que en tiempo de los Yngas hazian del
cas mantas, y los sefiores las trayan por
ísta y gala, que parescian bien con ellas en
era y talle, y crian en peñascos que están
igua de la mar. Yo tuue dos mantas deslas.
523
bien grandes, hechas deste vello, y vn colchón con
pelos de liebre por lana, que me dio vn curaca
amigo mió que era gran señor del pueblo de Chin-
chas, que es de Su Magestad, y cierto son muy ca-
lientes, que me aprouecharon mucho en las tierras
frias que anduue. También ay otras muchas y di-
uersas aues de toda ralea, y de rapiña, como son
águilas, gauilanes, neblis, azores, halcones, giri-
faltes, cueruos, auras, y buhos muy grandes, con
otra multitud dellas. Pues ¿qué diremos de las per-
dizes, codornices, papagayos, ruyseñores, calan-
drias, tórtolas, faysanes, garbas, grullas, ansaro-
nes, patos gergueritos, tordos, tórtolas, palomas
torcaces, y duendos, gorriones, aniones, golondri-
nas, que ay en esta tierra, con otras muchas diuer-
sidades de aues que se crian mansas, que seria
gran proligidad contallas? Los tiburones que ay
por esta mar son muy grandes a marauilla, y las
tiburonas paren de vna vez y de vn parto veynte
o treynta tiburoncillos; dizen que no paren mas en
toda la vida sino vna vez, que si todas parieran
cada año, que fueran mas los tiburones que todos
los peces de la mar. Algunos tiburones destos ay
de diez o doze pies de largo y de siete pies en re-
dondo; tienen gran boca y mayor el buche, y tie-
nen dos andenes de dientes muy agudos, como
Sierra de azero muy rezio y fuerte. Assimismo
tienen el cuero de vn tollo blanco, y quando los
toman y ñsgan los marineros y passajeros, los
preparan con azeite y ajos y se los comen gentil-
mente, cozidos, y los machos, dizen que tienen dos
miembros viriles, que con ellos engendran, lo que
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525
de que se hazen peda90S y se los comen muy gen-
tilmente. Y estos tales pájaros, si se encami^asse»
en los españoles y en los yndios viaandantes, á ley
de creo que harían muchos y grandes males en
ellos, que después no auria ninguno que se atre-
uiesse yr ni andar por estos caminos, por el gran
peligro que uviera por ellos. Mas Dios Nuestro-
Señor, como piadoso, con su gran misericordia
proueyo como prouee en todas las cosas, que los^
hizo mansos y no crueles ni carniceros de carne
humana, porque si lo fueran, ¡guay! de todos los-
caminantes yentes y vinientes, porque fueran de-
1 los muertos.
CAPITULO LXI
EN DONDE SE TORNA A PROSEGUIR TODAVÍA LA MISMA
CORDILLERA, CONTANDO OTRAS MUCHAS COSAS DELLA,
Y DE VNA MANERA DE PESCA MUY ESTRAÑA QUE SE
HAZE EN ESTAS PARTES POR LOS YNDIOS, Y SE CUENTA
DE LA TERCERA CORDILLERA DE LOS ANOBS Y LO QUE
A Y EN ESTAS TIERRAS
Los yndios que habitan y están en estos valles
de los llanos, digo que por la mayor parte son muy
jíroseros, sucios, ynabíles y para poco y no nada
politicos, porque todos andan desnudos en cueros,
a causa de las grrandes calores que haze, principal-
mente los que habitan debaxo de la tórrida zona o
linea equinocial. Yquando vienen a ponerse alguna
manta para cubrirsse, es muy delgada, y crian ca-
bellos, como mujeres, y se los atan y tran9an en la
cabe<;a con vnas cintas de diuersas colores, y son
enemigos de tener barbas, como también los yn-
dios de la sierra, y quando les nasce se las arran-
can con vnas tenazuelas que tienen, o con otra
cosa. Las yndias, cassi todas ellas andan desnudas
todo el año, y traen vnas pampanillas de liento
delgado para cubrirse la cosa, si es casada, y si
es virgen y donzella, que llaman china, aunque
^
527
sea de veinte años no se ponen nada, antes andan
desnudas en cueros, y agora quando veen á loses-
pañoles se ponen vna camisa o habito muy largo
hasta los pies, de vn liento muy delgado, que se
trasluce todo lo que tiene[n]. Traen los cabellos
sueltos por las espaldas, sin tran^allos, y ponense
por affeite vn poco de bermellón ó de almagre,
pintándose las caras de mili maneras, que pares-
cen al demonio, y por marauilla se lauan las
caras, ni el cuerpo, y por esso andan muy sucias
y hediondas, que si se lauassen no tienen sino
buen parescer y de buen rostro. Hablan todos
quantos yndios ay en la sierra y en estos llanos,
muchas y muy differentes lenguajes, que es suya
propia natural dellos, mas empero hablan todos
generalmente la lengua del Cuzco que Topa Ynga,
o por mejor dezir, Pachacoti Capac Yñga Yupan-
gue, mando a todos sus vasallos, chicos y grandes,
la deprendiessen, so pena de muerte. En las cortes
destos Yngas auia gran multitud de muchachos
hijos de curacas y de grandes señores de toda la
tierra, que siruian al Ynga y a los demás Yngas
parientes suyos, en donde deprendían la lengua
del Cuzco, y los muchachos que no la sabian la
deprendían en las escuelas de los maestros que en
cada pueblo auia, y assi corría por toda la tierra
este lenguaje. Los yndios del pueblo de Payta, de
Puerto Viejo, de Tumbez, y de la ynsula de la
Apuna, y los de toda la marina, vssauan de ynme-
morable tiempo acá, y el día de oy lo ussan, de
vnas balsas de madera liuiana y seca, y de cañas,
con unas velas latinas trianguladas y con un ti-
523
1 en la popa. Quando quieren pescar entran en
s y se van por la mar adelante mas de quatro
ias, con las velas tendidas, en viniendo el te-
1, y en tomando el pescado les sacan los ojos y
os comen lindamente sin tener ningún asco. Di-
los yndios que si no les comen los ojos, que des-
s no tomarán pescado alguno por mas que tra-
en, y assi pescan con redes lar-jas y con bar-
es, y con varas tostadas, y después de medio
, viniendo la marea, se bueluen a tierra con las
is tendidas vías balsas cargadas de muchos
leros de pescados. Dizen mas, que esta manera
lauegar que lo deprendieron de sus antepassa-
y que aquellos lo deprendieron de vn hombre
auia venido por la mar y aportado allí en vna
■>a con velas como agora las vssan ellos. Y que
ite hombre llamaron Viracocha, que quiere de-
espuma de la mar, o manteca de la mar, y
la mar lo engendro y que no tuuo padre ni
dre, y como después aportaron los espaflo-
a estas tierras en nauios, los llaman el dia de
Viracocha. Y que este mismo anduuo mucho
upo entre sus antepassados, enseñándoles bue-
doctrina y policía, y que después no supieron a
ide auia ydo a parar, y que era buen hombre,
ue hablaua como ellos; tienese entendido por
españoles que dcuío de ser algún discípulo de
discípulos del Seflor, que passo por aquí predi-
idoles. En el pueblo de Tiaguanaco, que es en
trouincia de Atún Collao, estaua hecho vn es-
co quadrado, en donde auía a la continua mu-
i agua, que después quando yo lo vide estaua
529
ya seco, y alli estaua vna estatua de piedra muy
lisa, de altor de vn estado, el qual tenia vna ropa
larga hasta los pies, y vn bulto como libro, que
tenia en la mano izquierda, y en la derecha vn
bordón; tenia mas vnas suelas por <;apatos, abro-
chados con dos correas por encima del empeyne,
y vn medio capirote como de frayle, todo lo qual
estaua hecho de bulto, de vna piedra muy lisa, que
parescia al natural, y deste dizen que hizo en estas
prouincias muchas cosas muy buenas. Y que les
dixó que vernian tiempos que auian de aportar
por estas tierras muchos hombres barbados como
el, y que en llegando los rescibiessen muy bien y
de paz, y que ellos lo hizieran assi si no fuera por
amor de Atagualipa Ynga, que tuuo entendido que
venían a faborescer a su hermano G[u]ascar Ynga,
y que por esso les dio guerra. En este pueblo de
Guanuco vide vna piedra que era toda entera, la
qual medi y tenia treinta y ocho pies de largo y
diez y ocho pies en ancho, y el grueso era de seis
pies, que toda ella era muy lisa, y estaua hecha de-
11a vna puerta, la qual piedra y la del bulto del
discípulo Viracocha, dizen los naturales que la
truxeron cinquenta leguas de alli, de las sierras de
los Andes. Y esta puerta era de vna casa muy
grande que auian hecho para en que se aposenta*
sse el discípulo Viracocha, la qual estaua cayda y
arruinada con la diuturnidad del tiempo. Estos
yndios pescan de otra manera muy estraña, que
ellos llaman pesca real, y es que entran muchos
grandes nadadores bien adentro de la mar, y es-
tando ya bien alongados se ponen en hila como
G. D« Sahta Clara.— IV, —S.* 34
530
quando van a buscar la caza acá cu la tierra, y
vienen hazia la costa en ala gritando y braceando
y haziendo gran ruydo en el agua, y con esto se
vienen acercando y traen antecogidos mucha di-
uersidad de pescados a la lengua del ag^ua. Están
muchos yndios aguardando en tierra con redes
muy larcas y con muchas mantas delgadas, \' como
los nadadores llegan cerca se meten estotros de
refresco en el agua y tienden sus redes largas y
mantas grandes, y toman grandissima cantidad de
pescados, que después se lo llenan a sus casas, de
que se podrían cargar dos nauios del pescado que
sacan de vna vez. Peligran muchos yndios con es-
ta manera de pesca, porque, o se los comen tibu-
rones, o los destripan otros pescados grandes, por
huyrse, o se pungan con algunas espinas de pesca-
dos ponzoñosos. También se ahogan muchos de-
llos faltándoles el aliento y las fuerzas para nadar,
y los parientes de los yndios muertos lo dan por
bien empleado y no se les da cosa alguna, especial-
mente si aquel día han tomado mucho pescado.
Otra manera ay de pesca mas empero segura y
sin peliííro, y como ellos dizen cauallerosa, y es
que van de noche mucha cantidad de yndios por la
mar adelante en muchas balsas y llenan grandes
luminarias y lumbres encendidas de tea o pino. Y
como estos van desta manera, encandilan los pes-
cados que abobados y atónitos se paran a mirar la
lumbre como cosa nunca vista por ellos y luego se
vienen allegando a las balsas, y alli los harponean
y ñechan, o los toman a mano, y en esta forma to-
man grandissima cantidad de díuersos pescados.
531
Después que han hecho esta pesca se buelue» to-
dos a tierra muy contentos y alegres, en donde
ay otros muchos yndios que los están aguardan-
do, y allí toman todos el pescado quq traen y
lo lleuan a sus casas, en donde las mugeres de-
]los salan los grandes, guardándolo para el tiem-
po del menester. Después que han tomado mu.
chos pescados, como ay muchos chicos, venida
la mañana las mismas mugeres de todos ellos
no hazen otra cosa sino es assar muchos dellos,
o los cuezen en ollas grandes al fuego que tie-
nen ya hecho. Y con esto hazen los yndios gran-
des [fiestas] en cantar y baylar, emborrachando-
sse todo el dia y la noche con el vino o chicha
que esta hecho por las mugeres, y assi hazen
otros juegos y fiestas de mucho plazer y contento,
regocijándose assi los hombres como las mugeres,
porque ellas se hallan a todas estas fiestas y pía*
zeres. Esto basta dezir en quanto a lo que toca de
la segunda cordillera, aunque auia otras muchas
particulares (1) cosas que tratar, y agora venga-
mos a tratar de la tercera cordillera, que son las
sierras que todos llaman de los Andes, que por ser
tan asperissimas y muy altas y encumbradas, que
en todo el año están neuadas, no se andan ni cami-
nan, por su maleza y escabrosidad. Porque el Cria-
dor de la naturaleza puso (2) aquella neuada y ho-
rrible cordillera de peñas biuas y cumbres muy al-
tas y valles enhiestos y desesperados, para que
i *
(I) VL^. ^rtícuUridadéS,
(9) Ms« >««# en.
532
los hombres no se atreuan ni ossen entrar ni pa-
ssar por ellos, aunque después, de poco tiempo
acá, los españoles con ánimos varoniles abrieron
con animo de íjran subtileza de yngenio vn poco
de camino para entrar por alia, permitiéndolo
Dios. A esta causa son ynabitables y despobladas,
que no tienen árbol ni yerua, mas empero tienen
en lo baxo dcsias sierras neuadas vnos valles hon-
dos y calientes, aunque de mucha frescura, en
donde habitan muchos j^ndios en muy grandes po-
bla(;ones que alli tienen, en donde ay todo lo que
han menester para substentar la vida humana.
Abaxo de las dichas montañas y en lo poblado de
los valles ay vnas serpientes o culebras en dema-
sía muy «grandes y bien largas, que con su vista
espantan y atemorizan a todos quantos las veen;
di<^o de aquellos que no las conoscen, y si las veen
de repente se tendrán por muertos, porque les cen-
tellan los ojos, que paresce que hechan fuego de-
llos. Mas son ellas tan bobas y tan mansas que no
hazen ningún mal ni daño; aunque se assienten en-
cima del las se están quedas sin mouerse del lu-
<»:ar, y si se bullen es muy despacio y con gran pe-
sadumbre y sin parescer que resciben alteración
o espanto alguno, y assi los que las conoscen no
les hazen ningún mal. Dizen los yndios muy vie-
jos y antigos, que lo oyeron dezir de sus mayores
y antepassados, que estas serpientes o culebras
eran en otro tiempo muy brauas y ponzoñosas, y
que vna yndia vieja, hechizera y gran máxica, las
encantó porque vna destas culebras le mató y co-
mió vna hija hermosa que tenia, de tal manera que
-.1*
533
ellas y todas las demás que auia y las que después
se engendraron quedaron con aquella mansedum-
bre que tienen el dia de oy. Que cierto no parescen
sino vnos morillos bien largos y gordos, tendidos
y hechados en el campo, las quales se atrauiesan
muchas vezes por los caminos y senderos [y] aun-
que las pisan no hazen ningún mouimiento para
hazer algún mal y daño, aunque se assienten sobre
ellas y les hagan mal y las hieran. En estos valles
hondos destas serranías que caen a estas vertien-
tes se da todo quanto ay en los llanos de la mari-
na, por ser la tierra bien caliente, y los yndios
biuen aqui muy sanos, que llegan a edad decrepi-
ta, a causa que participan del frió y de la calor, y
son en estremo valientes y animosos y bien dis-
puestos y altos de cuerpo. Assimismo, en vn valle
destos haze habitación y morada el gran Jairc
Topa Ynga, en la nueua clbdad del Cuzco que su
padre Topa Ynga (^apalla pobló, y no pueden pa-
ssar alia por ser las tierras agras y de grande as-
pereza, como hemos dicho, aunque muchos capita-
nes y buenos soldados han procurado de las .con-
quistar por ser la tierra muy rica; mas verná
tiempo que vayan, Deo /avente (1). Estas sierras
neuadas de los Andes dizen los mas de los pilotos
y marineros que también comienzan su correndi-
lla desde la prouincia de Culiacan, que es de la
Nueua Galicia o Nueua España, y que corren como
las otras sierras menores que tenemos refferido y
que passan por muchas tierras y regiones hasta
(i) Ms. dto faéanie.
i
534
llcíjar al estrecho de Magallanes. De manera que
ya tenemos dicho y concluido con las tres cordille-
ras de las sierras que ay en estas partes, diziendo
lo que en cada vna dellas ay, aunque breuemente,
porque ay otras muchas y diuersas cosas que dezir
destas prouincias tan abundantissiraas de oro y
piala y de esmeraldas, porque ay ampia materia
para ello, y assi lo dexaremos para que otro lo di-
¡!^[i mas estensamente con su eloquencia.
CAPITULO LXn
ÜN DONDE SE CUENTA BREUEMENTE DE LA CK.
UOSIDAD Y DERECHURA (1) DE DOS CAHINOS
QUE LOS YNDIOS Y HESORES YNGAS DESTAS PRO
MANDARON HAZER EN LAS SIERRAS Y KN LOS
CERCA DE LA COSTA DK LA MAB
Engrandescen y subliman en gran mar
dos los amigos historiadores romanos la;
que en sus tiempos hizieron los consulef
cibdadanos, assi en las guerras que acomi
que eran muy dudosas y aun asaz peligrosa
en las que edifficaron dentro de Roma y fu
lia, las quales tienen por admirables y de gi
rautlla, de que nos prouocan a tener que c
rar, Y como leemos estas cosas y las oym
tar, las tenemos agora a gran marautlla
cassi sobrenaturales, porque a la verdad
ellas fueron humanas, hechas y forjadas p<
bres esforzados y animosos, y qtros yng
y de buen entendimiento, porque en aquel
fueron señores de la mayor parte del mund<
esto he dicho n fin que con mas justa causa
nos auiamos de admirar mas de las gram
53t)
obras que los Viij-ab hízieron en estas tierras v
prouincias del Perú, con ser vna gente barbara y
sin letras; aunque los yndios eran de mucho enten-
dimiento, no fue tanto, que fue vna zifra a lo que
los antioQs romanos y jariegos lo fueron en aquel
tiempo. Porque los romanos y griegos fueron sa-
pientíbsimos, y junto con esto bien esffor^ados, no
me mirauillo que hízíessen cosas dignas de gran
loor y alabanza; mas estos Yngas me paresce que
no menos meresccn ser alabados de sus obras y
de las «grandezas que hízieron sin tener ninguna de
la sabiduria que los griegos y romanos tuuieron.
En verdad que si estos Yngas tuuieran coronistas
que pussieran por memoria y en escripto los he-
chos de todos ellos y de sus capitanes y fuertes
soldados, nos dieran noticia y contaran de todas
ellas. Assimismo nos dieran relación y contaran
de las fabricas y obras que hizieron en sus tierras;
ique de cosas marauillosas y dignas de gran loor
y alabanva nos dixeran, que las de los romanos no
fueran nada en comparación de lo que estos seño-
res Yngas hizieron! Todo lo qual auemos visto
agora todo mudado, anichilado y por el suelo cay-
do y arruynado con la diuturnidad del tiempo que
ha passado, porque no ha auido quien lo mandasse
reparar ni adobar, porque ya eran (1) muertos los
que lo auian de hazer. Allende de todo esto, con
las guerras mas que ciuiles que uvo en estas par-
tes entre los mismos señores Yngas y sus" capiu-
nes, vnos con otros, y principalmente las muy
(i) Ms._;'íi eran ya.
537
crueles guerras y destruyciones que los fueri
pañoles híEíeron en todas estas prouincias
cosa digo, que [si] como Tue poblada esta
{de gente] desnuda y sin armas deffensiuas y
siuas, la uvieran poblado gente de razón y
armada y tuuiera artillería y arcabucería i
nos cauallos, primero que tomaran tierra en
puerto, que fueran por ellos muertos y hech
da90s cruelmente; mas con todo esto fue gra
multitud de los españoles que en ella muríe
manos de los yndios. En ñn, al Gn la quisttor
lea fue con yndios desnudos que no alean
ningunas armas como las tienen los españolo
si essas tuuieran, ¿quien bastara a tomar poi
^a aquella gran fortaleza del Cuzco, con las
fuerzas que estauan en Tumbez y en otras p
Mas, {que digo? aunque estas gentes fuerai
fuertes y de grande animo y tuuieran las .
que se pueda pensar, ¿donde no entraran y
ran los ynuencibles españoles, con el gran v
animo que tienen, que no las conquistaran,
lo han hecho en Roma, en Ytalia, en Franí
Alemana y en otras partes, como en tierra (
ros y turcos, y agora en estas partes de 1í
días, que con gran virtud y esfuerzo y valen
lo han todo subjetado y puesto debaxo de 1
corona de Castilla con el calor de los reyes
Mas con todo esto los españoles tuuieron tan
hazerconellos,que con ánimos ynuencibles I
menester las fuer9as que mostraron, hasta q
ayuda de Dios, cuya causa ampUfhcauan, le
cicron, para que se ptantasse entre ellos n
sánela fee catholica y se p
í<;elio pura que todos se
noscimiento de Dios ven
sjaftudos el demonio. ;Qu
pudo ser [que] la que est
que possivan desde la pr
Pasto hasta las tierras y
que ay de vna parle a otn
poco mas o menos de lon<
cias y re;;¡one5 ganaron '.
mas, en donde ellos y sus
mas cosas de gran alabaí
esfuerzo, que si estuuiera
aun su calidad, nos puss
cton. Pues las subtilezas
contra sus enemigos y co
guerra que tenían, y aquf
trauan en las batallas qu
peleauan, sin duda que
admirables, por lo que S(
Atagualipa Ynga, que 1
ron estas prouincias, y
cados en la oibdad del Cl
el esfuerzo y animo que t
y destreza que entonces
suhjctaron muchas y diu
y prouincias que ay en es
en la serrania como en lo;
se pussieron debaxo del
Yngas. Mas desado esto
¿que mayor grandeza pi
reales que los Yngas mai
T —
i-t^'
539
se contiene en la costa de la mar, y el otro por la
serranía, los quales estañan bien abiertos y lim-
pios, que eran de longitud de mili leguas? Estos
dos caminos yuan tan derechos que era cosa ma-
rauillosa vellos en aquel tiempo de la felicidad y
prosperidad, como muchos de los primeros con-
quistadores las vieron, que mas parescian salas
muy limpias y barridas que caminos reales, que
cierto fue esta vna obra la mayor que se a visto
jamas en el mundo, porque sin duda ninguna exce-
dió a todas las obras romanas. Y porque nadie no
piense que hablamos de gracia y que todo esto
que dezimos es hablilla y deuaneo, diremos lo que
se contenia en cada pueblo y lo que hazian los Yn-
gas en ellos. Quanto a 1q primero haremos min-
cion del camino real de ros Llanos, que es en la
costa de la mar, el qual, comentando desde la
, prouincia de Popayan, yendo hazia la gouerna-
cion del Chile, yua por entrambos lados todo ta-
piado con vna muy ancha y gruesa pared de ta-
pias de dos estados y medio de alto, y tenia el ca-
mino de ancho quarenta y cinco pies, poco mas o
menos. A trechos deste camino passauan muchas
azequias de muy linda agua que se traya de qua-
tro o cinco leguas, en donde estañan plantados
mudhos arboles de diuersas frutas de las que en-
tonces auia en la tierra, que gozauan dellas, es-
tando maduras, los Yngas y sus capitanes quan-
do por aqui passauan. De manera que muchas ve-
zes acontecia a estos señores Yngas (1) con toda su
f'..
'1^.,
»a
(l) Tachado: jr.
540
corte y gente de guerra yr debaxo de aquella ar-
boleda, que estaua muy espesa, sin que el sol les
diese ninguna pesadumbre ni les fatigasse, porque
de antenoche lo auian regado con mucha agua,
assi que gozauan por aqui de mucha frescura. Y
lo que se tenia en mas era que estañan muy junto
a las azequias muchos arboles de guanos y de pal-
tas, que son como peras muy grandes, ymullis, que
entre ellos es mu}' preciado árbol y tenido en mu-
cho por los razimos y simiente que produce, para
hazervino aloque, como atrás queda dicho. Esta-
uaná los lados deste camino real otros dos caminos
colaterales que también estañan cerrados con dos
baluartes muy anchos y fuertes, y quando algún
Ynga pasaua por estos tres caminos, el yua en
medio del los y le seguian los que tenian cargo de
Ueuar la litera en que yua, que eran mas de seis-
cientos yndios que arremuda lo lleuauan en hom-
bros. Yuan también acompañándole muchos yndios
principales de su real corte, a los quales lleuauan
en literas muchos yndios en hombros, porque eran
grandes señores y curacas de diuersos pueblos que
tenian licencia de andar en litera, y el gran Ynga
los hazia andar assi por gran magestad, porque
supiessen como tenia muchos vasallos seftores de
gran estado. Los demás yndios principales y sus
capitanes y soldados yuan algo apartados del; los
vnos yuan en la retaguardia, y los otros yuan en
la abanguardia por el mismo camino del medio,
los quales todos yuan cargados tan solamente con
las armas offcnsiuas y defensiuas con las quales
auian de pelear. La otra multitud de los yndios de
541
seruicío y de carga yuan por los otros dos cami-
nos colaterales, que ninguno dellos passaua al ca-
mino o calcada de cnmedio sino era quando el
Ynga los Hamaua, que entrañan por vnos porti-
llos que estañan de trecho a trecho; ni menos pa-
ssauan de la otra vanda (1) al campo por los por-
tillos que tenia, sin gran pena que estaua puesta.
Tan disciplinados estauan estos capitanes y solda-
dos, que caminando o passando por algún puebla
o por algún sembrado ninguno se atreuia a tomar
cosa alguna, y si la tomaua, luego el dueño de la
sementera o de otra cosa lo mataua sin que al ho-
micida se le diesse alguna pena, o le hazia su es-
clauo, o le cortaua la mano derecha v se la col-
gaua al pescuezo y assi lo embiaua. En muchas
partes deste camino real, como es arenoso (2) y
corre[nJ por aqui en sus tiempos muy grandes y
terribles vientos, cegauan y se ciegan los caminos
cqn la mudanza que haze la arena de vna parte a
otra con los vientos terribles que corren. Y para
obuiar esto mandaron los Yngas que se pusiessen
de trecho a trecho muy grandes montones de pie-
dras, como piramidales muy altas, y esto se hazia
en donde no auia tierra para hazer tapias, porque
los viandantes yentes y vinientes no herrassen ni
perdiessen el camino hasta que encontrassen con
las tapias. Assimismo tenían mandado los Yngas
a todos los curacas y señores yndios de los pue-
blos comarcanos, que de mes a mes, o de ciertos
(i) Ms. vanda, van¿a*
(3) Ms. artnotO'^ artn^to.
en ciertos días, saliessen o embiassen muchos yn«
dios a los caminos reales para que los barriessen
y adobasscn, reparándolos sí se aula caydo algu-
na pared o tapia o algún montón de las piedras
piramidales, o estauan cubiertos con la arena.
También por lo consiguiente mando que todas las
azequias de agua que auia por este camino real se
alimpíassen desde sus nascimientos hasta adonde
yuan a parar y a consumir, y que se podassen to-
dos los arboles frutales, chicos y grandes, y los
demás arboles que lleuauan fruta que estauan por
los caminos, porque se guardassen y se conserua-
ssen mucho tiempo, todo lo qual se hazia assi, so
pena de muerte. Deste tan soberuioso camino de
los Llanos ay tantas y tan diuersas cosas que dezir,
con otras muchas grandezas que ay en el, que por
euitar prolixidad las dexo de poner, porque no me
atreuo a contarlas, para que otros de mayor suffí-
ciencia y de mas facundia y eloquencia las diga[p],
y agora se dirá del otro camino que esta en la sie-
rra cerca de los Andes, que cierto es cosa muy ad-
mirable ver su gran brauosidad y lo que en el se
contiene, como abaxo se dirá.
CAPITULO LXIIl
EN DONDE SE PROSIGUE Y CUENTA LA GRAN BRAUOSSI-
DAD DEL OTRO CAMINO REAL QUE SE CONTIENE EN LA
SERRANÍA, Y DE OTRAS MUCHAS Y DIUERSAS COSAS,
QUE LOS YNGAS Y SE5Í0RES DESTAS RIQUISSIMAS PRO-
UIN<;iAS MANDARON HAZER
Pues auemos dicho breuemente j dado cuenta
del camino real de los llanos y las cosas que en el
se contenían, bien sera que con otra breuedad di-
gamos de la g^ran brauosidad del otro camino que
se contiene y esta en la serranía, que llaman el
menor. Cuanto a lo primero, auran de saber que
este camino va tan ancho, y tan espacioso y largo
como el camino de los llanos, excepto que no tiene
aquellas cercas de tapias y baluartes como el otro
camino de los llanos, y si algunas cercas o pare-
des auia eran muy pocas. Era cosa de ver como en
muchas partes yuan, y están el día de oy, cortadas
las grandes sierras ^or medio, que son de bíuas y
rezias peñas, y en otras partes, y el camino esta
hecho de cal y canto y de argamasa muy fuerte-
mente. Y esto era en donde se hazía o auia alguna
^4
quebrada honda, o pequeña y de mal pays, porque
abaxauan y allanauan los cerros, o los partían por
medio, o al<;auan los valles hondos y las quebra-
das en donde era menester, porque todo el cami-
no fuesse derecho y no tortuoso, ygual y llano.
Cierto que esta obra fue, según a dicho de mu-
chos, vna de las grandezas que ha auido en media
parte del mundo, porque a lo que dizen muchos,
que vencía y sobrepujaua a las altas y grandes pi-
rámides de los e<;¡pcios y aun a las calcadas y
obras de los antigos romanos, con las otras muy
antiguas que se cuentan de las siete marauillas
del mundo, y puestas y en su tanto. Y (1) muchos
destos yndios de los antigos quieren dar la gloria
y la hom ra destos tan soberuiosos caminos a
Guaynacapa Ynga, aunque otros mas antigos di-
7.en que los mando hazer Pachacoti Capac Ynga
Yupangue desde el principio que comento a go-
uernar; otros, que Viracocha Ynga; otros, que
Tope Ynga Yupangue; sease el vno o el otro, en fin
son estos caminos muy soberuios y dignos de gran
loor y alabancia. Y que después el dicho Guayna-
capa y Topa Ynga los alargaron como agora están,
y que los repararon en algunas partes que estauan
caydos y arruynados, y que tanto montaua como
si ellos los uvieran mandado hazer de nueuo. Lo
que es mas de marauillar destos dos tan soberuios
caminos es de vna sierra bien alta y gi*ande que
la partieron por medio desde lo alto a lo baxo,
que no se que yndios bastaron a canalla y a parti-
(l) Tachado: en sm.
c T-í.
545
lia, o con que herramientas la cañaron, no tenien-
do ningunas de hierro, ni de azero, sino de cobre,
quebrando las duras peñas y diamantinas piedras
que tenia. Y que tantos años o tiempos estuuieron
en partir esta sieira tan alta, porque sin duda de-
uieron ser muchissimos millares de yndios los que
anduuieron trabaxando en esta obra tan soberuia,
porque [unos] cauauan la sierra y otros quitauan
las piedras y las lle[va]uan buen rato de alli, como
paresce el dia de oy. También es de notar y ver
aquella gran derecera que tenia, que no yua tor-
tuoso, ni rodeaua cuesta alguna, ni ciénega gran-
de o pequeña, porque si las auia mandauan ha-
zer en ellas vnas calcadas bien anchas y fuertes,
de argamasa o de piedra tosca y lodo, o de céspe-
des, por donde passauan todos, yentes y vinien-
tes, sin peligro alguno, como parescen en las la-
gunas hondas de Jaxaguana y de Omasuyo y de
otras partes. Tenían los Yngas en estos dos cami-
nos reales, desde la cibdad de Quito hasta el Cuz-
co, cabera del Ymperio, puestas de trecho a tre-
cho muchas postas de yndios que llaman chas-
quis, para saber muy en breue las cosas que ha-
zian sus vasallos y gouernadores que tenían en
cada pueblo o prouincia. Desde Quito se sabia en
el Cuzco dentro de quatro o cinco dias, que ay
mas de quinientas leguas, y desde Lima se sabia
acá en el Cuzco en dia y medio, que ay ciento y
veinte leguas, y de Guamanga se sabia en veinte
y quatro horas, que ay sesenta leguas; de las
Charcas. en dia y medio, que ay otras ciento y
veinte leguas. De la gran prouincia del Chile
G. DR Santa Clara.— !V.—3.» 35
corrían las postas quairocienlas O quinientas le-
íiuas dentro dt' quatro o cinco dias; de manera
que estos cha^íquis o postas corriiin en quatro o
cinco dias, que era cosa de notar- Quando salia
la posta de! pueblo desde donde lo cmbiauan
con el mensaje, auia de yr a todo correr, sin
de>canNar, hasta la otra posta, el qual yua dan-
do iioxis y diciendo; ¡euaiitale, ¡cuanía/e, calíale
tus fiiptiliis y cíñete la tiiantii, que vengo de prie-
sa con TU iiiíiiKiiiiio que tleues ailclanle. Y en lle-
j;ando le dezia en breucs palabras lo que le auian
dicho, y asfti corría hasta la otra posta dando bozes,
y desta maner.i corrían las postas, que en cada le-
'¿wix y medía, que tos yndios llaman fo/'Q, auía qua-
tro postas, y en cnda posta auia quatro yndíos.Assi
que estos yndios eran en todas sus cosas muy curio-
sos, porque sabían muy en breues días lo que se ha-
zla en muchas y diuersas partes y lugares aunque
estuuieran muy mas lesos de la cíbdad del Cuzco.
Assiniismo tenían estos yndios y señores Yngas en
estus dos caminos vnos palacios O aposscntos muy
grandes y bien hechos y labrados de cantería, y en
otras partes donde no ¡lUÍa piedras se hazian de
adobes o de tapias, que se Itamauan los [ales pala-
cios tumbos, y en estos aposentos se aluergauan
los Yn-ííis y toda su corte algunos tiempos del año.
Quando estos seflores caminauan de vnas partes a
otras se aposseniauan en estos tambos con todo su
cxcrcíto, y no i^n los pueblos, a causa que sus va-
sallos no recibiessen algunas molestias y pesadum-
bres con algunos daños que les pudieran dar sus
capitanes y soldados, aunque cierto estauan muy
547
'i:
disciplinados en esto, que no lo Iiizieran, como arri-
ba queda refferido. En estos tales tambos o apo-
ssentos estauan muchas cosas puestas en deposito,
como eran los bastimentos que se requerian tener
para el exercito quando tenian algunas guerras,
porque auiendo paz no tocauan en cosa alguna,
porque entonces no los auian menester. Assimis-
mo auia muchas mantas ricas v camisetas de lana
y algodón, calcado de cuero y de cnequen para los
soldados, que llaman los ynJios, ojotas, y otras
muchas y diuersas cosas, que todo esto dauan de
tributo sus vasallos, que (1) muchos apossentos y
cámaras estauan llenas de todas estas cosas; las
armas con que peleauan estos yndios comunmente
eran hondas, como mallorquines; arcos y flechas,
como scitas; picas largas, como romanos, que eran
de palma; dardos, porras, háchelas, alabardas, y
en los cabos destas armas trayan por hierros oro,
o plata o cobre, segim la calidad del yndio- Y las
celadas eran de media plata o cobre del todo, y los
jubones eran de mantas, estofados o embastados de
algodón, que ninguna flecha los passara, todas las
quales cosas, con otras muchas, estauan en estos
tambos o apossentos bien guardados. Otro si, te-
nian en estos depósitos, muchas papas, chuño, qui-
nuas, cocas, hondas, arcos, flechas, greuas y otras
diuersas armas, con otra ynfinidad de bastimen-
tos, especialmente el mahiz tremes, que les tu-
raua mas de ocho años por ser rezio y muy duro,
que no se les dañaua ni comia de gorgojo, poco ni
-*y
-f^i
(i) Ms. guf en.
mucho, que todo lo tenían desgranado- También
teni.in gran cantidad de rebaños de carneros y Que-
jas de la misma tierra, y repartidos en diuersos
pueblos y lugares, los qualcs estauan dedicados al
culto del ydolo Sol, y estos se guardauan con gran
fidelidad como cosa sancta y sagrada. Ninguno se
atrciiia a [ornar aligan camero ni oueja por gran
n<'ccs.sid;id que tuuiesííc, sino era el propio Ynga,
el qual los [omaiia cada y quando que los auia me-
nester, principalmente quando andaua en las gue-
rras contra algunos rebeldes, o quando conquis-
taua de nueuo algunas tierras. Si por dicha algún
yndio de qualqiiier estado, calidad o condisclon
que fuessc, mataua algún carnero destos, o to-
m.iua otra qualquicra cosa que- esiuuiesse dedica-
da a! dios Sol, era tenido por maldito y descomul-
gado y le sacrificauan por ello, diciendo que sen-
tía mal de los dioses. Coniauan en los números
vno hasta diez, y diez hasta ciento, y ciento hasta
mitl, y diez cientos hasta diez mili, y diez mili has-
la diez cientos mili, que por esta cuenta podían ha-
zer hasta qualro o cinco millones. Traen la cuenta
por piedras menudas y por ciertos ñudos que tie-
nen hechos en vnos hilos de lana y de algodón, que
son de muchas y diuersas colores, que ellos llaman
cuypos, y por esta cuenta tienen en memoria lo que
se hizo en los tiempos passados, como si fueran li-
bros aniiquissimos, y assi cuentan lo que passo de
quinientos artos atrás, y aun de mas tiempo. Este
genero de cuypos son vnos ñudos hechos en vnos
cordones torcidos, y largos como de vna vara, y
por ellos contauan los dias, meses y años, y por
519
estos hazian vnidades, centenas, millares» dezenas
de millares, centenas de millares y cuentos. Assi-
mismo contauan por estos ñudos las sucessiones
de los tiempos antigos, y quantos reyes Yngas
uvo, y de sus nombres, y quanto rey no cada vno
y que hedad tenia quando murió, y si fue bueno o
malo y si fue valiente o couarde; finalmente, lo que
se podía sacar de nuestros libros se sacaua de los
ñudos destos cuypos. Ellos tenian grandes monto-
nes destas cuentas o ñudos, en vnos aposentos, a
manera de rey^istros, como los tienen los escriua-
nos reales en sus archiuos, de manera que el que
quena saber a\go no hazia mas de yrse a los que
tenian este officio y les preguntaua: ¿quanto tiempo
ha que aconteció esto?; y, ¿que es lo que passo en
los tiempos antigos entre los Yngas?; luego mos-
traua muchos cuypos o cordones, y sacaua dcntrt
ellos el que auia menester, por el qual y por los ñu-
dos daua cuenta y razón de todo lo que le pregun-
tauan; y assi auia escuelas de muchachos en donde
aprendían estas cosas y otras muchas. Los passa-
tiempos que tenian estos yndios para holgarse era
yr a ca<;a de venados o de liebres, o jugar al belor-
to, o a la chueca, o a la pelota con las nalgas (1),
que se haze la pelota de ciertos ncruios y de leche
de ciertos arboles, 3' es tan grande como una bola
con que juegan a los bolos. Y tienen estos yndios
vnas ílaut illas con dos agujeros arriba y vno aba-
xo, que llaman pingoUos, y con estas ílautillas
cantan sus romances, que se entiende claramente
(1) Ms. $Uíilgrts.
li> qii.' Jiücn. V con cll;
l;is iin>v:i>. lie iinclic, 1:
íiiis c;isns y cu las de si
quien tarte il pins;olÍo
se van i'on filos. jiij;;tu
s<\ ([II adra do, que lcní;i
qtRdar en oui-rt>s. En c
prouincia, binen los y
mas do cient artos, y lo
de paja, Icflidos do ncg
lie palo, y tr:icn los c;il
nijas. como sus muye
dios a tucis'a lie brai;i>
des, tíranilola- con mu
xii.-.isy deonoqiK-n.pa
son lan iiraLi,!i'S qiio qii
lasiraxorau. V esias s,
co, y en vna piocha mu
ella, que los yndios ILii
zíl" pií'dra cansada, ia
quairu Kjiíi.is de alli, q
la iruxcron. Los yndioí
la pudieron llei;ar a la
que no auia campo ni
fueron a sus casas luí;
mos. lil Yniía, como vii
se auian hiiyi.io, lue li
;;nei ra porque todos lo
.'ili,aiün conua el, y lofi
a muchos Jellos. y fa] I
r>r.i
mando tributar, y eini'e otras cosas que dn'
tributo fue dar muchos canutillos de piojos.
do estos yndios labrnuan ayunos edillicios
tuosos ysoberuios, o algima fortaleza, para
vna piedra Kr-ii'!': sobre otra labrauanla pr
y arles de subir la piedra arriba ponían pi
mucha tierra a! pie de la prin-.era piedra ai
da, hasta que emparejaiia con ella. Y hiei
nian vnos morillos larttos y gordos, de pino,
la tierra pisada, y por allí subían la otra a
de bracos. Y desta manera, estando arriba,
caxauan muy bien en l.-i otra de abaxo. ^
quanío crescia el cdiíñciu tanta tierra hecli:
pie de las piedras assentadas, muy bien pi;
hollada, y ponían otras vi;;as mas larcas y j
subían las otras, que eran muy grandes en
sia, y después de hecho esto quitauan las v
toda la tierra y luego páresela hecha la pai
tener mezcla alguna. El üran templo del Se
agora es monesterio del bienauenturado
Sancto Domingo, es todo (I) de piedra qrra
y la mezcla que tiene es de plomo y media <
ta, y las puertas de la casa y enmatleramier
tenia, y los marcos y vmbr¡ilcs, eran de vt
boles muy preciados entre ellos, tos quales
de los valles de los Andes, y csiau;in chapa'
oro lino y de muy ricas esmeraldas, Kl temí
Sol que estau.i en el Cuzco era c()mo el pn
de los amigos romanos qiianto a ser morad.T
dioses, porcuie en ella piis'-icron !oi Vngas 1
(l) iU. rm/.i.
rú2
scs de todas las prouincias que conquistaron, es-
tando cada ydolo en su particular assiento, hazien-
dolos culto y veneración los de su prouincia con
vn «;nsio cxccsiuo de cosas que se trayan para su
mini^teno, y con esto les parescia que tenian se-
i;uras las prouincias «»anadas. Todos los templos
y nioiH'Sterios desta tierra se llamauan acllagua-
cir, que quiere dezir casa de reco¿;idas de donze-
llas. Quandü Man^o Ynga y todos los yndios se al-
^aron con la tierra cercaron en la cibdad a mu-
chos españoles, los quales se recogieron a vna
casa muy «grande, y en donde estuuieron mucho
tiempo cercados h;ista que de Ja cibdad de Lima
les vino socorro. Los yndios quissieron quemar
muchas vezes e>ta casa por mandado del Ynga, y
ellor^ hecharon muchos tizones ardiendo sobre ella
y nunca se quemo por mucho que ellos lo porfia-
ron, aunque corría grandissimo viento, siendo to-
da ella de paja seca, que al mejor tiempo se apa-
gaua. La razón y causa que los yndios dixeron es-
tando ya de paz, porque no se auia quemado, fue
que al tiempo que ponían el fuego, ya que se co-
mensaua a quemar venía vna muger muy hermo-
íja, vestida de azul, y que poniéndose encima de l;i
casa y haziendo señal con el manto, luego se apa-
i;aua el luego. Esto dixeron quando vieron venir a
kiíí españolas, señalando que era como vna de
aquellas, y ass¡ las respetauan mucho y dezian
que eran hermanas o hijas de aquella muger muy
hermosa que les apagaua el luego. Bien paresce
que esta muger de Castilla que era la benditissi-
ma V sacrati.->sima Virgen Maria señora nuestra.
553
que como madre piadosa y de gran mis(
dia dio fabor y ayuda a los que poco podían, y a
esta causa los xpianos dedicaron esta casa en
yglesia mayor, en honor y reucrencia desta sa-
cralissima señora nuestra, y agora es cabera de
obispado.
\
CAPITULO LXIV
OK LA .SOLF.NMO.Vn QVE LOS YNGAS HAZLAN QUAXDO
A(.r líCKAUAX LAS OREJAS A SL'S VASALLOS, QUE ERA
COMO DALLES HORDEN DE CAUALLERLA, Y DE LAS CE-
RLMOXIAS QIE TEN'L\N QUANDO SALÍAN FUERA DE SUS
IWLACIOS CON SU REAL CORTE
Parosccmc ag:ora que sera bien dczir de la ma-
nera y forma como estos señores Yngas ag-ujera-
uan las orejas de sus vasallos, como atrás queda
apuntado, porque como Paulo Vnga, [que] después
de bautizado se llamo don Xpoual Yn^a, contaua
muchas vezes, esta (1) manera de a.oujerarsse pro-
cedió desde Man<io Yn<ia(^apalla, primer rey que
uvo en la tierra, que las tenia agujeradas. Que
como fue hombre valiente v magnánimo v animo-
so en las i:.uerras que hizo a las tierras que con-
qul.sio, a su ymitacion y por memoria suya los de-
mas Yn<ias que le sucedieron hizieron otro tanto,
y la solenídad y manera de las agujerar era en
esta forma. Los que se armauan y se hazian caua-
lleros eran hijos ligitimos de otros Yngas orejo-
nes y grandes curacas de diuersos pueblos, los
(r Ms. 7«f cí/a.
úck:>
quales yuan adonde el gran señor Yng;a estaua y
alli le pedían con ^ran humilldad que tuuiessepor
bien hazer caualleros a aquellos mancebos sus va-
sallos. Y el Ynga les dezia que si baria, mas que
primero hiziessen lo que eran obligados de hazer,
y con esta respuesta yuan todos muy contentos a
sus casas; las cerimonias que auian de hazer y
cumplir eran estas. Primeramente, los mancebos
que se auian de hordenar en caualleros auian de
ayunar treynta dias, que era abstenerse de llegar
a sus concubinas y aun a sus mugeres ligitimas,
si alguno dellos era casado, y que no comiesscn
ninguna sal ni axi, que de las otras cosas bien
podian comer en abundancia. En estos dias del
avuno travan todos los electos vestidas vnas ca-
misas largas y muy blancas, de algodón, y en
los pechos tenían vna manera de cruz í, y estas
no se las vestian en otro tiempo sino era en este,
y ponianse vn cal(;:ado de totora, que significaua
que auian de trabajar mucho en seruicio de sus
dioses y del gran señor Ynga. A los quinze dias
del ayuno se ajuntauan en la phn;a todos quantos
se auian de hazer Yngas, o caualleros, y de la pla-
cea, si estauan en la cibdad del Cuzco, subian co-
rriendo por vn cerro, en donde en lo alto del es-
taua vna guaca que llamauan Guayna Cauri, que
quiere dezir proeua de mancebos, y los que mas
presto subian y abajauan eran tenidos en mucho.
Ponianse en medio de la platea desde el primer dia
que ayunauan hasta el postrero, y sentauanse úr
cuclillas en el suelo, en borden, muy callados, y
luego venia alli la parentela de cada vno dellos
y poiiian a cada ir
1a^ mano», que las
qiiando están i'ci;a
riiiues; mirad, hijc
dfii que a'iora auc
Si-rtor, y no scrcis
i\.i» SL-mcjiínií-s a los demonios. Especialmente se-
réis muy obedientes a nuestros dioses y n vuestros
padres y a vuestros mayon.'S, que son los sacerdo-
tes y viejos, y seréis muy diligentes en todas las
cosas que hizicrdes, y coirereis mucho contra los
enemigos y no liuyreis dellos. Y quando el gran
SL-fior Vu^n os cmbiare a llamar, luego vcrneis a
vur lo que os manda, porque a el solo aueis de obe-
liccer en todas las cos.is, porque os quiera mucho.
V di/iendüics estas palabras y otras semejantes le
d.iuaii qii.iiro azotas'os con vnas varas de mim-
bres, en c:iJa bra^^o vno, que las camisas que tra-
yan no lenian manyas, que eran hechas a manera
Je vn costal, y en cada pierna otro azotado, y ellos
no auian de liazcr ningún mouimiento, ni muestra
que !es Jolia, y si alyuno dellos lo hazia le teniaii
en poco. Llegado el postrer dia del ayuno, el Vnga
yiia a la pla^a con gran niag'.;stad y muy acompa-
sado de lodos los principales yndios de su corle y
de sus capitanes y de los curacas, y llegado a ella
le hazian luego todos la mocha, que es la deuida
reuereneia que se suele hazer a los Yngas, y
lueyo se asseniaua en medio de todos ellos en vn
assienio muy rico de oro. Y cncontinente cerca-
uan toda la piafa con vna cadena de oro fino
según las gentes dixeron, era muy larga ;
gordor de quatro dedos, que cercana toda la pl
y la ponían sobre muchos horcones de plata
serian de alto como de vn estado de hombr
qual cadena y horcones trayan muchissimo!
dios de seruicio. El Ynga llamana a los mane
electos para hazer caualleros, a los quales \
vna platica larga, amonestándoles a que fue
buenos y leales a sus dioses y a su patria, y Ii
les preguntaua sí le auian de seruir lealment
las guerras y si querían ser Yngas; ellos res
diancon humilldad que si. Yten mas, les pre
taua si auian de ser grandes sufridores de los
basos, y si auian de ser valientes hombres
tra sus enemiíjos; ellos respondían a tudas la:
sas, diziendo que si, y luego el Ynga les d
pues yo lo quiero ver por experiencia en i'oso.
Y assi luego mandaua a los maestros de las
montas y a los ofticiales de agujerar las or
que hiziessen sus oflicios, los quales los hn
vnos mejores que otros, con vnos poni;ones di
ardiendo como brassa, que los caltentauan en ■
fuegos que tenían en vnos brassericos. Desput
agujeradas las orejas, los maestros de las cer
nías les ponían vnos i;arciIlos de oro, o de p
si eran hijos de los grandes curacas o señoreí
gas, y a los demás les ponian los arillos de col
de oja de palma, no pendientes, sino dentro d
agujeros, y les dezían ciertas palabras como
les hechauan algunas bendiciones. Estos ar
que les ponian a los Yngas que eran mane
([iiaiiJü su :irmau:in c;iu
como andando el licmpc
hcdad, assi yiiim crescU
las puntas de las orcjai
como cicscian so poiiiat
L'ny;i-andc.scicndo, y po
las punías de las orejas,
soicnnidad, lue^o lodas
ñaiados en Vn^a>, que >
cían ciertos carneros y i
das, y allí los malauan ;
y los agoreros y liecliizi
sentes para este efCceto
los corazones, y si cstai
que auian de ser vaiict
cho cuyos eran aquellc
liesso el coraron de cu\
que auia de ser para poi
liaco y couai'de y de po(
lo despedían, ames lo di
mo aprobaua después ei
pues tomauan todos los
los liazian pedai;os, y lu'
ollas, allaon las casas c(
dos en diuersas vasijas ;
que presentes se hallauí
mian y beuian de la chic
des borracheras, baylí
canciones en alabanza
los Yn<ías passados, y 1<
I Ul. í^KlaK^m
■' T^<-^\*
^r
559
v:
hecho el Ynga que estaua presente, en las tierras
que auia conquistado. Acabadas estas solennes
tiestas, los que se auian hordenado en caualleros
Yngas se yuan a sus casas, cada vno con su paren-
tela, y quedauase el Ynga en vna tienda mu}' rica
que se ponia en medio de la plaga, acompañándole
las quatro parcialidades que auia en la cibdad, que
eran Anan Cuzco, Hurin Cuzco, Tambo Appo y
Masca Payta, que eran todos caualleros de su lina-
je. El Ynga v todos los otros Yniias v curacas v
señores que se quedauan con el en la platea torna-
uan de nueuo a emborracharsse quatro dias ente-
ros con sus noches, y después se hazian alli otras
muchas fiestas y passatiempos de gvdw regocijo
por otros quatro dias, de manera que eran ocho
dias enteros. Passados estos dias déla borrachera
se yua el Ynga a sus palacios con gran majestad,
assentado en vna littera muy rica, de la manera
que auia entrado en la plaga, y luego los yndips
de seruicio, que eran muchissimos, que no eran
Yngas, tomauan la cadena de oro y los horcones
de plata y la lleuauan [con] todo al templo del dios
Sol para ponella en recaudo en la casa del thesoro.
Desta cadena de oro dizen algunos que dieron no- -
ticia della a la Magestad del rey Don Carlos quin-
to máximo deste nombre, para que hiziesse con-
traminar el monesterio del señor Sancto Domin-
go, donde dizen que estaua guardada la dicha ca-
dena, porque los quatro exploradores españoles
que entraron primero en el Cuzco la vieron, y que
después los yndios la escondieron, porque no pa-
rescio mas. Su Magestad, como bueno y catholico
\ .»'
'vá
VN
-.60
xpiano y zclovissimo del seruicio de Dios, no lo
quiso hnz(.'r, antes dixo que el no auia nascido para
dcrrihíir los templos dedicados a Dios, por cubdi-
cia de vn poco de oro, sino para edificar y leuantar
otros de nueuo en donde se alabasse y glorifficasse
su sanctissimo nombre; palabras fueron estas di-
chas [dlíinas) de lal varón y de animo xpianissimo.
T<h1;is las vezes que los Yn^as Siilian de la cibdad
o de sus casas para yr a los templos para hazer sus
sacriflicios. ll'juauan delante de si vn guión puesto
en vna vara alta, hecho a manera de mitra grande
y redonda, que tenia muchas plumas de diuersas
colores, y con mucho oro fino y esmeraldas que
reliimbrauan mucho. Y la littera en que yua era
chapada de oro y esmeraldas y plumajeiia muy
buena de diuersas colores, y lo Ueuauan los mas
principales yndios que auia en toda su corle, en
los hombros, y se tenían por dichosos en lleualle,
y por yran sei^or que fucsse en su corte no podía
andar en liinra sino era con su licencia.
CAPITULO LXV
EN DONDE SE CUENTA BREUEMENTE EL NUMERO DE LOS
MESES QUE tenían LOS YNDIOS DEL PERÚ EN CADA VN
a5Í0, y DE LAS COSAS QUE HAZIAN EN ELLOS PARA EL
BIEN Y PROUECHO DE SUS REPÚBLICAS, Y DE OTRAS
COSAS QUE AY MUY CURIOSAS DE SABER
Acerca de lo que toca a los meses que estos yn-
dios del Perú tenian, digo que eran doze, como nos
otros los tenemos; empero no tenían tantos dias
como los- nuestros, y assi tenían treynta días y no
mas, y comen9aua el año dellos desde primero dia
de Junio, que ellos llamauan Auca Ycuxqui Yquiz,
que quiere dezír mes de las holganzas, y assi no
trabaxauan estos días a causa que el otro mes ve-
nidero auian de trabaxar mucho.
El segundo mes se dezia Chauaxua Yquiz, quf
quiere dezír mes de trabaxos, que es el mes de Ju-
Ilio; en estos dias labrauan y barbechauan las tie-
rras todos quantos yndíos, 3'ndias y muchachos
auia, que auian de sembrar sus mahízales y otras
legumbres. Y en estos dias hazian todos ciertas ct-
rimonias a sus falsos dioses, los quales derrama -
uan en los ríos y acequias todos los breuajes y chi-
cha del vino que tenían, para que sus falsos dioses
G. vn Santa Claha.— IV.— 3.o 36
I
Ttinio.
2
TuIIío.
I
t
L
562
3
A¿o«io.
í^ciicmbre.
5
Otubre.
Nouicmbre.
les diessen muchas ag^uas y pluutas, con muchos
fructos y mantenimientos de las cosas que auian
de sembrar, y el yndio que mas derramaua era te-
nido en mucho.
El tercero mes se dezia Cituya Yquiz, que es cl
mes de agosto, que quiere dezir mes de las sem-
braduras, y en este tiempo sembrauan su mahiz y
las semillas y lej;umbres que tenían, y venida la
larde dexauan temprano de trabaxar y se holga-
uan mucho los vnos y los otros y jugauan sus jue-
gos que tenían, y con aquello descansauan.
El quarto se dezia Puzqua Yquiz, que quiere de-
zir el mes de las texidumbres, que es el de Setiem-
bre; en este mes texian, todas quantas mugeres auia
de hedad, las mantas y camisetas que podían labrar
y hazer, de lana y algodón, que a la vista de todos
parescian muy galanas y bien polidas, paca que se
vesiiessen sus maridos y ellas en los dias de sus
fiestas.
El quinto mes, de Otubre, Uamauan ellos Canta-
ra Yquiz, que quiere dezir mes de los vinos, por-
que en este mes se ocupauan todas las yndias chi-
cas y grandes en hazer mucha cantidad de chicha
ó azua, de mahiz y de quinua y de la fruta de vn
árbol llamado moUi, que es muy preciado entre
ellos, para el mes venidero.
£1 sexto mes, que es el de nouiembre, Uamauan
los yndios Layme Yquiz, que quiere dezir mes de
los regocijos y de grandes fiestas, porque en este
mes se ocupauan los Yngas en hazer las cerimonias
arriba contenidas. Porque en este raes los Yngas
armauan caualleros a los dichos mancebos, en ha-
r
563
zellos Yngas, en donde se gastauan los vin
chicha que los días atrás se auian hecho,
estos dias eran de grande plazer y alegí
grande festiuídad, que todos los guardau.
fiestas de gran solennidad, que ninguno
campo a trabajar, ni a otra parte atgui
mente [a] ver estas ñestas y grandes ceri
El séptimo mes, que es de deziembre, s
ua Cama Yqutz, que quiere dezir el mes d
sayamientos y representaciones de batal
tierra, y en este mes mandauanlos seflure
a todos sus capitanes y soldados que se
ssen vnos con otros a manera de batalla,
ponía en vn alto con toda su corte para re
bien. Ponianse, pues, los vnos a vna part
otros a la otra, tantos a tantos, en sus e:
nes, y luego comencauan a tinir con -las
vnas ciertas fructas que eran duras, y c
peleauan muy gentilmente, que salian mu
dios bien descalabrados, y algunos morii
heridas que les dauan; en fin, que para bi
peligrosa, y para veras era cosa muy liuií
que pessada.
El octauo mes, que es el de enero, 1
Pura Opia Yquiz, que quiere dezir el me
venidas y de las correrlas, porque en est
emborrachauan señores y vasallos, chico
des, que era gran lastima de ver quales í
Y después de auer beuido mucho salian I
bresavncampo llano con vnos tizones
ardiendo en las manos, y luego corrían i
la vna parte, y los otros por la otra, y el
Mar (O.
564
corría y el que mas prueuas hazia le tenían en
mucho.
9 El noueno mes, que es hebrero, llamauan los
' ^"°' yndios Cacma Yquíz, que quiere dezir el mes de las
labranzas; en estos días límpiauan tas tierras para
fsembrar adelante el mahiz tremes, y dezian que lo
hazían por no estar occiosos y por no trabajar los
dias que venían, y para esto les ayudauan sus pro-
pias mugercs y los hijos.
*° El dezimo mes, que es el de mar^o, se dezia Ru-
ra Pauca Yquiz, que quiere dezir el mes de la es-
peran<;a; en este mes yuan todos a los templos de
sus falsos dioses para hazer ciertas cerimonias
diabólicas y pessimas, y después desto no hazian
cosa alji'una, antes andauan hechos vag^amundos,
passeandosc por la cibdad y por el campo. Y con
esto tenían í^^ran esperanza de coj^er gran abun-
dancia de las sementeras v leíjumbres v de las
otras cosas que auian sembrado, porque ya en este
tiempo se van secando todas ellas, y las fi*uctas,
flores y las yeruas del campo se van marchitando.
Esto se entiende en las tierras de la serranía, por-
que en la costa y llanos de la marina son otros los
temporales que corren por acá, porque nunca llue-
ue, como atrás queda dicho, de manera que quan-
do en la sierra es ynuierno, en los llanos de la cos-
ta es verano.
II El onzeno mes, fquej es el de abril, se llamaua
Abril. Arigua Yquiz, que quiere dezir mes de las cose-
chas, porque en este mes se cogían todos los ma-
hízales, frísoles, coca y ca1aba<;as, con las demás
legumbres que auia, y los fructos que producían
565
de los chicos y grandes, de que holgauan mucho y
andauan contentos y plazenteros.
El dozeno mes, que es el mes de mayo, llama- »»
uan Anday Mura Yquiz, que quiere dezir el me s ^^*>'**"
de los plazeres, y era después que auian cogido
todos los fructos y los mahizales que auia; se po-
nían todos ellos y ellas los mejores vestidos que
tenían en sus casas, engalanándose mucho, y assi
se holgauan, baylauan y cantauan ciertas cancio
nes de gran plazcr y regocijo.
Aquí damos fin y remate y hazemos parada cp.
contar mas de la descendencia y linaje de los Vn
gas y re3'es de la cibdad del Cuzco, y de la calida J
y temple de todas estas prouincias y regiones tan
grandiosas y riquissimas y abundantissimas de
muchas y diuersas cosas. Por lo consiguiente, dt-
xaremos de contar también de los caminos tan so
beruíos que auia en estas partes, y de los dozemr-
ses que tenían en el año estos yndios, porque si dr
todas las cosas que ay en ellas uvieramos de con
tar muy en particular, nunca acabáramos, y a.s->i
nuestra obra no fuera de las guerras mas que ci-
uilcs que uvo en el Perú, sino de las calidades y
temple de la tierra. Mas, en fin, por dar remate y
conclussion a estos cuentos, que con ellos am é
dado harto fastidio al piadoso lector, diré en vn
solo capitulo de ciertos gigantes brauos que apor-
taron a estas prouincias, los quales vinieron de
ciertas yslasde la mar del Sur, y con ellos dare-
mos fin a la obra v tercero libro.
CAPITULO LXVI
DE COMO CIERTOS GIGANTES APORTARON A LA PRO-
VINCIA DE MANTA, LOS QUALES SALIERON DR VNAS
YSLAS DE LA MAR DEL SUR, Y DESPUÉS FUERON
QUEMADOS CON FUEGO CELESTIAL, Y CUENTA DE
OTRAS COSAS QUE AY EN LA TIERRA
Df zian los yndios muy «ínticos y viejos que ha-
bilauan en Puerto Viejo, que son los de la prouin-
cia de Manta, de como en el tiempo antigo y pa-
ssado, quando reinaua Topa Ynga Yupangue, que
.estando aquella tierra de paz se alboroto toda ella
con la Iletrada que hizieron mucha cantidad de yn-
dios gigantes, que eran de disforme altura y gran-
deza. Y que estos tales vinieron en vnas barcas ó
balsas muy gnmdes, hechas de cañas y madera
seca, los quales trayan unas velas latinas triangu-
ladas, de hazia la parte donde se pone el sol y de
hacia las yslas Malucas, o del estrecho de Maga-
llanes, y que entrando estos por la tierra la comen-
(;aron a tiranizar ganando por alli algunas tierras
y matando muchos 3'ndios, y a otros hechandolos
fuera de sus pueblos. Los naturales de Puerto
567
Viejo, quando vieron llegar a estos vestiglos con
tan grande furia y soberuia, y de como les hazian
tan mala vezindad, y de como no se podian deíTen
der dellos, temieron con gran temor, por lo qual
luego a la hora auissaron dello por la posta a Topa
Ynga Yupangue, que a la sazón estaua en la cib-
dad del Cuzco. Embiaronle a dezir en su embajada,
como a gran señor y rey poderoso que era de to-
das aquellas prouincias, los remediasse de la en-
diablada furia y crueldad de aquellos luziferinos
monstruos que auian aportado a su tierra, que el
capitán y gouernador Ynga que alli estaua en
guarnición no los auia podido ni era bastante a
hechallos fuera della. El Topa Ynga Yupangue,
por sustentar su reputación y conservar en paz a
sus vasallos embio al curaca del valle de Chimo
y al Gouernador Ynga (1) que tenia en el pueblo de
Piura, que eran grandes señores, con otros mu-
chos yndios principales, por embajadores, para
que considerando que gentes eran hablassen con
ellos y tratassen de paz si la querían tener con el,
y si no que el les dada tanta guerra quania ellos
venan, de que les pesasse. Embiados estos mensa-
jeros embio luegq a llamar a sus capitanes y sol
dados que estañan en diuersos pueblos en guarni-
ción, para que si los gigantes no estuuiessen en
proposito de darse de paz, yr contra ellos y hecha-
llos fuera de toda la tierra, ó matallos a todos,
pues eran tan pocos en número, aunque muchos en
ferozidad y braueza. Los embajadores fueron y
(i) Tachado: guf eran.
hablaron con ellos por señas y los apazí^uaron
buenamente y les dieron tierras en donde biuie-
ssen, qur era esta su pretensión, aunque vna par-
cialidad dellos no quissicron la paz, sino seguir la
i;ucnvi contra todq¿ aquellos que no se les vi-
nicssen a dar por sus vasallos. Y assi partidos los
mensaj;eros de alli, salieron luego a los pueblos
comarcanos, cu donde conien(;aron hazer muchas
niucrtis, crueldades y fuer<;as con otros muchos
males y daños, y como eran estos tan endiablados
y (erozcs no auia ninyuíi natural yniiio, por ani-
moso que fucssc, [que] les osassc a resistir, ni me-
nos tomarsse con alguno dellos. En esto llegaron
otros embajadores de Topa Ynga Yupangue y
dÍMTon a estos fcroztssimos gigantes perturba-
dores de la paz, como el gran señor Vnga venia
y;i de camino amenazándoles con guerra, ham-
hre y mortandad. Allende desto, que no auia de
quedar ninguno dellos que no íuesse muerto y
bi'clio pcdavos con crueldad; en fin, al fin, conside-
rándolo bien esto los gibantes, se apaziguai*on to-
dos con buenos medios y partidos que les hizieron,
i|Ui dando lüdosellosporvasallosdelYnga. Dieron
cuenta istos jileantes ;i los naiuratcs desia tierra
df como auiau salido de viiasysias y tierras muy
l^r.uKlcs que están en la mar austral hazia el po-
iiienie. y que fueron liecliados dellas por vn gran
scrlor yndio que allí auia, que eran tamaños y
tan grandes de cuerpo como ellos. V demás desto,
que auian nauegado por la mar muchos dias a re
nio y vela, y que cierta borrasca y tormenta los
auia liceliado en aquellas partes, sin saber adonde
569
yuan, sino que fortuna los lleuasse a do quisiesse,
y que mas querían estar subjectos en tierras age-
nas, que libres en Jas su\'as con continuas guerras
como alia auian tenido, y assi dixeron otras cosas.
Las armas con que estos tales peleauan eran pie-
dras muy grandes, que arrojauan con las manos,
que de cada pedrada matauan vñ yndio si le acer-
tauan, y con palos nudosos y porras que ellos hi-
zieron después que llegaron a la tierra, porque
ellos no truxeron ningunas armas, porque los sus
enemigos se las (1) quitaron por vencimiento y con-
cierto que entre ellos uvo. Estos dieron gran noti-
cia de las muchas yslas que auian visto por esta
mar del Sur, que después las vieron los españoles '
que han nauegado por estas mares del Occeano
que se contienen en derecho destas tierras hazia
la linea equinocial, o en la misma linea. Estas tie-
rras, o yslas, no se han descubierto desde acá, a
causa que se comen<;aron por esta parte muy tem
prano las guerras mas que ciuiles entre los espa-
ñoles; que la vna dellas descubrió acasso el capi-
tán Ribadeneyra, como ya queda dicho atrás. La
tierra que el señor de Chimo y los embajadores
del gran señor Ynga señalaron a estos gigantes,
en donde hizieron después su habitación, fue en
la punta de Tangarara, que después llamaron los
españoles la punta de Sancta Elena, y esto hizie-
ron por consejo de los yndios naturales de Manta.
En esta punta que les fue señalada no auia agua»
ni leña, y dioseles a dos fines: o que allí se nuirie-
^♦1
f. i.
•ií
■ y 4
(i) M^. lifs.
570
ssen de sed, o que se fuessen a biuir a otras partes
mas lexos, porque eran vezinos muy peligrosos,
por no quebrar con ellos; que viniessen después a
matarsse los vnos y los otros. Viendo ellos que el
st ñor curaca de Chimo y los demás embajadores,
como les auian señalado aquella tierra tan estéril
y mala, entendieron bien por que lo auian hecho,
mas ellos lo dissimularon lo mejor que pudieron
por no tener trauacuenta con los naturales y con el
jíran señor Yn^a, que ya sabian de su gran poder,
y assi assentaron en la tien'a hasta en tanto que el
tiempo les dixesse lo que auian de hazer. Lo pri-
mero que estos hizieron fue cauar en vnas peñas
biuas que alli están, en donde hizieron vnos po^os
de grande hondura, de donde sacaron agua muy
buena y bien fria, como el dia de oy se paresce. Y
en el entretanto que sacauan el agua y se hazian
los poi, os se proueyeron de agua y leña de otra
pane, tra vendóla toda con sus balsas y vasijas que
truxcron de sus tierras, muy grandes, y ediffica-
ron sus casas de paja para su biuienda, y assi hi-
zieron otras cosas para en pro y vtilidad dellos.
Cicrtamtnte yo no se, ni se puede aueriguar, con
que herramientas pudieron quebrar las peñas tan
rezias y biuas de aquel po(;o, y con que cavaron
esia profundidad que hizieron, que es yncreible
cosa ver la liondura que tiene, y los nauegantes
que auora passan por aqui se proueen destos po-
vos de agua, que aqui ay vn puerto muy bueno y
limpio. Andando mas el tiempo, ya que tenían se-
menteras y aiiua y leña, la qual trayan de muy le-
xos, y como ya naturales de la tierra, comen(;'aron
'■ «.-i
571
de reboluersse con las yndias de alli y de las co-
marcanas, porque ellos no truxeron mugeres con-
sigo, y como tuuiessen por fuerza con ellas mala
conuersacion, dizen que las matauan rompiendo-
las. Agrauiados los naturales desta gran maldad,
tornaron de nueuo a los amenazar con el gran se-
ñor Ynga y con sus capitanes y soldados, y ellos
por biuir en paz prometieron que de ay adelante
no les harían ya ningún mal ni daño, ni les toma-
rían las mugeres, ni lo que tenían, y que les serian
muy buenos y verdaderos amigos. Passadas estas
cosas con otras muchas particularidades que dexo
de contar, se dieron a la pesca, como los naturales
lo hazian, y a ca<;:a de venados y liebres y de aues
campestres y siluestres, de que se mantenian, de
manera que no les faltanan ya carnes, ni pescado,
que tomauan y pescauan con redes y fisgas. Vién-
dose estos endemoniados tanto tiempo sin muge-
res, y el demonio que los traya engañados y cie-
gos y distraydos de la razón natural, hizieron vna
gran borrachera, en donde comen<;aron a vssar el
peccado nephando, y assi estuuieron en este dia-
bólico vicio muchos años, que ya no tenian ver-
guen(;a ni se les daua nada vssallo publicamente.
Los naturales, quando supieron que estos yndios
luziferinos vssauan este tan maldito peccado, de-
zian que aquellos eran perros y brutos anímales, o
que eran demonios que auian salido del ynfierno a
este mundo en figura de hombres para obstenta-
cíon del mundo. Para mi tengo creydo que los yn-
dios de Manta que vimos en nuestros días, depren-
dieron de sus antepassados y de los mayores des-
.•^i
/rj
-•y
tosi;inanicí5 este diabolU
que el dia de oy lo vssiii
mmii.is y en sus borraci"
ziiio de Ja villa de Pucrli
liJiíJ dt-slos perucrsos y diabólicos yndios, como
iiisticiíi mayor que era allí entonces, aunque el
pueblo esiaua en su encomienda, para que se :ipar-
laran dcslc tiin pestifero y luziterino vicio, y nunca
;i|irou('clní cosa alguna, que lodavia revieran en
el. Dizen mas los naturales, que estando vn dia
estos [íij;;mtes en ciertos sacriflícios pcssimos y
vssando el pecoado nephando, vino vn mancebo
muy hermoso, bolando del cielo, con gran res-
plandor, y que derramo tanto luego sobre ellos
que los quemo a todos biuos, y que escaparon al-
uunusdellos porque estauan dentro en la tierra.
Todo esto que los naturales cuentan se tiene en-
tt'miido auer passado ciertamente assi, porque en
dimde habitaron estos malditos hombres están oy
di.i aijUL'llüs poi,-i>s muy hondablcs en las biuas pe-
ñas, y se vcen muchos huessos de las canillas de-
llos que son yncreybk'S. Assi se parescen oyen dia
en este hi^:ir que esta junto a la marina, que se
contiene han.o espacio a ella, por los vestigios y
si'ñak'S que en el ay, en donde se halla mucha are-
nal ni'iiia y ccnii,-a, como que la tierra aya sido
quemada en otro tiempo, y esto se veo quando al-
guno caua la tierra, por lo qual se colige que alli
d<-iiiei'on ser quemados. Después que el marques
Don Francisco l'ii,-arro conquisto estas tierras
llego vna vez a la punta de Sancta Elena, que es
en Tungarara, valli entendió claramente lo destos
gigantes, porque vido, no muy lexos de a
lo arriba contenido, con la ossamenta qi
mostraua. También vido, no muy lesos
vnas fuentes manantiales y corrientes qui
dellas sirue muchas vezes de alquitraní
mny buena, con que se calaffatean y ¡u
dia los nauios que van y vienen del Pi
muchos vienen a parar a este puerto so
efíecto. Después, andando el tiempo, llegí
ques Picarro al pueblo de Chimo, en doi
otros huessos y ca!aueras de gran disToi
vnas muelas de tres dedos de gordor y
dedos de largor, y teniati vn verdugo negí
fuera, Dizen agora estos yndios del pi
Chimo, y lo oyeron de los antigos y pass.n
estuuieron gran tiempo dos gigantes dt
vn gran señor curaca deste valle, los qual
ron con el ciertos años. Y que después e
señor los hizo matar porque comian entri
vna assentada mucho mas que veynte ;
porque eran muy soberuios y follones,
acabo la diabólica geneal(^ia destos f
En el pueblo de Quareta se hallaron do:
ñnos, esclauos del señor Thorcca, que s
auer venido alli en balsas de hazia el
por esta mar del Sur, que oy dia se
Nueua Guinea , que esta camino de
Philippinas, junto a la linca equinocia
ella. Porque quando van los nautos de I
España a las dichas Philippinas, passan c
ca de la ysla de los Negros, que descubrii
de Saauedra, capitán del Marques del V
574
Hernando Cortes, aunque otros dizen que el capi-
tán Bemaldo la Torre la descubrió andando por
aquellas yslas perdido. En el pueblo de CoUique,
arriba de la cibdad de Truxillo, ay vna lag^una de
a^ua dulce que tiene todo el suelo de sal quaxada
y muy blanca, y los yndios sacan mucha cantidad
del la y la lleuan a vender a diuersos pueblos don-
de no la ay , y con ella compran las cosas necessa-
rias que han menester en sus casas. En los Andes,
detras del valle de Jauxa, esta vn rio muy glande
que siendo sal todas las piedras que tiene el (1)
suelo, es dulce el agua que passa por encima de-
lia, y es clara, y muy buena de beuer, que no toma
nada de la sal. Y en el mismo rio de Jauxa y en
medio del nasce vna fuente de agua caliente, y sale
el agua con gran ympetu y furia hazia arriba, que
sobrepuja encima del agua bien alto, como sí sa-
liesse por bitoque de alguna pipa llena, y cae en el
mismo rio, y a la redonda desta fuente el suelo
del rio es toda sal. En la costa de hazia la villa de
Sant Miguel están dentro de la mar y no muy le-
xos de la tierra, vnas peñas muy grandes y altas,
que son de muy linda sal, que parescen vnas ysle-
tas pequeñas, y en ellas combaten las hondas déla
mar, y están por encima dellas cubiertas de gran
multitud de ouas de pescadas, que muchas vezes
los marineros se proueen de alli de sal y de ouas.
También enfrente del puerto de Guaura esta vna
3'sla grande, en donde toda ella es de sal, y muy
buena, que quando los nauios llegan a este para*
( I ) Tachado: ¿ueilo.
r
575
je, los marinei'os y passageros se proueei
quanca quieren Ueuar, porque cierto es ct
trafia de ver tanta sal. Sin duda ninguna
drlan todos proueer della y Iteuarla a t
Nueua España, y aun a toda Castilla, que a
se Ueuasse mucha en cantidad en carraca
uios no meng[u]aria, porque cresce y muí
siempreya la contina mucha en superabum
Assimismo dizen los^yndios naturales que
das estiis tierras no auia ratones, ni sabi:
cosa era, y algunos de los conquistadores
prouincias y regiones juran y affirman <
los auia, ni los vieron ni sintieron al tiemí
entraron, y que entrando en ellas el Vi
Blasco Nuflez Vela remanescieron mucha ca
dellos, que fue cosa yncreyble y que pu
grande admiración a todos los biuíentes. C
ron y se multiplicaron después estos anir
en tanta cantidad que destruyeron en mu
diuersas partes todo lo 'que hallaron sem
que no de.\aron arboles de Castilla, que ya
tiempo los auia, y muchosdediuersas frutas,
ni menos los arboles y frutales de la tier;
charon a perder las cañas de acucar y las
leras y legumbres de los yndios y la hortali
auia en las huertas de los españoles, y roye
ropas de Castilla y de la tierra que estañar
casas y fuera dellas, con otras muchas eos
sin remedio las destruyeron y talaron toi
que quedaron todos admirados desto. Des[
dixo que fue prenóstico de los males sus<
que se causaron en estas tierras con la veni
r='
índice
Cap, 1.— De como ei Maestro de campo F
de Carauajat se pariio de la cibdad i
y por sus jornadas contadas llegó á la
Sant Miguel, y de las cosas que en <
en seruicio de Goni^alo Píi^arro, y
cosas que passaron
Cap. II.— De vna hrauosacaria que Frar
Carauajal escriuio a Gonzalo Picarro.
cosas que en la cibdad hizo, y pariiei
aquí se quiso aligar con ella el capi
guardia, de Blasco Nuñez Vela, y c
cosas que passaron. ;
Cap. III.— De como Francisco de Caraua
co a tres soldados a ynsfancia de Peí
lin de Cecilia, y de como dio huella
por lo que le escriuio Lorenco de AU
donde se quisieron después mataren!
y por que causa
Cap. IV.— De como Francisco deCaraua;
pot sus jornadas contadas a la cihüad <
O. ni B*KT« Ci.*ir*.-IV.- 3.»
), y del res
lo ahorco
de otras c
li estuuo.
V.— De c.
jmbro cap
I el pueblí
indo se le
VI. -De .
biendo qi
uy pujant
qual se SI
VH.-De
I brauissir
I Centeno
VIII.— D<
iego Ccnti
leblo de F
diera bal
IX.-De i
o pe de M<
o del Rey,
: alli se I
mar vn m
indieron d
X.-En d
criuio al ihenieme Alonso de Toro y a los i
gidores y a los demás vezi nos della
Cap. XI.— De como los vezínos de la cibdad d
Cuzco alearon vandera por el capitán Díe,
Centeno en nombre de Su Magestad cont
üoni^alo Pí^arro, y como después se hallan
burlados y Alonso de Toro se boluio a ell;
Cap. XII. — De como Francisco de Carauajal, pr
siguiendo su camino, llego de noche al pueb
de los Frailes, junto a la cibdad, en donde s
po secretamente que Diego Centeno esta'
en el puerto de Quilca con cierta gente,
qual lo fue a buscar
Cap. XIII. — De como Francisco de Carauaj
continuando su camino llego al puerto
Quilca, y de las palabras que dixo al pasj
del rio y de las cosas que le descubrió vn i
tandero acerca de Centeno, y de otras coi
que passaron en e! ynter
Cap. XIV.— De como Francisco de Caraua
supo las señas que auia entre Diego Cenie
y Ribadeneyra para que el nauio viniess<
tierra, y propuso de lo tomar, y al fin no u
effecto, y dándole el viento en popa se fue
alli a la Nueua España
Cap. XV. — De como Francisco de Carauaj
después que se fue el capitán Diego de Ril
deneyra del puerto con su nauio y no auii
do hecho ningún effecto, se boluio con :
capitanes a la cibdad, y de las cosas que h.
en ella
Cap. XVI.—Dc como Francisco de Carauajal
lio de la cibdad de Arequipa y se fue a Cl
cuy to, pueblo de Su Magestad, y de lo que i
580
Piginas.
dixo a SUS capitanes y soldados porque se
querían yr, diziendole todos que la guerra era
ya acabada 131
Cap. XVII.— De como el Maestro de campo Dio-
nisio de Bobadtlla respondió a Francisco de
Carauajal en nombre de aquellos soldados
que se querian yr y ausentarse para sus ca-
sas, y de lo que luego mando proueer a los
suyos 1 39
Cap. XVflI.— De como Francisco de Carauajal
se partió del pueblo de Chocuyto para las
. Charcas y en el camino supo de la salida de
' los soldados de la entrada de Diego de Rojas,
del Rio de la Plata, y cuenta quien fue el que
lo descubrió al principio 145
Cap. XIX.— De como Philippe Gutiérrez llego al
exer^ito de Diejío de Rojas y pelearon con
los vndios ferozes, v de la muerte del Gouer-
nador y alzamiento de Francisco de Mendoza,
y de las cosas que hizo en el exercito con sus
soldados 1 54
Ca^. XX.— De como el Maestro de campo Nico-
lás de Heredia entro con su- gente por la tie-
rra adelante, y de los trabaxos que paso, y de
como Juan Garcia de Almadén lo prendió y
lo lleuo ante PVancisco de Mendoca, el qual
le quito el cargo que tenia. 165
Gap. XXI. — De otras muchas peleas que los espa- *
ñoles tuuieron con los yndios, y de como Die-
go Aluarez del Almendral y. otros mataron a
Frao^cisco de Mendoca y. dieron la gouerna-
cion a Nicolás de Heredia, que de derecho
era suya 176
Cap. XXII. — De las rebueltas que uvo en el cam-.
po Je Nicolás de HereJia sobre qu
López de Ayala y oíros se vinieron
de los reynos del Peru, y de como
con Lope de Mendoija y ios suyos, a
les hizo luego amigos
Cap. XXIII.-De como Lope de Mendo
a Nicolás de Herediu y a los que sal
la entrada todo lo que auia suscedl
tierra, y con buenas palabras y dulce;
los atraxo a si y se nombro por genei
Magestad
Cap. XXIV.-De como Francisco de C
continuando su camino, llego al pi
Cotabamba, desde donde embío al pa
quez, su capellán, con cartas al capii
de Mendoca y a los suyos para que s
al seruicio de Uonjalo Picarro
Cap. XXV.— De corao' el padre Diego
fue al pueblo de Pocona y dio las
Lope de Mendoza, por lo qual se er
terriblemente con el hasta que se a
poco, y de otras muchas cosas que
en suexercito
Cap. XXVJ.— De como Francisco de C
se pussoen camino con muy gentil hoi
para e! pueblo de Pocona, y en el Ci
qigsso matar vn mestizo Hechero de
Mendoza, y lo que passo con los coi
Cap. XXVlI.-De como Francisco de C
se metió en la casa fuerte, y de la mi
arma que se dio entre sus soldados, y
los corredores del capitán Lope de 1
prendieron vna de las cintinelas q
puestas eir^I campo
1
582
Páginas.
Cap. XXVIII. — De como Lope de Mendoza ha-
blo a sus soldados y de la platica que les hizo
para dar batalla aquella noche a Francisco
de Carauajal, y de la borden que les dio para
combatir la casa fuerte que los enemigos te-
nian tomada 242
Cap. XXIX.— De la batalla nocturna que se dio
en el pueblo de Pocona entre los dos capita-
nes Lope de Mendoza y Francisco de Cara-
uajal, y del arcabuzaco que le dieron los su-
yos en la nalgas mientras turaua la porfñada
batalla 249
Cap. XXX.— De como Lope de Mendot^a dexo
de pelear y se fue con los suyos al fardaje y
riqueza de Francisco de Carauajal y la de sus
soldados, en la qual dieron vn grandissimo y
califñcado saco en el oro y en la plata que
auia 260
Cap. XXXI.— De como Francisco de Carauajal,
siguiendo su camino adelante, alcanco vna
noche a Lope de Mendovja y a Nicolás de He-
redia con los suyos, que estauan descansando
en par de vn arroyo grande, en donde les cor-
to las cabejas y dio garrote a otros 270
Cap. XXXII. — De como el Maestro de campo
Luys Perdomo y el alférez mayor Alonso Ca-
ma rgo se fueron a poner debaxo de la vande-
ra y clemencia de Francisco de Carauajal,
para que los perdonasse, y de la platica que
le hizieron y lo que mando hazer 280
Cap. XXXIII. — De como los soldados que qui-
ssieron matar a Francisco de Carauajal se re-
belaron contra el en el pueblo de Pocona, y
de como quitaron mañosamente los arcabu-
zes a sus compañeros que allí quedaron Ci
sados
Cap. XXXIV.— De como Francisco de Cara»
)al se partió de Pocona con sus soldados y
fue al pueblo de Coiabamba, y de las co
que hizo en el, y de como escriuío a Cion^f
Piíjarro lodo lo que le auía suscedido con i
mendocinos y heredíanosde la entrada
Cap. XXXV.-De como Morales de Ambur;
del Abad se vino a presentar ante Francii
de Carauajal, y de como sus capitanes y s
dados se marauillaron en gran manera de
ver viuo y sano y sin herida ni lisien algui
Cap. XXXVI.— De como Francisco de Caraua
se fue a la villa de la Plata y eniro en e
con muy buena hordenanca, licuando sus v;
deras tendidas como triunphador y vencet
de sus enemigos, y de muchas cosas que h'
en aquel districto
Cap. XXXVII.— De como Alonso de Toro, ll
nienie de la cibdad del Cuzco por Gon^i
Pi^arro, fue muerto a puñaladas por su si
gro, y por que causa lo mato, y de cieno n
tin que se hazia en ella, el qual apacigo
capitán Alonso Aluarez de Hinojosa
Cap. XXXVIII. -De como Diego de Balmase
dio borden y manera de matar a Francisco
Carauajal haziendo creer a muchos soldaí:
que Gonzalo Pi^arro era muerto, por v
cana missiua que vieron firmada con dos t
Cap. XXXlX.-Decomo Francisco de Carai
¡al supo de la conjuración que contra el
hazia, que se lo dixo el capitán Pedro de C
>:oino se lo i.onto Juan Ramón, su
que era vno Je los conjurados que
ser
■-lie como Diego Balmaseda, ynuenior
njuracion.vienJoqueerascniidoyquc
la hazer ningún efrecto se quiso huyr,
Ibnüo cauallo en que yrse determino
Je matar a Francisco de Carauajal. . .
— be como Francisco de Carauajal
ender a Diego Balmaseda y queriendo
usticia del llego a el vna muger de
a peilille su vida, el qual no &e la quiso
:r y al calió le mando dar garrote en
—De como Francisco de Carauajal
r garrote a Alonso Camargo, y de vn
cuento que dixo a vn fraylc domi-
Jc como encontinente hizo ahorcar
ría diabólica a otros soldados de la en-
I.-De como Francisco de Carauajal,
ilo que tuuo de sus soldados que anda-
sesperadospara lo matar, les dio de
de calcar y alargo mas las mesas, y de
ne del cnpiían Pedro de Castañeda. . .
:;m Pedro de Puelles, y no uvo effecto,
is muchas y grandes crueldades que
les leales seruiftores de Su Magestad
lules las vidas, mas no las honrras v
.— iJe como Francisco de Carauajal y
ie Puelles cscriuicron muchas cartas
alo Pi^arro ynciíandole y prouocando-
5a")
Página;».
le a que se Uamasse y nombrasse por rey de
todas las prouincias y reynos del Perú 385
Cap. XLVI.— De como ciertos religiosos y caua-
lleros, grandes seruidores de Su Magestad,
affearon malamente a Gon^^alo Picarro por-
que se quería nombrar por rey de las pro-
uincias y reynos del Perú, y de otras muchas
cosas que passaron entre ellos 393
Cap. XLVH.— En donde se contiene el traslado
y copia de la bulla y concession que dio el
Papa Alexandro Sexto a los muy catholicos y
xpianissimos reyes de Castilla, de León, de
Aragón, sobre la posession de las yslas y tie-
rras firmes del mar Occeano 401
Cap. XLVIII.-— En donde se cuentan y relatan
otras muchas y diuersas cosas que Goncalo
P¡(jarro hizo en la tierra, con ciertas epilo-
gaciones de lo que se hizo y se trato en otras
partes por los sequaces y aíHcionados de los
tiranos 409
Cap. XLIX. — En donde se cuenta del linaje de
los Yngas y de donde salieron, quando con-
quistaron las prouincias del Perú, y que quie-
re dezir Ynga en la lengua propia del Cuzco,
que es la que se vssa y se habla en estas partes
tan remotas 4 1 S
Cap. L. — En donde se prosigue y cuenta del li-
naje y prosapia de los Yngas, reyes y señores
que fueron dcstas amplissimas y riquissimas
prouincias del Perú, y se relatan las cosas
que mandaron hazer en todas estas tierras. . . 432
Cap. LI. — En donde se cuentan v relatan las
differencias y debates que los hermanos Yn-
gas Guascar y Atagualpa tuuicron sobre la
ision y herencia del reyno de Quito, has-
le llego el Marques Don Fraacisco Pi^a-
:on los suyos a estas prouini:¡as 444
[.—De como Francisco PUarro y Diego
Llmagro y Hernando Luque, clérigo, hi-
>n compañia para descubrir las amplissi-
y riquissimas prouincias y tierras de los
os del Perú, con licent:ia y facultad que
io Su Magcsiad 451
II.— De como el Marques Don Francisco
rro se embarco en Panamá y se Tue a las
incias del Perú y dio principio a su con-
:a, y de como llego a Caxamalca y dio
lia al Ynga y lo prendió, y de otras mu-
cosas que passaron 459
IV.— Del gran ihesoro que se hallo en ios
is de Atagualipa, y de lo que mando ajun-
-lara dar al Marques, del rescate de su
ma, y de la muerte de Guascar, y de lo
passo con vn yndio sacerdote y la res-
ta que dio al Atagualipa 471
V.~De como lardándose de ajuntar el
>ro que el Ynga auia de dar a losespaño-
:uuieron nueua que se quería al^ar contra
y matallos a todos, por lo qual hiiieron
:ia del y se repartió entre todos la rique-
le auia junta 478
k'l.— De como estos yndios del Perú tu-
m dos dioses muy nombrados, y de las
des supersticiones que los Yngas tenían
ando con el demonio, y de los templos
nuia en estas prouincias, y de los ritos
-imonías que ussauan en sus sacriflicios. 486
/n.— En donde se cuentan las calidades
-^-«'rfí,'
'I'
"5'
587
Páginas.
y temples de las tierras y prouincias destos
reynos del Perú, y de la cordillera de vnas
sierras que ay en estas partes, y de muchas
cosas incógnitas y marauillosas que auia en
todas ellas 496
Cap. LVIII.— En donde se da noticia de los muy
grandes rios que salen destas prouincias y
regiones del Perú, que van a dar a la mar del
Norte, y cuenta quienes fueron los que los
descubrieron por aquellas partes, y de la yer-
na escor^^onela que ay 504
Cap. LIX.— En donde se da relación de la otra
cordillera que se contiene por el camino de
los Llanos que va cerca de la marina, y se
cuentan y relatan otras muchas y diuersas
cosas de naturaleza que a y en estas prouincias
y reynos del Perú 514
Cap. LX. — En donde se prosigue en contar de
otras cosas que ay en estos Llanos de la ma-
rina, y como no ay lagartos y caymanes por
aqui, y de losbuytres, lobos y tiburones que
ay en la mar, y de la pelea y contienda que
tienen para matar vn tiburón 520
Cap. LXI. —En donde se torna a proseguir toda-
via la misma cordillera, contando otras mu-
chas cosas della, y de vna manera de pesca
muy estraña que se haze en estas partes por
los yndios, y se cuenta de la tercera cordillera
de los Andes y lo que ay en estas tierras 526
Cap. LXH. — En donde se cuenta breuemente de
la gran brauosidad y derechura de dos cami-
nos reales que los yndios y señores Yngas des-
tas prouincias mandaron hazer en las sierras
y en los Llanos cerca de la costa de la mar. . . 535
■í s
^
, >
III. — En donde se prosigue y cuenta la
irauossidad del otro camino real que se
:nc en la serrania y de otras muchas
írsas cosas que los Yngas y señores des-
]uissimas prouini^ias mandaron haier, .
IV.— De la solenidad ijue los Yngas ha-
|uando agujerauan las orejas a sus vasa-
que era como dalles borden de caua-
y de lascerimonias que tenían quando
fuera de sus palacios con su real corte.
V. — Kn donde se cuenta breuemente el
rodé los meses que tenían losyndios
;ru en cada vn ario, y de las cosas que
1 en ellos para el bien y prouecho de
publicas, y de otras cosas que ay muy
Í.1S de saber
VI.— De como cienos gigantes aporta-
la prouincia de Mama, los quaics salie-
e vnas yslas de la mar del Sur, y después
1 quemados con fuego celestial, y cuen-
otras cosas que ay en la tierra
tittrarvA/es
ciña ¡iint OamaJa
QVINQVENASIOS,
lllrilílfar PbDKO GuTitRÜBI
1 Santa Claka. F«é Imfrta i
ly HMr ) cersnada villa dt Ma
la tficiHa fífufrifica dV Mnm,
Merr-K. Acaéiti ¿ vimUdiat
d< y-mú d. mil ,
**.-.' .
LISTA
DB LOS
SUSCRIPTORES Á LA COLECCIÓN DE LIBROS Y DOCUMENTOS
REFERENTES Á LA HISTORIA DE AMÉRICA
La Biblioteca particular de 8. M. el Rey.
Britísh Museum.
£1 Instituto General y Técnico de Barcelona*
D. José A. Escoto*
Dr. N. León.
La Biblioteca Nac¡onal.*^^M/MM Airtu
D. Manuel de Oliveira Lima.
D. Alfonso López de Miranda.
La Biblioteca Nacional.— i7¿p yaneir^.
La Biblioteca Pública.— £a PUUa,
Mr. David Nutt.
Mr. Jas A. Robertsons.
La Real Academia de la Historia.
D. Eduardo Vivas.
Dr. Pedro N. A rata.
Dr. Salvador de Mendon^a»
Mr. Thomas C. Dawson.
D. Manuel E. Ballesteros.
D. Mariano Murillo.
Sres. P. J. Guirola y Compañía.
D. Antonio MuBos.
Mr. George Parker Winship.
D. José Calvu y Ramos.
D. Telasco Castellanos.
La Biblioteca Nacional.— Z,fira«.
D. Severo G. del Castillo.
Sres. G. Mendesky é Hijo».
D. E. Rossay.
D.Jenaro Garda.
Excmo. 8r. General D. Fernando González.
D. Antonio Lehmann.
La Biblioteca Nacional.— il/i^w/rcú^.
Subsecretaría d« Justicia é Instrucción pública.— ^/jrtr^.
D. M. V. Ballivian.
La Biblioteca del Senado.
D. Nicolás Palacios.
"'ij
ra Viivll d* Rico.
iifuel Luk Anupiállui.
ibliou» HKÍoiul.-&>lfn/« <'' C''"'
imón A. Lanl.
jnccinn de F.iudinica de Mélica.
•éUinuEldcGiriniciidi,
Nrii» Kacinnil de Eit>di<tiu de Bolivii.
R.pdev¡llc.
aninui Nijhnfr.
Cvl. W. Hierwnunr.
rturoBeyer.
. Sr, Obiipo Dr. Francisco PlBüCírií
.hlioieca [Jae¡M>!.-rríHríf»/A>.